El primer hallazgo tuvo lugar durante la mitad del siglo IV, a través de una revelación del santo Precursor a dos monjes, que vinieron a Jerusalén para venerar la tumba de nuestro Salvador. Uno de ellos llevó la venerable cabeza en una vasija de barro a Emesa en Siria. Después de su muerte, pasó de manos de una persona a otra, hasta que llegó a la posesión de cierto sacerdote monje arriano llamado Eustaquio, Debido a que atribuyó a su propia falsa creencia los milagros realizados a través de la reliquia del santo Bautista, fue expulsado de la cueva en la que vivía, y abandonó la cabeza sagrada, que nuevamente se dio a conocer a través de una revelación de san Juan, y fue encontrado en una jarra de agua, alrededor del año 430, en los días del emperador Teodosio el Joven, cuando Uranio era obispo de Emesa. Así podemos ver que el Señor no deja que se pierdan no solo las almas de los hombres santos que divulgaron con todo su ser el Evangelio, sino tampoco deja que se pierdan sus huesos, porque con su vida santa fue santificada hasta la materia de su cuerpo, el cual ha sido el recipiente puro del alma.

Tropario, tono 4

Hallado en la tierra el cráneo del precursor, * que brota a los fieles arroyos de alivio y salud incorruptibles, * de lo alto recluta * multitudes de ángeles * y convoca abajo * al género humano * a elevar al unísono * la gloria a Cristo Dios.

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Santoral Santoral ()

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