Todas las grandes fiestas tienen una Preparación o Pre- fiesta, que generalmente suele ser el día anterior. Sin embargo, de la misma manera que la Pascua de Resurrección es antecedida por los seis días de la Gran Semana Santa; para la fiesta de la Natividad del Señor, también nos preparamos con estos cinco días que comenzamos hoy.
Todos los servicios de la Iglesia tanto dominicales como los de los santos que coincidan con estas fechas, se verán no opacados sino más bien iluminados por los textos e himnos propios de la Preparación a la Navidad.
Tropario de la Preparación de Navidad, tono 4
Belén, prepárate que ya, * ha sido abierto el Edén! * ¡Que te dispongas, Éfrata: * porque la vida floreció *de la Virgen en la gruta! * Su vientre se mostró paraíso espiritual, * en él se plantó el madero celestial, * del cual comemos y vivimos, * y jamás como Adán moriremos. * ¡Cristo ha nacido y ha restaurado* la imagen antes caída!
Santa Virgen y Mártir Juliana con sus Compañeros.
Esta gloriosa mártir nació en Nicomedia de padres paganos. Al escuchar la predicación del Evangelio, se convirtió a Cristo con todo su corazón y comenzó a vivir en estricta observancia de los mandamientos del Señor. Un cierto senador, llamado Eleusio, era su prometido. Para librarse del pecado, Juliana le dijo que no se casaría con él a menos que se convirtiese en eparca de esa ciudad. Le dijo esto pensando que no sería probable que el joven alcanzase tan alta posición, pero él comenzó a trabajar en el asunto, y a través de adulaciones y sobornos consiguió el puesto de eparca de Nicomedia. Juliana entonces le reveló que era cristiana, y que no podía casarse con él a menos que aceptase su fe, diciendo: «¿De qué nos aprovecharía estar unidos en el cuerpo, pero separados en el espíritu?» Eleusio estaba exasperado, y la denunció ante el padre de la joven. Su enfurecido padre se mofó de ella y la azotó, entregándola entonces al eparca para que la torturase. El eparca ordenó que fuese golpeada cruelmente, y entonces fue arrojada a la cárcel toda herida y desangrándose. El Señor la sanó en la prisión, y Juliana se presentó ante el eparca sana y sin heridas. Luego fue echada dentro de un horno ardiente, pero el fuego no la consumió. Viendo esta maravilla, muchos creyeron en Cristo el Señor: 500 hombres y 130 mujeres se convirtieron. El eparca los condenó a muerte a todos, ordenando que fuesen degollados con espada; y sus almas entraron al Paraíso. Regocijándose en espíritu, Juliana se dirigió al cadalso, oró a Dios de rodillas, y puso su cabeza sobre el bloque. Fue degollada, y su alma entró al reino de luz de Cristo en el año 304. El juicio de Dios pronto cayó sobre Eleusio: mientras navegaba, naufragó y cayó a las aguas. No halló su muerte en ellas, sino que nadó hasta una isla donde fue atacado y devorado por los perros.
Tropario tono 4, del común de santas Vírgenes Mártires
Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Juliana, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.