San Martiniano nació en Cesarea de Palestina durante el reinado de Constancio. A los 18 años se retiró a una montaña llamada “el lugar del Arca”, donde vivió 25 años como ermitaño. Según el relato de su vida el diablo lo tentó con ardientes pasiones contra las que luchó con la oración, ayunos y mortificaciones. En una ocasión una mujer pecadora llamada Zoe, se presentó ante Martiniano para tentarlo; el santo para huir de la tentación colocó sus pies en una fogata y al quemarse gritó: “Si no puedo soportar este fuego, ¿cómo podré soportar el del infierno?”. Tan grande fue el ejemplo dado que la mujer se arrepintió de su mala vida y le pidió que rezara por ella y la instruyera sobre cómo salvarse. Martiniano le mandó retirarse al Monasterio de santa Paula, en Belén, donde vivió 12 años hasta su fallecimiento. Ahí llevó una vida de muchos esfuerzos espirituales para expiar sus pecados. Hasta el último día de su vida santa Zoe como la conocemos hasta nuestros días, no bebió vino y solamente comía pan y agua día por medio y siempre dormía en el suelo.

En cuando a san Martiniano, se fue a una isla deshabitada y allí vivió varios años sin techo, bajo el cielo. Recibía la comida del dueño de un barco, para cual él fabricaba cestos. Finalmente, un día decidió viajar a Atenas, y mientras hacía una peregrinación de 2 meses, falleció en paz cerca del año 122 a la edad de 50 años.

Tropario, tono 4

Has sofocado, oh dichoso, la llama de tentaciones * con el torrente de lágrimas, * y has domado tanto las olas de la mar * como los asaltos de las bestias, cantando: * ¡Glorificado eres Tú, oh Todopoderoso, * que, del fuego y del ciclón, me salvaste!

 

Santos Apóstoles y Mártires Aquila con su esposa Priscila

 

San Aquila, apóstol de los años 70: Es posible que fuera discípulo del apóstol Pablo, oriundo del Ponto y judío, que vivía en la ciudad de Roma con su esposa Priscila. Durante el reinado del emperador Claudio (41-54) todos los judíos fueron desterrados de Roma, por lo que san Aquila y su esposa se vieron obligados a marcharse. Se establecieron en Corinto. Poco tiempo después, el santo apóstol Pablo llegó allí desde Atenas predicando el Evangelio. Habiendo conocido a Aquila, comenzó a vivir en su casa y trabajaba junto con él, haciendo tiendas.

Habiendo recibido el bautismo del apóstol Pablo, Aquila y Priscila se convirtieron en sus devotos y celosos discípulos. Acompañaron al apóstol a Éfeso. El apóstol Pablo les instruyó para que continuaran la predicación del Evangelio en Éfeso, y él mismo fue a Jerusalén, para estar presente en la fiesta de Pentecostés. En Éfeso, Aquila y Priscila escucharon la predicación valiente de un recién llegado de Alejandría, el judío Apolo. Había sido instruido en los fundamentos de la fe, pero sólo conocía el bautismo de Juan el Precursor. Lo llamaron y le explicaron con más precisión el camino del Señor.

Después de la muerte del emperador Claudio, a los judíos se les permitió regresar a Italia, y Aquila y Priscila regresaron a Roma. El apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos recuerda a sus fieles discípulos: “Saludad a Priscila y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que ofrecieron su vida por mi alma. A ellos no doy gracias sólo yo, sino también toda la Iglesia de los gentiles y la iglesia de su casa” (Rom. 16: 3-4). San Aquila no vivió mucho tiempo en Roma: el apóstol Pablo lo nombró obispo en Asia. San Aquila trabajó con celo en la predicación del Evangelio en Asia, Acaya y Heraclia. Convirtió a los paganos a Cristo, confirmó en la fe a los cristianos recién convertidos, estableció presbíteros y destruyó ídolos. Santa Priscila lo ayudó constantemente en la obra apostólica. San Aquila terminó su vida como mártir: los paganos lo asesinaron. Según la Tradición de la Iglesia, Santa Priscila fue asesinada junto con él. Son conmemorados en otras tradiciones el 14 de julio.

Tropario, tono 4

Amando a Cristo Dios su corazón se alumbró, * ligados en fe y honor por unión conyugal, Aquila y Priscila * fueron, pues, adalides de la iglesia de casa, * y brindaron a Pablo astro, * patrocinio y auxilio. * Por lo que los veneramos * e imitamos su vida.

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