Despedida de la Entrada de la Madre de Dios en el Templo; Santa y Gran Mártir Catalina de Alejandría; Gran Mártir Mercurio de Capadocia

Santa Catarina de Alejandría la Gran Mártir

Santa Catarina era hija del rey Consto, y vivía con su madre en Alejandría tras la muerte de su padre. Su madre era cristiana secretamente, y, mediante su padre espiritual, trajo a Catalina a la fe cristiana. En una visión, santa Catalina recibió un anillo del Señor Jesucristo cono señal de su desposorio con él. Este anillo permanece en su dedo hasta el día de hoy. Catalina había sido grandemente dotada por Dios, y recibió una excelente educación en filosofía griega, medicina, retórica y lógica, y añadía una gran belleza física a esto. Cuando el impío emperador Majencio ofreció un sacrificio público a los ídolos y ordenó que todos hicieran lo mismo; santa Catalina vino audazmente ante él y denunció sus idólatras errores. El Emperador, viendo que ella le superaba en sabiduría y erudición, convocó a cincuenta de los hombres más sabios para que disputaran con ella acerca de la fe y la avergonzaran; pero Catalina era más sabia que ellos, y los avergonzó. El furioso Emperador ordenó que los cincuenta sabios fuesen quemados en la pira. Todos estos sabios, por las oraciones de santa Catalina, confesaron el nombre de Cristo al momento de su muerte, y proclamaron ser cristianos. Cuando la mártir estaba en prisión, trajo a la fe al general Porfirio y a doscientos de sus soldados, y también a la emperatriz Basilea. Todos ellos sufrieron por Cristo. Durante el martirio de santa Catalina, se le apareció un ángel de Dios que destruyó la rueda en la que estaba siendo torturada, y después se le apareció el Señor Jesucristo mismo para fortalecerla. Después de muchas torturas, Catalina fue degollada por espada a la edad de dieciocho años, el 24 de noviembre de 310. Leche fluyó de su cuerpo en vez de sangre. Sus reliquias, que obran milagros, son preservadas en el Sinaí.

Los santos Catalina y Mercurio se celebraban el 24 de este mes, mientras que los santos Hieromártires Clemente de Roma y Pedro de Alejandría se celebraban el 25. Las fechas de las fiestas de estos santos se intercambiaron a pedido de la Iglesia y el Monasterio del Monte Sinaí, para que la fiesta de Santa Catalina, su patrona, se celebrara más festivamente junto con la Despedida de la Fiesta de la Entrada de la Theotokos, práctica que se sigue hasta hoy en las iglesias de tradición griega, mientras que las iglesias eslavas conmemoran a estos santos en sus fechas originales.

Tropario, tono 5

A la novia de Cristo, los dignos cánticos; * a Catalina divina, firme fortín de Sinaí, * protectora nuestra y auxiliadora, * ella, pues, hizo callar * con la espada del Espíritu * a los facundos incrédulos. * Ahora, coronada cual mártir, * implora por todos la gran misericordia.

San Mercurio, Gran Mártir

El santo gran mártir Mercurio, de ascendencia escita, sirvió como soldado en el ejército romano. Los impíos emperadores Decio (249-251) y Valeriano (253-259) emitieron un decreto que ordenaba a todos los ciudadanos romanos adorar a los dioses paganos y condenaba a los cristianos a la tortura y la muerte a menos que obedecieran el decreto. En esa época, los bárbaros atacaron el imperio romano y el emperador Decio emprendió una campaña con un gran ejército. En una de las batallas, un ángel del Señor se le apareció a Mercurio bajo la apariencia de un noble y le entregó una espada diciendo: “No temas, Mercurio. Avanza valientemente contra el enemigo y, cuando salgas victorioso, no olvides al Señor tu Dios”. Con esta espada, el santo guerrero atravesó las filas de los bárbaros. También mató a su rey, obteniendo la victoria para los romanos. El agradecido emperador Decio recompensó a San Mercurio por su valentía y lo nombró comandante de todo el ejército.

