El profeta Zacarías eran de origen sacerdotal y estaba casado con Santa Isabel quien era hija Sobe la hermana de santa Ana, la madre de la Virgen María. San Zacarías trabajaba en el templo de Jerusalén. El evangelista Lucas, cita a Zacarías y Elizabet en el primer capítulo de su Evangelio., donde predice el nacimiento de Juan el “Bautista.” Él dice que ambos eran justos ante Dios, cumplían todos los mandamientos, y reglas de Dios sin excepción. Llegando a la ancianidad, no tenían hijos. Por ello pasaban por muchas penurias porque el no tener hijos, según los hebreos, era un castigo de Dios por los pecados.
Al fin Dios envió al Arcángel Gabriel para anunciarle a Zacarías, el que estaba orando en el templo, por el futuro nacimiento de un hijo. El arcángel dijo que se llamaría Juan y predijo que Juan se colmará de Espíritu Santo, ya en el seno materno, que convertirá hacia Dios a muchos actuando con la fuerza del alma del profeta Elías. Toda su obra va a estar orientada para la preparación de la venida del Salvador.
Poco tiempo después de la aparición del arcángel, Elizabet concibió. En el nacimiento de Juan el Bautista, sucedió un milagro: Zacarías, quien hasta entonces era mudo, obtuvo nuevamente el don de la palabra. En santa alegría Zacarías elevó alabanzas a Dios y predijo de su hijo recién nacido:” A Ti te llamarán profeta del Altísimo, ya que irás delante del Señor preparando Sus caminos.” Poco tiempo en verdad se alegraron los justos padres por el hijo tan esperado. A los seis meses, en Belén, nació el Señor Jesucristo. El rey Herodes, conociendo esto se asustó, temiendo perder su cetro, dio la orden de matar a todos los niños en Belén y cercanías. El justo José con la Virgen María y el Niño Jesús se fueron a Egipto, la justa Isabel salvando a Juan se escondió en el desierto cerca del mar Muerto. El rey Herodes buscando a Juan envió al templo a los guerreros para saber de Zacarías, donde estaba escondida Isabel; como Zacarías se negó a decirle su lugar de su escondite, los guerreros lo mataron, entre el templo y el altar del sacrificio. Según la profecía la sangre derramada endureció sobre los pisos de mármol y durante muchos años fue el recuerdo para los peregrinos, de la maldad de Herodes.
La justa Isabel se estableció con su niño en una de las grutas. Vivió durante poco tiempo: el niño Juan apenas tenía unos años cuando quedó huérfano. Salvaguardado por el Señor y alimentado por ángeles, permaneció en el recio desierto hasta su aparición a los Israelitas como predicador de la penitencia.
Tropario, tono 4
Del ornato sacerdotal, * he aquí que el sabio se vistió * y, según la ley de Dios, * Zacarías ofreció * dignos holocaustos favorables; * y al volverse astro, vidente de secretos, * cierto portador de los signos de la gracia, * fue degollado el sapientísimo, * en medio del templo. * Profeta de Cristo, * junto con el Precursor, * ruega por la salvación de nuestras almas.