Exaltación de la Santa Honorable y Vivificadora Cruz

14 de Septiembre
 
La  Cruz es guarda de todo el universo.
La Cruz es hermosura de la Iglesia,
fuerza de los cristianos y firmeza de los fieles.
La Cruz es gloria de los ángeles y herida de los demonios. 
                                                                                                         Exapostelario  

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación, alabemos,
oh fieles, y prosternémonos. Porque se complació en ser elevado
en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario Exaltación de la Santa Cruz

 Tono 1

Salva, oh Señor, a tu pueblo y bendice tu heredad;
concede a los fieles la victoria sobre el enemigo
y a los tuyos guarda por el poder de tu Santa Cruz.

Condaquio de la exaltación de la Santa Cruz

Tono 4

Oh Tú que voluntariamente sobre la Cruz fuiste levantado,
ten misericordia del nuevo pueblo llamado por tu Nombre,
alegra con tu poder a los creyentes, oh Cristo Dios,
otorgándoles victoria sobre el enemigo y
que les sea tu auxilio un arma de paz y triunfo invencible.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  (1: 18-24)

Hermanos: La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan —para nosotros— es fuerza de Dios. Porque dice la escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los que creen mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señal y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Santo Evangelio según San Juan (19: 6-20; 25-35)

En aquel tiempo, cuando los  sumos sacerdotes y los ancianos vieron a Jesús gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Les dijo Pilato: «Tómenlo ustedes y crucifíquenlo, porque yo ningún delito encuentro en él.» Los judíos lereplicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios.»Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar al pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio respuesta. Entonces Pilato le dijo:«¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?» Respondió Jesús:«No tendrías contra Mí ningún poder,si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado.» Desde entonces Pilato trataba de liberarlo.Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César.» Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Pilato dijo a los judíos: «He aquí a su Rey.» Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!»Les dijo Pilato: «¿A su Rey voy acrucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el Cesar.» Entonces se lo entregó para que fuese crucificado.Tomaron, pues, a Jesús y lo llevaron,y Él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado “de la Calavera”, que en hebreo se llama Gólgota, y allí lo crucificaron y con Él a otros dos, unoa cada lado, y Jesús en medio.Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: “Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.” Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad, y estaba escrita en hebreo, latín y griego.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a sumadre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dijo a su madre:«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tumadre.» Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado -porque aquel sábado era muy solemne-, rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con Él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad para que también ustedes crean.

Mensaje Pastoral

La señal de la cruz

El día 14 de septiembre, festejamos la Exaltación de la santa Cruz, cuando santa Helena (330 d.C.), la madre del rey Constantino, encontró en Jerusalén el precioso Madero de la Cruz sobre el cual nuestro Señor Jesucristo fue crucificado.

Cualquier persona que entre en un templo ortodoxo advertirá la importancia de la señal de la cruz en nuestro culto. ¿Cuándo nos persignamos y por qué?

Nos persignamos como una acción de gracias y diciendo: «¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!» Nos persignamos cuando comemos; cuando nos despertamos y antes de dormir; cuando salimos de la casa y cuando volvemos; antes y después de estudiar. La señal de la cruz acompaña todo nuestro día y todas nuestras acciones bendiciéndolas, santificándolas y purificándolas. También nos persignamos durante los servicios litúrgicos. En la ceremonia del Matrimonio, hacemos la señal de la cruz con las coronas sobre las cabezas de los novios. La bendición final de la Divina Liturgia es dada con la señal de la cruz y todos los elementos litúrgicos tales como el agua y el vino son bendecidos con esta señal.

En pocas palabras, persignarse es invocar la Gracia divina sobre las personas y los objetos. La señal es aquella luz que precede al trueno de la Gracia divina y a la presencia de su poder.

La señal de la cruz es también un golpe en contra de nuestro hombre viejo y un respiro para el hombre nuevo en Cristo Jesús; nos trae un gran cambio que la gracia divina otorga según se lo pedimos a través de este símbolo de la victoria.

En Cristo, la cruz pasó de ser un instrumento de muerte vergonzosa a símbolo de la victoria de nuestro Señor sobre la muerte: el emblema de nuestra Salvación. A aquellos desorientados que nos acusan de honrar «el arma que mató al Maestro», les aconsejamos que, con obediencia y lealtad, lean bien la fuente de nuestra fe, pues la Tradición de la Iglesia jamás inventa algo nuevo, sino que es como un anciano sabio que renueva siempre su juventud alimentándose por la Verdad evangélica que es «ayer como hoy y para siempre.» (Heb 13:8).

