13° Domingo de San Lucas

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audio24Cuando la piedra fue sellada por los judíos
y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales
clamaron a Ti: Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, Gloria a tu Reino,
Gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio de la Presentación de la Madre de Dios en el Templo

Tono 4

Sagrado Templo del Señor y purísimo,
preciosa cámara nupcial y santísima,
cofre venerable de la Gloria de Dios, en la casa del Señor,
la Virgen hoy es presentada y con ella la gracia del Espíritu Divino.
Alábenle los ángeles de Dios porque ella es la tienda celestial.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas  (3: 23 – 4: 5)

Hermanos: Antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. Pues todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, ustedes que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si son de Cristo, ya son descendencia de Abraham, herederos según la Promesa.
Pues yo digo: Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo; sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo fijado por el Padre. De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo. Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la filiación adoptiva.

Evangelio según San Lucas (18: 18-27)

En aquel tiempo, uno de los  principales preguntó a Jesús:  «Maestro bondadoso, ¿qué he  de hacer para heredar vida eterna?» Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas  “bondadoso”? Nadie es bondadoso  sino sólo Dios. Ya sabes los  mandamientos: No cometas  adulterio, no mates, no robes, no  levantes falso testimonio, honra a tu  padre y a tu madre.» Él dijo: «Todo  eso lo he guardado desde mi  juventud.» Oyendo esto Jesús le dijo:  «Aún te falta una cosa: Todo cuanto  tienes véndelo y repártelo entre los  pobres, y tendrás un tesoro en los  cielos; luego, ven y sígueme.» Al oír  esto se puso muy triste, porque era  muy rico. Viéndolo Jesús, dijo: «¡Qué  difícil es que los que tienen riquezas  entren en el Reino de Dios! Es más  fácil que un camello entre por el ojo  de una aguja que el que un rico entre  en el Reino de Dios.» Los que lo  oyeron dijeron: «Entonces, ¿quién se  podrá salvar?» Respondió: «Lo  imposible para los hombres, es  posible para Dios.»

Mensaje Pastoral

Dura es la palabra de Dios

En la lectura evangélica de hoy, un joven vino a donde Jesús buscando «la vida eterna». Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza fue para este joven –como lo es para muchos– un tropiezo en el camino. Luego dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados –al igual que nosotros–, dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Y en otra ocasión, los discípulos le reclamaron: «Dura es esta   doctrina,   ¿quién   puede escucharla?»     (Jn 6:60).

Cuando el joven le respondió a Jesús: «Todo eso (los diez mandamientos) lo he guardado desde mi juventud», Jesús no lo justificó, como hubiera hecho cualquier maestro de la Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» –nos informa exclusivamente el Evangelista Marcos (Mc 10:21)–, y «al que ama el Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino  el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo material le impedía seguir la vocación.

Dice el Señor, por la boca del profeta Jeremías: «¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?» (Jr 23:29). También dice: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división.» (Lc 12:49-51). El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su propio nombre.

La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste a tal grado que llega a considerarlo como el «salvador»; y sin darse cuenta, la abundancia de riquezas lo va empujando hacia la idolatría, de donde caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos –estemos donde estemos– nos topamos con pobreza. Entonces compartamos con los que necesitan de nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema la adhesión al dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis hermanos.

Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero recordemos que la bondad y la salvación cristianas requieren de fatigas, esfuerzo, sacrificio y dominio de sí, porque la palabra de Dios es «como fuego, como un martillo que golpea la peña.»

Nuestra Fe y Tradición

Los templos de Dios (Sobre la Presentación de la Virgen María)

La segunda gran fiesta de la Virgen María es la celebración de su presentación en el Templo de Jerusalén, que se festeja el día 21 de noviembre.

Los textos de la celebración cuentan cómo María de pequeña fue llevada al templo por sus padres a fin de continuar allí su educación con las vírgenes consagradas al servicio del Señor hasta que fuera desposada en matrimonio. La Virgen fue recibida solemnemente por el sacerdote Zacarías, quien más adelante sería el padre de San Juan Bautista. Fue luego conducida al “Santo de los Santos” para ser alimentada allí por los ángeles, y volverse santa y bendita entre todas por Dios, para llegar a ser el santuario y templo vivo del Divino Niño que habría de nacer de ella.

El tema se repite varias veces en esta fiesta: ella entra al Templo para llegar a ser ella misma el templo viviente de Dios.  De esta manera se inaugura el Nuevo Testamento en que se cumplen las profecías antiguas de que “la morada de Dios está con el hombre” y que el ser humano es la única morada posible de la Presencia Divina. (Ez 37: 27, Jn 14: 15-23, Hch 7: 47, II Cor 6: 11, Ef 2: 18-22; I Pe 2: 4, Ap 22: 1-4)

En el oficio de Vísperas, se lee el libro del Éxodo acerca de la edificación del templo, junto con  pasajes del Primer Libro de Reyes y del Profeta Ezequiel. Cada una de estas lecturas finaliza con las mismas palabras: “pues la gloria del Señor ha llenado la morada del Señor Dios Todopoderoso.”

Esta Gloria del Señor  es lo que llena a la Madre de Dios y a todos aquellos que “oyen la palabra de Dios y la guardan”, como proclaman el Evangelio y la Epístola de la Divina Liturgia de la fiesta.

San Gregorio Palamás dice:  Todos los que conocen a Dios sabrán que la Virgen sirvió de lugar a Quien lugar alguno no podía albergar, y todos los que alaben a Dios la alabarán después de Dios.  

