2° Domingo de la Cuaresma
Domingo de San Gregorio Palamás
¡Alégrate, oh orgullo de los Padres, boca de los teólogos, morada de paz interior, casa de sabiduría, cumbre de los maestros y profundidad de la palabra! ¡Alégrate, instrumento de obra, cima de contemplación, y sanador de las enfermedades! ¡Alégrate, oh padre Gregorio, que has sido arca del Espíritu en tu vida y después de la muerte!Tropario de la Resurrección
Tono 2
Cuando descendiste a la muerte, oh Vida inmortal, mataste al Hades con el rayo de tu Divinidad, y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra, todos los poderes celestiales clamaron: ¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!Tropario de San Gregorio Palamás
Tono 8
¡Oh Astro de la Ortodoxia, firmeza de la Iglesia y maestro; hermosura de los ascetas, irrefutable campeón de los teólogos, Gregorio el milagroso, orgullo de Tesalónica y predicador de la Gracia: intercede por la salvación de nuestras almas!Condaquio de la Cuaresma
Tono 8
A ti, María, te cantamos como victoriosa; tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento, pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado. Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza, de los múltiples peligros libéranos. Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (1:10-2:3)
Las Santas Escrituras dicen del Hijo: «Tú, oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos. Ellos perecerán, mas Tú permaneces; todos como un vestido envejecerán; como un manto los enrollarás y serán cambiados. Pero Tú eres el mismo y tus años no tendrán fin.» Y ¿a cuál de los ángeles dijo alguna vez: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies?» Es que, ¿no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?
Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos. Pues si la palabra promulgada por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza, y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos tan gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron.
Evangelio según San Marcos (2:1-12)
En aquel tiempo, Jesús entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra. Y le vinieron a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dijo: «¿Por qué piensan así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico-: “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.» Se levantó y, al instante, tomando la camilla salió a la vista de todos, de modo que todos quedaban asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»
El recuerdo de Dios
Si conserváramos la memoria de Dios en todo tiempo y lugar, por Su Misericordia seríamos purificados, limpios de corazón, pero preferimos olvidarnos de su Amor y su Palabra y alejarnos de Él, sustituyendo sus mandamientos por la ley del pecado. San Gregorio el Sinaita (1255-1346) nos ilustra con estas palabras: “el olvido, en el origen, destruyó el recuerdo de Dios, oscureció los mandatos y mostró la desnudez del hombre”. Optamos por la corrupción, que por lo Incorruptible; por la discordia, la incertidumbre y el placer que por la armonía, la paz y la caridad. Despreciamos la plena libertad que Él nos otorga como verdaderos hijos de Dios por la ilusión de ser libres haciendo lo que nos plazca mejor nuestros instintos y sentidos. Olvidamos que el que peca se hace esclavo del pecado y que los frutos de éste mientras más se paladean más amargos aparecen. Pero el Señor, Compasivo como es, no quiere la muerte del pecador ni que permanezca atado para siempre al pecado, quiere su salvación. Lo único que espera de él es que él también quiera desatarse. Por eso en cuanto vio el lamentable estado en que se encontraba aquel pobre hombre que fue introducido por la abertura del techo y la gran confianza que tenía en Él, rompió de inmediato sus ligaduras interiores y exteriores que lo aprisionaban: Hijo, tus pecados te son perdonados, y purificó su alma; Yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa, y restauró su cuerpo enfermo.
Dios es amor, pero este amor se adquiere por el camino del arrepentimiento, de una inflamada compunción que, limpiando el alma de impurezas hace nacer el amor hacia aquel que hemos ofendido; cuanto más se permanece en esa compunción tanto más se crece en el amor y se obtiene la misericordia divina. La fe en Cristo, es el principio del amor, de la confianza plena y el abandono total a los designios de Aquel en quien se cree. Pero la fe produce también un profundo arrepentimiento y junto con el engendra un creciente temor de Dios, el temor de perder aquel inmenso tesoro encontrado, el temor de ser juzgado indigno de permanecer con Él. Porque sin temor no hay amor a Dios.
Solo la plena certeza de que Dios está con nosotros y nos salva pudo mover la voluntad del paralítico a superar todo obstáculo y soportar toda clase de penalidad. Grande era su imposibilidad para acercarse al Señor, pero más grande era su deseo de lograrlo. Fue con hechos más que con palabras como él se condujo. Por eso sólo esperó estar ante Aquel que todo lo puede, en Él confió y enderezó sus caminos.
