El Señor Jesús pasó cuarenta días en la tierra tras su Resurrección, apareciendo continuamente en diversos lugares a sus discípulos, con quienes también habló, comió y bebió, demostrando así aún más su resurrección. Ese jueves, cuadragésimo día después de Pascua, se apareció de nuevo en Jerusalén. Tras haber hablado primero con los discípulos sobre muchas cosas, les dio su último mandamiento: que fueran y proclamaran su nombre a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Pero también les ordenó que, por el momento, no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran allí juntos hasta que recibieran poder de lo alto, cuando el Espíritu Santo descendiera sobre ellos.

Dicho esto, los condujo al Monte de los Olivos y, alzando las manos, los bendijo; y pronunciando de nuevo la bendición del Padre, se separó de ellos y fue llevado arriba. Inmediatamente, una nube de luz, prueba de su majestad, lo recibió; y, como en un carro real, fue llevado al cielo, y al poco tiempo desapareció de la vista de los discípulos, quienes permanecieron allí con la mirada fija en Él. En ese momento, dos ángeles con forma de hombres vestidos de blanco se les aparecieron y les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá tal como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:11). Estas palabras, de forma completa y concisa, declaran lo que se enseña en el Símbolo de la Fe acerca del Hijo y el Verbo de Dios. Por lo tanto, habiendo cumplido así toda su obra por nosotros, nuestro Señor Jesucristo ascendió en gloria al cielo y se sentó a la diestra de Dios Padre. En cuanto a sus santos discípulos, regresaron del Monte de los Olivos a Jerusalén, regocijándose porque Cristo les había prometido enviarles el Espíritu Santo.

Tropario Tono 4

Ascendiste con gloria, oh Cristo Dios nuestro, * y alegraste a tus discípulos con la promesa del Espíritu Santo, * confirmándoles con tu bendición * que eres el Hijo de Dios, * el Salvador del mundo.

Condaquio Tono 6

Cuando cumpliste el plan de nuestra salvación * uniendo lo terrestre con lo celestial, * ascendiste con gloria, oh Cristo nuestro Dios, pero sin alejarte, * ya que permaneciste inseparable de los que te aman, * a quienes exclamaste: * «Con vosotros estoy: * nadie estará en vuestra contra».

 

Virgen mártir Teodosia de Tiro

 

La santa Virgen Mártir Teodosia nació en Tiro de Fenicia. A la edad de dieciocho años fue apresada en Cesarea de Palestina durante una persecución y llevada ante el gobernante Urbano. Debido a que se negó a ofrecer sacrificios a los ídolos, sus costados y sus pechos fueron raspados sin piedad hasta las partes internas y los huesos. Ella soportó esto en silencio con un coraje asombroso. Cuando Urbano volvió a pedirle que hiciera un sacrificio, ella se burló de él y, después de haber sido atormentada aún más horriblemente que antes, fue arrojada al mar en el año 308.

Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Teodosia, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

San Alejandro, patriarca de Alejandría

 

 

El Patriarca Alejandro de Alejandría (muerto 326 o 328) fue el décimo noveno patriarca de Alejandría desde 313 hasta su muerte.

Poco se sabe de los primeros años de Alejandro. Durante su tiempo como sacerdote, experimentó las sangrientas persecuciones de los cristianos por los emperadores Galerio y Maximino Daia.

Ya como Patriarca, se enfrentó a tres problemas principales. El primero, era una secta cismática, que se disputaba la fecha de la Pascua, asunto que quedará resuelto finalmente en el Primer Concilio Ecuménico.

Su segunda gran preocupación era la cuestión de Melecio de Licópolis, que, calumniándolo, llegó al grado de presentar una denuncia formal ante el tribunal del emperador Constantino I, aunque sin que le creyeran. En el fondo Melecio tenía como fin favorecer a Arrio por lo que por su cuenta consagró obispos que fueran afines a sus posturas. Fue también en el Primer Concilio que se decide permitir a Melecio regresar a la iglesia, mientras finalizara su alianza con Arrio.

El último y más importante, de los problemas que enfrentó Alejandro fue el tema de Arrio mismo. El Antecesor de Alejandro, Aquiles, no sólo había permitido a Arrio volver a la iglesia, sino le había dado la iglesia más antigua de Alejandría, una posición que le permitió ejercer una gran influencia en la comunidad cristiana de Alejandría. De hecho, Arrio fue candidato para el puesto de patriarca de Alejandría a la muerte de Aquiles.

La disputa sobre el arrianismo se había convertido en un problema grave, que amenazaba con dañar la paz y la unidad de la iglesia y del imperio por lo que Alejandro reafirmó la excomunión de Arrio y la condena de los seguidores de Melecio, que, por supuesto, enfureció a los arrianos de Alejandría aún más. Arrio se quejó formalmente ante el emperador en su tratamiento por Alejandro. En respuesta, Constantino llamó a Arrio para defender su caso ante un concilio ecuménico de la iglesia, que se celebrará en Nicea , en Bitinia, el 14 de junio 325. Pero sabemos que el resultado no le fue favorable, pues en este primer gran concilio, la fe ortodoxa defendida por el patriarca Alejandro fue confirmada, mientras que Arrio, sus doctrinas y seguidores fueron condenados definitivamente.

Cinco meses después de regresar a Alejandría desde Nicea, descansó en el Señor, dejando como su sucesor a quien había sido su diácono, teólogo y consejero san Atanasio (2 de mayo)

Tropario, tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Alejandro, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

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