San Pablo de Tebas

Nacido de padres ricos en el bajo Tebas en Egipto durante el reino del Emperador Decio, Pablo y una hermana suya heredaron todas las riquezas de sus padres. Mas su cuñado, que era un idólatra, planeaba quedarse con la parte de la herencia que pertenecía a Pablo, así que lo amenazó con denunciarlo como cristiano ante las autoridades si no le entregaba su parte de la herencia. Este infortunio, unido a los ejemplos de sacrificio propio de los mártires cristianos que Pablo había contemplado con sus propios ojos, lo movieron a dar su mitad de la herencia a su hermana y a retirarse al desierto, donde vivió en ascetismo hasta su muerte. Las alturas espirituales a las que llegó este gigante del monacato son atestiguadas nada menos que por san Antonio el Grande, quien visitó a Pablo en una ocasión y vio como las bestias salvajes y las aves de cielo le servían. Al regresar de esta visita, Antonio dijo a sus monjes: «Ay de mí, hijos míos, pues soy un monje falso y pecador, un monje sólo de nombre. He visto a Elías, a Juan en el desierto, a Pablo en el Paraíso!».

San Pablo vivió ciento trece años, y entró en paz a su descanso en el Señor en el año 342 d. C.

Tropario, tono 3

Imitando el celo de Elías, * al desierto entraste cual pionero, * inspirado por el Santo Espíritu; * te alimentó el ave como a un ángel, * lo reveló así al mundo Antonio abad. * Intercede ante Cristo Dios, oh justo Pablo, * para que nos otorgue la gran misericordia.

San Juan Calabita (de la choza)

 

Abandonando a sus padres y su cuantiosa fortuna, San Juan se retiró del mundo a Gomón del Bósforo, entre los monjes “vigilantes,” fundados por San Alejandro Akimetes. A los dieciséis años retornó a su casa disfrazado de mendigo y vivió de la caridad de sus padres, sin ser reconocido por ellos, en una choza próxima a su casa. El nombre de Calabita se deriva de la palabra griega “Kaliba,” que significa “choza.” Juan se santificó ahí por la paciencia, la mansedumbre y la oración. Se cuenta que, hallándose ya en el lecho de su muerte, reveló su identidad a su madre, aduciendo como prueba el libro de los Evangelios empastado en oro que había usado de niño. El santo pidió que le sepultaran en la choza donde había vivido. Así se hizo, en efecto; pero sobre la choza se construyó más tarde una iglesia.

Tropario, tono 4

De niño amaste al Señor, * con fervor lo anhelaste; * renunciaste al mundo y los encantos profanos, * y luchaste en lo óptimo. * Hiciste la choza, Juan, * a las puertas de tus padres * y así derribaste * del demonio sus trampas. * Por eso, justamente Cristo Dios * te ha glorificado.

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