Santos Mártires Sergio y Baco de Siria

San Sergio y san Baco fueron importantes militares del emperador Maximiano a principios del siglo IV, Maximiano les tenía en gran estima por la valentía militar desempeñada en sus cargos: Sergio como primicerio (jefe-comandante de la escuela de los gentiles) y Baco como secundario. Probablemente debido al alto cargo desempeñado y a la confianza personal con el emperador, se desató una fuerte envidia entre sus subalternos, quienes informaron al Emperador de la fe en Jesucristo de los dos militares.

Maximiano se negó a creerlo y los llamó para preguntárselo personalmente, puesto que el cristianismo era condenado a la tortura y la muerte. Entonces les ordenó a Sergio y a Baco que ofrecieran sacrificios a los ídolos. Ante la declaración de fe cristiana de ambos, el emperador les dio una última oportunidad: si hacían una ofrenda a los ídolos, no sólo serían perdonados sino además serían restituidos en sus cargos otorgándoles más privilegios. Sergio y Baco se negaron respondiéndole que la honra es solo para Dios y a Él únicamente rendirían culto. Maximiano ordenó que los mártires fueran despojados de las insignias de rango militar (sus cinturones, colgantes de oro, y anillos) y, a continuación, fueran disfrazados con ropa femenina. Fueron también exhibidos a través de la ciudad con unas cadenas de hierro alrededor de sus cuellos, para que el pueblo se burlara de ellos.

Cuando llegaron nuevamente al palacio, Maximiano les recriminó afablemente su decisión de permanecer firmes en su fe, tratando de disuadirlos. Pero los santos una vez más refutaron las palabras de Emperador y las creencias en los dioses paganos.

El Emperador ordenó entonces que se los lleven al gobernador de la parte oriental de Siria, Antíoco, quien odiaba implacablemente a los cristianos. Antíoco había recibido su posición con ayuda de Sergio y Baco. Cuando los vio les dijo: “Mis padres y benefactores, tengan piedad de ustedes y también de mí. No quiero condenarlos a tratos penosos y a crueles torturas.” Los santos mártires respondieron con las palabras del Apóstol: “Para nosotros la vida es Cristo y el morir es ganancia.” Eso enfureció al gobernador y ordenó que golpearan a Baco sin piedad hasta la muerte, y que Sergio corriera 18 millas con calzado de hierro que tenía clavos en su interior, los que atravesaron los pies al santo, fue enviado a otra ciudad donde fue decapitado con la espada (año 303).

Posteriormente fueron construidas iglesias en su memoria en Constantinopla, Acre y Roma.

Tropario tono 4, del común de Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo y Glorioso Apóstol Tomás

Era uno de los doce discípulos del Señor perteneciente a una familia de pescadores. Luego de la resurrección de Cristo, y en su primera aparición a los discípulos Tomas no estuvo presente y desconfiaba de que fuera verdad esta aparición; en el Evangelio de San Juan dice: “Tomás, uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Le dijeron después los otros discípulos: «Hemos visto al Señor.» Mas él les respondió: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el agujero de los clavos, y mi mano en la llaga de su costado, no lo creeré.» Ocho días después, estaban otra vez los discípulos reunidos y Tomás con ellos; vino Jesús estando cerradas las puertas, y se puso  en medio y dijo: «¡La paz sea con ustedes!» Luego dijo a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y examina mis manos, luego trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente.» Tomás exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús
replicó: «Porque me has visto has creído. Bienaventurados aquellos que sin haberme visto han creído.”(Juan 20:24-29).

La tradición nos dice que Santo Tomás luego de la iluminación del Espíritu Santo fue a Persia e India, a enseñar el Evangelio, en esta última zona fue martirizado con unas lanzas. Parte de sus reliquias fueron trasladadas luego a Edesa en Siria.

Tropario tono 3 del común de los santos Apóstoles

Oh santo apóstol Tomás, * intercede ante Dios misericordioso, * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

 

Virgen Mártir Caritina de Amisus

Santa Mártir Caritina de Roma quedo huérfana a muy corta edad y fue criada como hija por un piadoso cristiano llamado Claudio. De joven era rica en virtudes de humildad y obediencia. Habiendo estudiado la Ley de Dios y prometido vivir su vida como novia pura del Señor Jesús, hablaba a los demás de su amor por Cristo, y por ello muchos abrazaron el camino de la salvación.