El ángel del Señor se le apareció de nuevo al santo guerrero, que había recibido grandes honores y riquezas, y le recordó por quién había sido concedida la victoria. También le dijo al general Mercurio que sufriría por Cristo y recibiría una corona de victoria en su Reino. Mercurio recordó que su padre Gordiano también había confesado la fe cristiana. Aunque el santo había sido bautizado, sentía que no había consagrado su vida a Dios como lo habían hecho su padre y su abuelo. Por eso, lloraba y se lamentaba cuando fue citado ante el emperador.

Decio consultó a Mercurio sobre asuntos de estado y luego sugirió que ofrecieran un sacrificio en el templo de Artemisa. No queriendo hacerlo, el santo regresó a su casa. Fue denunciado como cristiano por un noble llamado Catulo. Sin embargo, el emperador no lo creyó hasta que él mismo lo interrogó. Declarándose abiertamente cristiano, Mercurio arrojó su cinturón militar y su capa a los pies del emperador y repudió todos los honores que había recibido. El ángel del Señor se le apareció nuevamente a san Mercurio en la prisión, alentándolo a soportar todos los sufrimientos por Cristo.

Lo tendieron entre cuatro columnas y encendieron un fuego debajo de él. Cortaron su cuerpo con cuchillos y de sus heridas brotó tanta sangre que extinguió el fuego. Cuando lo arrojaron de nuevo a la prisión casi muerto por sus heridas, san Mercurio fue curado por el Señor, demostrando el gran poder de Cristo a los paganos impíos. Condenado a muerte, el santo fue considerado digno de una visión del Señor, quien le prometió una rápida liberación de sus sufrimientos. El Gran Mártir Mercurio fue decapitado en Cesarea de Capadocia. Su santo cuerpo emitía una fragancia como la de la mirra y el incienso. Muchos de los enfermos fueron sanados en su tumba.

Tropario tono 4 del común de santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios* su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Hieromártires Clemente, Papa de Roma y Pedro Patriarca de Alejandría

El Papa Clemente, Hieromártir, nació en Roma en el seno de una familia rica e ilustre. Separado de sus padres desde la infancia por la fuerza de las circunstancias, Clemente fue criado por extraños. Viviendo en Roma, el joven recibió una esmerada educación, estuvo rodeado de lujo y tuvo acceso a la corte imperial. Pero estas comodidades no le trajeron alegría y la sabiduría pagana no logró atraerlo. Comenzó a reflexionar sobre el sentido de la vida.

Cuando las noticias de Cristo y su enseñanza comenzaron a llegar a la capital, san Clemente dejó su hogar y sus propiedades y se dirigió a las tierras donde los Apóstoles predicaban. En Alejandría, conoció al santo apóstol Bernabé, escuchó sus palabras con profunda atención y percibió el poder y la verdad de la Palabra de Dios. Al llegar a Palestina, fue bautizado por el santo Apóstol Pedro y se convirtió en su celoso discípulo y constante compañero, compartiendo con él sus trabajos y sufrimientos. Poco antes de sus propios sufrimientos y muerte, san Pedro lo consagró como obispo de Roma. Tras la muerte del apóstol Pedro, san Lino (67-79) fue el siguiente obispo de Roma, al que le sucedieron san Anacleto (79-91) y, después, san Clemente (92-101).

La vida virtuosa, las obras de caridad y la actividad de oración de san Clemente convirtieron a muchos a Cristo. En una ocasión, el día de Pascua, bautizó a 424 personas. Entre los bautizados había personas de todas las clases sociales: esclavos, funcionarios e incluso miembros de la familia imperial.

Los paganos, al ver el éxito de su predicación apostólica, denunciaron a san Clemente ante el emperador Trajano (98-117), acusándolo de insultar a los dioses paganos. El emperador desterró a san Clemente de la capital y lo envió a Crimea para trabajar en una cantera de piedra cerca de la ciudad de Cherson. Muchos de los discípulos del santo lo siguieron voluntariamente, prefiriendo exiliarse antes que vivir sin su padre espiritual.

Cuando llegó al lugar del exilio, San Clemente encontró allí a muchos creyentes cristianos, condenados a trabajos forzados en medio de la escasez de agua. Oró junto a los condenados y el Señor se le apareció en forma de cordero y le reveló la ubicación de un manantial del que brotaba un verdadero río de agua. Este milagro atrajo a una multitud hacia san Clemente. Al escuchar al celoso predicador, cientos de paganos se convirtieron a Cristo. Cada día se bautizaban 500 o más hombres. Y allí, en la cantera de piedra, se construyó una iglesia, en la que ejerció como sacerdote.

