Miércoles Despedida de la Pascua; Eutiques, obispo de Melitina (mártir). San Andrés que aparentó locura por Cristo.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

El miércoles de la sexta semana, celebramos la despedida de la Fiesta de Pascua

Mientras que la mayoría de las Fiestas se despiden el octavo día, la Pascua, la Fiesta de las Fiestas, se despide el trigésimo noveno. El cuadragésimo día es la Fiesta de la Ascensión del Señor, que marca el fin de su presencia física en la tierra. Sin embargo, Él no nos abandona. Ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin de los tiempos (Mt 20,28). Como cantamos en el condaquio de la Ascensión: «…ascendiste con gloria, oh Cristo nuestro Dios, pero sin alejarte, ya que permaneciste inseparable de los que te aman, a quienes exclamaste: «Con vosotros estoy: nadie estará en vuestra contra.»».

Hay un pensamiento similar expresado en el Tropario de la Dormición: «… en la dormición no descuidaste (abandonaste) el mundo, oh Madre de Dioss».

Los servicios de hoy se celebran igual que en el mismo día de Pascua. Las lecturas diarias de la Sagrada Escritura, por supuesto, varían. Tras la despedida en la liturgia, ya no se cantan los himnos pascuales. La oración «Oh Rey Celestial» no se reza ni se canta hasta Pentecostés. El santo epitafio se retira del altar y se coloca en su lugar correspondiente. Aunque hoy es miércoles, se permite el pescado, el vino y el aceite.

Tropario Tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos * pisoteando la muerte con su muerte, * y otorgando la vida * a los que yacían en los sepulcros.

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

Hieromártir Eutiques

 

Se ha perdido casi toda información acerca del Mártir Eutiques, excepto que se presentó ante los tiranos, se burló de los ídolos, sufrió muchos tormentos indecibles y finalmente fue ahogado en el mar en el siglo V.

Tropario Tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eutiques obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Andrés el que aparentó locura (justo).

 

Andrés era eslavo de nacimiento. De joven fue esclavizado y fue comprado por Teognosto, un hombre rico de Constantinopla, durante el reinado del emperador León el Sabio (hijo del emperador Basilio el Macedonio). Andrés era bello de cuerpo y alma. Teognosto le tomó cariño y le permitió ser libre.

Andrés oraba fervientemente a Dios y asistía con amor a los oficios de la Iglesia. Obedeciendo a una revelación celestial, adoptó la ascesis de la locura en Cristo, es decir aparentar públicamente ser loco renunciando así a la estima o cualquier posición entre la gente.

Una vez, cuando iba al pozo a por agua, se arrancó la ropa y la cortó con un cuchillo, fingiendo locura. Entristecido por esto, su antiguo amo Teognosto lo encadenó y lo condujo a la Iglesia de Santa Anastasia la Liberadora de los Venenos, para que se hicieran oraciones por él. Pero Andrés no mejoraba, y su amo lo liberó por enfermo mental. Andrés fingía la locura durante el día, pero oraba a Dios durante toda la noche. Vivió sin techo. Incluso pasaba las noches a la intemperie, caminando medio desnudo con una sola prenda hecha jirones, y solo comía un poco de pan, cuando los hombres de bien se lo daban. Compartía todo lo que recibía con los mendigos, y se burlaba de ellos para que no le agradecieran nada, pues quería que su recompensa solo procediera de Dios. Así pues, la grandísima gracia de Dios entró en él y fue capaz de discernir los secretos de los hombres, percibir ángeles y demonios, exorcizar a los demonios de los hombres, y corregir a los hombres de sus pecados. Andrés tuvo una maravillosa visión del paraíso y de los poderes celestiales. También vio a Cristo el Señor sentado en su trono de gloria; y con su discípulo Epifanio, vio a la Santísima Theotokos, en la Iglesia de las Blanquernas, cómo cubría a los cristianos con su velo protector. Esta aparición se celebra en la fiesta de la Protección de la Theotokos. Después de una vida de incomparable dureza en la ascesis, san Andrés entró en el descanso de la gloria de su Señor en el año 911.

Tropario, tono 4

Fingiste actitud de demente por Cristo el Señor; *mostraste, realmente, la insensatez del sagaz, * Andrés sapientísimo; * y cruzaste la lucha, * pese a muchos murmullos; * Cristo te dio, entonces, por morada el cielo. * A Él suplícale por quienes te honran.

