Hieromártir Doroteo de Tiro

El mártir san Doroteo, era un sacerdote de Tiro y obispo de esa diócesis. Durante el reinado de Diocleciano, tras haber sufrido toda suerte de penurias por la causa de la fe en su ciudad natal, fue por fin desterrado. Un alivio en el rigor de la persecución le permitió regresar al seno de su rebaño y asistir al Concilio de Nicea, en 325. Pero en cuanto Juliano el Apóstata ocupó el trono, se reanudó la persecución y entonces Doroteo huyó de nuevo para refugiarse en Odissópolis, en la Tracia. Sin embargo, hasta ahí le acosaron sus perseguidores, que le descubrieron, le aprehendieron y le apalearon tan brutalmente, que murió a consecuencia de los golpes. Se dice que, por entonces, tenía 107 años.

Tropario tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Doroteo, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Metrófanes, Primer Patriarca de Constantinopla/ Santas Marta y María, hermanas de Lázaro.

San Metrófanes, era obispo de Bizancio en los días del emperador Constantino; probablemente fue el primer obispo en aquella ciudad, que antes se hallaba comprendida en la diócesis de Heraclea. Gozó de gran reputación de santidad entre los cristianos de oriente, quienes construyeron una iglesia en su honor, poco después de la muerte de Constantino; iglesia ésta que reconstruyó Justiniano en el siglo sexto, cuando ya estaba en ruinas.

Metrófanes era el hijo de Domecio, hermano del emperador Probo. Aquel se convirtió al cristianismo y se fue a vivir a Bizancio, donde cultivó una profunda amistad con el obispo Tito. Este le confirió las órdenes y, al morir, invistió a Domicio con la dignidad episcopal. El obispado pasó a manos de los dos hijos de éste último: Probo, quien ocupó la sede durante quince años y, luego, Metrófanes. La vida de santidad del obispo fue, al parecer, uno de los factores que indujeron a Constantino a elegir la ciudad de Bizancio como su capital; el otro factor fue la inmejorable situación de la ciudad.

La avanzada edad de Metrófanes le impidieron asistir al Concilio de Nicea, pero envió a su presbítero Alejandro para representarle. Al regreso del emperador y los clérigos que habían asistido al Concilio, el obispo Metrófanes anunció a todos, como si hiciera una profecía, que el presbítero Alejandro sería un sucesor y que era su deseo que Pablo, un jovencito, lector del obispo, sucediera a Alejandro. Pocos días más tarde, murió.

Tropario, tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Metrófanes, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Santas Marta y María, hermanas de Lázaro

 

En el Evangelio según san Lucas, Jesús visita la casa de dos hermanas llamadas Marta y María. Marta, estaba “afanada en muchas cosas” mientras que María había elegido “la mejor parte,” la de escuchar el discurso del maestro. Para María sentarse a los pies de Jesús, y para él para que le permita hacerlo, era algo controversial, María tomó “el lugar de un discípulo sentado a los pies del maestro. Era raro que una mujer en el judaísmo del primer siglo fuera aceptada por un maestro como discípulo”.

En el Evangelio según san Juan, María aparece en el marco de dos incidentes: la resurrección de su hermano Lázaro y la unción de Jesús.  La identificación de que se trata de la misma María en ambos incidentes se da explícitamente por el autor: “Ahora un hombre llamado Lázaro estaba enfermo, que era de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. Esta María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. La mención de su hermana Marta sugiere una conexión con la mujer mencionada en Lucas.

En el relato de la resurrección de Lázaro, Jesús se reúne con las hermanas por separado: Marta seguida de María. Marta va inmediatamente al encuentro de Jesús a su llegada, mientras que María espera hasta que es llamada.

Una narración en la que María de Betania tiene un papel central es la unción de Jesús , un evento reportado por los evangelios sinópticos y el Evangelio de Juan en la que una mujer vierte todo el contenido de un frasco de alabastro de muy caro perfume sobre la cabeza o los pies de Jesús. Sólo en el relato de Juan la mujer es identificada como María, con la referencia anterior en Juan 11:1-2 el establecimiento de ella como la hermana de Marta y Lázaro.

