Segundo día en la fiesta de la Epifanía del Señor; Sinaxis del Santo, Glorioso, Profeta y Precursor Juan el Bautista

La fiesta de la Epifanía del Señor se extiende del 6 hasta el 14 de enero. Varios de los himnos propios de la fiesta se siguen cantando en los servicios de Vísperas y Maitines.

Tropario, tono 1

Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán, * se manifestó la adoración a la Trinidad, * pues la voz del Padre dio testimonio de ti * nombrándote su Hijo amado; * y el Espíritu, en forma de paloma, * confirmó la certeza de la palabra. * ¡Tú, que te has revelado e iluminado al mundo, * oh Cristo Dios, gloria a ti!

Condaquio Tono 4

 Te has revelado hoy * al universo, * y tu luz, oh Cristo Dios, * ha fulgurado sobre nosotros * que te alabamos con comprensión: * ¡te has manifestado, * oh Luz inaccesible!

Sinaxis del Santo y Glorioso Profeta y Precursor Juan Bautista

 

Al día siguiente de la gran fiesta de la Epifanía- Bautismo del Señor en el Jordán, celebramos la memoria del Glorioso, Profeta, Precursor y Bautista Juan.

San Juan Bautista era hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, hasta los 30 años vivió en el desierto de Judea teniendo una vida acética, dedicada enteramente a la oración y en busca de la perfección espiritual. Su vestimenta era de pelo de camello, en su cintura tenía un cinto de cuero y sus alimentos eran langostas la miel silvestre. Poseía la Gracia Divina para ser un gran predicador de la Palabra de Dios y con esa gracia convocaba a multitudes a escucharlo. Protestaba duramente contra los fariseos, quienes con una imagen supuestamente santa, ocultaban bajo su ropa la crueldad, la impureza mental y espiritual. Esencialmente su enseñanza se basaba en una frase característica: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca” preparando así el camino para el plan salvador de Nuestro Señor Jesucristo. Al comenzar Cristo su exposición pública, la gente dejada lentamente a Juan y lo seguía a él, este cambio en la gente, hubiese causad envidia y celos en cualquier persona que no tenga el espíritu Santo, por eso a Juan este cambio le dio mucha alegría y felicidad. Esta festividad de San Juan el Precursor, por quien Cristo dijo: “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista”, (Mateo 11:11) fue establecida en el siglo V.

Tropario, tono 2

La memoria del justo es con alabanzas, * pero a ti, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor; * porque te volviste verdaderamente el más honrado de los profetas * al ser digno de bautizar en el Jordán al que fue anunciado; * y así como defendiste la verdad, con alegría * anunciaste, hasta a los que estaban en el Hades, * a Dios que se ha revelado en el cuerpo, * que quita el pecado del mundo y nos otorga la gran misericordia.

Santa Teofanía de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo (Bautismo en el Jordán)

La festividad de la Epifanía, o del Bautismo del Señor, igual, que la Pascua, es la más antigua fiesta cristiana. Está dedicada al Bautismo de nuestro Señor Jesucristo en el río Jordán. Esta fiesta desde los primeros tiempos fue recibida por los cristianos con gran sentimiento, ya que les recordaba su propio bautismo y hacía sentir más profundamente la fuerza de este Sacramento.

Hasta la edad de 30 años nuestro Señor Jesucristo vivió con Su Madre en la pequeña ciudad de Nazaret. Ayudando al anciano José en sus trabajos de carpintería, no se daba a conocer por nada especial, y la gente Lo consideraba como hijo de José. Pero, al acercarse la hora de comenzar Su vida pública, Dios, inspiró al profeta Juan el Bautista, que vivía en el desierto, comenzar la predicación del arrepentimiento ante todo el pueblo y bautizar en el Jordán a todos los arrepentidos, como señal del deseo de ellos de limpiarse de sus pecados. El lugar donde el profeta Juan comenzó su prédica se llamaba: “desierto de Judea,” situado en la orilla oeste del Jordán y del mar Muerto.

Los evangelistas llaman a Juan el Bautista “voz que clama en el desierto,” porque él exhortaba enérgicamente a la gente: “Preparad el camino del Señor, haced que sea recto Su camino.” Estas palabras son tomadas del profeta Isaías, donde él consuela a Jerusalén, diciendo, que ya había terminado el tiempo de su humillación y pronto vendría la gloria del Señor, y “se manifestará la gloria de Dios, y toda carne juntamente la verá” (Isaías 40:5).

Preparando a los hombres para el ingreso en este Reino, que se desplegará pronto con la venida del Mesías, Juan convoca a todos al arrepentimiento, y a los que respondieron a este llamado, los bautizaba “para el perdón de los pecados” (Lucas 3:3). Esto no era todavía el santo bautismo cristiano, sino solo la inmersión en el agua como símbolo, de que el arrepentido deseaba la purificación de los pecados, en forma semejante, a como el agua limpia su cuerpo de la suciedad.