Hieromártir Eladio; San Juan el Ruso

De San Eladio poco se sabe salvo que fue un obispo que se negó a sacrificar a los ídolos, y que durante su martirio nuestro Señor Jesucristo se le apareció y lo curó de sus heridas, tras lo cual fue arrojado al fuego y fue preservado ileso, sufrió más tormentos y finalmente fue asesinado a golpes de puño

Tropario Tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eladio obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Juan el Ruso (confesor)

 

El Santo Nuevo Confesor Juan, originario de Rusia, fue capturado durante la campaña rusa contra los turcos en 1711 y posteriormente vendido como esclavo en Asia Menor. En esta condición luchó por servir a Dios con piedad incluso mientras servía a su amo terrenal en todo lo necesario.

Permaneció firme en la fe cristiana frente a las muchas tentaciones que los musulmanes le proporcionaron para atraerlo a su error, y se le concedió la gracia de obrar milagros mediante sus oraciones. Descansó en paz en 1730. Sus reliquias permanecen incorruptas y se encuentran en Evia en Grecia.

Tropario, tono 4

El que de la tierra a sus moradas te llamó, * conserva incorrupto tu cuerpo, Juan Justo, pese a la muerte. * Guiado al cautiverio * en las tierras de Asia, * ganas, por recompensa, * cual amigo, a Cristo. * Entonces, suplícale * que salve nuestras almas.

Apóstol Carpo de los Setenta

El Santo vivió en la época del emperador Nerón, es considerado como uno de los setenta discípulos del señor, fue colaborador de Pablo, podemos encontrar referencia de esto en 2ª epístola a Timoteo 4:13 que dice: “Cuando vengas, trae la capa que dejé en Troas, en casa de Carpo; trae también los libros, especialmente los pergaminos”. Trabajó para difundir el Evangelio en Troas, luego fue nombrado Obispo en Tracia, donde con su Santa vida y con la iluminación del Espíritu Santo iluminó, se convirtió en una estrella espiritual, iluminando con la enseñanza divinas a toda su diócesis.

El Santo por su gran trabajo sufrió muchas tentaciones y adversidades que las afronto con valor y paciencia, enfrentando a la tiranía no tuvo miedo al dolor, ni midió consecuencias, llevando siempre la Palabra de Dios.

El Santo murió en forma pacífica, iluminando a muchas personas con su ejemplo.

Tropario, tono 3 del común de Santos Apóstoles

Oh santo apóstol Carpo, * interceded ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Tercer hallazgo de la Preciosa Cabeza de san Juan Bautista

El día 24 de febrero se recuerda el Primero y segundo hallazgo. Hoy se recuerda el tercer encuentro de la cabeza del Precursor, Juan Bautista. Ésta por vicisitudes de aquella época se perdió una vez más. Estuvo enterrada por muchos años y fue encontrada por una revelación de un sacerdote, pero no en una vasija especial de barro sino en un recipiente de plata sepultada en un lugar sagrado (Comana de Capadocia). De aquí la reliquia fue trasladada a Constantinopla y recibida con gran respeto, solemnidad y alegría por el Emperador, el Patriarca, el clero y toda la ciudad. Confirmando lo que dice el Salmo 34:19-20 “Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas; le protegerá todos los huesos, y ni uno solo le quebrarán”.

Tropario, tono 4

Nos ha revelado tu cráneo Cristo el Señor * cual santo tesoro ocultado en la tierra, * profeta y precursor. * Todos hoy, reunidos * por su digno hallazgo, * con himnos inspirados, * al Salvador alabamos: * ¡nos ha salvado de la corrupción * por tus ruegos, Bautista!

San Simeón Estilita (el Joven) de la Montaña Milagrosa

San Simeón el Estilita nació en el año 521 en Antioquía, Siria, de padres piadosos: Juan y Marta.

 Cuando Simeón tenía seis años, se produjo un terremoto en la ciudad de Antioquía, en el que falleció su padre. Simeón se encontraba en la iglesia en el momento del terremoto. Al salir de la iglesia, se extravió y pasó siete días al abrigo de una mujer piadosa. San Juan Bautista se apareció de nuevo a Santa Marta y le indicó dónde encontrar al niño perdido. La madre del santo encontró a su hijo perdido y se mudó a las afueras de Antioquía después del terremoto.

Simeón, de seis años, se adentró en el desierto, donde vivió en completo aislamiento. Durante este tiempo, un ángel portador de luz lo protegió y alimentó. Finalmente, llegó a un monasterio, dirigido por el abad Juan, quien vivía en ascetismo sobre una columna. Acogió al niño con amor.