Durante el tiempo de la persecución bajo el emperador Diocleciano (284-305), fue llevada a juicio por su influencia sobre la gente. Con gran valentía defendió su fe ante las acusaciones del juez, por lo que la condenó a la tortura. Una y otra vez fue salvada por el Señor de la crueldad de los soldados. Por último, el juez envió algunos hombres jóvenes para que la violaran. Caritina rogó a Dios que protegiera su virginidad. Mientras oraba, su alma dejó su cuerpo y murió en gloriosa pureza en el año 304.

El antiguo nombre griego de Jaritini o Caritina significa “gracia” o “bondad”.

Tropario, Tono 4

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Caritina, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Hieromartir Hieroteo, obispo de Atenas

San Hieroteo era amigo de san Dionisio el Areopagita, y recibió la fe cristiana del Apóstol Pablo. El Apóstol luego lo hizo obispo de Atenas, y él a su vez instruyó en los más profundos misterios a san Dionisio.

Al ocurrir la Dormición de la Madre de Dios, también fue trasladado de manera milagrosa a Jerusalén y participó en su funeral. Con sus himnos, trajo profundo gozo a muchos y mostró estar grandemente inspirado por Dios.  El mismo san Dionisio en su obra “De los nombres divinos” (3:2) escribe al referirse a san Hieroteo: “Estaba completamente transportado, completamente fuera de sí mismo y estaba tan absorto en la comunión con las cosas sagradas que celebraba en la himnología, que a todos los que lo escucharon y lo vieron y lo conocieron, y aun a los que no lo conocieron, les parecía que Dios mismo lo revelaba como un himnógrafo divino”.

Trabajó incansablemente por el Evangelio, trajo a muchos paganos a la verdad, gobernó bien a su rebaño, y finalmente terminó siendo un mártir por Cristo, quien le dio una doble corona: de jerarca, y de mártir.

Tropario, tono 4

Has aprendido la bondad * y conservado la sobriedad; * revestido de la buena conciencia debidamente, * has recibido de Pablo, vaso electo, lo indescriptible, * conservando la fe * y concluyendo, como él, la carrera. * Hieróteo, obispo mártir, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Hieromártir Dionicio Aeropagita, obispo de Atenas

Dionisio es contado entre los otros Setenta apóstoles (cfr. San Lucas 10:1-12). Este maravilloso hombre era de una noble familia pagana en Atenas. Terminando su educación en aquel lugar, se marchó a Egipto para aprender más. Estando él allí el día que el Señor Jesucristo expiró en la Cruz, el sol se oscureció en Egipto por tres horas. Entonces Dionisio exclamó: «O bien está sufriendo Dios, el Creador del mundo, o se está acabando el mundo».

Al regresar a Atenas, se casó con una mujer llamada Damaris y tuvo hijos con ella. Era miembro de la más alta corte en Grecia, llamada el Areópago, y desde entonces fue siempre conocido como el Areopagita. Cuando el apóstol Pablo predicó el Evangelio en Atenas, Dionisio fue bautizado con toda su casa (cfr. Hechos 17:34). Pablo lo consagró obispo de Atenas, muy probablemente como sucesor de san Hieroteo a quien él mismo llama su amigo y maestro después de Pablo. Viajó extensamente con Pablo, llegando a conocer a todos los otros Apóstoles. Especialmente fue a Jerusalén para conocer a la Santísima Madre de Dios, y escribió acerca de este encuentro en una de sus obras; además, estuvo según la tradición junto a san Hieroteo en el entierro de la Purísima Virgen, junto a los otros Apóstoles.

Sufrió en tiempos de Domiciano, en el año 96 d. C. Escribió varias obras famosas: «De los nombres divinos»; «De las jerarquías celestiales»; «De las jerarquías eclesiásticas»; «De la teología mística»; y «De la Madre de Dios».