El nombre de la mujer no se da en los Evangelios de Mateo y Marcos , pero el caso es lo mismo colocar en Betania, en concreto en la casa de un Simón el leproso, un hombre cuya importancia no se explica en otra parte de los evangelios. En los relatos de Mateo y Marcos se añade estas palabras de reconocimiento de Jesús: “Yo te digo, dondequiera que se predique este evangelio en todo el mundo, se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria de ella”.

Tropario, tono 5

Las divinas hermanas del justo Lázaro, * Marta y María, sirvieron con devoción al Señor, * y con las otras valerosas mirróforas * fueron merecedoras de aprender * la verdad de su Resurrección mediante los ángeles. * Ellas, llenas de luz divina, * imploran por la salvación nuestra.

San Luciliano y Compañeros Mártires de Bizancio.

San Luciliano, anteriormente fue sacerdote pagano cerca de Nicomedia, el santo llegó a la fe cristiana en su vejez; Esto fue durante el reinado de Aureliano (270-275). Luciliano fue llevado ante Silvano el Conde; cuando se negó a regresar al servicio de los ídolos, se le rompió la mandíbula, lo golpearon con varillas y lo colgaron boca abajo, luego lo encarcelaron con cuatro niños cristianos, Claudio, Hipario, Pablo y Dionisio. Todos ellos fueron llevados nuevamente ante Silvano, y permaneciendo constantes en su fe, fueran arrojados a un horno ardiente. Preservados ilesos, fueron enviados a Bizancio, donde los niños fueron decapitados, y Luciliano fue crucificado. La virgen cristiana Paula, enterró sus reliquias sagradas. Por esto, fue llevada ante el Conde, y negándose a sacrificar a los ídolos, fue desnudada y golpeada sin piedad; después de otros tormentos, fue decapitada, en 270.

Tropario tono 4, del común de Santo Mártir

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Nicéforo, Patriarca de Constantinopla

San Nicéforo nació en Constantinopla alrededor del año 758, de padres piadosos; su padre Teodoro soportó el exilio y la tribulación por los santos iconos durante el reinado de Constantino Coprónimo (741-775). Nicéforo sirvió en el palacio imperial como secretario. Más tarde, tomó la vida monástica y luchó en el ascetismo no lejos de la ciudad imperial; También fundó monasterios en la costa oriental del Bósforo, entre ellos uno dedicado al Gran Mártir Teodoro.

Después del descanso del santo Patriarca Tarasio, fue elegido Patriarca, el 12 de abril de 806, y en este alto cargo dirigió la resistencia ortodoxa a la guerra contra impiedad de los iconoclastas, que fue provocada por León el Armenio. Debido a que Nicéforo defendió la veneración de los iconos, León lo expulsó de su trono el 13 de marzo de 815, exiliándolo de un lugar a otro, y finalmente al Monasterio de San Teodoro que el propio Nicéforo había fundado. Fue aquí donde, después de glorificar a Dios durante nueve años como Patriarca, y luego durante trece años como exiliado, atormentado y afligido, abandonó su alma irreprensible en 828 a la edad de setenta años.

Tropario tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño *cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Nicéforo, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Domingo de los santos Padres del Primer Concilio Ecuménido de Nicea/San Justino el Filósofo/San Justino Popovich

En el séptimo domingo de Pascua, conmemoramos a los santos Padres portadores de Dios del Primer Concilio Ecuménico.

La Conmemoración del Primer Concilio Ecuménico ha sido celebrada por la Iglesia de Cristo desde la antigüedad. Nuestro Señor Jesucristo dejó a la Iglesia una gran promesa: «Edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt. 16:18). Aunque la Iglesia de Cristo en la tierra atravesará difíciles luchas contra el Enemigo de la salvación, saldrá victoriosa. Los santos mártires dieron testimonio de la verdad de las palabras del Salvador, soportando el sufrimiento y la muerte por confesar a Cristo, pero la espada del perseguidor fue destrozada por la Cruz de Cristo.

La persecución de los cristianos cesó durante el siglo IV, pero surgieron herejías dentro de la propia Iglesia. Una de las más perniciosas fue el arrianismo. Arrio, sacerdote de Alejandría, era un hombre de inmenso orgullo y ambición. Al negar la naturaleza divina de Jesucristo y su igualdad con Dios Padre, Arrio enseñó falsamente que el Salvador no es consustancial con el Padre, sino solo un ser creado.