El Señor con su Luz ilumina nuestro ser interior poniendo al descubierto todo lo que está oculto en él, que permanece en la oscuridad: soberbia, odio, codicia, violencia, mentira, lujuria y toda perversidad y corrupción que el pecado engendra. ¿Qué hacer? O nos olvidamos del Señor y cautivados por el gusto y la emoción de los placeres y pasiones seguimos nuestro propio camino, o bien manteniendo vivo el recuerdo de Dios en todo tiempo dejamos que nos atraiga y atrape Su Misericordia, y andamos el camino que Él nos preparó.
Con humildad, dejemos que el Señor encienda nuestras lámparas con el fuego de la fe la caridad y el arrepentimiento, para que con un corazón limpio, algún día, contemplemos el esplendor de su gloria.
Rev. Padre Juan Peña Catedral de San Jorge México D.F.
San Gregorio Palamás (+1359)
Creció en una familia cristiana piadosa, en un ambiente culto donde estudió la Retórica, pero desde pequeño anhelaba la vida monástica, así que, al llegar a la edad de 20 años, se marchó con su hermano hacia el monte Athos donde se dedicó a buscar la divina sabiduría con devoción, humildad y austeridad. Su nombre sobresalió entre los monjes, por tanto, unos años más, fue elegido abad de un monasterio en Athos. Extrañando la vida de la soledad, no pudo quedarse en su posición más que un año, así que regresó a su ermita.
Desde su celda el monje Gregorio se enfrentó con una persona, llamada Barlaam, griego-italiano culto que estaba enamorado de la filosofía antigua griega, a tal grado que elevaba a los filósofos a la postura de los apóstoles en el conocimiento de Dios. Afectado por el dualismo de la filosofía griega, Barlaam despreció el cuerpo como obstáculo para el alma. San Gregorio le contestó con la experiencia de la Iglesia “vuestros cuerpos son santuarios del Espíritu Santo”, lo que piden los cristianos no es liberarse del cuerpo, sino de los deseos y pasiones carnales.
Gregorio y Barlaam intercambiaron escritos ofensivos durante tres años, hasta que se reunió el concilio (1341) en Constantinopla, donde se confirmó la recta fe de Gregorio y se condenó la enseñanza de Barlaam.
Gregorio fue elegido metropolita de Tesalónica donde permaneció 12 años durante los que predicó con la palabra de Dios, educó las almas y conservó la recta fe, ni siquiera su enfermedad que concluiría con su muerte, sería un obstáculo serio en su ardua labor. En el transcurso de los últimos días de su vida, exclamaba con frecuencia, “lo celestial es para los celestiales” como si estuviera viendo abiertos los cielos. Su muerte era el bienaventurado final de una vida milagrosa en este mundo, e inicio de una eterna, cerca del divino trono.
Su lucha por la ortodoxia era conocida para todos sus contemporáneos, así como su santidad, sus milagros durante la vida y después de muerte. Todo esto provocó el unánime reconocimiento del pueblo a su santidad la cual fue anunciada no más de 10 años después de su muerte, y determinándose el día de su recuerdo en el segundo domingo de la Cuaresma.
Experiencias ascéticas
Madre Gavrilia (+1992)
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Cuando estaba en India, una vez me encontré con un misionero que me dijo: “Puedes ser una mujer bondadosa pero no buena cristiana.” Le pregunté: “¿Por qué?” “Porque ya tienes mucho tiempo aquí y no hablas más que inglés. ¿Cuántas lenguas locales has aprendido?” Contesté: “En realidad no he tenido tiempo para aprender, corro de un lado a otro, siempre atendiendo a mis pacientes (ella ofrecía gratuitamente terapia de pie) y lo único que sé decir es ¡buenos días! y ¡buenas noches!”. “Entonces no eres una buena cristiana –me recalcó– y mucho menos misionera. Mira a los misioneros católicos y protestantes cuántos dialectos aprenden.” Yo rezaba en mi corazón con mucho fervor: “¡Dios mío, dame una respuesta!” Luego dije: “Ah! Me acordé. Yo uso cinco idiomas.” “De veras. ¿Cuáles?” Contesté confiadamente: “el primero, la sonrisa; el segundo, las lágrimas; el tercero, el tacto; el cuarto, la oración; y el quinto, el amor… con estos cinco idiomas he viajado en todo el mundo.” El hombre, perplejo, empezó a buscar una pluma para apuntar. Eso es cierto: con estas cinco herramientas todo el mundo es tuyo.
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La espiritualidad ortodoxa es conocimiento adquirido más por el sufrimiento que por el estudio.
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No es lo que decimos sino lo que vivimos; no es lo que hacemos sino lo que somos.
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El hombre de hoy reclama su libertad. ¿Por qué? Para que vuelva esclavo de sus propias pasiones.
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Congresos: gente que no puede hacer nada se reúne para concluir que nada se puede hacer.
(Fragmentos tomados del libro, Mother Gavrilia, the Ascetic of Love, Nun Gavrilia, Greece 2000)