Santo Profeta Jeremías

Este gran Profeta de Dios vivió en el año 566 a.C.; por sus amplios y extensos escritos, fue nombrado el Grande. Vivía en una aldea a pocos kilómetros de Jerusalén era el hijo de Helkias de la tribu de Levi, de la ciudad de Anatolia en la tierra de Benjamín.

Se distinguía, ya desde su juventud, un día Dios cambió su propósito de vida. Él se resistía argumentando su poca edad y el problema que tenía del habla (era tartamudo). Pero Dios le contesto: “No digas que eres demasiado joven o demasiado débil, porque yo iré contigo y te ayudaré”. Eran tiempos difíciles para predicar, debido a que reinaron varios reyes, profetizó acerca de la destrucción que soportaría Jerusalén, ante tales profecías la gente le arrojaba piedras, lo insultaban y luego lo expulsaron de la ciudad.

En el único reinado donde él encontró protección, un auxilio y ayuda para devolver la espiritualidad al pueblo elegido, fue con el rey Josías.

A pesar de su corta edad Jeremías no tenía ningún reparo en decir la verdad, sin medir consecuencias, ni a quien se dirigía, por eso era muy resistido, pero él sabiendo que Dios siempre lo acompañaba se expresaba libremente y con dureza.

Muchos reyes lo encarcelaban, lo martirizaban y lo amenazaban de muerte constantemente, hasta le quemaban sus escritos.

Pero Dios nunca abandona a nadie que tenga fe en él, y un día le dice: “Te haré fuerte como el diamante si no te acobardas. Pero si te dejas llevar por el miedo, me apartaré de ti.” Estas palabras lo impulsaron a seguir su prédica hasta sus últimos días.

Este gran profeta escribió el libro de las profecías que se divide en cincuenta y uno capítulos, y en su libro de la lamentación en cinco. Es considerado como el segundo entre los llamados Profetas Mayores.

Tropario, tono 2 del común de Santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Jeremías, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Santo Apóstol Santiago, hermano de san Juan el Teólogo.

El Santo Apóstol Santiago, el hijo de Zebedeo, era el hermano de San Juan el Teólogo, y uno de los Doce Apóstoles. Él y su hermano, San Juan, fueron llamados a ser apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, Quién los llamó los “Hijos del trueno” (Marcos 3:17). Fue este Jacobo (Santiago), con Juan y Pedro, que fueron testigos de la resurrección de la hija de Jairo, de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor y de la agonía en el Huerto de Getsemaní.

Santiago, después de la Venida del Espíritu Santo, predicó en España y en otras tierras, y luego regresó a Jerusalén. Predicó abiertamente y con valentía a Jesucristo como el Salvador del mundo, y denunció a los Fariseos y a los Escribas con las palabras de la Sagrada Escritura, reprochándoles su malicia de corazón y la incredulidad.

Los judíos no pudieron prevalecer contra Santiago, y por eso contrataron al mago Hermógenes para disputar con el apóstol y rebatir sus argumentos de que Cristo era el Mesías prometido que había venido al mundo. El hechicero envió al apóstol su discípulo Felipe, que se convirtió a creer en Cristo. Entonces el mismo Hermógenes fue convencido del poder de Dios, quemó sus libros de magia, aceptó el santo Bautismo y se convirtió en un verdadero seguidor de Cristo.

Los judíos convencieron a Herodes Agripa (40-44) que arrestara el apóstol Santiago y lo condene a la muerte (Hechos 12:1-2). Santiago escuchó con calma la condena a muerte y continuaba dando testimonio de Cristo. Uno de los testigos, que se llamaba Josías, quedó impresionado por el valor de Santiago. Él llegó a creer en Jesucristo como el Mesías. Cuando llevaron el apóstol a la ejecución, Josías se echó a sus pies, arrepintiéndose de sus pecados y pidiendo perdón. El apóstol lo abrazó, le dio un beso y le dijo: “La paz y el perdón estén contigo”. Entonces Josías confesó su fe en Cristo ante todos, y fue decapitado con Santiago en el año 44 en Jerusalén.

Santiago fue el primero de los Apóstoles que murió como un mártir.

Tropario, tono 3 del común de Santos Apóstoles

Santo Apóstol Santiago, ruégale a nuestro Dios misericordioso que conceda a nuestras almas el perdón de nuestros pecados.