Juan el Bautista era un austero asceta, usaba ropas toscas de pelo de camello y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Él representaba en sí mismo lo radicalmente opuesto a sus contemporáneos, los preceptores del pueblo hebreo, y su predicación acerca de la proximidad del Mesías, cuya venida muchos esperaban tan ansiosamente, no podía no llamar la atención general. Hasta el historiador de los judíos Flavio Josefo, testimonia que el “pueblo, extasiado por las enseñanzas de Juan se congregaba hacia él en grandes multitudes” y que el poder de este hombre sobre los judíos era tan grande, que estaban dispuestos a hacer todo lo que él aconsejare, y hasta el mismo rey Herodes (Antipas) temía el poder de este gran maestro. Ni siquiera los fariseos ni los saduceos podían mirar con indiferencia, como el pueblo en masa iba hacia Juan, y ellos mismos tuvieron que ir al desierto hacia él, aunque es dudoso que todos ellos fueran con sentimientos sinceros. Por ello no es extraño que Juan los reciba con palabras severas y acusadoras: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? (Mateo 3:7).

Entonces, de entre toda la otra gente, también vino a Juan, Jesucristo de Nazareth de Galilea, para ser bautizado por él. Juan, como profeta, percibió Su Santidad, pureza e infinita superioridad sobre sí mismo, y por ello dijo asombrado: “¡Yo necesito ser bautizado por Ti! ¿Y Tú vienes a mí?” — “Así conviene que cumplamos toda justicia” — contestó con mansedumbre el Salvador. (Mateo 3:14-l5). Con estas palabras el Señor Jesucristo quiso decir, que Él, como engendrador del nuevo regenerado género humano, debía mostrar con Su Propio ejemplo la necesidad de cumplir todo lo que está establecido por Dios, entre lo que también estaba el bautismo.

“Y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio Juan al Espíritu de Dios Quien descendía como paloma y venía sobre Él.” Evidentemente, no sólo Juan vio el Espíritu de Dios sino que también lo vio el pueblo que estaba allí reunido, por cuanto el propósito de este milagro era presentar al pueblo a Jesús como Hijo de Dios, Quien hasta entonces había permanecido en el anonimato. Es por eso que en el día del bautismo del Señor, llamado también Teofanía o Manifestación del Señor, en el oficio de la iglesia se canta: “Te presentaste hoy al universo…” Según el Evangelista Juan, el Espíritu de Dios no sólo descendió sobre Jesús, sino que permaneció en Él (Juan l:32).

El Espíritu Santo se presentó en figura de paloma porque esa era la forma más explícita de presentar Sus cualidades. En las enseñanzas de San Juan Crisóstomo, se dice: “la paloma es un ser extremadamente manso y limpio. Y como el Espíritu Santo es un Espíritu de mansedumbre, en tal manera se presentó”. San Cirilo de Jerusalén explica que “en la época de Noé una paloma anunció la finalización del diluvio universal, trayendo una ramita de olivo, así también ahora el Espíritu Santo anuncia la remisión de los pecados en forma de paloma. Otrora una ramita de olivo, ahora la misericordia de nuestro Dios.”

La voz del Dios Padre: “Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia,” indicó a Juan el Bautista y al pueblo presente la dignidad Divina del Bautizado, como Hijo de Dios, en Su propio sentido, Hijo Único, en El que permanece eternamente la benevolencia del Dios Padre; y al mismo tiempo estas palabras del Padre Celestial confirmaban su complacencia al comienzo de la gran hazaña de la salvación humana.

¡Bendita fiesta para todos!

Tropario, tono 1

Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán, * se manifestó la adoración a la Trinidad, * pues la voz del Padre dio testimonio de ti * nombrándote su Hijo amado; * y el Espíritu, en forma de paloma, * confirmó la certeza de la palabra. * ¡Tú, que te has revelado e iluminado al mundo, * oh Cristo Dios, gloria a ti!

Condaquio Tono 4

 Te has revelado hoy * al universo, * y tu luz, oh Cristo Dios, * ha fulgurado sobre nosotros * que te alabamos con comprensión: * ¡te has manifestado, * oh Luz inaccesible!

Vigilia de la Teofanía de nuestro Señor Jesucristo/ Santos Mártires Teopempto y Teonás /Santa Sinclética de Alejandría

El día anterior a la fiesta de la Epifanía del Señor es de ayuno estricto y según la tradición de la iglesia se suelen celebrar el Paramón o servicio de las Horas Reales, similares a las que se celebran en la víspera de Navidad. Sin embargo, cuando la fiesta de Epifanía ocurre en domingo o lunes este servicio se anticipa al viernes previo.

Tropario de la Vigilia de la Teofanía, tono 4

Antiguamente el Jordán* se detuvo y se partió, * por el manto de Eliseo, * cuando Elías ascendió; * las aguas se dividieron de ambos lados, * y se hizo seco el camino acuoso. * Fue en verdad una seña del bautismo, * por el cual trascendemos esta vida efímera. * ¡Se ha revelado Cristo en el Jordán * santificando las aguas!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

Santos Mártires Teopempto y Teonás:

 

 El 23 de enero del 303, el emperador Diocleciano, firmó un decreto ordenando la persecución a los cristianos. En ese tiempo el primero que admitió su fe en Cristo Crucificado fue el obispo Teopempto, quien por supuesto, sabía lo que le esperaba, y, de hecho, fue sometido a una serie de torturas, pero estas estaban acompañadas simultáneamente por milagros. Primero lo pusieron en el horno encendido para quemarlo, pero milagrosamente sale vivo y sin un rasguño. Luego le sacan un ojo y le dan para beber un veneno letal, pero todo esto no basto para matarlo, y terminaron con su vida decapitándolo. El valor, su fe inquebrantable y el brillo moral que iluminaba al mártir, iluminó el corazón de Teonás, quien había preparado el veneno. Estando aun el cuerpo del mártir en el suelo, Teonás declaró su fe en Cristo, sorprendidos los idólatras por esta declaración lo detienen y lo entierran vivo; así Teonás encuentra la salvación de su alma, junto a Teopempto. Estos dos Mártires nos enseñaron cómo debemos, primero, ganar la gloria eterna y no esta provisoria vida terrenal.

