Domingo anterior a la fiesta de la Exaltación de la Cruz
Himnos de la Liturgia
Tropario de la Resurrección
Tono 6
Los poderes celestiales aparecieron sobretu sepulcro; y los guardias quedaron
como muertos; María se plantó en
el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado
por él; y encontraste a la Virgen
otorgándole la vida. ¡Oh Resucitado
de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!
Condaquio del Natividad de la Madre de Dios
Tono 4
Por tu santo Nacimiento, oh Purísima, Joaquín y Ana fueron librados de la pena de la esterilidad, Adán y Eva, de la corrupción de la muerte, y tu pueblo lo celebra siendo redimido de la culpa de sus transgresiones al exclamar: “La estéril da a luz a la Madre de Dios, la alimentadora de nuestra vida.”Lecturas Bíblicas
Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas (6: 11-18)
Hermanos: Miren con qué letras tan grandes les escribo de mi propio puño. Los que quieren ser bien vistos en lo humano, ésos los fuerzan a circuncidarse, con el único fin de evitar la persecución por la cruz de Cristo. Pues ni siquiera esos mismos que se circuncidan cumplen la ley; sólo desean verlos circuncidados para gloriarse en su carne. En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo! Porque en Cristo Jesús, nada cuenta, ni la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva creación. Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios.
En adelante, nadie me ocasione penas, pues llevo sobre mi cuerpo las señales del Señor Jesús. Hermanos, que la Gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.
Evangelio según San Juan (3: 13-17)
Dijo el Señor: «Nadie ha subido al Cielo, sino Aquél que descendió del Cielo, a saber, el Hijo del hombre que está en el Cielo. Y como Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, así también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquél que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, a fin de que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve.»
Mensaje Pastoral
La señal de la cruz
El día 14 de septiembre, festejamos la Exaltación de la santa Cruz, cuando santa Helena (330 d.C.), la madre del rey Constantino, encontró en Jerusalén el precioso Madero de la Cruz sobre el cual nuestro Señor Jesucristo fue crucificado.
Cualquier persona que entre en un templo ortodoxo advertirá la importancia de la señal de la cruz en nuestro culto. ¿Cuándo nos persignamos y por qué?
Nos persignamos como una acción de gracias y diciendo: «¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!» Nos persignamos cuando comemos; cuando nos despertamos y antes de dormir; cuando salimos de la casa y cuando volvemos; antes y después de estudiar. La señal de la cruz acompaña todo nuestro día y todas nuestras acciones bendiciéndolas, santificándolas y purificándolas. También nos persignamos durante los servicios litúrgicos. En la ceremonia del Matrimonio, hacemos la señal de la cruz con las coronas sobre las cabezas de los novios. La bendición final de la Divina Liturgia es dada con la señal de la cruz y todos los elementos litúrgicos tales como el agua y el vino son bendecidos con esta señal.
En pocas palabras, persignarse es invocar la Gracia divina sobre las personas y los objetos. La señal es aquella luz que precede al trueno de la Gracia divina y a la presencia de su poder.
La señal de la cruz es también un golpe en contra de nuestro hombre viejo y un respiro para el hombre nuevo en Cristo Jesús; nos trae un gran cambio que la gracia divina otorga según se lo pedimos a través de este símbolo de la victoria.
En Cristo, la cruz pasó de ser un instrumento de muerte vergonzosa a símbolo de la victoria de nuestro Señor sobre la muerte: el emblema de nuestra Salvación. A aquellos desorientados que nos acusan de honrar «el arma que mató al Maestro», les aconsejamos que, con obediencia y lealtad, lean bien la fuente de nuestra fe, pues la Tradición de la Iglesia jamás inventa algo nuevo, sino que es como un anciano sabio que renueva siempre su juventud alimentándose por la Verdad evangélica que es «ayer como hoy y para siempre.» (Heb 13:8).
