En este día que es el sábado anterior al Domingo del Juicio Final (tercero del Triodio, hacemos una conmemoración especial de todos los fieles ortodoxos que han fallecido en la fe y que esperan la resurrección del Último Día.
Condaquio, tono 8
Con los santos, haz descansar las almas de tus siervos, oh Cristo, donde no hay dolor ni tristeza sino vida eterna.
San Mauricio y sus 70 Compañeros Mártires
San Mauricio un comandante del ejército de la ciudad de Apamea en Siria, sufrió en el año 305 bajo el emperador Maximiano Galerio (305- 311) junto a su hijo Fotinos y setenta de sus soldados (solo los nombres de dos soldados se conocen, Teodoro y Felipe).
Durante la persecución, un sacerdote pagano le informo al emperador que San Mauricio estaba propagando la fe en Cristo. Al traerlos al juicio, San Mauricio, su hijo y sus soldados, fueron interrogados y amenazados, pero ninguna tortura ni amenazas pudo lograr que ellos abandonaran su fe. Fueron golpeados sin misericordia, quemados en las llamas y sus cuerpos rastrillados con ganchos de acero. El joven Fotinos al final de sus severas torturas fue decapitado por la espada ante los ojos de su padre, cuyo espíritu a pesar de tan duro tormento, no se debilitó, antes bien se alegró de que a su hijo le hubiera sido otorgada la corona de mártir.
Las torturas continuaron con más intensidad. Los mártires fueron llevados a un pantano lleno de mosquitos, avispas y jejenes, atados a los árboles y sus cuerpos embarrados con miel. Los insectos picaron a los mártires quienes además se encontraban débiles por hambre y sed.
Los Santos toleraron estos tormentos por diez días sin dejar de orar y glorificar a Dios hasta que el Señor le puso fin a sus sufrimientos. Los malvados verdugos dieron órdenes que los mártires fueran decapitados y que dejaran sus cuerpos sin enterrar, pero la comunidad cristiana en secreto sepultó los restos de los Santos esa misma noche en el lugar donde fueron ejecutados.
Tropario tono 4, del común de Santos Mártires
Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.
El hallazgo de las reliquias de los mártires en Constantinopla
Durante las persecuciones contra los cristianos, las reliquias de estos santos mártires eran enterradas por los fieles en lugares ocultos. Así, en Constantinopla, cerca de la Puerta y la Torre de Eugenio, se encontraron las reliquias incorruptas de varios mártires. No se conocen sus nombres, pero están escritos en el Libro de la Vida.
Deseando glorificar a sus siervos, Dios comenzó a curar a las personas de sus enfermedades en el lugar donde se encontraron las reliquias de los mártires. Un cierto jerarca las trasladó a una iglesia con gran honor. Después de que se revelaron las fragantes reliquias, hubo más milagros de curación y los demonios fueron expulsados de los poseídos.
A un piadoso clérigo, Nicolás el Calígrafo, le fue revelado que entre las reliquias descubiertas en la Puerta de Eugenio se encontraban las reliquias del santo apóstol Andrónico de los Setenta y de su ayudante Junia (17 de mayo), a quienes el apóstol Pablo menciona en su Epístola a los Romanos (Romanos 16:7).
En el siglo XII, en el lugar donde se descubrieron las reliquias de los Santos Mártires se construyó una gran iglesia abovedada. Esta obra fue realizada por el emperador Andrónico (1183-1185), cuyo santo patrono era el santo apóstol Andrónico.
Tropario tono 4, del común de Santos Mártires
Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.