Tropario tono 4, del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Nuestra Justa Madre santa Sinclética

Santa Sinclética nació en Alejandría de Egipto, de una rica familia de Macedonia. Su gran fortuna y belleza le atrajeron numerosos pretendientes, pero Sinclética había consagrado su corazón al Esposo Celestial y para librarse de aquellos recurría a la fuga. Sin embargo, consideraba a su propio cuerpo como a su peor enemigo y se dedicó a domarlo con ayunos. Su mayor sufrimiento era verse obligada a comer más frecuentemente de lo que deseaba. Sus padres la constituyeron heredera de toda su fortuna, pues sus dos hermanos habían muerto y su única hermana era ciega y estaba confiada a su custodia.

Habiendo distribuido su fortuna entre los pobres. Sinclética se retiró con su hermana a una cámara sepulcral abandonada, que formaba parte de las posesiones de sus parientes. Ahí se cortó los cabellos, en presencia de un sacerdote, para mostrar su absoluto despego del mundo, y renovó su consagración a Dios. A partir de ese instante, la oración y las buenas obras constituyeron su principal ocupación.

Numerosas mujeres acudían a ella en busca de consejo. Si su humildad le hacía difícil instruir a otros, su caridad la impulsaba a hacerlo. Sus palabras tenían un acento tan profundo de humildad y de convencimiento, que impresionaban profundamente a sus oyentes. “¡Oh —exclamaba Sinclética —, cuan felices seríamos si trabajáramos por ganar el cielo y servir a Dios, como los mundanos trabajan por acumular riquezas y bienes perecederos! En tierra soportan a los bandidos y salteadores; en el mar se exponen a los vientos y a las olas y sufren naufragios y calamidades; todo lo intentan y a todo se atreven; en cambio nosotros, que servimos a un Señor tan grande y esperamos un premio inefable, tenemos miedo de la menor contradicción.”

A los ochenta años de edad, Sinclética contrajo una intensa fiebre que le atacó los pulmones, al mismo tiempo que una violenta gangrena le consumía los labios y las mandíbulas. Llevó su enfermedad con increíble paciencia y resignación, a pesar de que en los últimos tres meses el dolor no le dejaba reposo. Aunque la gangrena la había privado del uso de la palabra, su paciencia era un sermón más eficaz que cualquier predicación. Tres días antes de su muerte, tuvo una visión en la que le fue revelada la hora en que su alma abandonaría el cuerpo. Al llegar el momento previsto, Sinclética entregó su alma a Dios, a los ochenta y cuatro años de edad.

Tropario, tono 8, del común de Santas Justas

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Sinclética, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

Segundo día de la Preparacióna la fiesta de la Epifanía del Señor; Santo Profeta Malaquías; Santo mártir Gordio de Capadocia.

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Este año como la fiesta de la Epifanía del Señor cae en día lunes el servicio conocido como Paramón o de las Horas Reales, que tradicionalmente se celebra en la víspera de la fiesta, se anticipa para hoy viernes.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

 

Santo Profeta Malaquías

 

El profeta Malaquías (en hebreo “mensajero”) era él más joven colaborador de Esdras y Nehemías y provenía de la tribu de Zabulón. Como último profeta del Antiguo Testamento es llamado “el sello de los profetas.” Profetizaba 475 años antes la llegada de Jesucristo.

De su libro se ve que en su época el Templo ya había sido reconstruido y que en él se realizaban los servicios religiosos, pero no siempre con la debida reverencia. Hablando en nombre de Dios el profeta acusa a los sacerdotes de poca dedicación: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? Dice el Señor de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” (Mal. 1:6). En los tiempos del Nuevo Testamento los sacerdotes judíos serán sustituidos por hombres reverentes hacia Dios: “Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor de los ejércitos” (Mal. 1:11).

Más adelante, el profeta acusa a los judíos de casarse con mujeres de otros pueblos, por la incompleta entrega del diezmo, por ofrecer sacrificios de animales con defectos, por hacer ceremonias superficiales y sin sentimientos y por quejarse de una supuesta tardanza de Dios en cumplir sus promesas acerca de la llegada del Mesías. Pero ya no los acusa de idolatría porque después de las pasadas penurias relacionadas con el cautiverio de Babilonia los judíos dejaron por completo estas supersticiones.

Malaquías predice sobre el profeta y precursor San Juan Bautista, quien deberá venir para preparar a los hombres al recibimiento de Cristo: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho el Señor de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores” (Mal. 3:1-2; ver Mc 1:1, Mt. 11-14 y 17:12). Su siguiente profecía es semejante a la primera, habla del precursor de Cristo y evidentemente se refiere a su segunda venida: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el Día del Señor, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Mal. 4:5-6, ver Ap. 11:3-6).