Santos Jasón y Sosípatro Apóstoles.

El apóstol Jasón era de Tarso (Asia Menor). Fue el primer cristiano de la ciudad. El apóstol Sosípatro era originario de Patras, Acaya. Se cree que es el mismo Sosípatro mencionado en Hechos 20:4. Ambos se convirtieron en discípulos de san Pablo, quien incluso los llamó sus parientes (Rom 16:21). San Juan Crisóstomo (Homilía 32 sobre Romanos) afirma que se trata del mismo Jasón mencionado en Hechos 17:5-9. San Jasón fue nombrado obispo en su ciudad natal, Tarso, y san Sosípatro en Iconio. Viajaron al oeste predicando el Evangelio y en el año 63 llegaron a la isla de Kerkyra [Corfú], en el mar Jónico, cerca de Grecia.

Allí construyeron una iglesia en nombre del protomártir Esteban y bautizaron a muchos. El gobernador de la isla se enteró de esto y los encerró en prisión, donde se encontraron con siete ladrones: Saturnino, Iáquicolo, Faustiano, Jenaro, Marsalio, Eufrasio y Mamio. Los apóstoles los convirtieron a Cristo. Por su confesión de Cristo, los siete prisioneros murieron como mártires en un caldero de alquitrán, cera y azufre fundidos.

El guardia de la prisión, tras presenciar su martirio, se declaró cristiano. Por ello, le cortaron la mano izquierda, luego ambos pies y finalmente la cabeza. El gobernador ordenó que los apóstoles Jasón y Sosípatro fueran azotados y encarcelados de nuevo.

Cuando la hija del gobernador de Kerkyra (Corfú), se enteró de cómo los cristianos sufrían por Cristo, se declaró cristiana y regaló todas sus galas a los pobres. El gobernador, enfurecido, intentó persuadir a su hija para que negara a Cristo, pero santa Kerkyra (mismo nombre de la isla) se mantuvo firme ante la persuasión y las amenazas. Entonces, el padre, enfurecido, ideó un terrible castigo para su hija: ordenó que la encerraran en una celda con el ladrón y asesino Murino, para que profanara a la prometida de Cristo.

Pero cuando el ladrón se acercó a la puerta de la celda, un oso lo atacó. santa Kerkyra oyó el ruido y ahuyentó a la bestia en nombre de Cristo. Luego, con sus oraciones, curó las heridas de Murino. Entonces Santa Kerkyra lo iluminó con la fe de Cristo, y san Murino se declaró cristiano y fue ejecutado.

El gobernador ordenó quemar la prisión, pero la santa virgen sobrevivió. Entonces, por orden de su enfurecido padre, fue colgada de un árbol, asfixiada con humo acre y acribillada con flechas. Tras su muerte, el gobernador decidió ejecutar a todos los cristianos de la isla de Kerkyra. Los mártires Zenón, Eusebio, Neon y Vitalis, tras ser iluminados por los santos Jasón y Sosípatro, fueron quemados vivos. Los habitantes de Kerkyra, escapando de la persecución, cruzaron a una isla cercana. El gobernador zarpó con un destacamento de soldados, pero fue arrastrado por las olas. El gobernador que le sucedió ordenó arrojar a los apóstoles Jasón y Sosípatro a un caldero de brea hirviendo. Al verlos ilesos, exclamó entre lágrimas: «¡Oh, Dios de Jasón y Sosípatro, ten piedad de mí!».

Tras ser liberados, los apóstoles bautizaron al gobernador y le pusieron el nombre de Sebastián. Con su ayuda, los apóstoles Jasón y Sosípatro construyeron varias iglesias en la isla y aumentaron el rebaño de Cristo con su ferviente predicación. Vivieron allí hasta la vejez.

Tono 3, del común de Santos Apóstoles

Oh santos apóstoles, * intercedan ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Los Nueve Mártires de Cízico: Teodoro, Rufo, Antipater, Teostisco, Artemas, Magno, Teodoto, Taumasio y Filemón

La ciudad de Cízico se encuentra en Asia Menor, a orillas de los Dardenelos (Helesponto). El cristianismo ya comenzaba a extenderse allí gracias a la predicación de San Pablo. Durante las persecuciones paganas, algunos cristianos huyeron de la ciudad, mientras que otros mantuvieron en secreto su fe en Cristo.