Un Concilio local, presidido por el patriarca Alejandro de Alejandría, condenó las falsas enseñanzas de Arrio. Sin embargo, Arrio no se sometió a la autoridad de la Iglesia. Escribió a numerosos obispos denunciando los decretos del Concilio local. Difundió sus falsas enseñanzas por todo Oriente, recibiendo el apoyo de algunos obispos orientales.

Investigando estas disensiones, el santo emperador Constantino (21 de mayo) consultó al obispo Osio de Córdoba (27 de agosto), quien le aseguró que la herejía de Arrio iba dirigida contra el dogma más fundamental de la Iglesia de Cristo, por lo que decidió convocar un Concilio Ecuménico. En el año 325, 318 obispos representantes de iglesias cristianas de diversos países se reunieron en Nicea.

Entre los obispos reunidos se encontraban numerosos confesores que habían sufrido durante las persecuciones y que llevaban las marcas de la tortura en sus cuerpos. También participaron en el Concilio varias grandes figuras de la Iglesia: San Nicolás, arzobispo de Mira en Licia (6 de diciembre y 9 de mayo), San Espiridón, obispo de Trimithos (12 de diciembre), y otros venerados por la Iglesia como santos Padres.

Con el patriarca Alejandro de Alejandría llegó su diácono, Atanasio [quien posteriormente se convirtió en patriarca de Alejandría (2 de mayo y 18 de enero)]. Se le llama «el Grande», por ser un ferviente defensor de la pureza de la ortodoxia. En la Sexta Oda del Canon de la festividad de hoy, se le menciona como «el decimotercer apóstol».

El emperador Constantino presidió las sesiones del Concilio. En su discurso, respondiendo a la bienvenida del obispo Eusebio de Cesarea, dijo: «Dios me ha ayudado a vencer el poder impío de los perseguidores, pero más angustioso para mí que cualquier sangre derramada en batalla para un soldado, es la lucha interna en la Iglesia de Dios, pues es más ruinosa».

Arrio, con diecisiete obispos entre sus partidarios, se mantuvo arrogante, pero su enseñanza fue repudiada y fue excomulgado de la Iglesia. En su discurso, el santo diácono Atanasio refutó de forma concluyente las opiniones blasfemas de Arrio. El heresiarca Arrio es representado en la iconografía sentado sobre las rodillas de Satanás, o en la boca de la Bestia del Abismo (Apocalipsis 13).

Los Padres del Concilio rechazaron aceptar un Símbolo de Fe (Credo) propuesto por los arrianos. En su lugar, afirmaron el Símbolo Ortodoxo de la Fe. San Constantino solicitó al Concilio que insertara en el texto del Símbolo de la Fe la palabra «consustancial», que había escuchado en los discursos de los obispos. Los Padres del Concilio aceptaron esta sugerencia por unanimidad.

En el Credo de Nicea, los santos Padres expusieron y confirmaron las enseñanzas apostólicas sobre la naturaleza divina de Cristo. La herejía de Arrio fue expuesta y repudiada como un error de la razón altiva. Tras resolver esta importante cuestión dogmática, el Concilio también emitió Doce Cánones sobre cuestiones de administración y disciplina eclesiástica. También se decidió la fecha para la celebración de la Santa Pascua. Por decisión del Concilio, los cristianos no debían celebrar la Santa Pascua el mismo día que la Pascua judía, sino el primer domingo después de la primera luna llena del equinoccio de primavera.

Tropario de los santos Padres, tono 8

¡Glorificado eres Tú, oh Cristo Dios nuestro, * que cimentaste a los santos padres en la tierra * como astros, * por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe! * ¡Misericordioso, gloria a ti!

