El que ama al Señor se acuerda siempre de Él, y el recuerdo de Dios hace brotar la oración. Si no te acuerdas del Señor, tampoco orarás. Sin la oración, el alma deja el amor de Dios, pues es a través del canal de oración como llega la gracia del Espíritu Santo.
El que pretende llevar una vida de oración sin tener un guía y piensa, en su orgullo, poder instruirse solamente mediante los libros sin dirigirse a un Padre Espiritual, ya ha sucumbido a medias a la ilusión. En cuanto al hombre humilde, el Señor le ayudará.
Dios da la oración al que ora; pero la oración que realizamos únicamente por rutina, sin tener el corazón arrepentido por los propios pecados, no es aceptada por el Señor.
La oración protege al hombre del pecado, porque el que reza piensa en Dios y humildemente está ante Dios, a quien conoce el alma del que reza.
Muchos rezan oralmente y les gusta rezar de acuerdo a los libros y el Señor recibe la oración y los perdona. Pero si alguien reza y piensa en otra cosa, tal oración el Señor no la escucha. Quien reza por costumbre no tiene cambios en el modo de rezar, pero el que reza con devoción tiene muchas variedades de rezo: puede ser la lucha con el enemigo, la lucha consigo mismo, la lucha con las pasiones, la lucha con la gente y en todo hay que ser valiente. A muchos les gusta leer libros buenos, esto está bien. Pero mejor de todo es rezar.
San Siluán del Monte Athos sobre la voluntad de Dios y la libertad:
¿Cómo saber si vives según la voluntad de Dios? — La señal es: Si estás afligido por alguna cosa eso demuestra que no sigues totalmente la voluntad Divina. Quien vive en la voluntad de Dios no se preocupa por nada. Y si necesita algo se entrega a Su voluntad. Si recibe lo necesario o no lo recibe, igualmente se queda tranquilo. El alma entregada a Dios no teme a nada: ni a la tormenta, ni a los ladrones, a nada.
Para todo lo que pasa — ella dice: “es la voluntad de Dios.” Si está enfermo, piensa: “Es señal de que esta enfermedad me es necesaria, de lo contrario Dios no me la hubiese enviado.” Y así se conocerá la paz en el alma y en el cuerpo.
La obra más excelsa es abandonarse a la voluntad de Dios y soportar las pruebas con esperanza. El Señor, viendo nuestras penas, no nos cargará nunca más allá de nuestras fuerzas. Si nuestros sufrimientos nos parecen excesivos, es señal de que no nos hemos abandonado a la voluntad de Dios.
Si hablas o escribes acerca de Dios, reza pidiendo ayuda y sabiduría y Dios te ayudará e iluminará, Y si tienes dudas, haz tres inclinaciones y dí: “Señor Benevolente, mi alma está confusa y tengo miedo de pecar, aclara mi alma Señor.” Y el Señor te ayudará sin duda porque está siempre cerca de nosotros. Pero si dudas no recibirás lo pedido. Así, el Señor le dijo a Pedro: “¡hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mat. 14:31), cuando Pedro empezó a hundirse en el agua. Así pasa con el alma, las dudas la hacen ahogarse en los malos pensamientos.
En cuando a nosotros, debemos rezar a Dios que nos de Su comprensión, y también consultar al padre espiritual, para no cometer errores.
R.P. Jesús Ruíz Munilla Catedral de San Jorge México D.F.