Tropario, tono 4

Has aprendido la bondad * y conservado la sobriedad; * revestido de la buena conciencia debidamente, * has recibido de Pablo, vaso electo, lo indescriptible, * conservando la fe * y concluyendo, como él, la carrera. * Dionisio, obispo mártir, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Hieromártir Cipriano y la Justa Mártir Justina

San Cipriano era pagano y oriundo de Antioquía. Desde su más temprana infancia, sus padres, descarriados, lo consagraron al servicio de los dioses paganos. Desde los siete años hasta los treinta, Cipriano estudió en los principales centros del paganismo: en el monte Olimpo, en las ciudades de Argos y Tauropolis, en la ciudad egipcia de Menfis y en Babilonia. Una vez que alcanzó una eminente sabiduría en la filosofía pagana y en el arte de la hechicería, fue iniciado en el sacerdocio pagano en el monte Olimpo. Habiendo descubierto un gran poder al invocar espíritus inmundos, contempló al propio Príncipe de las Tinieblas, hablando con él y recibiendo de él una multitud de demonios para que lo sirvieran.

Después de regresar a Antioquía, Cipriano fue venerado por los paganos como un destacado sacerdote pagano, asombrando a la gente con su habilidad para lanzar hechizos, invocar pestes y plagas y conjurar a los muertos. Llevó a muchas personas a la ruina, enseñándoles a servir a los demonios y a lanzar hechizos mágicos.

Por aquel mismo tiempo, vivía en Antioquía una piadosa joven llamada Justina quien después de haber apartado a su padre y a su madre del error del paganismo y de haberlos llevado a la fe en Cristo, se dedicó al Esposo Celestial y pasó su tiempo en ayuno y oración. Cuando el joven Aglaidas le propuso matrimonio, la santa se negó, pues deseaba permanecer virgen. Aglaidas buscó la ayuda de Cipriano, quien dijo que se encargaría de que el corazón de Justina se llenara de lujuria por el joven. Por más que Cipriano intentó, por medio de conjuros y hechizos y enviándole un espíritu inmundo, no logró nada, ya que la santa venció todas las artimañas del diablo mediante la oración y el ayuno.

Cipriano, en su ira, envió pestilencia y plagas sobre la familia de Justina y sobre toda la ciudad, pero esto fue frustrado por la oración de la joven. Se difundieron rumores de que la ciudad estaba siendo castigada porque Justina no se casaría con Aglaias. Varias personas fueron a verla y le exigieron que se casara para que Cipriano no los castigara con más aflicciones. Justina los calmó y les aseguró que pronto terminarían las desgracias que Cipriano causó con la ayuda de los demonios. Santa Justina oró a Dios, el poder de los demonios fue destruido y todos fueron sanados de sus enfermedades y aflicciones.

La gente comenzó a alabar a Cristo y a burlarse de Cipriano y su brujería. Convencido de que el diablo era impotente ante la Señal de la Cruz y temblando ante el nombre de Cristo, Cipriano recobró el sentido y se dio cuenta de que se había corrompido al convertirse en brujo y participar en toda clase de maldades, Ya era partícipe de la porción de los demonios y, si hubiera muerto en ese momento, habría sido arrojado a las profundidades del Infierno. Sin embargo, el Señor, en Su infinita compasión, lo salvó del abismo.

Cipriano vio que el diablo al que servía tenía miedo de Cristo. El Maligno admitió que no pudo conquistar a la doncella porque temía “cierta señal” que se manifestaba en ella. “Si te asustas incluso con la simple sombra de la Cruz y si el solo nombre de Cristo te hace temblar”, dijo Cipriano, “entonces ¿qué harás cuando Cristo mismo esté ante ti?” El diablo se abalanzó sobre el sacerdote pagano e intentó golpearlo y estrangularlo. Por primera vez, Cipriano puso a prueba el poder de la Señal de la Cruz y el nombre de Cristo, protegiéndose de la furia del Enemigo. Después, fue al obispo local Anthimos en profundo arrepentimiento y arrojó todos sus libros a las llamas. Al día siguiente, entró en la iglesia y no quería salir de ella, a pesar de que aún no había sido bautizado.