San Justino el Filósofo

 

Justino nació de padres griegos en el poblado samaritano de Siquem, llamado Nablo, ciento cinco años después de Cristo. Justino buscó sabiduría celosamente entre los filósofos, al principio con los estoicos y luego con los peripatéticos, los pitagóricos, y finalmente con los platónicos. Aunque la filosofía de Platón no le satisfacía, aun así se adhirió a ella, no hallando otra cosa que le atrajese más. Por la providencia de Dios, un venerable anciano se encontró con Justino y le confundió con respecto a la filosofía platónica y le persuadió de que el ser humano no puede conocer la verdad acerca de Dios a no ser que Dios se la revele, y que Dios reveló la verdad acerca de sí mismo en los libros de las Sagradas Escrituras. Justino comenzó a leer las Escrituras y se convirtió en un cristiano profundamente convencido. Sin embargo, no quería ser bautizado ni ser llamado cristiano hasta no estar personalmente convencido de la falsedad de todas las acusaciones que los paganos levantaban contra los cristianos. Llegando a Roma con su toga de filósofo, rápidamente ganó mucho respeto allí, además de discípulos. Estuvo presente en el martirio de san Tolomeo y san Luciano. Siendo testigo de la tortura de cristianos inocentes, Justino escribió una apología de los cristianos y de las enseñanzas cristianas, la cual presentó al emperador Antonino y al Senado. El Emperador leyó la apología cuidadosamente, y ordenó que cesara la persecución de cristianos. Justino tomo una copia del decreto del Emperador y viajó con él a Asia, donde salvó a muchos cristianos perseguidos con la ayuda de este decreto. Después de esto regresó a Roma. Cuando una nueva persecución comenzó bajo el emperador Marco Aurelio, Justino escribió otra apología y la envió al Emperador.

Un cierto Crescencio, un filósofo cínico de mala reputación, lo acusó de ser cristiano por envidia, ya que Justino siempre lo vencía en todos los debates; así Justino se halló en prisión. Deseando la muerte de Justino y temiendo que este se justificase de algún modo en la corte, Crescencio tomo una oportunidad y de algún modo envenenó a Justino en la prisión. Así terminó la vida terrenal de este gran defensor de la fe cristiana, que tomó habitación en la eternidad bienaventurada en el 166 d. C.

Tropario tono 4

Resplandeciste con la filosofía, * te revelaste cual exégeta fino * de la ciencia divina sin miedo a combatir * a los adversarios malos, confesando, oh sabio,* junto con los mártires, la verdad por la lucha. * Con ellos ruega siempre al Señor, * Justino mártir, que salve nuestras almas

 

El nuevo confesor Justino Popovich

 

Justin Popovich [que significa hijo de un sacerdote] nació en la festividad de la Anunciación de 1894, en Serbia, en una familia de sacerdotes. Perteneció a la séptima generación de sacerdotes por parte de su padre. Comenzó a leer las Escrituras desde muy joven y, de adulto, llevaba consigo un Nuevo Testamento, leyendo tres capítulos cada día. Estudió en el Seminario de San Sava en Belgrado. En 1914, completó el programa de seminario de nueve años. Deseaba convertirse en monje, pero pospuso su ingreso en las filas monásticas debido al estallido de la Primera Guerra Mundial y a la mala salud de sus padres. Pasó los años de la guerra cuidando de sus padres y sirviendo como enfermero.

En 1915 fue tonsurado monje con el nombre de Justin, en honor a San Justino el Filósofo. Poco después, viajó a Petrogrado, Rusia, para estudiar en el seminario. Allí adquirió un profundo conocimiento directo de la tradición ascética rusa y un amor permanente por la espiritualidad rusa, especialmente la del pueblo llano. Justin asistió a la Universidad de Oxford de 1916 a 1919, donde escribió una tesis doctoral.

Tras un breve regreso a Belgrado, ingresó en la Escuela de Teología Ortodoxa Griega de Atenas. Al igual que en Rusia, dedicó su tiempo allí no solo a estudiar, sino a empaparse de la espiritualidad ortodoxa del pueblo griego. Fue ordenado diaconado durante su estancia en Grecia, y luego sacerdote tras regresar a Belgrado en 1922.

La predicación, los escritos y el consejo espiritual del padre Justin se hicieron conocidos en todo su país. En 1931 fue enviado a Checoslovaquia para ayudar a reorganizar la Iglesia allí. Consciente de la urgente necesidad del pueblo de una exposición clara de la fe en su propio idioma, comenzó en 1932 su obra en tres volúmenes, Dogmas de la Iglesia Ortodoxa. El primer volumen tuvo tan buena acogida que el padre Justino fue nombrado profesor de Dogmática en el Seminario de San Sava, donde permaneció hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, completando los Dogmas y otros libros. El nuevo régimen comunista ateo lo expulsó del sistema universitario, y desde entonces residió en varios monasterios serbios.

