San Eudocimo era de Capadocia, hijo de padres piadosos e ilustres. Cultivó especialmente la castidad y la misericordia: la primera al no disfrutar nunca el ver una mujer; la segunda al satisfacer alegremente las necesidades de los pobres. Cuando fue nombrado comandante militar de Capadocia, continuó en sus caminos rectos, mostrando misericordia y rectitud en todos sus tratos. Habiendo vivido así en piedad, en silencio y sin ostentación, fue llamado de esta vida a la edad de treinta y tres años, alrededor del año 840, durante el reinado del iconoclasta Teófilo. No mucho después de su entierro, su tumba se convirtió en una fuente de milagros sin fin, ya que Dios reveló la virtud que Eudocimo se había esforzado por ocultar; Cuando su tumba fue abierta más tarde, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Sus sagradas reliquias fueron trasladadas a Constantinopla.
Tropario, tono 4
El que te llamó de la tierra a sus santas moradas * conserva intacto tu cuerpo al morir, oh san Eudócimo; * tú, pues, en vida digna * y en castidad anduviste, * manteniendo sin mancha, * oh dichoso, tu cuerpo. * Así, audazmente suplicas * a Cristo que nos salve.