El contenido del libro de Malaquías es el siguiente: el aumento de la piedad en el pueblo (1:6-14), y en los sacerdotes (2:1-9); crueldad y apostasía de la ley de Dios (2:10-16); el desdén a las promesas y a las leyes de Dios (2:17; 3:6); el no pago de los diezmos (3:7-12); el Juicio de Dios (3:13-4:3) y un último llamado al arrepentimiento (4:4-6).

Todas las profecías de los profetas, a excepción de las referidas a los últimos tiempos, se cumplieron (muy frecuentemente con asombrosas precisiones). Nos resultan especialmente valiosas las predicciones sobre el Salvador del mundo, la Iglesia y la gracia de Dios que reciben los creyentes. Es consolador saber además que, en los libros de los profetas, el mal a pesar de sus temporales victorias, será totalmente destruido por Dios y que triunfará la verdad. ¡La vida y la felicidad eternas son el destino de los creyentes!

Tropario tono 2 del común de Santos Profetas

Celebrando la memoria de tu Profeta Malaquías oh Señor, por él te imploramos que salves nuestras almas.

Santo Mártir Gordio

El mártir Gordio nació a finales del siglo III en la ciudad de Cesarea de Capadocia en el seno de una familia cristiana. Cuando alcanzó la mayoría de edad, entró en el servicio militar. Por su valor y habilidad, fue nombrado centurión.

Durante la persecución de los cristianos a principios del siglo IV, dejó el mundo y se estableció en el desierto del Sinaí para prepararse para la buena acción de confesar el Nombre de Cristo Salvador.

En el año 320, Gordio se presentó abiertamente ante el prefecto de una ciudad donde se celebraban juegos paganos y se identificó como cristiano. Fue arrestado, sufrió terribles tormentos y luego fue decapitado.

Tropario tono 4, del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Tercer día de la preparación a la Epifanía del Señor; Sinaxis de los Setenta Apóstoles

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

Sinaxis de los Setenta Apóstoles.

 

Para estos Apóstoles nos relata el Evangelista Lucas:” Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir.” (Lucas 10:1). Para esta tarea tuvieron que poner mucho esfuerzo y actitud sin perder un instante, por eso les dijo, no se detengan ni a saludar a nadie en el camino. Él Señor les pidió a los Setenta Apóstoles No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; ¿Por qué? Para que se note que los soldados de Cristo deben tener abnegación y estar familiarizados con las privaciones. Y mostrar que con la fuerza de Dios dentro de sus corazones se puede realizar los más difíciles y duros trabajos.

Los Setenta realizaron su misión con toda precisión y disciplina, cuando Cristo estaba en la tierra y también luego de la Ascensión, formando la iglesia, trabajando con entrega y abnegación.

Tropario tono 3, del común de los Santos Apóstoles

Oh santos apóstoles, * interceded ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Prefiesta de la Epifanía/San Silvestre, papa de Roma/ San Serafín el Milagroso de Sarov.

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

San Silvestre, obispo de Roma (314-335)

 

Nació en Roma de padres cristianos, Rufino y Justa. Su padre murió al poco tiempo, y el santo quedó bajo el cuidado de su madre. El preceptor de Silvestre, el presbítero Quirino, le dio una excelente educación y lo crió como un verdadero cristiano. Al llegar a la edad adulta, Silvestre cumplía el mandamiento del Señor de amar a nuestro prójimo; frecuentemente recibía a extranjeros y viajeros, sirviéndoles como un esclavo en su propia casa. Durante una persecución contra los cristianos, Silvestre no dudó en albergar al santo confesor Timoteo, obispo de Antioquía, quien vivió con él por un año, convirtiendo a muchos a Cristo mediante su predicación. El obispo Timoteo fue arrestado y ejecutado por orden del prefecto Tarquinio. Silvestre tomó secretamente el cuerpo del santo y lo enterró. Esto llegó a oídos de Tarquinio, y el santo fue arrestado y traído a juicio. Tarquinio exigió que renunciara a Cristo, amenazándole con tortura y muerte. San Silvestre no fue intimidado, empero, y permaneció firme en su confesión de fe, por lo cual fue arrojado en prisión. Al morir Tarquinio repentinamente poco después del juicio, el santo fue puesto en libertad, y predicaba el Evangelio a los paganos sin temor, convirtiendo a muchos a Cristo.

A los treinta años, san Silvestre fue ordenado diácono y luego presbítero por el obispo Marcelino (296-304). Tras la muerte del obispo Melquiades (311-314), san Silvestre fue elegido obispo de Roma. Exhortaba a su rebaño a vivir justamente, e insistía que los sacerdotes cumpliesen su deber estrictamente, sin envolverse en los asuntos seculares. San Silvestre se hizo conocido como un experto en la Sagrada Escritura y como un acérrimo defensor de la fe cristiana. Durante el reinado del emperador san Constantino el Grande, cuando hubo terminado el período de persecución de la Iglesia, los judíos convinieron un debate público para determinar cuál era la verdadera fe. San Constantino y su madre, la santa emperatriz Elena, estaban presentes junto a una gran multitud. San Silvestre habló por los cristianos, y los judíos tenían ciento veinte eruditos rabinos capitaneados por Zambres, un mago y hechicero. Citando los libros del Antiguo Testamento, san Silvestre demostró convincentemente que los profetas predijeron el nacimiento de Jesucristo de la purísima Virgen, su sufrimiento voluntario y su muerte por la redención de la raza humana caída, y su gloriosa resurrección. El santo fue declarado vencedor en el debate. Entonces Zambres intentó recurrir a la hechicería, pero el santo obstruyó el mal clamando al nombre del Señor Jesucristo. Zambres y los otros judíos creyeron en Jesucristo, y pidieron ser bautizados.