La actividad apostólica del santo despertó la ira del emperador Trajano, que ordenó ahogar a San Clemente. Arrojaron al mártir al mar con un ancla atada al cuello. Esto ocurrió en el año 101.

San Clemente, que pertenece a los Padres Apostólicos, nos ha dejado un legado espiritual (dos Epístolas a los Corintios), los primeros ejemplos escritos de la enseñanza cristiana después de los escritos de los santos Apóstoles.

Hieromártir Pedro, patriarca de Alejandría

 San Pedro ilustremente ocupó el trono de Alejandría durante doce años y, como dice Eusebio, “fue un ejemplo divino de un obispo debido a la excelencia de su vida y su estudio de las Sagradas Escrituras” (ver Eusebio, Hist. Eccl, Libro VII, 3 2; Libro VIII 11, 13; y Libro IX, 6). Excomulgó a Arrio por su simpatía con el cisma meleciano. Cuando Arrio se enteró de que san Pedro había sido encarcelado, le envió muchos sacerdotes y diáconos, pidiéndole que lo recibiera nuevamente en la comunión de la Iglesia antes de su martirio. Los embajadores de Arrio, se asombraron de la vehemencia con la que San Pedro se negó a recibir a Arrio nuevamente, les reveló una visión aterradora que había tenido, en la que Cristo se le había aparecido de niño con una prenda desgarrada de pies a cabeza. Cuando san Pedro le preguntó al Señor qué significaba su prenda, el Señor respondió que era Arrio, y que no debía ser recibido nuevamente en comunión.

El hieromártir Pedro fue decapitado durante el reinado de Maximino en el año 312; se le llama el “Sello de los Mártires”, porque fue el último obispo de Alejandría en sufrir el martirio bajo los emperadores paganos. Sus sucesores al trono de Alejandría, los santos Alejandro y Atanasio el Grande, llevaron a la victoria final la batalla contra la herejía de Arrio que san Pedro había comenzado.

Tropario tono 4

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

San Anfiloquio, obispo de Iconio

San Anfiloquio, obispo de Iconio, nació en Cesarea de Capadocia hacia el 340, ciudad de la que salieron algunos de los más grandes Padres y maestros de la Iglesia Ortodoxa. Fue abogado en Constantinopla, pero más tarde se dedicó por completo al servicio de la Iglesia. No sólo fue amigo de san Basilio el Grande y pariente de san Gregorio el Teólogo, sino que también fue su discípulo.

Trabajó diligentemente en la viña de Cristo, viviendo en el desierto como un asceta estricto durante unos cuarenta años, hasta que el Señor lo eligió para servir como jerarca. Fue el primer metropolitano de la nueva provincia de Licaonia, y a menudo confiaba en san Basilio para pedirle consejo y ayuda en sus deberes pastorales.

El santo obispo luchó contra el arrianismo y otras herejías de la época, defendiendo la divinidad del Espíritu Santo contra la herejía de Macedonio. San Basilio dedicó su tratado “Sobre el Espíritu Santo” al obispo Anfiloquio. Además de demostrar la divinidad del Espíritu Santo y su igualdad con el Padre y el Hijo, el tratado de san Basilio defiende las antiguas tradiciones no escritas de la Iglesia, como hacer la Señal de la Cruz, mirar hacia el Este cuando rezamos, no arrodillarse el domingo, etc.

Durante muchos años san Anfiloquio atendió el rebaño de Iconio que el Señor le confió. Su oración era tan intensa que podía pedir al Señor que sanara las enfermedades físicas y espirituales de su rebaño. También fue escritor y predicador talentoso, guiando a su rebaño por el camino de la salvación. Como estricto teólogo ortodoxo, el Santo luchó sin descanso, como ya mencionamos, contra las herejías arrianas y eunomianas. Participó en el Segundo Concilio Ecuménico en el año 381 y lideró la lucha contra la herejía de Macedonio. Se han conservado pocos escritos del santo, pero existen ocho de sus homilías, incluida la homilía más antigua conocida sobre la fiesta del Encuentro con el Señor (2 de febrero).