En 1948 ingresó en el Monasterio de Chelije, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1979. Se convirtió en Archimandrita y líder espiritual del Monasterio. Fue durante este período que se convirtió en una gran figura de la ortodoxia: fieles devotos de toda Yugoslavia, de Grecia y de todo el mundo viajaban a Chelije para escuchar la predicación de san Justino y buscar su consejo.

San Justino falleció en paz en 1979 a la edad de 85 años, en la festividad de la Anunciación, fecha de su nacimiento. Desde su reposo, se han presenciado numerosos milagros en su tumba: curaciones, destellos de luz sobrenatural provenientes de su tumba y conversiones de incrédulos gracias a sus oraciones. Sus numerosos escritos son cada vez más reconocidos como una fuente de pura enseñanza ortodoxa en medio de nuestros tiempos oscuros.

Fue glorificado por el Santo Sínodo del Patriarcado de Serbia el 2 de mayo de 2010.

Tropario, tono 8

Oh perla de la ortodoxia, exquisita y fina, * depositada en los corazones de los fieles, como tesoro valiosísimo, * te has mostrado en tu vida y tus virtudes cual un libro vivo del Espíritu. * Justino, en Dios, sabio, intercede sin cesar por la salvación de los que te honran.

Mártir Hermes de Comana.

Según algunos, este mártir luchó durante el reinado de Marco Aurelio, también llamado Antonino (161-180); según otros, fue durante el reinado de Antonino Pío (138-161). Ya anciano, el Santo fue llevado ante Sebastián, procónsul en Comana de Capadocia, y como no quiso renunciar a su confesión de Cristo, sus verdugos no mostraron reverencia a sus canas, le rompieron la mandíbula, le arrancaron la carne del rostro, le perforaron los ojos con un instrumento punzante, lo sometieron a muchos otros tormentos y finalmente, después de tres días de tales torturas, lo decapitaron.

Tropario tono 4, del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Isaac, fundador del Monasterio de  Dalmas.

Durante la persecución del emperador arriano Valente, un ermitaño llamado Isaac se sintió movido por Dios a abandonar la soledad para ir a reprender al emperador. Así pues, se trasladó a Constantinopla y advirtió varias veces a Valente que, si no interrumpía la persecución y devolvía a los cristianos las iglesias que había dado a los herejes, le aguardaba una gran catástrofe y un fin atroz. Valente se burló de las predicciones del ermitaño. En una ocasión en que Isaac cogió la brida del corcel en que el emperador cabalgaba por las afueras de la ciudad, ordenó a sus hombres que arrojasen al profeta en un pantano. Isaac escapó milagrosamente, pero como volviese a repetir su profecía, fue encarcelado. La profecía se cumplió poco después, ya que Valente fue derrotado y murió en la batalla de Andrinópolis.

 Teodosio, el sucesor de Valente, devolvió la libertad a san Isaac, a quien profesó siempre gran veneración. El siervo de Dios se retiró de nuevo a la soledad, a donde pronto fueron a unírsele varios discípulos. Como se negasen a abandonarle, a pesar de sus instancias, san Isaac fundó para ellos un monasterio, que fue, según se dice, el primero que hubo en Constantinopla. Dicho monasterio tomó después el nombre de san Dalmacio, discípulo y sucesor de san Isaac.

Nuestro santo asistió al primer Concilio de Constantinopla, que fue el segundo de los Concilios ecuménicos. Murió a edad muy avanzada.

Tropario tono 3

Cual modelo de la continencia * y sólido pilar de la Iglesia * te mostraste, Isaac, orgullo patrístico; * con las virtudes encendiste tu vida * y precisaste el mensaje de la recta fe. * Intercede ante Cristo Dios, oh justo padre, * para que nos otorgue la gran misericordia.

Jueves de la Ascención del Señor al Cielo; Santa Mártir Teodosia de Tiro; San Alejandro, patriarca de Alejandría.

