13/02

Febrero13_San_Martiniano_de_PalestinaSan Martiniano se fue a vivir al desierto de Palestina a la edad de dieciocho años. Durante veinticinco años se dedicó a obras ascéticas y al silencio, y se le concedió el don de curación de enfermedades y del exorcismo, sin embargo, enfrentó diversas tentaciones.

Una vez que una mujer libertina apostó con sus amigos a que podría seducir a Martiniano quien tenía fama de virtuoso. Vino a él una noche fingiendo que se había perdido en la tormenta y le pidió refugio. El santo la dejó entrar. Ella se cambió de ropa por otra muy bonita y comenzó a tentar al asceta. Por poco cae en la tentación, pero de repente salio de la celda y sintió el infierno al que se iba a meter, entonces encendió una fogata y la lisaba con los pies descalzos; la mujer salió al escuchar sus gritos y la escena la movió al arrepentimiento; así que pidió al santo que le guiara por el camino de la salvación y él, entonces le pidió que fuera a Belén, a Santa Paula (26 de enero). Allí vivió como una monja durante doce años en el ascetismo riguroso hasta su fin feliz. El nombre de la mujer era Zoe.

El santo, confundida por la tentación que tuvo, decidió ir a vivir a una isla rocosa deshabitada. Ahí  vivió a cielo abierto por muchos años. Se alimentaba de lo que encontraba en la isla a su vez que un marinero amigo suyo le traía alimento y agua cada dos meses.  Como pago a cambio del favor recibido, el monje tejía canastas para él.

Cierto día, una fuerte tormenta destruyó un buque  y una mujer llamada Fotina llegó como sobreviviente a la isla de San Martiniano. San Martiniano le dio auxilio y le enseñó cómo sobrevivir en la isla y le dijo:   “Quédate aquí porque aquí hay  pan y agua. En dos meses, un barco va a venir, entonces te regresas en él.” Y para rehuir la tentación a la que siempre le tuvo miedo, se tiró al mar, como si fuera en las manos de Dios; se acercaron a él unos delfines que lo llevaron a tierra firme. A partir de entonces, San Martiniano llevó la vida de un vagabundo; durante dos años peregrinó a más de 200 ciudades hasta que llegó a Atenas donde durmió en el Señor el año 422.

Sus intercesiones sean por nosotros. Amén.

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Padre Juan R. Méndez ()

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