El santo obispo Anfiloquio partió pacíficamente hacia el Señor en el año 394.

Tropario, tono 4

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

Apóstol Arquipo, Filemón, su esposa Apia y Apóstol Onésimo discípulo de san Pablo; Santos Mártires Cecilia, Valeriano Tiburcio y Máximo, de Roma.

Filemón, que era de Colosas, una ciudad de Frigia, era un hombre rico y noble, junto con Arquipo fueron Apóstoles de los Setenta; Apia era esposa de Filemón. Los tres fueron discípulos del apóstol Pablo. Onésimo, que antes era un incrédulo y esclavo de Filemón, robó algunos de sus vasos y huyó a Roma. Sin embargo, al encontrarlo allí, el apóstol Pablo lo guió por el camino de la virtud y el conocimiento de la verdad, y lo envió de regreso a su maestro Filemón, a quien escribió una epístola (esta es una de las catorce epístolas de San Pablo); en esta epístola, Pablo elogió a Onésimo a su maestro y los reconcilió. Onésimo fue hecho obispo más tarde. En Grecia es honrado como el santo patrono de los encarcelados. Todos estos santos recibieron su fin por el martirio, cuando los idólatras los mataron a pedradas.

San Onésimo también se conmemora el 15 de febrero.

Tropario, tono 3 del común de santos Apóstoles

Oh santos apóstoles, * interceded ante Dios misericordioso, * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Santos Mártires Cecilia, Valeriano Tiburcio y Máximo, de Roma.

 

Nacida en Roma de ricos y eminentes padres, Cecilia tenía una fe firme en Cristo el Señor y un gran celo por la fe. Haciendo voto de virginidad perpetua ante Dios, santa Cecilia vestía una prenda áspera bajo los ricos vestidos que sus padres le daban. Cuando estos la forzaron a casarse con un pagano llamado Valeriano, Cecilia pasó su noche de bodas urgiendo a su nuevo esposo a que fuese al obispo Urbano para ser bautizado, y para que entonces él también se dedicase a una vida en virginidad. Abrazando la fe cristiana, Valeriano también trajo a ella a su hermano Tiburcio. Ambos hermanos fueron pronto condenados a muerte por su fe, pero su celo no flaqueó ante la muerte. Llevados al cadalso, estos dos hermanos lograron traer a la fe a Máximo, capitán de la guardia, y los tres sufrieron juntos por Cristo el Señor. Santa Cecilia enterró sus cuerpos juntos y fue entonces llevada a juicio ella misma, habiendo traído muchos paganos a la fe cristiana incansablemente. En una noche, ganó más de cuatrocientas almas. Cuando el juez le preguntó de dónde venía su audacia, ella contestó: «De una conciencia pura y una fe sin dudas». Tras crueles torturas, fue condenada a ser degollada con espada. El verdugo dejó caer la espada tres veces sobre su cuello, pero no acertó matarla; sólo la hirió, y la sangre corría desde sus heridas, siendo recogida por los fieles con pañuelos y recipientes con el fin de usarla para sanidad. Tres días más tarde, la mártir de Cristo y virgen entregó su espíritu en manos de su Señor, para regocijarse con él por toda la eternidad. Santa Cecilia sufrió con los otros en el año 230 d. C. Sus reliquias son atesoradas en Roma, en la iglesia que lleva su nombre, y es considerada en occidente Patrona de la música eclesiástica

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro.* Al tener, pues, tu fuerza,* han vencido a tiranos* y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios,* salva nuestras almas.