San Silvestre guio la Iglesia de Roma por más de veinte años, ganándose la estima de su rebaño. Murió en paz siendo de edad muy avanzada, en el año 335.

Tropario tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo Padre Silvestre, intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Reposo del Venerable Serafín Milagroso de Sarov

 

San Serafín, llamado durante su vida laica Projor Moshnin, nació en la ciudad de Kursk en el año 1759, en el seno de una familia de comerciantes. Al tener 10 años se enfermó gravemente y durante su enfermedad, mientras dormía, vio a la Madre de Dios quien prometió curarlo. Algunos días más tarde, se realizaba en Kursk una procesión, llevando el icono milagroso de Virgen que pertenecía a este lugar. Debido al mal tiempo, la procesión hizo un corto recorrido que, justamente pasaba frente de la casa de la familia Moshnin. La madre llevó a su hijo a besar el milagroso icono y el niño al poco tiempo se curó.

En los años de su juventud, san Serafín debió ayudar a sus padres en las tareas del negocio, pero el comercio no lo atraía. Al joven Serafín le gustaba leer los libros de la vida de los Santos, ir al templo y rezar a solas. A los 18 años, Serafín decidió a dedicarse a la vida monacal. La madre lo bendijo con un crucifijo de cobre, el cual san Serafín durante toda su vida llevo de bajo de su ropa. Después entró en calidad de novicio de Sarov. Desde del primer día de la vida en el monasterio, las características de su vida fueron frugalidad y la vigilia. Una sola vez por día comía un poco. Los días miércoles y viernes no probaba bocado. Después, una vez recibida la bendición de su monje anciano para retirarse al bosque a orar y pensar en Dios, lo hacía frecuentemente. Al poco tiempo, por segunda vez en su vida se enfermó gravemente. Durante 3 años debió guardar cama. Nuevamente fue curado por la Santísima Virgen María: La Madre de Dios se le apareció acompañada por varios Santos; señalando al beato Serafín, la Santísima Virgen se dirigió al apóstol Juan Teólogo: “Este es de nuestra familia!” Luego, tocando su costado con el bastón, lo sanó.

Cuando tenía 27 años fue ordenado como monje recibiendo el nombre Serafín, que en hebreo significa “fervoroso, ardiente.” Al poco tiempo fue ordenado monje diácono. El nombre que le fue dado lo justificó plenamente con sus extraordinarios y ardientes rezos. Todo el tiempo, exceptuando por un corto descanso, se encontraba en la iglesia. Debido a estas oraciones durante y fuera de los oficios religiosos, san Serafín se hizo merecedor de poder contemplar a los santos, quienes también tomaban parte de los oficios de la iglesia y cantaban. Durante la misa de Jueves Santo, pudo ver al mismo Señor Jesús Cristo en su condición del “Hijo del Hombre,” quien caminaba en el templo entre las fuerzas celestiales y bendecía a los fieles. Impresionado por esta visión, perdió el habla por mucho tiempo.

En el año 1793 san Serafín fue ordenado monje sacerdote, después de lo cual, durante todo un año, diariamente, oficiaba la Santa Misa y tomaba la Santa Comunión. Después, San Serafín se fue retirando al “Lejano desierto,” el lugar más apartado del bosque, distante del monasterio del Sarov a 5 km. Grande fue la perfección que alcanzó en ese tiempo. Los animales y fieras salvajes, como los osos, liebres, lobos, zorros y otras especies más, se acercaban a la choza del asceta. La anciana del monasterio del Diveevo, Matrona Plescheiev fue testigo de cómo San Serafín de sus propias manos le daba a comer a un oso que se acercó a la choza. Lo que más impresionó a la mujer, fue el rostro del gran anciano, “se veía lleno de gozo y luminoso como de un ángel,” relataba Matrona.

Viviendo en ese pequeño desierto, en una ocasión sufrió a manos de los bandidos. De gran contextura física y llevando un hacha, san Serafín no los enfrentó. Como respuesta a las exigencias de entregar el dinero y a las amenazas, depositó el hacha en el suelo, cruzo sus brazos sobre el pecho y resignándose se abandonó a su suerte. Los bandidos comenzaron a golpearle la cabeza con su hacha. La sangre comenzó a fluir de su boca y de sus oídos. El Santo perdió el conocimiento y se desvaneció. Los bandidos siguieron apaleándolo, patearon y arrastraron por el suelo. Dejaron de golpearlo únicamente cuando creyeron que estaba muerto. Lo único valioso que los bandidos encontraron en su choza, fue el icono de la “Enternecida” Madre Santa de Dios, delante de la cual el Santo siempre rezaba. Después de un tiempo, los bandidos fueron atrapados y juzgados. San Serafín intercedió por ellos delante de los jueces, aunque después del ataque el santo quedó encorvado por el resto de su vida.

Poco después comienza el período de vida de san Serafín en el pilar. En esa época pasaba los días de rodillas sobre una piedra cerca de la choza y las noches sobre otra en el bosque. Continuamente rezaba con los brazos alzados al cielo. Así rezó durante 1000 días.

