San Jorge, metropolitano de Mitilene, llevó desde su juventud vida monástica y se destacó especialmente en la virtud de la humildad. En el reinado de León el Isaurico (716-741) el santo sufrió la persecución de los iconoclastas y se convirtió en confesor.
Durante el reinado del emperador Constantino Porfirogénito (780-797) San Jorge fue elevado a la cátedra arzobispal de la ciudad de Mitilene en la isla de Lesbos. Su vida resplandecía de prudencia y pureza y se asemejaba a la vida de los ángeles. Poseía el don de hacer milagros, expulsaba espíritus inmundos y curaba enfermedades incurables. El santo se distinguió por su compasión y ayudó a todos los necesitados. En el año 815, durante el reinado del iconoclasta León el Armenio (813-820), el santo obispo fue desterrado y enviado a Cherson, donde murió después del año 820.
Tono 4, del común de Santos Jerarcas
La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Eutiquio, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!
Santo Mártir Calopio
El santo mártir Calopio nació en Perge, Panfilia, de la piadosa mujer Teoclia, esposa de un renombrado senador. Teoclia no tuvo hijos durante mucho tiempo. Rezó fervientemente para tener un hijo, jurando consagrarlo a Dios.
Poco después del nacimiento de su hijo, Teoclia enviudó. Cuando Calopio llegó a la adolescencia, comenzó una feroz persecución contra los cristianos. Teoclia, al enterarse de que su hijo sería denunciado como cristiano, lo envió a Cilicia en Asia Menor.
Cuando el santo llegó a Pompeiópolis, Paflagonia, se celebró una celebración en honor de los dioses paganos. Invitaron al joven a participar en los actos, pero él dijo que era cristiano y se negó. Informaron de ello al prefecto de la ciudad, Máximo. San Calopio fue llevado ante él para ser juzgado. Al principio, intentó persuadir a Calopio para que adorara a los dioses, prometiéndole darle a su propia hija en matrimonio. Después de que el joven rechazara esta oferta, Máximo lo sometió a terribles torturas. Ordenó que lo golpearan en la espalda con varas de hierro y en el estómago con correas de piel de buey. Finalmente, el prefecto lo hizo atar a una rueda de hierro y lo asaron a fuego lento. Después de estas torturas, arrojaron al mártir Calopio a la cárcel.
Cuando Teoclia se enteró de los sufrimientos de su hijo, escribió su último testamento, liberó a sus esclavos, distribuyó sus riquezas entre los pobres y se apresuró a ir a ver a san Calopio. La valiente madre dio dinero al guardia y entró en la prisión para ver a su hijo. Allí lo animó a soportar el sufrimiento hasta el final por Cristo.
Cuando al día siguiente el santo se negó a renunciar a Cristo, Máximo dio órdenes de crucificar al mártir. El día de la ejecución resultó ser el Jueves Santo, cuando se conmemora la última cena del Salvador con sus discípulos. Teoclia rogó al guardia que crucificara a su hijo cabeza abajo, ya que consideraba que no era digno de ser crucificado como el Señor. Su deseo fue concedido. El santo mártir colgó en la cruz durante la noche y murió el Viernes Santo del año 304.
Cuando el santo mártir fue bajado de la cruz, Teoclia dio gloria al Salvador. Abrazó el cuerpo sin vida de su hijo y entregó su propio espíritu a Dios. Los cristianos enterraron sus cuerpos en una sola tumba.
Tono 4, del común de Santos Mártires
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.