Por sus esfuerzos por seguir la rectitud, Cipriano comprendió el gran poder de la fe en Cristo, compensando más de treinta años de servicio a Satanás. Siete días después de su bautismo fue tonsurado como lector, el duodécimo día, subdiácono, el trigésimo, diácono. Después de un año, fue ordenado sacerdote. Poco después de esto, San Cipriano fue elevado al rango de obispo.

San Cipriano convirtió a tantos paganos a Cristo que en su diócesis no quedó nadie que ofreciera sacrificios a los ídolos y los templos paganos cayeron en desuso. Santa Justina se retiró a un monasterio y fue elegida superiora.

Durante la persecución contra los cristianos bajo el emperador Diocleciano, el obispo Cipriano y santa Justina fueron arrestados y llevados a Nicomedia, donde después de horribles torturas fueron decapitados a espada.

Después de ver los tormentos de santa Justina, un soldado llamado Teoctisto cayó a los pies de Cipriano y se declaró cristiano, y fue decapitado con ellos.

El hieromártir Cipriano, la virgen mártir Justina y el mártir Teoctisto sufrieron por Cristo en Nicomedia en el año 304.

Tropario tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Cipriano, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Tropario tono 4, del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Justina, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Apóstol Ananías de los Setenta; Romano el Melodista

El Santo Apóstol Ananías de los Setenta, fue el primer obispo de Damasco. El Señor le ordenó que devolviera la vista a Saulo, el antiguo perseguidor de los cristianos, y luego lo bautizara (Hechos 9:10-19, 22:12). Saulo se convirtió en el gran predicador y apóstol Pablo.

San Ananías confesó valiente y abiertamente el cristianismo ante los judíos y los paganos, a pesar del peligro.

Desde Damasco fue a predicar a Eleuterópolis, donde curó a muchos de sus enfermos. Luciano, el prefecto de la ciudad, intentó persuadir al santo para que ofreciera sacrificios a los ídolos. Debido a la firme y sólida confesión de Cristo de Ananías, Luciano ordenó que lo torturaran. Los duros tormentos no influyeron en el testimonio de la Verdad. Luego los torturadores lo llevaron fuera de la ciudad, donde lo apedrearon. El santo oró por quienes lo condenaron a muerte. Sus reliquias fueron trasladadas más tarde a Constantinopla.

Tropario tono 3, del común de los Apóstoles

Oh santo apóstol Ananías, * intercede ante Dios misericordioso, * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

San Romano el Melodista

Nacido en el poblado sirio de Emesa, sirvió como sacristán primero en Beirut y luego en la iglesia catedral de Constantinopla, en tiempos del patriarca Eufemio (490-496 d. C.) Analfabeta y sin entrenamiento musical, era despreciado por ciertos clérigos educados. San Romano oró con lágrimas a la Madre de Dios, y esta se le apareció en un sueño; entregándole un pedazo de papel, le ordenó que se lo comiera. El día siguiente era día de Navidad, y Romano, subiendo al ambón, entonó con voz angelical el himno «Hoy la Virgen» [hoy en día es el condaquio de la fiesta]. Todos se maravillaron por el contenido del himno y por la voz del cantor.

Recibiendo así de la Madre de Dios el don poético, Romano compuso más de mil condaquios. Entró a su descanso siendo diácono de la Gran Iglesia de Constantinopla [Hagia Sophia] y se unió al coro de los ángeles en el 510 d. C.

Tropario tono 4

Oh santa trompeta solemne afinada en Dios, * cuyas melodías celestes han regocijado la Iglesia de Cristo: * el fulgor de la Virgen, * al haberte inspirado, * te ha mostrado al mundo * cual himnógrafo digno. * Así que te honramos con afecto, * oh justo Romano.

Colocación del venerable cinturón de la Madre de Dios; Hieromártir Cipriano de Cartago

La colocación del venerable cinturón de la Santísima Theotokos en una iglesia del distrito Chalcoprateia de Constantinopla tuvo lugar durante el reinado del emperador Teodosio el Joven. Antes de esto, la santa reliquia, confiada al apóstol Tomás por la misma Madre de Dios, fue guardada por cristianos piadosos en Jerusalén después de Su Dormición. Durante el reinado del emperador León el Sabio (886-911), su esposa Zoe fue afligida por un espíritu inmundo y él oró para que Dios la sanara.