A finales del siglo III, Cízico seguía siendo una ciudad básicamente pagana, aunque contaba con una iglesia cristiana. La situación en la ciudad angustiaba a los cristianos, quienes buscaban defender el cristianismo. Los nueve santos mártires: Taumasio, Teogones, Rufo, Antípatro, Teóstico, Artemas, Magno, Teodoto y Filemón también eran de Cízico. Provenían de diversos lugares y eran de diferentes edades: jóvenes como san Antípatro y ancianos como san Rufo. Provenían de diversas posiciones sociales: algunos eran soldados, campesinos, habitantes de la ciudad y clérigos. Todos ellos declararon su fe en Cristo y oraron por la expansión del cristianismo. Los santos confesaron a Cristo con valentía y denunciaron sin temor la impiedad pagana. Fueron arrestados y llevados a juicio ante el gobernante de la ciudad. Durante varios días fueron torturados, encarcelados y liberados. Se les prometió la libertad si renunciaban a Cristo. Pero los valientes mártires de Cristo continuaron glorificando al Señor. Los nueve mártires fueron decapitados a espada (+ entre el 286-299) y sus cuerpos enterrados cerca de la ciudad.

En el año 324, cuando la mitad oriental del Imperio romano estaba gobernada por San Constantino el Grande (21 de mayo) y cesaron las persecuciones contra los cristianos, los cristianos de Cízico retiraron los cuerpos incorruptos de los mártires y los colocaron en una iglesia construida en su honor.

Se produjeron varios milagros gracias a las santas reliquias: los enfermos fueron sanados y los trastornados mentales recobraron la razón. La fe en Cristo creció en la ciudad gracias a la intercesión de los santos mártires, y muchos paganos se convirtieron al cristianismo.

Tono 4, del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Domingo de Santo Tomás; Hieromártir Simeón el Pariente del Señor.

Domingo de Santo Tomás

Este día la Iglesia recuerda la segunda aparición del Señor Resucitado a sus discípulos. La primera tuvo lugar la misma noche de la resurrección y relata san Juan en su Evangelio que Tomás no se hallaba presente cuando ocurrió.

Ocho días después, el Señor de nuevo se presenta en medio de los discípulos e invita a Tomás a meter su dedo en las señales de los clavos y  mano en su costado.

Algunos iconos que representan este evento tienen la inscripción “Tomás el incrédulo”. Esto es incorrecto. En griego, la inscripción dice “El toque de Tomás”. La inscripción eslava es “La fe de Tomás”; Pues, cuando santo Tomás tocó el costado vivificante del Señor, ya no tuvo dudas.

Este día también se conoce como Antipascua. Esto no significa “opuesto a la Pascua”, sino “en lugar de la Pascua”. A partir de este primer domingo después de la Pascua, la Iglesia dedica todos los domingos del año a la Resurrección del Señor.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Tropario Tono 7 

Oh Cristo nuestro Dios, * estando sellado el sepulcro, de él saliste esplendoroso, oh Vida. * Y mientras las puertas estaban cerradas, * viniste a los discípulos, oh Resurrección de todos; * y por ellos, nos has renovado a nosotros con recto Espíritu * según tu gran misericordia.

Santo Apóstol Simeón, obispo de Jerusalén

 

El Santo Apóstol y Hieromártir Simeón, pariente del Señor, era hijo de Cleofás, hermano menor de san José el Justo. Por lo tanto, san Simeón es sobrino de José y primo del Señor. De adulto, presenció los milagros de Nuestro Señor Jesucristo, creyó en Él y se convirtió en uno de los 70 Apóstoles. San Simeón proclamó las enseñanzas de Cristo, fue instruido en las verdades de la santa fe y denunció la idolatría. Tras el asesinato del Apóstol Santiago (23 de octubre), primer obispo de Jerusalén, los cristianos eligieron al Apóstol Simeón para sucederlo.

Los emperadores Vespasiano y Domiciano habían ordenado la ejecución de todos los descendientes del rey David. El emperador Trajano (98-117) renovó ese decreto, y ciertos herejes y otros denunciaron a san Simeón como descendiente del rey David, además de cristiano. Los paganos arrestaron a san Simeón, quien por aquel entonces tenía más de ciento veinte años. Sorprendió al juez y a sus asistentes al soportar varios días de tortura, y posteriormente fue crucificado en el año 107, durante el reinado de Trajano, siendo Ático cónsul.

