Santa Julita era de la ciudad de Iconio. Temiendo la persecución de Diocleciano, tomó a su hijo Quirico, que tenía tres años, y se fue a Seleucia; pero al encontrar el mismo mal allí, fue a Tarso en Cilicia, donde el gobernante la arrestó. Retiró su hijo de ella y trató con halagos de atraerlo hacia sí. Pero el pequeño, con su voz infantil, invocó el Nombre de Cristo y pateó al gobernante con tanta fuerza que el tirano se enfureció y lo arrojó por las escaleras del tribunal. De esta manera, la cabeza del niño fue aplastada, y él entregó su espíritu. En cuanto a su bendita madre, ella sufrió muchos tormentos y finalmente fue decapitada en el año 296.

Tropario, tono 4

Julita, madre bella, mártir de Cristo, * y el tresañero cordero, hijo Quirico, * de pie comparecieron ante el tribunal * y, con valerosa fe, proclamaron a Cristo, * sin intimidarse por los chantajes tiránicos. * Ahora, coronados en el cielo, * se regocijan al estar ante Cristo.

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Santoral Santoral ()

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