Que lean a san Pablo cuando dice:
«¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo!» (Gal 6:14).
«La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios.» (1Cor 1:18).
«Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos.» (1Cor 1:23).
El mismo Señor advierte: «El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.» (Mt 10:38).
Tengamos confianza en nuestra fe auténtica: nosotros, que veneramos la Cruz de Cristo debidamente, seguimos los pasos de san Pablo y de los Santos de Dios que son los verdaderos testigos del Señor, que sellaron su testimonio, no con falsedades e historias modificables, sino con su sangre imitando al Maestro: el verdadero Dios.
«Ante tu Cruz, oh Señor, nos prosternamos; y tu santa Resurrección glorificamos.»
Nuestra Fe y Tradición
¿Cómo persignarnos?
Para persignarnos o hacer la señal de la cruz debemos juntar los tres primeros dedos de la mano derecha (pulgar, índice y medio). y los otros dos (anular y meñique), se doblan hacia la palma.
Los tres primeros dedos nos demuestran nuestra fe en la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los dos dedos doblados, significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios y se hizo hombre, demostrándonos sus dos naturalezas, la divina y la humana.
Al iniciar la señal de la cruz ponemos los tres dedos juntos en: la frente, para santificar nuestra mente; en la cintura para santificar nuestros sentimientos interiores; al hombre derecho y después al izquierdo, para santificar nuestras fuerzas corporales.
La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto que significa el persignarse.
En caso contrario estamos demostrando: falta de interés y negligencia al hacerlo, de esta manera sólo estamos logrando que los diablos se alegren por nuestra irreverencia, dice san Antonio el Grande.
Nos persignamos al iniciar, durante y al final de una oración; al reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la vivificante Cruz; también hay que hacerlo en los momentos críticos de nuestras vidas, en alegrías y pena, en dolor y congoja; antes y después de las comidas
Vidas de Santos
La Preciosa Cruz
14 de Septiembre
Hoy elevamos en el medio de la iglesia la Preciosa Cruz, recordando la triunfal entrada de la auténtica Santa Cruz a Constantinopla, en manos del emperador Heraclio y la Exaltación Universal de la Santa Cruz que fue realizada a continuación, proclamando al mundo la fe en el poder de Dios, revelado a través de Su Hijo unigénito, desde la sublime Pasión en la Cruz.
La importancia de la conmemoración no se reduce en el recuerdo del hecho histórico, es un acto simbólico que revela principalmente dos cosas: El amor de Dios para con el ser humano, que se reveló en la Cruz, y la respuesta de la gente a este amor que se manifestó con el anhelo del pueblo creyente de ver y venerar la Preciosa Cruz, esta vez rescatada de los saqueadores persas.
Elevamos pues, nosotros también la Preciosa Cruz de nuestro Salvador Cristo y la veneramos con fe y amor, sabiendo que hoy, para los creyentes, la Cruz es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”, mientras para otros no ha dejado de ser “escándalo” y “necedad”, tal como lo fue para los judíos y para los griegos de la época del Apóstol Pablo.
El punto crucial de nuestra vida es tomar o no la decisión de entregarnos a la fe de Cristo. Me entrego a la fe, significa, me libero de la ética superficial de los fariseos y de las necesidades lógicas de los pensadores. Aquellos que no se entregan a la fe, tropiezan siempre frente a la Cruz de Cristo, a veces como los judíos y otras como los griegos. Dicho de otro modo, la Cruz se les presenta a veces como un escándalo y otras como necedad.
Resulta evidente que la calidad de nuestra fe depende de nuestras dependencias internas. Es por eso que la fe que salva, está indisolublemente atada a la renunciación, al espíritu crucificado del sacrificio de todas las pasiones y al sacrificio de los aspectos que nos separan de Cristo.
Frases Bíblicas
- “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.”(Mt. 10,38)
- “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame…” (Mc. 8,34-35)
- En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!(Ga 6,14)