Tropario, tono 1

Te alabamos dignamente, jerarca Simeón, * valiente mártir y familiar de Cristo, * que aboliste la perdición y conservaste la fe. * Al celebrar hoy tu memoria santí­sima, * obtenemos, por tus oraciones, * el perdón de los pecados.

Sábado Luminoso; Hieromártir Basilio, obispo de Amasia

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Toda la semana posterior al gran domingo de Pascua se conoce como Semana Luminosa o Semana de las Renovaciones.

Todos los servicios e himnos replican al del glorioso día de Pascua, como una prolongación de la más grande de las fiestas.

Tropario de Pascua, tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros.

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

 

Hieromártir Basilio de Amesia

 

San Basilio sufrió durante el reinado de Licinio, gobernante de la parte oriental del Imperio romano. Fue elegido para la sede de Amesia en el siglo IV y participó en los Sínodos de Ancyra y Neocesarea en 314 y 315. San Atanasio lo llamó «el Grande» porque San Basileo defendió la fe contra la herejía. Es posible que haya influido en la decisión de san Constantino de promulgar el Edicto de Milán (313), que concedía tolerancia religiosa a los cristianos. Licinio también firmó el Edicto con engaños, pero odiaba a los cristianos y continuó persiguiéndolos.

El obispo Basilio se distinguió por su vida de fe y su incansable labor en el ejercicio de sus funciones. Siempre predicaba, aconsejaba, consolaba, apoyaba y fortalecía las almas de los cristianos contra el mundo idólatra. Por esta razón, los sacerdotes y gobernantes paganos lo odiaban. En 322, cuando Licinio lanzó su persecución contra los cristianos, el obispo Basilio se opuso.

Provocó aún más la ira de Licinio, coemperador de Constantino, al ocultar a la joven virgen Glafira, doncella de su esposa, la emperatriz Constanza, hermana de san Constantino. La piadosa doncella, proveniente de una noble familia italiana, rechazó con enojo las insinuaciones del emperador y pidió ayuda a la emperatriz Constanza. Vistió a Glafira con ropas de hombre y le ordenó que abandonara a Nicomedia en secreto, entregándole una gran cantidad de oro, plata y piedras preciosas. En el palacio, la oyeron decirle a Licinio que la joven se había vuelto loca y se encontraba a las puertas de la muerte.

Tras un largo viaje, santa Glafira llegó a Amesia, donde se refugió en casa de un cristiano piadoso. Allí recibió la visita de san Basileo, quien le aconsejó llevar una vida apartada para no causar problemas a los cristianos locales por pariente del gobernante de la ciudad. En aquel entonces, el obispo Basilio construía una iglesia, y la piadosa Glafira le donó todo su dinero. Escribió a Constanza diciéndole dónde se encontraba y pidiéndole que enviara más oro para completar la obra. La emperatriz accedió gustosamente a su petición, pero la carta de Glafira cayó accidentalmente en manos de Licinio. Este ordenó al gobernante de Amesia que enviara a san Basileo y a santa Glafira a Nicomedia. Sin embargo, santa Glafira falleció antes de recibir la orden, por lo que solo san Basileo fue enviado al emperador. Dos diáconos, Partenio y Teótimo, lo acompañaron a Nicomedia. Ahí, el obispo Basileo fue encarcelado, y los diáconos se alojaron con un cristiano llamado Elpidóforo. En la víspera del juicio, san Basileo vio a Elpidóforo y a los diáconos, y les contó cómo el Señor se le había aparecido esa noche, informándole de cómo sería condenado a muerte. Les pidió a los diáconos que no se lamentaran por él y les indicó que regresaran a Amasia. El santo jerarca predijo que Elpidóforo recibiría una recompensa en el Cielo por cuidar de los diáconos.

En el juicio, Licinio acusó a san Basilio de ocultar a Glafira, pero le prometió perdón y mucho honor si simplemente ofrecía sacrificios a sus “dioses”. Al no lograr nada, Licinio ordenó a los soldados que golpearan al santo y luego lo decapitaran. Así, recibió una corona de gloria de Cristo Dios (ca. 322).

San Basileo también se conmemora el 30 de abril (el traslado de sus reliquias).

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguis­te la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Basilio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Viernes Luminoso; Santo y Glorioso Apóstol y Evangelista Marcos

 

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Toda la semana posterior al gran domingo de Pascua se conoce como Semana Luminosa o Semana de las Renovaciones.