Gran fiesta de la Entrada de la Madre de Dios en el Templo

Según la tradición, cuando la Santísima Virgen María cumplió tres años, sus padres, los santos Joaquín y Ana, la llevaron de Nazaret a Jerusalén para entregarla al servicio de Dios en cumplimiento de su promesa. El viaje a Jerusalén tomaba tres días, pero ya que estaban haciendo la voluntad de Dios, no encontraron el viaje difícil. Muchos de los familiares de Joaquín y Ana se les unieron para tomar parte en esta celebración, en la que los incorpóreos ángeles de Dios también participaron. Las doncellas encabezaban la comitiva llevando velas encendidas, seguidas por la Santísima. Había quince escalones que llevaban al Templo, y los padres de la Virgen la colocaron en el primer escalón; ella subió el resto corriendo, por su propia voluntad. Allí encontró al Sumo Sacerdote Zacarías, padre de san Juan el Precursor, quien tomándola de la mano, la llevó no sólo al Templo sino también al Lugar Santísimo—un lugar al que nadie podía entrar sino el Sumo Sacerdote, y esto una sola vez al año. San Teofilacto de Ohrid dice que Zacarías estaba «fuera de sí, y movido por Dios» cuando llevó a la Virgen al lugar principal de Templo, detrás del segundo velo; de otro modo, no habría explicación para su conducta. Los padres de la Virgen ofrecieron entonces sacrificios a Dios, de acuerdo con la Ley, y dejaron a la Virgen en el Templo. Ella habitó allí hasta que tuvo catorce o quince años, y mientras sus padres estuvieron vivos, la visitaban frecuentemente. Al partir ellos de este mundo y quedar la Virgen huérfana, esta anhelaba permanecer en el Templo hasta el fin de sus días, sin contraer matrimonio. Siendo esto contrario tanto a la Ley como a la costumbre israelita, fue confiada a san José, un pariente redentor suyo en Nazaret (cfr. Levítico 25; Rut), para que pudiese permanecer en virginidad bajo la protección de un compromiso, cumpliendo así tanto su deseo como las exigencias de la Ley.

Tropario, tono 4

Hoy es el preludio de la complacencia de Dios, * el anuncio de la Salvación para los hombres: * la Virgen se presenta * en el Templo de Dios * y  preanuncia a Cristo a todos. * Exclamémosle con gran voz diciendo: * ¡Alégrate, oh cumplimiento del plan salvífico del Creador!

Condaquio, tono 4

¡Sagrado Templo del Señor y purísimo!, * ¡preciosa cámara nupcial y santísima!, * ¡cofre venerable de la Gloria de Dios! * En la casa del Señor, * la Virgen hoy es presentada * y con ella la gracia del Espíritu divino. *Alábenle los ángeles de Dios * porque ella es * la tienda celestial.

Preparación de la Entrada de la Santísima Virgen al Templo/ San Gregorio de Decápolis

Hoy celebramos la prefiesta o preparación de la Entrada de la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen María en el templo

Tropario, tono 4

He aquí, Ana prepara a todos * gozo en vez de tristeza, * gestando cual fruto a la única Siempre Virgen santísima, * y hoy la presenta * en el templo de Señor * consumando los votos * en plena complacencia. * Ciertamente es ella el templo del Verbo Dios, * y Madre purísima.

San Gregorio de Decápolis

San Gregorio que era de Irenópolis de la Decápolis de Asia Menor, era hijo de Sergio y María. Se convirtió en monje cuando era joven, y después de luchar durante muchos años en virtud y oración bajo la obediencia a un padre espiritual sabio, le fue revelado que era la voluntad de Dios que él viviera, como el Patriarca Abraham, con ninguna vivienda segura, moviéndose de un lugar a otro. Sus viajes lo llevaron a Éfeso, Constantinopla, Corinto, Roma, Sicilia, Tesalónica y nuevamente a Constantinopla, donde, después de muchas labores en defensa de la ortodoxia contra la iconoclasia, reposó en paz en la primera mitad del siglo IX. Tenía dos discípulos, san Juan (18 de abril) y san José el Himnógrafo (3 de abril), quien escribió el servicio de Mineon para San Gregorio, su padre en Cristo.

Tropario, tono 4

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

Santo Profeta Abdías/ Barlaam, mártir

El Santo profeta Abdías es el cuarto de los doce profetas menores. Vivió durante el siglo noveno antes de Cristo. Era originario de una aldea llamada Betharam, cerca de Siquem y sirvió como mayordomo de un rey israelita llamado Acab. En aquellos días todo Israel se había alejado del verdadero Dios y había comenzado a ofrecer sacrificios al dios Baal. Sin embargo, Abdías fielmente sirvió al Dios de Abraham, Isaac y Jacob en secreto.