Después de un tiempo, San Simeón le pidió al anciano Juan que le permitiera también luchar sobre una columna. Los hermanos del monasterio, con la bendición del abad, erigieron una nueva columna cerca de la suya. Tras completar la iniciación del niño de siete años en el monacato, Abba Juan lo colocó sobre esta columna. El joven asceta, fortalecido por el Señor, creció espiritualmente rápidamente, superando en sus esfuerzos incluso a los de su experimentado instructor. Por sus esfuerzos, san Simeón recibió de Dios el don de la sanación.

La fama de las hazañas del joven monje comenzó a extenderse más allá de los límites del monasterio. Monjes y laicos acudían a él desde diversos lugares, deseosos de escuchar su consejo y recibir sanación de sus enfermedades. El humilde asceta continuó su ascetismo con las instrucciones de su mentor espiritual, Abba Juan.

A los once años, Simeón decidió dedicarse al ascetismo en una columna más alta, cuya cima se elevaba a doce metros del suelo. Los obispos de Antioquía y Seleucia acudieron al lugar donde se encontraba el monje y lo ordenaron diácono. Luego le permitieron ascender a la nueva columna, en la que san Simeón trabajó durante ocho años.

Tras la muerte de su anciano maestro, la vida de san Simeón siguió un patrón determinado. Desde la salida del sol hasta media tarde, leía libros y copiaba las Sagradas Escrituras. Luego se levantaba y oraba toda la noche. Al comenzar el nuevo día, descansaba un poco y luego comenzaba su Regla de oración habitual.

San Simeón concluyó sus esfuerzos en la segunda columna y, por la gracia de Dios, se asentó en la Montaña Maravillosa, habiéndose convertido en un Anciano experimentado para los monjes de su monasterio. El ascenso a la Montaña Maravillosa estuvo marcado por una visión del Señor, de pie sobre una columna. San Simeón continuó sus esfuerzos en este lugar donde vio al Señor, primero sobre una piedra y luego sobre una columna.

En el año 560, el santo asceta fue ordenado sacerdote por Dionisio, obispo de Seleucia. A los setenta y cinco años, San Simeón fue advertido por el Señor de su inminente fin. Convocó a los hermanos del monasterio, les dio unas palabras de despedida y durmió en paz en el Señor en el año 596, tras haber trabajado como estilita durante sesenta y ocho años.

Tropario, tono 1 del común de Santos Ascetas

Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has realizado milagros, Simeón, padre teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas los malestares de las almas, * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que por tu medio, * ha brindado curación a todos!

San Miguel el Confesor, obispo de Sínadas

San Miguel era de Sínadas en Frigia de Asia Menor. En Constantinopla conoció a san Teofilacto (ver 8 de marzo); El santo patriarca Tarasio, al enterarse de que Miguel y Teofilacto deseaban convertirse en monjes, los envió a un monasterio en el Mar Negro. Debido a su gran virtud, san Tarasio los animó después a aceptar la consagración episcopal, Teofilacto como obispo de Nicomedia y Miguel como obispo de su Sínadas natal.

Debido a que san Miguel confesó valientemente la veneración de los santos iconos, fue desterrado por el emperador iconoclasta León V el Armenio, que reinó del 813 al 820. Después de ser expulsado de un lugar a otro, entre muchas penurias y amargos dolores, san Miguel murió en el exilio en el año 826.

Tropario, tono 4

De muy temprana edad, te entregaste a Dios, * te proclamaron pastor, jerarca del Señor, * oh Miguel honorable. * Así que soportaste, * en exilios, tristezas, * por haber venerado * el icono de Cristo. * Y ahora nos brindas a todos curación generosa.

Mártir Basilisco de Comana

El mártir Basilisco era de la ciudad de Amasia en el Mar Negro, era sobrino de San Teodoro(febrero. 17). Al enterarse el gobernador de Capadocia, Agripas, que Basilisco era cristiano lo mando apresar, y comenzó con diferentes modos a presionarlo para que deje el cristianismo, pero el siguió con su fe firme. Puesto ya en prisión comenzó a orar al Señor, diciéndole, que no era digno de tener el final de su vida como los mártires, y el Señor se le apareció, así pudo liberarse de la cárcel, y le dijo que valla a la casa de su pariente. Cuando se supo que él había dejado la prisión, los soldados lo buscaron y lo apresaron llevándolo a Comana de Capadocia, obligándolo andar con zapatos de hierro con clavos. Fue decapitado en Comana, y su cuerpo fue lanzado al río, durante el reinado de Diocleciano (284-305).

