El jueves 24 de febrero 2005, con la participación de todos los sacerdotes de la Arquidiócesis y con una impresionante asistencia de la feligresía, su Eminencia, Sayedna Antonio, Arzobispo de la Iglesia Católica, Apostólica, Ortodoxa Antioquena en México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe, presidió la Consagración de la capilla del monasterio de san Antonio el Grande, ubicado en el municipio de Jilotepec, Estado de México.
Las ceremonias de rociar la santa Mesa con agua bendita, lavarla con jabón y azahar, ungirla con el santo Crisma y cubrirla se llevaron a cabo, mientras se recitaban los salmos adecuados.
La procesión alrededor de la Iglesia con las Reliquias que posteriormente serían puestas en la santa Mesa, es un gesto litúrgico que nos recuerda que el mártir es el verdadero altar; durante la procesión se cantaron los troparios de los santos Mártires: “Oh santos Mártires que habéis luchado la buena batalla y habéis recibido vuestras coronas, rogad al Señor que salve nuestras almas.”
El arzobispo Antonio, Sayedna, ungió las bases de la capilla y los nuevos antimensios que llevan su firma con el santo Crisma, mientras los padres rociaban el agua bendita, y una fragancia delicada colmaba de fervor los corazones de los fieles.
A continuación, la divina Liturgia fue precedida por su Eminencia; emocionante fue la concelebración de los padres que vinieron de diferentes partes de la Arquidiócesis: Venezuela, Puerto Rico, Honduras, Mérida, Tijuana, y de la ciudad de México, lo cual expresó la unidad y seriedad de la misión ortodoxa antioquena en este continente; el coro de la Catedral de san Jorge, acompañado por las voces de la feligresía, cantó solemnemente, y la extensa celebración se volvió momentos inolvidables que marcaron la vida de nuestra Arquidiócesis al consagrar esta semilla que, por la Gracia de Dios, dará frutos “al ciento por uno”.