“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra”.
Con la canción de los Ángeles, cantamos este día con alegría recibiendo al Dios encarnado, humilde, pacífico, nacido en la cueva de Belén, haciendo de la cueva cielo y de la virgen un trono querúbico.
Miramos hacia arriba preguntando a las estrellas: ¿Qué está pasando en la tierra donde naciste Señor?
En este día que recibimos al Señor, nos dirigimos a nuestros hijos, en nuestra arquidiócesis, con el amor paternal para felicitarles y desearles lo mejor y pedirles que lleguen a las iglesias a felicitar al Dios nacido y rezarle de todo corazón para regalar su paz al mundo entero, junto con la tranquilidad y el amor.
Rezamos por nuestro México para que haya paz y amor. Oramos por nuestros gobernantes para que Dios les Ilumine y guíe en el camino recto, lo de la verdad, para que exterminen la pobreza de una manera efectiva, que beneficie al pueblo y no lo perjudique.
El pueblo mexicano, como sabemos es un pueblo creyente, pacífico; por eso condenamos lo que está pasando hoy con la delincuencia organizada, las matanzas, y a nuestro gran amigo el señor Presidente de la República, le pedimos a Dios que lo bendiga con su bendición celestial y le otorgue toda la fuerza para levantar al país; porque mucho es lo que está sufriendo nuestro querido México.
Esperemos que podamos un día devolverle al pueblo mexicano la sonrisa, por medio de usted señor presidente.
México fue creado para la vida y no para la muerte; así, pedimos en este día al Dios nacido que nos otorgue esta paz y nos regale la sonrisa que caracteriza a este gran pueblo.
Rezamos para que estos asesinos y destructores del país reaccionen y que vuelva a su memoria el nombre mexicano, el mexicano pacífico, el mexicano alegre.
Quién sabe amar no puede secuestrar, ni puede de matar a su prójimo, ni destruir a su país con sus propios manos; y Dios nos bendiga a todos, y el nacido nos haga nacer de nuevo para amar y luchar por la paz y todos juntos rezamos por la liberación de los dos arzobispos secuestrados Pablo y Juan, oramos por la fuerza de la oscuridad, pidiéndole a Dios que ilumine sus corazones por la luz de Belén para que dichos secuestradores y matones vuelvan a su conciencia y juntos con nosotros y con los ángeles cantamos: ” gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra.”
Les enviamos nuestra bendición apostólica deseándoles a todos ustedes y a cada uno de sus familiares, la alegría de navidad y el amor del Señor . Que el Señor nacido les haga dignos de festejar estos días recibiendo un año nuevo próspero, lleno de paz y amor.
+ Antonio Chedraoui
Arzobispo Metropolitano de México, Venezuela, Centro America y el Caribe