Santa Pelagia nació en Tarso (Asia Menor) de padres paganos muy conocidos. Ella se distinguía por su indescriptible belleza y por su brillante educación.
El emperador Dioclesiano (284-305) quería casar a Pelagia con su heredero adoptivo, pero ella, al tener fe en Jesucristo, deseó dedicarle su vida, y negó su mano al heredero del emperador. Al bautizarse, Pelagia decidió iluminar con la fe de Cristo a su madre pagana. Pero aquella, respondía a ello con desprecio, y con maldad llevó a su hija ante el novio rechazado, y se la entregó en sus manos.
El novio sabiendo, que Pelagia no iba a renunciar a la fe de Jesucristo, y que a causa de ello la torturarían como a los demás cristianos, cayó en una profunda tristeza y se suicidó. Esto enfureció mas todavía a la madre de Pelagia, por lo que la llevó ante Dioclesiano para enjuiciarla. Al ver el Emperador a Pelagia quedó prendado de tanta hermosura, y quiso casarse con ella. Pelagia le respondió -“yo tengo por novio a Jesucristo, por el cual estoy dispuesta a morir.” Entonces el Emperador ordenó entregar a la santa doncella para martirizarla. Después de horribles tormentos, pusieron a Pelagia dentro de un toro de cobre encendido. Allí entregó su alma al Señor en el año 287.
Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires
Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Pelagia, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.