Todos los servicios e himnos replican al del glorioso día de Pascua, como una prolongación de la más grande de las fiestas.

Tropario de Pascua, tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros.

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

 

Santo Apóstol y Evangelista Marcos

 

 

Lo que sabemos sobre la vida personal de San Marcos, autor del segundo Evangelio, proviene más o menos de conjeturas. Los autores le identifican generalmente con el “Juan llamado Marcos” de los Hechos de los Apóstoles (12:12 y 25); por consiguiente, la María, en cuya casa de Jerusalén se reunían los Apóstoles, era su madre. Por la epístola a los Colosenses (4:10), sabemos que Marcos era pariente de san Bernabé, el cual (según Hechos 4:36) era un levita chipriota. Resulta, pues, probable que Marcos haya pertenecido a una familia levítica. Cuando Pablo y Bernabé regresaron a Antioquía después de haber llevado a Jerusalén las limosnas para dicha Iglesia, trajeron consigo a Juan llamado Marcos, quien los ayudó en el ministerio apostólico en la misión de Salamina, en Chipre (Hechos 13:5); pero Marcos no les acompañó a Perga de Panfilia, sino que volvió a Jerusalén (Hechos 13:13). A raíz de aquella deserción, san Pablo creyó ver cierta inestabilidad en el carácter de Marcos y, aunque Bernabé quería que los acompañase a visitar las Iglesias de Cilicia y el resto de Asia Menor, san Pablo se opuso a ello. Como no lograron ponerse de acuerdo, Bernabé se separó de san Pablo y fue con Marcos a Chipre. Sin embargo, cuando san Pablo se hallaba en su primer cautiverio en Roma, Marcos estaba con él y le ayudaba (Col. 4:10). Durante su segundo cautiverio, poco antes de su martirio, el Apóstol escribió a Timoteo, quien se hallaba entonces en Éfeso: “Toma contigo a Marcos, pues me ha ayudado en el ministerio.”

Por otra parte, la tradición sostiene que el autor del segundo Evangelio estaba en estrecha relación con san Pedro. Clemente de Alejandría (según el testimonio de Eusebio), Irineo y Papías llaman a san Marcos el intérprete o portavoz de san Pedro. Si bien Papías afirma que Marcos no había oído al Señor ni había sido su discípulo, los comentaristas se inclinan a pensar que el joven que siguió al Señor en el Huerto de los Olivos (Marc. 14:51) era san Marcos. Lo cierto es que san Pedro, cuando escribía desde Roma (1 Pedro 5:13), habla de “mi hijo Marcos,” el cual, según parece, estaba entonces con él.

Escribió el evangelio a ruego de los fieles de Roma y según las enseñanzas que poseía de san Pedro en persona. Llevando, pues, su evangelio, partió para Egipto, y fue el primero que anunció a Jesucristo en la ciudad de Alejandría, donde fundó una de las iglesias que más florecieron. Fue martirizado el día de Pascua, mientras celebraba la Liturgia con la comunidad. Algunos días antes un ángel le había mostrado su nombre escrito en el libro de la vida. Acaeció su muerte alrededor del año 74 de la era cristiana.

Tono 3, del común de los Santos Apóstoles

Oh santo apóstol Marcos, * intercede ante Dios misericordioso, * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Jueves Luminoso; Isabel la Milagrosa; Mártir Sabas el General, de Roma

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Toda la semana posterior al gran domingo de Pascua se conoce como Semana Luminosa o Semana de las Renovaciones.

Todos los servicios e himnos replican al del glorioso día de Pascua, como una prolongación de la más grande de las fiestas.

Tropario de Pascua, tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros.

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

 

Santa Isabel la Milagrosa

 

Santa Isabel era de Constantinopla y fue elegida para el servicio de Dios desde su nacimiento. De niña, sus padres la enviaron a un monasterio. Creció en un ambiente de ayuno y oración constante, y recibió el don de sanar enfermedades físicas y espirituales.

Las hermanas la eligieron abadesa del Monasterio de los Santos Cosme y Damián. Vestía un cilicio grueso todo el año. Su cuerpo pasaba frío en invierno, pero su espíritu ardía de ardiente amor a Dios.

