Los santos mártires Trófimo, Sabatio y Dorimedón sufrieron por Cristo durante el reinado del emperador romano Probo (276-282). En la ciudad de Antioquía se celebraba una fiesta pagana. Se ofrecían ofrendas, se vertía vino y se realizaban actos viles. Los cristianos Trófimo y Sabbatio llegaron a la ciudad justo cuando se estaba celebrando la fiesta y se entristecieron por este espectáculo ruidoso e indecente. Oraron para que el Señor guiara a los extraviados por el camino de la salvación. Mientras decían esto, los idólatras notaron su presencia. Al ver que los extraños no adoraban a los ídolos, los arrestaron y los llevaron ante el gobernador.

En su interrogatorio, los santos confesaron firmemente su fe. Cuando se les dijo que renunciaran a Cristo, se negaron resueltamente a hacerlo. San Sabbatio murió bajo el feroz tormento. San Trófimo fue enviado a la ciudad de Sinnada en Frigia para sufrir torturas aún más terribles.

Durante tres días, San Trófimo anduvo calzado con sandalias de hierro con clavos afilados, empujado por una guardia de caballería. El gobernador de Frigia, Dionisio, infame como torturador y verdugo, utilizó todo tipo de torturas para quebrantar la voluntad del valiente cristiano. San Trófimo se limitó a repetir las palabras de la Escritura: “Muchas aflicciones tiene el justo, pero de todas ellas lo librará el Señor” (Sal 33:20).

El senador Dorimedón, cristiano secreto, visitó a San Trófimo en prisión, lavó y vendó sus heridas. Cuando los paganos supieron que el senador no participaría en la fiesta de Cástor y Pólux, le preguntaron el motivo de su negativa. Él dijo que era cristiano y no asistiría a una fiesta en honor de los demonios. Él y San Trófimo fueron arrojados a las fieras para que se los comieran, pero los mártires salieron ilesos. Entonces fueron decapitados a espada.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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