El apóstol Jasón era de Tarso (Asia Menor). Fue el primer cristiano de la ciudad. El apóstol Sosípatro era originario de Patras, Acaya. Se cree que es el mismo Sosípatro mencionado en Hechos 20:4. Ambos se convirtieron en discípulos de san Pablo, quien incluso los llamó sus parientes (Rom 16:21). San Juan Crisóstomo (Homilía 32 sobre Romanos) afirma que se trata del mismo Jasón mencionado en Hechos 17:5-9. San Jasón fue nombrado obispo en su ciudad natal, Tarso, y san Sosípatro en Iconio. Viajaron al oeste predicando el Evangelio y en el año 63 llegaron a la isla de Kerkyra [Corfú], en el mar Jónico, cerca de Grecia.
Allí construyeron una iglesia en nombre del protomártir Esteban y bautizaron a muchos. El gobernador de la isla se enteró de esto y los encerró en prisión, donde se encontraron con siete ladrones: Saturnino, Iáquicolo, Faustiano, Jenaro, Marsalio, Eufrasio y Mamio. Los apóstoles los convirtieron a Cristo. Por su confesión de Cristo, los siete prisioneros murieron como mártires en un caldero de alquitrán, cera y azufre fundidos.
El guardia de la prisión, tras presenciar su martirio, se declaró cristiano. Por ello, le cortaron la mano izquierda, luego ambos pies y finalmente la cabeza. El gobernador ordenó que los apóstoles Jasón y Sosípatro fueran azotados y encarcelados de nuevo.
Cuando la hija del gobernador de Kerkyra (Corfú), se enteró de cómo los cristianos sufrían por Cristo, se declaró cristiana y regaló todas sus galas a los pobres. El gobernador, enfurecido, intentó persuadir a su hija para que negara a Cristo, pero santa Kerkyra (mismo nombre de la isla) se mantuvo firme ante la persuasión y las amenazas. Entonces, el padre, enfurecido, ideó un terrible castigo para su hija: ordenó que la encerraran en una celda con el ladrón y asesino Murino, para que profanara a la prometida de Cristo.
Pero cuando el ladrón se acercó a la puerta de la celda, un oso lo atacó. santa Kerkyra oyó el ruido y ahuyentó a la bestia en nombre de Cristo. Luego, con sus oraciones, curó las heridas de Murino. Entonces Santa Kerkyra lo iluminó con la fe de Cristo, y san Murino se declaró cristiano y fue ejecutado.
El gobernador ordenó quemar la prisión, pero la santa virgen sobrevivió. Entonces, por orden de su enfurecido padre, fue colgada de un árbol, asfixiada con humo acre y acribillada con flechas. Tras su muerte, el gobernador decidió ejecutar a todos los cristianos de la isla de Kerkyra. Los mártires Zenón, Eusebio, Neon y Vitalis, tras ser iluminados por los santos Jasón y Sosípatro, fueron quemados vivos. Los habitantes de Kerkyra, escapando de la persecución, cruzaron a una isla cercana. El gobernador zarpó con un destacamento de soldados, pero fue arrastrado por las olas. El gobernador que le sucedió ordenó arrojar a los apóstoles Jasón y Sosípatro a un caldero de brea hirviendo. Al verlos ilesos, exclamó entre lágrimas: «¡Oh, Dios de Jasón y Sosípatro, ten piedad de mí!».
Tras ser liberados, los apóstoles bautizaron al gobernador y le pusieron el nombre de Sebastián. Con su ayuda, los apóstoles Jasón y Sosípatro construyeron varias iglesias en la isla y aumentaron el rebaño de Cristo con su ferviente predicación. Vivieron allí hasta la vejez.
Tono 3, del común de Santos Apóstoles
Oh santos apóstoles, * intercedan ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.