Tropario, tono 4 del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santos e Igual a los Apóstoles Constantino y Elena

Los padres de Constantino fueron el emperador Constancio Cloro y la Emperatriz Elena. Cloro tenía hijos de otra mujer, pero sólo a Constantino de Elena. Después de su coronación, Constantino luchó tres grandes batallas: una contra Majencio, un tirano romano; la segunda contra los escitas en el Danubio; y la tercera contra los bizantinos. Antes de la batalla con Majencio, mientras Constantino estaba grandemente preocupado y dudoso acerca de su triunfo, una brillante cruz apareció en el cielo durante el día, enteramente adornada de estrellas y con estas palabras escritas en ella: «Por esta señal vencerás». Asombrado, el Emperador ordenó que una gran cruz similar a la que había visto fuese forjada y que fuese llevada delante del ejército. Por el poder de la Cruz logró una gran victoria sobre su enemigo superior en números. Majencio fue ahogado en el río Tíber. Inmediatamente después de esto, Constantino proclamó el famoso Edicto de Milán en el año 313 d. C. para finalizar la persecución de los cristianos.

Tras derrotar a los bizantinos, Constantino construyó una hermosa capital junto al Bósforo que desde entonces se llamó Constantinopla. Antes de esto, empero, Constantino sucumbió a la temible enfermedad de la lepra. Como cura, los sacerdotes y médicos paganos le aconsejaron que se bañase en la sangre de niños sacrificados, lo cual él rechazó. Entonces los santos apóstoles Pedro y Pablo se le aparecieron diciéndole que buscara al obispo Silvestre (de Roma), que lo sanaría de esta temible enfermedad. El Obispo lo instruyó en la fe cristiana, lo bautizó y todo trazo de lepra desapareció del cuerpo del Emperador.

Debido a la disputa en la Iglesia a causa del rebelde hereje Arrio, el Emperador convocó el Primer Concilio Ecuménico en Nicea en el año 325, en el cual la herejía fue condenada y la Ortodoxia confirmada.

Santa Elena, la piadosa madre del Emperador, era muy celosa de la fe de Cristo. Visitó Jerusalén, halló la preciosa Cruz del Señor, construyó la Iglesia de la Resurrección en el Gólgota y muchas otras iglesias en la Tierra Santa. Esta santa mujer se presentó al Señor a los 80 años en el 327. El emperador Constantino sobrevivió a su madre diez años. Murió en Nicomedia en el 337 a los 65 años. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de los Doce Apóstoles en Constantinopla.

Tropario tono 4

Cuando Constantino, tu apóstol entre los reyes, Señor, * advirtió en el cielo la señal de la cruz * y recibió el llamado, tal como Pablo, «no de humanos», * depositó en tus manos el capital de su reino. * Protege su heredad en todo tiempo, * por la intercesión de la Madre de Dios, oh Tú que amas a la humanidad.

Mártir Taleleo y compañeros, en Aegae de Cilicia

San Taleleo era médico y atendía gratuitamente a los enfermos; los griegos le llamaban por ello “el misericordioso” y le clasifican entre los santos “anárgiros o inmercenarios.” Este santo fue martirizado en Aegae, en Cilicia.

Se cuenta que el santo había nacido en el Líbano, que era hijo de un general romano y que practicó la medicina en Anazarbus. Cuando estalló la persecución de Numeriano, Taleleo se refugió en un olivar, donde fue capturado. Conducido a la costa de Aegae, fue arrojado al mar atado de pies y manos, sin embargo, alcanzó a llegar con vida a la costa, pero fue ahí decapitado.

Se ha asociado a san Taleleo con muchos otros mártires; entre ellos se cuentan Alejandro y Asterio, quienes fueron los soldados encargados de la ejecución del mártir o, por lo menos, presenciaron su martirio.

Tropario, tono 4 del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Hieromártir Patricio, obispo de Proisa y sus compañeros.

San Patricio era obispo de Proisa, una ciudad en Bithynia. De una gran fe y un elevado conocimiento teológico, su fortaleza la aplico a la defensa del Evangelio y a combatir la idolatría.

Este trabajo apostólico no lo llevo adelante solo, estaban con él tres colaboradores: Acacio, Menander y Juliano, con ellos San Patricio trajo a muchos paganos a la fe cristiana. Pero todo este movimiento realizado, despertó el enojo de varios idólatras, y los denunciaron ante el gobernador Julio, y fueron arrestados inmediatamente.

El gobernador con discusiones filosóficas intentó convencer a san Patricio de que Cristo no es Dios, y san Patricio, con su gran retórica y excelentes conocimientos teológico le rebatía todas sus preguntas. Al ver que la fe del Santo y sus compañeros no cambiaba ordenó que los encarcelen y luego fueron decapitados, probablemente esto ocurrió durante el reinado de Diocleciano (284-305).

Tropario, tono 4 del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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