13°Domingo de Mateo

Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida,
se alegraron porque vieron a un joven sentado en el sepulcro que les dijo:
Cristo resucitó; decid a los Apóstoles y a Pedro:
Corran al monte de Galilea, allá donde se les aparecerá a vosotros,
oh amados, tal como antes lo había dicho.
                                                                                                                              Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Condaquio del Nacimiento de la Virgen

 Tono 4

Por tu santo Nacimiento, oh Purísima, Joaquín y
Ana fueron librados de la pena de la esterilidad,
Adán y Eva, de la corrupción de la muerte,
y tu pueblo lo celebra siendo redimido
de la culpa de sus transgresiones al exclamar:
“La estéril da a luz a la Madre de Dios, la alimentadora de nuestra vida.”

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (16: 13-24)

Hermanos: Velen, manténganse firmes en la fe, pórtense virilmente, sean fuertes. Todas sus cosas háganlas con amor.

Les pido otra cosa, hermanos: conocen a la familia de Estéfanas y saben que ellos han sido las primicias de Acaya y que se han dedicado al servicio de los santos; les pido, pues, que ustedes también se pongan a su disposición y a la de todo el que colabore y trabaje en la misma tarea.

Estoy lleno de alegría por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, que han suplido su ausencia. Ellos han dado descanso a mi espíritu y al de ustedes. Sepan apreciar, pues, a tales personas.

Las Iglesias de Asia los saludan. Aquila y Priscila, junto con la Iglesia que se reúne en su casa les envían muchos saludos en el Señor. Los saludan todos los hermanos. Salúdense los unos a los otros con el ósculo santo.

El saludo va de mi mano, Pablo. Si alguno no ama al Señor, ¡sea anatema! ¡Marán athá! ¡Que la gracia del Señor Jesucristo sea con ustedes! Los amo a todos en Cristo Jesús. Amén.

Evangelio según San Mateo (21: 33-42)

Dijo el Señor esta parábola: «Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus servidores a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, a otro lo apedrearon. De nuevo, envió otros siervos en mayor número que los  primeros pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: “A mi hijo lo respetarán.” Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: “Éste es el heredero. Vamos, matémoslo y quedémonos con su herencia.” Y agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le dijeron: «A esos miserables les dará una muerte miserable, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen los frutos a su tiempo.» Y Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?»

Mensaje Pastoral

Libre albedrío entre

la rebeldía humana y la intervención divina

La parábola de los viñadores homicidas formó parte del discurso duro de Jesús después de su Entrada a Jerusalén, discurso en el cual reprendió a los judíos, y en especial a sus prelados, por la dureza de su corazón. Queda obvio que la interpretación directa y correcta de la parábola es aplicada sencillamente a esta misma actitud de los sumos sacerdotes y ancianos que se le acercaron, a los cuales Dios mandó a profetas y enviados suyos en el Antiguo Testamento y no les escucharon y cuando enviaría a su mismo Hijo, lo crucificarían, pero «la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido».

Sin embargo, la analogía de la parábola con el relato bíblico de la creación, nos permite hacer una lectura ontológica de la misma sin alejarnos de la sólida interpretación anterior.

«Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre.» Dios hizo la creación perfecta con mucho cuidado, orden y belleza y le encargó al hombre, su creatura óptima, cuidarla «la arrendó a unos labradores y se ausentó.» Su ausencia no es sino la libertad que Dios otorga amorosamente al hombre para escoger su modo de vivir.

«Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus servidores a los labradores para recibir sus frutos» ¿Qué son los frutos a entregar? Es la gratitud. El hombre en el paraíso vivía un estado eucarístico. Todo lo que disfrutaba lo devolvía a Dios en acción de gracias. La creación formó un gesto del amor de Dios, pero también de la gratitud del hombre: una comunión perpetua. Sin embargo, la misma libertad del hombre le permitió rechazar la presencia de Dios: «Ya no quiero que estés presente. La viña es mía. No quiero la presencia de Dios aquí, está el hombre nada más.» A este estado en el cual el hombre escogió andar las Santas Escrituras llaman «caída». Pero la decisión libre del hombre no anula la voluntad de Dios en que «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad», por lo que Él no cesa de intervenir, para recordar al hombre su Presencia y su amor; intervención por medio de sus profetas, por las religiones diversas y las filosofías sinceras —a pesar de sus desvíos y fallas—, por un icono que me despierta devoción sincera, por una palabra del sermón que me incita a la conversión; todos ellos no dejan de formar mensajerías que Dios utiliza para advertirle al hombre su Presencia.

Si bien la cima de la intervención de Dios es que haya enviado a su Hijo unigénito —o sea, Él mismo llega a la viña—, la cima del uso desviado de la libertad humana es el deseo de «matar a Dios».