La emperatriz tuvo una visión de que sería curada de su enfermedad si le colocaban el cinturón de la Madre de Dios. Luego, el emperador pidió al Patriarca que abriera el cofre. El Patriarca quitó el sello y abrió el cofre en el que se guardaba la reliquia, y el Cinturón de la Madre de Dios apareció completamente íntegro y sin daños por el tiempo. El Patriarca colocó el Cinturón a la emperatriz enferma, e inmediatamente ésta fue liberada de su enfermedad. Cantaron himnos de acción de gracias a la Santísima Theotokos, luego volvieron a colocar el venerable Cinturón en el cofre y lo volvieron a cerrar.

En conmemoración del milagroso acontecimiento y de la doble Colocación del Venerable Cinturón, se estableció esta Fiesta de la Colocación del Venerable Cinturón de la Santísima Theotokos.

Tropario, tono 8

Madre de Dios, Siempre Virgen y refugio de la humanidad, * has otorgado a tu ciudad el vestido y el cinturón de tu cuerpo inmaculado como abrigo seguro, * que, por tu parto sin simiente, permanecieron incorruptibles, * porque en ti la naturaleza y el tiempo se renuevan. * Te suplicamos que otorgues la paz al mundo * y, a nuestras almas, la gran misericordia.

 

Hieromártir Cipriano de Cartago

 

El Hieromártir Cipriano, obispo de Cartago, nació hacia el año 200 en la ciudad de Cartago (Norte de África), donde desarrolló toda su vida y obra. Tascio Cipriano era hijo de un rico senador pagano y recibió una excelente educación secular convirtiéndose en un espléndido orador y profesor de retórica y filosofía en la escuela de Cartago. A menudo comparecía ante los tribunales para defender a sus conciudadanos.

Conoció los escritos del apologista Tertuliano y se convenció de la verdad del cristianismo. Fue ayudado por su amigo y guía, el presbítero Cecilio, quien le aseguró el poder de la gracia de Dios. A los 46 años, el pagano estudioso fue recibido en la comunidad cristiana como catecúmeno. Antes de aceptar el bautismo, distribuyó sus bienes entre los pobres y se instaló en la casa del presbítero Cecilio.

Dos años después de su bautismo, el santo fue ordenado sacerdote. Cuando murió el obispo Donato de Cartago, san Cipriano fue elegido obispo por unanimidad. Dio su consentimiento, habiendo cumplido la petición de su guía, y fue consagrado obispo de Cartago en el año 248.

El santo se preocupó ante todo por el bienestar de la Iglesia y la erradicación de los vicios entre el clero y el rebaño. La vida santa de este gran pastor, suscitó en todos, el deseo de imitar su piedad, humildad y sabiduría; y su fructífera actividad se conoció más allá de los límites de su diócesis. Los obispos de otras sedes acudían a menudo a él en busca de consejo sobre cómo abordar diversos asuntos.

Una persecución del emperador Decio (249-251), revelada al santo en una visión, le obligó a esconderse. Su vida era necesaria para su rebaño para el fortalecimiento de la fe y el coraje entre los perseguidos. Antes de abandonar su diócesis, el santo distribuyó los fondos de la iglesia entre todo el clero para ayudar a los necesitados y además envió otros fondos. Se mantuvo en constante contacto con los cristianos cartagineses a través de sus epístolas y escribió cartas a presbíteros, confesores y mártires.

Tiempo después volvió a Cartago, pero pronto se extendió una nueva persecución contra los cristianos bajo el emperador Valeriano (253-259), el procónsul cartaginés Paterno ordenó al santo ofrecer sacrificios a los ídolos. Él se negó rotundamente a hacer esto. También se negó a dar los nombres y direcciones de los presbíteros de la iglesia de Cartago. Enviaron al santo a la ciudad de Curubis, y el diácono Ponto siguió voluntariamente a su obispo al exilio.

En el juicio, san Cipriano se negó con calma y firmeza a ofrecer sacrificios a los ídolos y fue condenado a ser decapitado con una espada. Al escuchar la sentencia, san Cipriano dijo: “¡Gracias a Dios!” Todo el pueblo gritó a una voz: “¡Seamos decapitados también nosotros con él!”.

