El Triodion estrictamente hablando es el libro litúrgico propio de la Iglesia Ortodoxa para el tiempo preparatorio para la Pascua. Muchos de los cánones en el Triódion contienen sólo tres Odas o Troparios, de ello viene el título del Libro.
Pero también hablamos de Triodion como período de tiempo que comienza hoy con el Domingo del Fariseo y el Publicano, que es el décimo domingo ante de la Pascua, justo a los veintidós días antes del Inicio de la Santa Cuaresma, y concluye con el sábado de la Semana Santa.
En este día que es el primer domingo del Triodio, celebramos la conmemoración de la Parábola del Fariseo y el Publicano, citada en el Santo Evangelio de san Lucas.
Condaquio, tono 4
Escapemos de la soberbia del fariseo y aprendamos de la humildad del publicano exclamando con gemidos al Salvador: “¡Oh único Compasivo, ten piedad de nosotros.
Despedida de la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo
El 2 de febrero se celebró con solemnidad la fiesta del Encuentro del Señor en el Templo. En este que es el octavo día, celebramos la Apódosis o despedida de la fiesta.
Por las intercesiones de la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen María, de san José el Justo, y de los santos Simeón que recibió a Dios y Ana la profetisa, oh Señor Jesucristo Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.
Tropario, tono 1
Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que recibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.
Condaquio, tono 1
Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.
Santo Mártir Nicéforo de Antioquía.
La hagiografía de este mártir muestra claramente cómo Dios rechaza la vanidad y glorifica a los humildes. En Antioquía vivían dos buenos amigos, el sacerdote y educador Sapricio y el común y sencillo ciudadano Nicéforo. Sucede que su amistad se convirtió en terrible odio. El devoto Nicéforo trataba constantemente de reconciliarse con el sacerdote, pero aquel no quería de ninguna manera. Cuando comenzó la persecución de los cristianos, el sacerdote Sapricio fue condenado a muerte y llevado al lugar de ejecución. Triste, Nicéforo seguía a Sapricio rogándole para que le perdonara antes de morir y que se separaran en paz. Pero al ver la dureza del corazón del sacerdote, Dios no quiso recibir el sacrificio de su martirio y por ende coronarlo, así que le retiró Su gracia misteriosamente. Sapricio, al último momento negó a Cristo. Mientras tanto, Nicéforo le imploraba que no negara a Cristo “la corona celestial”. Pero todo era en vano. Entonces Nicéforo gritó a los verdugos: “Yo también soy cristiano mátenme a mí en vez de Sapricio”. Los verdugos se lo informaron al juez, quien ordenó que dejaran a Sapricio y mataran a Nicéforo. Alegremente Nicéforo puso su cabeza en el tronco y fue decapitado. Así se hizo digno del reino y fue coronado con la corona inmortal de la gloria. Todo esto pasó en el año 260, en tiempo del emperador Galiano.
Tropario, tono 4
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.