Cuando la esposa del rey Acab, una mujer depravada llamada Jezabel, persiguió a todos los profetas del Señor, fue Abdías quien se encargó de alimentarlos y vestirlos (I Reyes 18:3). El sucesor del rey Acab, Ocozías decidió enviar tres destacamentos de soldados para arrestar al profeta Elías. Uno de estos destacamentos fue encabezado por el Profeta Abdías. Por las oraciones de san Elías, dos de esos destacamentos fueron consumidos por el fuego, pero el que dirigía Abdías fue separado por el Señor (II Reyes 1).

Desde ese momento Abdías abandonó el ejército y se convirtió en discípulo del Profeta Elías. Posteriormente recibió el don de la profecía. El libro inspirado por Dios del Profeta Abdías es el cuarto de los libros de los doce profetas menores de las Escrituras y contiene predicciones sobre la iglesia del Nuevo Testamento. San Abdías Profeta, fue enterrado en la ciudad de Samaria.

Tropario, tono 2 del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Abdías,* por quien te suplicamos, Señor, *que salves nuestras almas.

Santo Mártir Barlaam

El santo mártir Barlaam vivió en Antioquía de Siria. Durante la persecución de Diocleciano contra los cristianos, el anciano Barlaam fue arrestado y llevado a juicio, donde se confesó cristiano.

El juez, queriendo obligar al santo a renunciar a Cristo, ordenó que fuera llevado al altar pagano. Le colocaron la mano derecha sobre él y le pusieron en la mano un incensario al rojo vivo que ardía con incienso. El torturador pensó que un anciano físicamente débil no podría soportar el dolor y lo dejaría caer sobre el altar. De esta manera estaría ofreciendo involuntariamente un sacrificio al ídolo. Sin embargo, el santo se aferró al incensario hasta que se le cayó la mano. Después de esto, el santo mártir Barlaam entregó su alma al Señor.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro.* Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santos Mártires Platón de Ancyra y Romano diácono de Cesarea

San Platón era de Ancyra, hoy Ankara, vivió a fines del siglo III, de alma virtuosa, realizo un importante trabajó en la transmisión de la fe cristiana. De posición económica holgada, ayudó a pobres y a enfermos con importantes aportes de dinero. Fue denunciado y conducido ante el gobernador Agripino, admitió el Santo, su fe en Cristo, agregando que trabajaba y vivía por la gracia de Cristo.

Agripino viendo que Platón era rico, trató con varios subterfugios de atraerlo y le presentó a su hermosa sobrina, diciéndole que, si abandonaba su fe, se casaría con ella. Pero el Santo se negó inmediatamente a la propuesta, y le expresó las palabras de la Escritura que dice: “Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténganse en el amor de Dios, edificándose sobre la base de su santísima fe y orando en el Espíritu Santo, mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les conceda vida eterna.” (Epístola a Judas 1:20-21). Agripino mando a azotar a Platón y luego de varios tormentos fue decapitado en el año 306.

San Romano diácono de Cesarea

San Romano nació en Palestina y sirvió como diácono en Cesarea. En la época de la persecución contra los cristianos, vivía en Antioquía. A través de su predicación, animó a los fieles a mantenerse firmes en su confesión de Cristo cuando el Eparca Asclipiades quiso arrasar la iglesia hasta sus cimientos. San Romano dijo al pueblo que debían luchar para evitar la destrucción de la casa de Dios, asegurándoles que incluso si morían en sus esfuerzos cantarían un himno de victoria en el cielo.

En ese momento se estaba celebrando una fiesta en honor de los ídolos, y san Romano fue al templo pagano para reprender al Eparca y a los incrédulos por su impiedad. Cuando Asclipiades estaba a punto de entrar en el templo, san Romano proclamó sin miedo que los ídolos no eran dioses y que solo Jesucristo era verdaderamente Dios. Asclipíades ordenó que el santo fuera golpeado, e incluso trató de persuadirlo para que negara a Cristo. Cuando esto fracasó, el Eparca ordenó que fuera torturado. Fue colgado y golpeado, y sus costados fueron raspados con cuchillas de metal. Soportando valientemente estos tormentos, San Romano confesó a Cristo, y castigó a Asclipíades por su obstinada negativa a ver la verdad.