El ascetismo de la santa fue muy estricto. Durante muchos años solo comió hierba y verduras, pero no consumía pan, vino ni aceite. Muchas veces, santa Isabel no comió nada durante los cuarenta días del Gran Ayuno. Imitando al Publicano en humildad, durante tres años no alzó la vista al cielo, sino que miró constantemente a Dios con sus ojos espirituales y se dice que durante las oraciones de medianoche, la santa resplandecía con una luz celestial.

Al acercarse su hora, sintió un gran deseo de volver a ver su patria. Así que fue a Heraclea y oró en las sagradas iglesias de los santos. Allí, en la iglesia de la Madre de Dios, tuvo una visión de la Santísima Virgen, quien la recibía. Reconoció el rostro de la Theotokos en un icono que vio al llegar a la iglesia del Santo Mártir Romano. La voz de la Purísima Virgen le indicó que regresara a su monasterio, pues se acercaba el momento de su reposo. Así, cuando Santa Isabel regresó, se dirigió al Señor en paz. Sus santas reliquias fueron enterradas en la iglesia de San Jorge, donde permanecieron intactas e incorruptas y abundan los testimonios de las curaciones obradas aun con un poco de la tierra de su sepulcro.

No sabemos con exactitud cuándo vivió Santa Isabel, pero probablemente fue entre los siglos VI y IX.

Tropario, tono 4 del común de Santas Justas

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh jus­ta Isabel, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

Santo Mártir Sabas el General

 

San Sabas el General, provenía de una tribu goda. Por su valentía alcanzó el alto rango de comandante militar o “stratelates” y sirvió bajo el emperador romano Aureliano (270-275).

Desde su juventud, Sabas fue cristiano y siguió fervientemente los mandatos de Cristo. Ayudaba a los necesitados y visitaba a los cristianos en prisión. Gracias a su vida pura y virtuosa, el santo recibió del Señor el don de obrar milagros, sanar enfermos y expulsar demonios en nombre de Cristo.

Cuando el emperador supo que Sabas era cristiano, le exigió que apostatara. El mártir arrojó su cinturón militar y declaró que no renunciaría a su fe. Lo golpearon, lo quemaron con antorchas y lo arrojaron a un caldero con brea, pero el mártir salió ileso.

Contemplando sus tormentos, setenta soldados creyeron en Cristo. Fueron decapitados a espada. San Sabas fue encarcelado. A medianoche, mientras oraba, Cristo se le apareció al mártir y lo iluminó con la luz de su gloria. El Salvador le instó a no temer, sino a mantenerse firme. Animado, el mártir Sabas sufrió una nueva tortura por la mañana y fue ahogado en un río en el año 272.

Tono 4, del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Miércoles Luminoso; Santo, Glorioso y Gran Mártir Jorge el Triunfador

 

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Toda la semana posterior al gran domingo de Pascua se conoce como Semana Luminosa o Semana de las Renovaciones.

Todos los servicios e himnos replican al del glorioso día de Pascua, como una prolongación de la más grande de las fiestas.

Tropario de Pascua, tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros.

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

 

Santo y Gran Mártir Jorge el Triunfador

 

San Jorge nació en Capadocia, Asia Menor, en el seno de una familia honorable. Su padre, llamado Anastasio, era gobernador en Capadocia. Su madre se llamaba Policronia y era de origen Palestino. Desde su juventud san Jorge se distinguió por sus habilidades de caballero, por lo que pronto llegó a ocupar los mejores lugares en la caballería de Palestina. Jorge tenía solo dieciocho años de edad cuando ingresó al Ejército. Fue condecorado con el título de Tribuno de la Guardia Imperial y hasta tal vez como Prefecto.