Lo que Dios realiza en María de una manera única y perfecta, lo realiza para todos los hombres. Es decir que cada fiel está llamado a ser templo de Dios  guardando su Palabra.

Así, la fiesta de la Presentación de la Madre de Dios en el Templo es la que celebra el fin del Templo de Jerusalén como morada de Dios. Cuando la niña María entra al Templo, la época del Templo llega a su fin, es la primicia del anuncio de la salvación. En este día celebramos, en la persona de la Madre de Cristo Dios, que nosotros también somos templo y morada del Señor.

Vida de Santos

Gran Mártir Catalina

25 de noviembre

Santa Catalina nació en Alejandría en la segunda mitad del tercer siglo. Descendía de una familia de abolengo y se distinguía por su inteligencia, erudición y belleza. Muchos ricos y nobles pretendientes pedían su mano. La madre y los parientes trataban de convencerla para que se case, pero Catalina no se decidía y decía a sus allegados: “Si quieren que me case entonces encuéntrenme alguien quien me igualare en la hermosura y erudición.”

Dios hizo que Catalina conozca a un anacoreta, hombre inteligente y de vida ejemplar. Examinando con Catalina los méritos de sus pretendientes el anacoreta dijo: “Yo conozco al Novio que es superior en todo a ti. No hay nadie igual.” Después él le dio el icono de la Santísima Virgen, prometiendo que Ella ayudaría a Catalina a ver al Singular Novio”. Durante la próxima noche, adormecida Catalina vio a la Theotokos rodeada de ángeles parada delante de ella con el Niño que resplandecía como el Sol. Fueron vanos los esfuerzos de Catalina para ver Su rostro. El se daba vuelta. “No desprecies a Tu creación — pedía la Madre de Dios a Su Hijo — dile lo que tiene que hacer para ver Tu imagen brillante, Tu Rostro.” “Que ella regrese y pregunte al anacoreta” — contestó el Niño.

Este singular sueño asombró a la joven. Ni bien amaneció, ella fue a ver al anacoreta. Se arrodillo a sus pies pidiendo consejo. El anacoreta le explico detalladamente sobre la verdadera fe, sobre el paraíso y la vida en el paraíso de los justos y sobre la perdición de los pecadores. La sabia joven comprendió la superioridad de la fe cristiana sobre la pagana. Creyó en Jesucristo como el Hijo de Dios y se bautizó. Y entonces la luz divina entró en ella y la llenó con una gran alegría.

Cuando Catalina regreso a su casa con su alma renovada, ella rezó durante mucho tiempo agradeciendo a Dios por la Gracia otorgada. Durante la oración se quedó dormida y vio nuevamente a la Madre de Dios. Ahora el Niño Divino la miraba con benevolencia. La Santísima Virgen tomó la mano derecha de la joven y el Niño le puso un maravilloso anillo, diciendo: “No tengas otro novio terrenal” Catalina comprendió que a partir de este momento ella estaba comprometida con el Cristo y se despertó con mayor alegría en su corazón. A partir de este sueño ella cambió completamente. Se hizo humilde, benévola y amable. Empezó a rezar a Dios frecuentemente pidiendo Su Guía y la ayuda. Única meta que la entusiasmaba: era vivir para Cristo.

Poco tiempo después vino a Alejandría Maximiano (años 286-305) codirigente del emperador Diocleciano. El envió mensajeros a las ciudades de Egipto para invitar al pueblo a la fiesta en honor a los dioses paganos. Catalina estaba muy triste porque el emperador, en vez de ayudar a instruir al pueblo, extendía la superstición pagana. Cuando llegó el día de la fiesta ella fue al templo pagano, donde estaban reunidos los sacerdotes paganos, la nobleza y el pueblo y dijo sin miedo al emperador: “¡Emperador, no te da vergüenza orar a los repugnantes ídolos! Conozca al verdadero Dios eterno e infinito. Con Él los reyes reinan y esta el universo. El bajó a la tierra y se hizo hombre para nuestra salvación.”

Maximiano se enojo con Catalina por la falta de respeto hacia la dignidad imperial y ordenó encarcelarla. Después, él ordenó a la gente erudita convencer a Catalina de la autenticidad de la religión pagana. Durante varios días ellos exponían diferentes argumentos en pro de la religión pagana, pero Catalina los vencía con su lógica y sus razonamientos, les demostraba que no tenían razón. Sin embargo, al sufrir la derrota sobre el campo intelectual, Maximiano no dejó su intención de convencer a Catalina. La llamó y trato de seducirla con regalos, promesas de favores y gloria. Pero Catalina no se dejó seducir.

Maximiano tuvo que ausentarse de la ciudad por un corto período. Al otro día Maximiano llamó a Catalina por última vez y le ofreció ser su esposa, prometiendo todos los bienes materiales. Pero Santa Catalina no quiso saber nada. Viendo la inutilidad de todos sus esfuerzos el emperador ordenó matarla y un guerrero la decapitó en el año 304.

Más tarde las Santas Reliquias de la mega mártir Catalina fueron llevadas al monte Sinaí y allí están en el monasterio que lleva su nombre.

Proverbios Bíblicos

    • Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento;  porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. (Prov 3:13-14)
    • Lo principal es la sabiduría; adquiere sabiduría, y con todo lo que obtengas adquiere inteligencia. (Prov 4:7)
    • Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro, y adquirir inteligencia es preferible a la plata. (Prov 16:16)

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Padre Juan R. Méndez ()

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