Luego San Romano fue condenado a muerte en la hoguera. Sin embargo, tan pronto como se encendió el fuego, cayó una lluvia y lo apagó. Entonces el Eparca ordenó que le cortaran la lengua al santo, porque todavía confesaba a Cristo y vilipendiaba a los idólatras. Incluso después de que le cortaran la lengua, el santo continuó hablando como antes. Finalmente, fue clavado a un barril y fue estrangulado en su celda. Habiendo completado su lucha por Cristo, fue encontrado digno del Reino celestial, donde continuamente glorifica al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por todos los siglos.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro.* Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Gregorio el Milagroso, obispo de Nueva Cesarea

Nació en Neocesarea de Capadocia de padres no creyentes. Estudió en Atenas, Alejandría, Beirut y finalmente en Cesarea, con Orígenes, quien también le instruyó en la fe de Cristo. Entonces, en el año 240, fue hecho obispo de su país natal, donde encontró sólo diecisiete cristianos; al morir alrededor del 265, había dejado apenas ese mismo número de no creyentes. Todo el tiempo de su episcopado fue una sucesión admirables milagros, por los cuales adquirió el nombre de «taumaturgo» (obrador de milagros), siendo llamado «un segundo Moisés» incluso por los enemigos de la verdad (cfr. San Basilio Magno, Del Espíritu Santo, capítulo XXIX).

Tropario, tono 4

Sobrio en las oraciones y perseverante en consumar los milagros, * has conseguido la dignidad de tu nombre, * san Gregorio milagroso: * intercede ante Cristo Dios, * para que ilumine nuestras almas, * no sea que durmamos en los pecados hasta la muerte.

Santo Apóstol y Evangelista Mateo

El santo apóstol y evangelista Mateo se llamaba Levi (Mc 2:14 y Lc 5:27). Fue uno de los Doce Apóstoles y hermano del apóstol Santiago hijo de Alfeo (Mc 2:14). Cumplía la función de publicano, recaudador de impuestos para Roma, en el tiempo en el que los judíos se encontraban bajo el dominio del Imperio Romano. Vivía en la ciudad galilea de Cafarnaum. Cuando Mateo escuchó la voz del Señor Jesucristo de “Ven y sígueme” (Mt 9:9) lo dejó todo y lo siguió. Tanto Cristo como sus discípulos no rechazaron la invitación de Mateo y visitaron su casa donde compartieron la mesa con otros publicanos. Este evento molestó severamente a los Fariseos y Escribas de aquel tiempo.

Los publicanos que recolectaban impuestos de sus mismos compatriotas conseguían grandes ganancias para sí mismos. Habitualmente eran considerados por los mismos judíos como traidores de la patria y de la religión. La palabra “publicano” para los judíos tenía esta connotación de “pecador público”. El simple hecho de conversar con un publicano era considerado un pecado y asociarse con él era la misma traición. Pese a todo esto, los judíos de aquel tiempo no podían comprender que el Señor había venido a “llamar a pecadores y no a justos” (Mt 9:13)

Mateo, reconociendo sus pecados, devolvió todo lo que había sacado a aquellos que había defraudado y distribuyó lo restante a los pobres y siguió a Cristo junto a los demás apóstoles.

Después de recibir el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, san Mateo predicó el Evangelio en Palestina por muchos años. Por el pedido de los judíos convertidos al cristianismo que vivían en Jerusalén, escribió su Evangelio describiendo la vida del Señor en esas tierras.

San Mateo predicó entre los pueblos que aguardaban la venida del Mesías. Su Evangelio aparece como una prueba viva de que Jesús es el Mesías anunciado por los Profetas y que después de Él no habría otro (Mt 11:3).

El santo apóstol y evangelista llevó el Evangelio de Cristo a Siria, a Persia y finalizó su obra en Etiopía donde murió como mártir. Estas tierras eran habitadas por aquel entonces por tribus caníbales con costumbres y creencias primitivas. San Mateo convirtió a algunos de ellos a la fe en Cristo. Allí fundó una Iglesia y construyó un templo en la ciudad de Mirmena, donde puso a su compañero Platón como Obispo.

La Iglesia Ortodoxa de Etiopía recuerda a San Mateo como su fundador.

Tropario, tono 3

Oh santo apóstol Mateo, * intercede ante Dios misericordioso, * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

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