En aquel tiempo, san Jorge escuchó que el Emperador Diocleciano había decidido decretar la persecución de los cristianos y su muerte. San Jorge sintió que ese era el momento de confesar públicamente su fe por Jesucristo. Para ello se preparó, distribuyó todas sus pertenencias a los pobres, liberó a sus esclavos y se presentó ante el mismo Emperador en Nicomedia, reprochándole su decisión de derramar sangre inocente. Diocleciano, cuando supo que aquel valiente caballero era cristiano, le ofreció todos los honores para hacerlo cambiar de opinión, bajo una condición: que presentara un sacrificio a los dioses del Imperio. San Jorge respondió: “Tu reino se corromperá y desaparecerá rápidamente, y no te ha de entregar ningún beneficio. Pero aquellos que ofrecen sacrificios de alabanza al Rey de los Cielos reinarán con Él para toda la eternidad”. El Emperador castigó a san Jorge por su amor a Cristo. Por ello, tuvo que sufrir suplicios atroces. San Jorge permaneció fiel a Cristo, unido a Él en la oración, lo que atraía los corazones de los presentes a amar a Cristo, y confesar su fe en Él. El emperador, furioso, ordenaba matar a cada uno de ellos. El Emperador esperaba que san Jorge aceptara ofrecer culto a los dioses paganos, y buscaba la forma de convencerlo por la alta estima en que lo tenía. Es así que Jorge fue conducido al templo de Apolo en presencia de mucha gente. Acercándose hasta el altar en donde estaba por realizarse la incensación, Jorge solo atinó a pararse frente a la estatua dedicada a Apolo y hacer la señal de la Cruz. Los demonios que habitaban la estatua confesaron que solo Cristo es el Dios verdadero y salieron de la estatua con gran estrépito. Todas las estatuas se destruyeron por completo, ante el asombro general. Entonces, los sacerdotes paganos echaron a san Jorge del Templo y lo llevaron nuevamente al Palacio Real.

Atraída por el tumulto de la gente, la Emperatriz Alejandra salió del Palacio abriéndose paso entre la gente diciendo: “Dios de Jorge, ayúdame”. Inmediatamente cayó a los pies del santo. El Emperador, que llegó a ver lo sucedido con la Emperatriz, no pudo soportar más y con un corazón furioso y endurecido como le sucedió al Faraón enfrente de Moisés, ordenó que la Emperatriz y san Jorge fueran decapitados la mañana siguiente. Sin embargo, esa misma noche el alma de Alejandra fue llevada al cielo. Murió en paz en la prisión. Pero san Jorge, la mañana siguiente se fue al lugar destinado a cumplir la sentencia. Allí dio gracias a Dios por todas sus clemencias y bondades; pidió su ayuda y amparo para todos aquellos que invocaran con confianza su intercesión, bajó la cabeza y se dirigió al lugar donde había de ser decapitado, para después ir al cielo y recibir la recompensa de la gloria eterna destinada a todos aquellos que confiesan el Nombre de Cristo. Murió, pues, en Nicomedia a los veinte años de edad un viernes 23 de abril de 304.

Tropario, tono 4

Como de los cautivos libertador, * de los necesitados protector, * de los enfermos médico * y defensor de la Iglesia, * oh victorioso y gran mártir Jorge, * intercede ante Cristo Dios * por la salvación de nuestras almas.

Martes Luminoso; San Teodoro obispo de Siceo; Apóstol Natanael

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Toda la semana posterior al gran domingo de Pascua se conoce como Semana Luminosa o Semana de las Renovaciones.

Todos los servicios e himnos replican al del glorioso día de Pascua, como una prolongación de la más grande de las fiestas.

Tropario de Pascua, tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

 

San Teodoro, obispo de Siceo

 

San Teodoro nació fuera del matrimonio en Siceón o Siceo, un pueblo de Galacia, en Asia Menor. Desde su infancia, estuvo bajo la protección y guía del santo Gran Mártir Jorge, quien se le aparecía con frecuencia y fue, por así decirlo, su instructor en la ardua disciplina ascética que asumió durante toda su vida. Tras una peregrinación a Tierra Santa, se hizo monje en su Galacia natal. Hacia el año 584 fue ordenado obispo de Anastasiópolis en Galacia, donde pastoreó su rebaño durante diez años. Después de esto, solicitó ser relevado del gobierno de la diócesis. Su petición fue concedida, pero se le ordenó conservar su rango de obispo. San Teodoro fue un gran hacedor de milagros y también recibió de Dios el poder de expulsar incluso a los demonios más obstinados, quienes lo llamaban “Devorador de hierro” debido a su rigurosa forma de vida. Después de haber pasado por muchas regiones, realizado numerosos milagros y fortalecido a los fieles en la piedad, partió de esta vida en el año 613.

Tropario, tono 4

Desde niño te mostraste santificado, * tan puro y lleno de talentos, * que iluminaste al mundo con milagros maravillosos * y expulsaste legiones demoníacas, * oh servidor de la divinidad. * Intercede ante el Señor por nosotros.

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