La fiesta de la Presentación del Señor se extiende desde el 2 al 9 de febrero

Tropario, tono 1

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que re­cibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.

Condaquio, tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.

Santo y Gran Mártir Teodoro el Jefe Militar

 

San Teodoro era originario de la ciudad Eujarita (en Asia Menor, actualmente Turquía) y gobernaba la ciudad Heraclea, cerca del Mar Negro. Con su vida devota y bondadoso gobierno se ganó a los ciudadanos y muchos paganos, viendo su vida ejemplar, se convertían en cristianos. Cuando los rumores sobre su vida llegaron hasta el emperador Licinio (años 308-323), que era corregente de Constantino, él vino a Heraclea y trató de obligar a Teodoro a inclinarse ante los ídolos. Viendo que san Teodoro era muy firme en sus convicciones, ordenó someter al confesor de Cristo a crueles tormentos.
Primero lo estiraron en el suelo y lo golpearon con varas de hierro, cepillaban su cuerpo con hierro puntiagudo, lo quemaban con el fuego y finalmente lo crucificaron y le sacaron los ojos. Por la noche vino un ángel, lo desmontó de la cruz y sanó todas sus heridas. Cuando en la mañana llegaron los sirvientes de Licinio, para tirar el cuerpo de san Teodoro al mar y lo vieron totalmente sano, creyeron en Cristo. Ese día viendo este milagro de Dios, muchos paganos se hicieron cristianos. Cuando Licinio se enteró, ordenó decapitar a san Teodoro, quien murió en el año 319. Todos sus tormentos y martirio fueron escritos por su servidor y escriba Uar, quien fue el testigo ocular.

Tropario, tono 4

Te has mostrado cual soldado glorioso * de la milicia real, oh gran Teodoro, * obedeciendo firmemente al Rey celestial; * y el arma de la fe cuerdamente has llevado * extirpando a tropas de violentos demonios. * Así que, combatiente triunfador, * te bendecimos * con fe para siempre.

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Santoral Santoral ()

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