Que lean a san Pablo cuando dice:

«¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado  para  mí,  y  yo  para  el  mundo!»    (Gal 6:14).

«La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios.» (1Cor 1:18).

«Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos.» (1Cor 1:23).

El mismo Señor advierte: «El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.» (Mt 10:38).

Tengamos confianza en nuestra fe auténtica: nosotros, que veneramos la Cruz de Cristo debidamente, seguimos los pasos de san Pablo y de los Santos de Dios que son los verdaderos testigos del Señor, que sellaron su testimonio, no con falsedades e historias modificables, sino con su sangre imitando al Maestro: el verdadero Dios.

«Ante tu Cruz, oh Señor, nos prosternamos; y tu santa Resurrección glorificamos.»

Nuestra Fe y Tradición

¿Cómo persignarnos?

 Para persignarnos o hacer la señal de la cruz debemos juntar los tres primeros dedos de la mano derecha (pulgar, índice y medio). y los otros dos (anular y meñique), se doblan hacia la palma.

Los tres primeros dedos nos demuestran nuestra fe en la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Los dos dedos doblados, significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios y se hizo hombre, demostrándonos sus dos naturalezas, la divina y la humana.

Al iniciar la señal de la cruz ponemos los tres dedos juntos en: la frente, para santificar nuestra mente; en la cintura para santificar nuestros sentimientos interiores; al hombre derecho y después al izquierdo, para santificar nuestras fuerzas corporales.

La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto que significa el persignarse.

En caso contrario estamos demostrando: falta de interés y negligencia al hacerlo, de esta manera sólo estamos logrando que los diablos se alegren por nuestra irreverencia, dice san Antonio el Grande.

Nos persignamos al iniciar, durante y al final de una oración; al reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la vivificante Cruz; también hay que hacerlo en los momentos críticos de nuestras vidas, en alegrías y pena, en dolor y congoja; antes y después de las comidas

Vidas de Santos

La Preciosa Cruz

14 de Septiembre

Hoy elevamos en el medio de la iglesia la Preciosa Cruz, recordando la triunfal entrada de la auténtica Santa Cruz a Constantinopla, en manos del emperador Heraclio y la Exaltación Universal de la Santa Cruz que fue realizada a continuación, proclamando al mundo la fe en el poder de Dios, revelado a través de Su Hijo unigénito, desde la sublime Pasión en la Cruz.

La importancia de la conmemoración no se reduce en el recuerdo del hecho histórico, es un acto simbólico que revela principalmente dos cosas: El amor de Dios para con el ser humano, que se reveló en la Cruz, y la respuesta de la gente a este amor que se manifestó con el anhelo del pueblo creyente de ver y venerar la Preciosa Cruz, esta vez rescatada de los saqueadores persas.

Elevamos pues, nosotros también la Preciosa Cruz de nuestro Salvador Cristo y la veneramos con fe y amor, sabiendo que hoy, para los creyentes, la Cruz es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”, mientras para otros no ha dejado de ser “escándalo” y “necedad”, tal como lo fue para los judíos y para los griegos de la época del Apóstol Pablo.

El punto crucial de nuestra vida es tomar o no la decisión de entregarnos a la fe de Cristo. Me entrego a la fe, significa, me libero de la ética superficial de los fariseos y de las necesidades lógicas de los pensadores. Aquellos que no se entregan a la fe, tropiezan siempre frente a la Cruz de Cristo, a veces como los judíos y otras como los griegos. Dicho de otro modo, la Cruz se les presenta a veces como un escándalo y otras como necedad.

Resulta evidente que la calidad de nuestra fe depende de nuestras dependencias internas. Es por eso que la fe que salva, está indisolublemente atada a la renunciación, al espíritu crucificado del sacrificio de todas las pasiones y al sacrificio de los aspectos que nos separan de Cristo.

Frases Bíblicas

  • “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.”(Mt. 10,38)
  • “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame…” (Mc. 8,34-35)
  • En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!(Ga 6,14)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Padre Juan R. Méndez ()

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