Después de una visión que tuvo de la Madre de Dios, san Serafín en los últimos años de su vida se dedicó a la tarea de “anciano-guiador” (el que recibe a toda la gente, que busca un consejo o una enseñanza). Miles de personas de diversos niveles sociales, económicos y culturales, comenzaron a visitar al anciano quien los enriquecía con su tesoro espiritual adquirido por medio de muchos años de sacrificio espiritual. La gente lo encontraba siempre dulce, alegre y pensativo. A sus visitantes el Santo recibía con las siguientes palabras “Alegría mía.” A muchos les daba el siguiente consejo”: Consigue tener un espíritu pacífico y, alrededor de ti, muchos se salvarán.” San Serafín se prosternaba ante toda persona que se acercaba para hablar con él y luego bendiciéndola, le besaba las manos; y no precisaba que relataran sus problemas, ya que él por el don de clarividencia sabía que pena tenía cada uno de ellos.

“Es necesario que el Espíritu Santo entre en tu corazón, — decía — todas las obras buenas que hacemos en el nombre de Cristo, atraen a nosotros el Espíritu Santo. Sobre todo la oración, que siempre está al alcance de nuestras manos.”

Por las oraciones de san Sarafín de Sarov, oh Señor Jesucristo Dios nuestro. Ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Tropario, tono 4

Seguiste al Señor desde tu juventud con fervor; * luchaste con súplicas en el bosque Sarov * cual incorpóreo; * así que del Paráclito * recibiste la Gracia, * y a la Virgen Theotokos, * oh teóforo, viste. * Por lo que, te alabamos, * Serafín, justo padre.

Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo; San Basilio Magno, arzobispo de Cesarea en Capadocia

En   el octavo día después de su nacimiento, el Divino Niño fue circuncidado según la Ley que existía en Israel desde el tiempo de Abraham. En tal ocasión le dieron por nombre Jesús, el cual el arcángel Gabriel había anunciado a la Santísima Virgen María.

La circuncisión de Nuestro Señor muestra que Él tomó un verdadero cuerpo humano y no una apariencia, como enseñaron más tarde los herejes. Nuestro Señor también fue circuncidado porque deseaba cumplir lo totalidad de la Ley que Él mismo había dado mediante los profetas y los antepasados.

Cumpliendo la Ley escrita, Él la sustituyó por el bautismo en su santa Iglesia, como proclamó el apóstol Pablo: «Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación» (cfr. Gálatas 6:15).

En el ciclo del calendario litúrgico de la Iglesia, esta Fiesta de la Circuncisión del Señor no tiene ni antefiesta ni posfiesta.

Tropario, tono 1

Asumiste una forma humana sin mutación, * Tú que eres Dios en esencia, * oh compasivo Señor, * y cumpliste la Ley por voluntad * aceptando la circuncisión corporal. * Anulaste así las sombras * y quitaste el velo de nuestras pasiones. * ¡Gloria a tu divinidad! * ¡Gloria a tu misericordia! * ¡Gloria a tu inefable condescendencia, oh Verbo!

Condaquio Tono 3

El Señor de todo, hoy, * al someterse a la ley antigua, * circuncida, el Bondadoso, * las transgresiones de los mortales, * otorgándole la salvación al universo, * y Basilio en las alturas se alegra, * el iluminado obispo del Creador, * el iniciado divino de Cristo, * Basilio Magno.

San Basilio Magno, obispo de Cesarea en Capadocia

 

Basilio nació durante el reinado del emperador Constantino.

Mientras aún no había sido bautizado, pasó quince años en Atenas, donde estudió filosofía, retórica, astronomía, y el resto de las ciencias seculares de su tiempo. Sus compañeros en aquella época eran Gregorio el Teólogo [Nacianceno] y Julián, más tarde el emperador apóstata.

En sus años maduros fue bautizado en el río Jordán junto a Eublio, su antiguo profesor.

Fue obispo de Cesarea en Capadocia por casi diez años, y terminó su vida terrenal cincuenta años después de su nacimiento. Fue un gran defensor de la Ortodoxia, una gran luz de pureza moral, grandemente celoso de la religión, una gran mente teológica, y un gran arquitecto y pilar de la Iglesia de Dios lo que le mereció completamente el título de «Magno».

Los servicios litúrgicos se refieren a él como «abeja de la Iglesia de Cristo, que trae miel a los fieles y con su aguijón ataca a los herejes». Se conservan numerosos escritos de este padre de la Iglesia, incluyendo obras teológicas, apologéticas, ascéticas y canónicas, así como la Santa y Divina Liturgia que lleva su nombre. Esta Divina Liturgia se celebra diez veces al año: el 1ro de enero, día de su fiesta; en la víspera de la Natividad de Nuestro Señor; en la víspera de la Teofanía de Nuestro Señor; todos los domingos de la Gran Cuaresma, excepto el Domingo de Ramos; el Jueves Santo y el Sábado Santo.

San Basilio murió en paz el 1ro de enero del 379 d. C., y fue llevado al Reino de Cristo.

Tropario – Tono 1

Ha resonado tu voz, oh justo padre Basilio, * en toda tierra que recibió tus palabras, * con las cuales hablaste sobre Dios debidamente, * aclaraste la naturaleza de todo lo existente * y educaste con la moral al mundo. * ¡Oh venerable Padre, portador del sacerdocio real, * intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

 

Séptimo día y despedida de Navidad;

El séptimo día es la Apódosis o despedida de la fiesta de Navidad.

