El mártir Emiliano era de Dorostulum en Tracia, sirviente de cierto pagano en los días de Julián el Apóstata (361-363). Como cristiano ferviente, Emiliano abominó el error de los paganos, y un día entró al templo y rompió a todos los ídolos con un martillo. Al ver que otros fueron arrestados y golpeados por esto, se entregó por su propia voluntad. Fue azotado sin piedad, luego arrojado al fuego, en el que entregó su alma sin que su cuerpo sufriera daño.
Tropario, tono 4 del común de mártires
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.