Esta rebeldía no se manifestó nada más con los judíos que crucificaron a sabiendas al Mesías. Nietzsche también predicó que «Dios ha muerto»; los emperadores romanos se burlaban de la sangre de los mártires que seguían al Crucificado nazareno. Pero la experiencia viva y maravillosa de la Iglesia es que «la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido». Pues Cristo ha resucitado. Y cada vez que el mundo (lo mundano) rebela contra Dios deseando dejarlo fuera de la viña, el Señor mansamente revela la fuerza de su Resurrección.

En nuestra era la imagen sigue la misma. Quizás el cristiano hoy no enfrenta un ateísmo franco, sino un ateísmo moderno disfrazado más peligroso: sí, Dios existe pero en su cielo lejos de mi viña. Entonces, ¿qué es lo ideal del hombre? El espejo. ¡Derechos humanos! El «Realismo» del hombre actual (caído) —corrupción, superficialismo, materialismo— es el criterio de la vida contemporánea. y en medio de esta escena melancólica de los viñaderos que matan al Hijo, el cristiano se aferra a la convicción alegre de que «la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido».

No tengamos miedo de vigilar esta convicción, predicarla pero sobre todo vivirla. No andemos como si Dios estuviera fuera de nuestra viña: tan está en ella que lo tomamos en gratitud como vino que nos deleita en temor de Dios, fe y amor. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

La Crismación

El Sacramento de la Crismación (Confirmación) se da inmediatamente después del Bautismo; nunca se difiere hasta una edad más tardía. Como el misterio de Cristo fue vivificado por el Espíritu, y la predicación de los Apóstoles fortalecida por el Espíritu, así también la vida de cada cristiano ortodoxo es santificada por el Espíritu Santo. La Crismación, que también se conoce como el Pentecostés personal, es el Sacramento que otorga al Espíritu de una forma especial.

En el Sacramento de la Crismación, el Sacerdote unge varia partes del cuerpo del recién-Bautizado con el Santo Mirron diciendo “El sello del don del Espíritu Santo.” El Santo Mirron, que es bendecido por el Obispo, es una señal de la consagración y la fuerza. Este Sacramento enfatiza las verdades de que no solamente es cada persona un miembro valioso de la Iglesia, sino también que cada uno está bendecido por el Espíritu con ciertos dones y talentos. El Ungimiento también nos hace recordar que nuestros cuerpos tienen valor y participan en el proceso de la salvación.

Los Sacramentos de iniciación siempre concluyen dando la Santa Comunión la recién-bautizado. Idealmente, esto sucede dentro de la celebración de la Divina Liturgia. Esta práctica revela que al Ortodoxia considera que los niños desde su infancia son miembros integrantes de la Iglesia. Nunca jamás hay un tiempo en que los jóvenes no sean una parte del pueblo de Dios.

Vida de Santos

 San Simeón el Estilita

1 de Septiembre

San Simeón nació dentro de los límites de Antioquia de Siria a mediados del siglo cuarto en una familia pobre.

Habiendo decidido ser monje el santo Simeón abandonó la casa paterna y tomó los hábitos en un convento cercano. Allí permaneció cierto tiempo cumpliendo la penitencia, como monje, con el sacrificio de la oración, penitencia y obediencia, para mayor hazaña espiritual se alejó al desierto de Siria. Aquí el santo Simeón inició un nuevo medio de sacrificio el columnismo. Construyendo un poste de unos metros de altura, se ubicó sobre él y con ello se privó de acostarse y descansar. Permanecía parado día y noche, como vela, en posición vertical, casi permanentemente, oraba y pensaba en Dios. Además de una severa abstinencia de alimentos, voluntariamente padecía muchas carencias: lluvias, vientos y fríos. Se alimentaba de trigo mojado y agua que le traía gente bondadosa.

Su hazaña poco común comenzó a conocerse en muchos países, y comenzaron a fluir visitantes desde Arabia, Persia, Armenia, Georgia, Italia, España y Bretaña. Viendo su descomunal fuerza de voluntad, y considerando sus inspiradas prédicas, muchos idólatras se convencían de la verdad de la fe cristiana y eran bautizados.

El emperador Teodosio II, el Menor, (408-450) admiraba a san Simeón y comúnmente seguía sus consejos. Cuando el emperador falleció, su viuda la princesa Eudoquía, fue convertida a una herejía monofisita. Los monofisitas no aceptaban en Cristo dos naturalezas — Divina y humana, sino solo la Divina. El beato Simeón persuadió a la princesa quién volvió a ser cristiana ortodoxa. El nuevo emperador Markián, (450-457) en ropas comunes secretamente visitaba al beato y le pedía consejos. Por consejo del beato Simeón Markián convocó el IV concilio Universal en el 451 donde se condenó la enseñanza herética del monofisismo.

San Simeón vivió más de cien años, falleciendo durante la oración en el año 459. Sus reliquias yacían en Antioquia.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «El que admite en su alma deseos perniciosos, es como el que oculta el fuego entre las pajas
  • Uno preguntó a un anciano: «¿Por qué me desanimo continuamente?». Y respondió: «Porque no has visto todavía la meta».
  • Decían los ancianos: «No hay nada peor que juzgar».

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Padre Juan R. Méndez ()

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