¡Cristo ha nacido! ¡Glorifiquémosle!

Tropario, tono 4

Tu nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, * iluminó al mundo con la luz de la sabiduría, * pues los que adoraban a los astros, * por la estrella, * aprendieron a adorarte, oh Sol de Justicia, * y a conocerte, Oriente de lo alto. * ¡Oh Señor, gloria a Ti!

Condaquio Tono 3

Hoy la Virgen da a luz * al inefable Verbo; * y la tierra ofrece * al Inasequible la gruta; * los ángeles con los pastores lo glorifican; * los magos con la luz del astro se encaminan. * Pues, por nosotros ha nacido * el nuevo Niño, * el eterno Dios.

 

 

Santa Melania la Joven, de Roma.

 

Santa Melania la Joven, que nació en 388, era la nieta de Santa Melania la Grande (8 de junio).

Se unió en matrimonio con Piniano y aunque ella deseaba vivir en castidad, su marido no aprobó su petición pues deseaba tener dos hijos que heredaran su fortuna. Efectivamente, ella se convirtió en madre de dos hijos, los cuales perdió poco después. Por lo tanto, habiendo acordado con su esposo pasar el resto de sus vidas en abstinencia y castidad, y llevando a su madre Albina con ella, se fue a África. Rescataron a 8,000 cautivos; Además, construyeron dos monasterios, uno para hombres y otro para mujeres, en la ciudad de Tagaste, en el distrito de Túnez. Después de siete años se mudaron a Jerusalén. A los catorce años de residir en Palestina, murió Albina y, al año siguiente, Piniano su esposo la siguió a la tumba. Melania sepultó a su esposo al lado de su madre en el Monte de los Olivos y se construyó una celda cerca de las tumbas de sus fieles compañeros. La celda fue el núcleo de un amplio convento de vírgenes consagradas que presidió santa Melania. A partir de entonces, Melania se encerró en una pequeña y estrecha ermita junto al Monte de los Olivos, y desgastando su cuerpo con ayunos y vigilias, descansó el año 434.

Como este día se celebra la Despedida de la Navidad, los himnos propios de santa Melania, se han fusionado con los de santa Anisia celebrada ayer.

Tropario común de los santos Justos, tono 4

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Melania, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles

Sexto día de Navidad; Santa Virgen y Mártir Anisia de Tesalónica

Santa Anisia nació en la ciudad de Salónica, en Grecia, a fines del siglo III. Sus padres eran gente buena, de gran fortuna y muy devotos. Educaron a Anisia en la fe cristiana, pero Anisia quedó huérfana a temprana edad y quedó como única heredera de muchos esclavos, tierras, oro y joyas.

Según la orden del emperador Maximiano (años 284-305) que todos los cristianos, que no abjuraban de Cristo y no hacían sacrificios a los ídolos paganos, se les podría ejecutar. Cualquiera podría matar a un cristiano impunemente. Sabiendo que a los ricos les es difícil entrar al Reino Celestial, santa Anisia liberó a sus esclavos, vendió sus estancias y empezó a ayudar a los necesitados: viudas, huérfanos, mendigos y los encarcelados. Y no solamente ayudaba con plata, ella cuidaba a los enfermos, hacia los vendajes a los martirizados y consolaba a los afligidos. Cuando se terminaron todos sus recursos, empezó a vivir en la pobreza y empezó a trabajar para cubrir sus necesidades. Sin embargo, ella seguía visitando a los encarcelados y consolaba a los afligidos.

Una vez, yendo a la oración comunitaria, santa Anisia vio una gran cantidad de gente que se apuraba para entrar a un templo pagano, para festejar al dios pagano de sol. Apartándose de la ruidosa muchedumbre, siguió su camino para llegar al lugar de la oración. Pero, repentinamente uno de los guerreros se fijó en ella y le preguntó quién es y a donde va. Ella contestó humildemente: “Soy esclava de Cristo y voy a mi iglesia.” El guerrero agarró brutalmente a la santa y quiso llevarla por la fuerza al templo pagano para obligarla a hacer la ofrenda al ídolo. Santa Anisia se pudo liberar de las manos del guerrero con las palabras: “Que el Señor Jesucristo te lo prohíba.” Al escuchar el santísimo, pero para él odioso nombre de Cristo, el brutal pagano la golpeo con la espada. Santa Anisia cayó sobre la tierra, cubierta de sangre. Así, la joven entregó su pura alma en las manos de Cristo. Los cristianos sepultaron el cuerpo de la santa mártir cerca de la puerta de la ciudad de Salónica.

Los textos e himnos litúrgicos de santa Anisia, mencionan también a santa Melania la Joven que se celebra el 31 de diciembre, debido a que ese día siendo la despedida de la fiesta de Navidad, todos los himnos son los propios de la fiesta.

Tropario, tono 4

Como una lámpara doblemente brillante, de luz verdaderamente mística iluminan a la Iglesia como un faro alto: Tú con rayos de gloria de mártir, Oh Anisia; Tú con rayos de grandes obras ascéticas, oh Melania. Ahora, juntas, ustedes son honradas por Cristo su Novio por sus tribulaciones en Su Nombre.

Tropario tono 4, del común de santas Vírgenes y Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti». * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Anisia, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Domingo Posterior a Navidad; Los catorce mil Niños Inocentes asesinados por Herodes.