San Cipriano fue ejecutado en el año 258. El cuerpo del santo fue llevado por la noche y enterrado en una cripta privada del procurador Macrobio Candidiano.

San Cipriano de Cartago dejó a la Iglesia un legado precioso: sus escritos y 80 cartas. Las obras de San Cipriano fueron aceptadas por la Iglesia como modelo de confesión ortodoxa y leídas en dos Concilios Ecuménicos (Éfeso y Calcedonia).

Tropario, tono 4

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Cipriano, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Santos Alejandro, Juan y Pablo el Nuevo, Patriarcas de Constantinopla

Los santos Alejandro, Juan y Pablo, patriarcas de Constantinopla, vivieron en diferentes épocas, pero cada uno de ellos chocó con las actividades de los herejes que buscaban distorsionar las enseñanzas de la Iglesia.

San Alejandro (325-340) fue obispo vicario durante la época de San Metrófanes (4 de junio), primer Patriarca de Constantinopla.

Debido a la extrema edad del patriarca, Alejandro lo sustituyó en el Primer Concilio Ecuménico en Nicea (325). A su muerte, San Metrófanes dejó instrucciones en su testamento para elegir a su vicario al trono de Constantinopla. Durante estos tiempos, el Patriarca Alejandro tuvo que enfrentarse a los arrianos y a los paganos. Una vez, en una disputa con un filósofo pagano, el santo le dijo: “¡En el nombre de nuestro Señor Jesucristo te ordeno que calles!” y el pagano de repente quedó mudo. Cuando hacía gestos para reconocer sus errores y afirmar la corrección de la enseñanza cristiana, entonces recuperaba el habla y creyó en Cristo junto con muchos otros filósofos paganos. Los fieles se regocijaron por esto, glorificando a Dios que había dado tal poder a su santo.

San Alejandro, después de haber trabajado mucho, murió en el año 340 a la edad de 98 años. San Gregorio el Teólogo (25 de enero) lo mencionó posteriormente en un elogio al pueblo de Constantinopla.

San Juan IV “el Ayunador”, Patriarca de Constantinopla (582-595), es famoso en la Iglesia Ortodoxa como el compilador de un Nomokanon penitencial (es decir, regla para las penitencias), que ha llegado hasta nosotros en varias versiones distintas, pero su fundamento es una y las mismas. Estas son instrucciones para los sacerdotes sobre cómo escuchar la confesión de los pecados en secreto, ya sea que estos pecados hayan sido cometidos o sean simplemente pecados de intención.

Las reglas de la Iglesia antigua abordan la forma y duración de las penitencias públicas que se establecían para los pecadores obvios y manifiestos. Pero era necesario adaptar estas reglas a la confesión secreta de cosas que no eran evidentes. San Juan Ayunador promulgó su Nomokanon penitencial (o “Canonaria”), para que la confesión de los pecados secretos, desconocidos para el mundo, dieran testimonio de la buena disposición del pecador y de su conciencia al reconciliarse con Dios, y así el Santo redujo las penitencias de los antiguos Padres a la mitad o más.

Por otra parte, fijó más exactamente el carácter de las penitencias: ayuno severo, realización diaria de un número determinado de postraciones en el suelo, distribución de limosnas, etc. La duración de la penitencia la determina el sacerdote. El objetivo principal del Nomocanon compilado por el santo Patriarca consiste en asignar las penitencias, no simplemente según la gravedad de los pecados, sino según el grado de arrepentimiento y el estado espiritual de la persona que los confiesa.

San Juan también se conmemora el 2 de septiembre.

San Pablo “el Nuevo, chipriota de nacimiento, se convirtió en Patriarca de Constantinopla (780-784) durante el reinado del emperador iconoclasta León IV el Jázaro (775-780), y era un hombre virtuoso y piadoso, pero tímido. Al ver el martirio que sufrieron los ortodoxos por los santos iconos, el santo ocultó su ortodoxia y se asoció con los iconoclastas.

Después de la muerte del emperador León, quiso restaurar la veneración de los iconos, pero no pudo lograrlo, ya que los iconoclastas todavía eran bastante poderosos. El santo se dio cuenta de que no estaba en su poder guiar al rebaño, por lo que abandonó el trono patriarcal y se dirigió en secreto al monasterio de San Floro, de donde tomó el esquema.