El domingo que cae en o inmediatamente después del vigésimo sexto de este mes, hacemos la conmemoración de los santos José, el prometido de la Virgen; David, el profeta y rey; y Santiago, el hermano del Señor. Cuando no hay domingo dentro de este período, celebramos esta conmemoración el 26, junto con la Sinaxis de la Madre de Dios.

San José era el hijo de Jacob, y el yerno, y por lo tanto, el hijo, de Eli (que también se llamaba Eliakim o Joachim), que era el padre de María la Virgen (Mateo 1:16; Lucas 3:23). Era de la tribu de Judá, de la familia de David, habitante de Nazaret, carpintero de Trade, y tenía una edad avanzada cuando, por la buena voluntad de Dios, recibió en compromiso a la Virgen, para poder colaborar con el gran misterio de la dispensación de Dios en la carne al protegerla, mantenerla y ser conocida como su esposo para que ella, siendo virgen, no sufriera reproches cuando se descubriera que estaba en cinta.

Según una tradición, José había enviudado antes de su compromiso con nuestra Señora; los que son llamados “hermanos y hermanas” de Jesús (Mateo 13: 55-56) son los hijos de José en su primer matrimonio. De las Escrituras, sabemos que San José vivió al menos hasta el año doce después del nacimiento de Cristo (Lucas 2: 41-52); Según la tradición de los Padres, él reposó antes del comienzo del ministerio público de Cristo.

Celebramos también al santo rey David, el gran Profeta después de Moisés, quien surgió de la tribu de Judá. Era hijo de Jesé, y nació en Belén (de donde se llama la Ciudad de David), en el año 1085 antes de Cristo. Cuando aún era un joven, por orden de Dios fue ungido secretamente por el Profeta Samuel para ser el segundo Rey de los israelitas, mientras que Saúl, que ya había sido privado de la gracia divina, todavía vivía. reinó durante cuarenta años. Habiendo vivido setenta años, reposó en 1015 antes de Cristo, y proclamó de antemano que su hijo Salomón sería el sucesor del trono.

El nombre David significa “amado”. Su melodioso Salterio es la base de todos los servicios de la Iglesia; No hay un solo servicio que no esté lleno de salmos y versículos sálmicos.

En cuanto a Santiago, el Hermano del Señor, es el menor de los hijos de san José a los que hicimos alusión arriba. Su memoria como Apóstol y primer obispo de Jerusalén, se celebra también el 23 de octubre.

Tropario, tono 2

José, anuncia a David, progenitor de Dios, * los prodigios asombrosos, * tú que, al contemplar a la Virgen que concibió, * con los pastores glorificaste, * y con los magos te prosternaste, inspirado por el Ángel. * ¡Intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

Los catorce mil niños inocentes asesinados por órdenes de Herodes en Belén

 

Herodes, llamado “el Grande”, gobernaba al pueblo judío, dominado por Roma, por la época en que nació Nuestro Señor Jesucristo. Era idumeo, es decir que no era un judío perteneciente a la casa de David o de Aarón, sino descendiente del pueblo al que Juan Hyrcan obligó a abrazar el judaísmo; si ocupaba el trono de Judea, era por un favor especial de la casa imperial de Roma. Por lo tanto, desde que oyó decir que ya habitaba en el mundo alguien “nacido como rey de los judíos” al que tres sabios magos del oriente habían venido a adorar, Herodes estuvo inquieto y vivió en el temor de perder su corona. En consecuencia, convocó a los sacerdotes y escribas para preguntarles en qué lugar preciso debía nacer el esperado Mesías. La respuesta unánime fue: “En Belén de Judá.” Más atemorizado que nunca, realizó toda clase de diligencias para encontrar a los magos que habían venido de oriente en busca del “rey” para rendirle homenaje. Una vez que encontró a los magos, los interrogó secretamente sobre sus conocimientos, los motivos de su viaje, sus esperanzas, hasta que, por fin, les recomendó que fuesen a Belén y los despidió con estas palabras: “Id a descubrir todo lo que haya de cierto sobre ese niño. Cuando sepáis dónde está, venid a decírmelo, a fin de que yo también pueda ir a adorarle.” Pero los magos recibieron en sueños la advertencia de no informar a Herodes, de suerte que, tras haber adorado al Niño Jesús, hicieron un rodeo para regresar a oriente por otro camino. Al mismo tiempo, Dios, por medio de uno de sus ángeles, mandó a José que tomase al Niño y a Su madre y que huyese con ellos a Egipto, “porque sucederá que Herodes buscará al Niño para destruirlo.”

“Entretanto, Herodes, al verse burlado por los magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y sus contornos, de dos años abajo, conforme al tiempo de la aparición de la estrella, que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo que predijo el profeta Jeremías cuando anunciaba: “En Rama se oyeron las voces, muchos lamentos y alaridos. Es Raquel que llora a sus hijos, sin hallar consuelo, porque ya no existen.” (Mat. 2:18).

Esta fiesta de los Santos Niños, se ha observado en la Iglesia desde el siglo quinto. La Iglesia los venera como mártires que no sólo murieron por Cristo, sino en lugar de Cristo.

Tropario tono 1, del común de varios Mártires

Oh Señor, por los sufrimientos de los santos * que han padecido por ti, * ten compasión de nosotros * y sana las dolencias de los que te suplicamos, * oh Tú que amas a la humanidad.

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