Se arrepintió de su silencio y asociación con los iconoclastas y habló de la necesidad de convocar el Séptimo Concilio Ecuménico para condenar la herejía iconoclasta. Siguiendo su consejo, san Tarasio (25 de febrero) fue elegido para el trono patriarcal. En aquella época era un destacado consejero imperial. El santo murió como monje esquemático en el año 804.

Tropario, tono 1

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

Martirio del Glorioso Profeta y Precursor Juan el Bautista

Los evangelistas Mateo (Mt.14:1-12) y Marcos (Marcos 6:14-29) brindan relatos sobre el martirio de Juan Bautista.

Después del Bautismo del Señor, San Juan Bautista fue encerrado en prisión por Herodes Antipas, el tetrarca y gobernador de Galilea. El profeta de Dios Juan denunció abiertamente a Herodes por haber abandonado a su legítima esposa, la hija del rey árabe Aretas, y haber convivido con Herodías, la esposa de su hermano Felipe (Lucas 3:19-20). El día de su cumpleaños, Herodes hizo una fiesta para los dignatarios, los ancianos y mil ciudadanos principales. Salomé, la hija de Herodes, bailó ante los invitados y cautivó a Herodes. En agradecimiento a la niña, juró darle todo lo que ella le pidiera, hasta la mitad de su reino.

La vil muchacha, siguiendo el consejo de su malvada madre Herodías, pidió que le dieran en una bandeja la cabeza de Juan Bautista. Herodes se volvió aprensivo, porque temía la ira de Dios por el asesinato de un profeta, a quien antes había escuchado. También temía al pueblo que amaba al santo Precursor. Pero a causa de los invitados y de su juramento descuidado, dio orden de cortar la cabeza a san Juan y entregársela a Salomé.

Salomé tomó la fuente con la cabeza de San Juan y se la dio a su madre. L frenético Herodías apuñaló repetidamente la lengua del profeta con una aguja y enterró su santa cabeza en un lugar inmundo. Pero la piadosa Juana, esposa de Cuza, mayordomo de Herodes, enterró la cabeza de Juan el Bautista en una vasija de barro en el Monte de los Olivos, donde Herodes tenía una parcela de tierra. El santo cuerpo de Juan Bautista fue tomado esa noche por sus discípulos y sepultado en Sebastia, allí donde se había cometido el acto malvado.

El juicio de Dios cayó sobre Herodes, Herodías y Salomé, incluso durante su vida terrenal. Salomé, al cruzar el río Sikoris en invierno, cayó a través del hielo. El hielo cedió de tal manera que su cuerpo quedó en el agua, pero su cabeza quedó atrapada sobre el hielo. Era similar a cómo bailaba una vez con los pies en el suelo, pero ahora se agitaba impotente en el agua helada. Así quedó atrapada hasta el momento en que el hielo afilado le atravesó el cuello.

Su cadáver no fue encontrado, pero llevaron la cabeza a Herodes y Herodías, como una vez les habían traído la cabeza de San Juan Bautista. El rey árabe Aretas, en venganza por la falta de respeto mostrado a su hija, hizo la guerra a Herodes. El derrotado Herodes sufrió la ira del emperador romano Cayo Caligula (37-41) y fue exiliado con Herodías primero a la Galia y luego a España.

La Decapitación de San Juan Bautista, fiesta establecida por la Iglesia, es también un estricto día de ayuno debido al dolor de los cristianos por la muerte violenta del santo. En algunas culturas ortodoxas, las personas piadosas no comen alimentos en un plato plano, ni usan un cuchillo ni comen alimentos de forma redonda en este día.

Tropario, tono 2

La memoria del justo es con alabanzas, * pero a ti, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor; * porque te volviste verdaderamente el más honrado de los profetas * al ser digno de bautizar en el Jordán al que fue anunciado; * y así como defendiste la verdad, con alegría * anunciaste, hasta a los que estaban en el Hades, * a Dios que se ha revelado en el cuerpo, * que quita el pecado del mundo y nos otorga la gran misericordia.

 

 

Compartir
Compartir