El Señor Jesús pasó cuarenta días en la tierra tras su Resurrección, apareciendo continuamente en diversos lugares a sus discípulos, con quienes también habló, comió y bebió, demostrando así aún más su resurrección. Ese jueves, cuadragésimo día después de Pascua, se apareció de nuevo en Jerusalén. Tras haber hablado primero con los discípulos sobre muchas cosas, les dio su último mandamiento: que fueran y proclamaran su nombre a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Pero también les ordenó que, por el momento, no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran allí juntos hasta que recibieran poder de lo alto, cuando el Espíritu Santo descendiera sobre ellos.

Dicho esto, los condujo al Monte de los Olivos y, alzando las manos, los bendijo; y pronunciando de nuevo la bendición del Padre, se separó de ellos y fue llevado arriba. Inmediatamente, una nube de luz, prueba de su majestad, lo recibió; y, como en un carro real, fue llevado al cielo, y al poco tiempo desapareció de la vista de los discípulos, quienes permanecieron allí con la mirada fija en Él. En ese momento, dos ángeles con forma de hombres vestidos de blanco se les aparecieron y les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá tal como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:11). Estas palabras, de forma completa y concisa, declaran lo que se enseña en el Símbolo de la Fe acerca del Hijo y el Verbo de Dios. Por lo tanto, habiendo cumplido así toda su obra por nosotros, nuestro Señor Jesucristo ascendió en gloria al cielo y se sentó a la diestra de Dios Padre. En cuanto a sus santos discípulos, regresaron del Monte de los Olivos a Jerusalén, regocijándose porque Cristo les había prometido enviarles el Espíritu Santo.

Tropario Tono 4

Ascendiste con gloria, oh Cristo Dios nuestro, * y alegraste a tus discípulos con la promesa del Espíritu Santo, * confirmándoles con tu bendición * que eres el Hijo de Dios, * el Salvador del mundo.

Condaquio Tono 6

Cuando cumpliste el plan de nuestra salvación * uniendo lo terrestre con lo celestial, * ascendiste con gloria, oh Cristo nuestro Dios, pero sin alejarte, * ya que permaneciste inseparable de los que te aman, * a quienes exclamaste: * «Con vosotros estoy: * nadie estará en vuestra contra».

 

Virgen mártir Teodosia de Tiro

 

La santa Virgen Mártir Teodosia nació en Tiro de Fenicia. A la edad de dieciocho años fue apresada en Cesarea de Palestina durante una persecución y llevada ante el gobernante Urbano. Debido a que se negó a ofrecer sacrificios a los ídolos, sus costados y sus pechos fueron raspados sin piedad hasta las partes internas y los huesos. Ella soportó esto en silencio con un coraje asombroso. Cuando Urbano volvió a pedirle que hiciera un sacrificio, ella se burló de él y, después de haber sido atormentada aún más horriblemente que antes, fue arrojada al mar en el año 308.

Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Teodosia, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

San Alejandro, patriarca de Alejandría

 

 

El Patriarca Alejandro de Alejandría (muerto 326 o 328) fue el décimo noveno patriarca de Alejandría desde 313 hasta su muerte.

Poco se sabe de los primeros años de Alejandro. Durante su tiempo como sacerdote, experimentó las sangrientas persecuciones de los cristianos por los emperadores Galerio y Maximino Daia.

Ya como Patriarca, se enfrentó a tres problemas principales. El primero, era una secta cismática, que se disputaba la fecha de la Pascua, asunto que quedará resuelto finalmente en el Primer Concilio Ecuménico.

Su segunda gran preocupación era la cuestión de Melecio de Licópolis, que, calumniándolo, llegó al grado de presentar una denuncia formal ante el tribunal del emperador Constantino I, aunque sin que le creyeran. En el fondo Melecio tenía como fin favorecer a Arrio por lo que por su cuenta consagró obispos que fueran afines a sus posturas. Fue también en el Primer Concilio que se decide permitir a Melecio regresar a la iglesia, mientras finalizara su alianza con Arrio.

El último y más importante, de los problemas que enfrentó Alejandro fue el tema de Arrio mismo. El Antecesor de Alejandro, Aquiles, no sólo había permitido a Arrio volver a la iglesia, sino le había dado la iglesia más antigua de Alejandría, una posición que le permitió ejercer una gran influencia en la comunidad cristiana de Alejandría. De hecho, Arrio fue candidato para el puesto de patriarca de Alejandría a la muerte de Aquiles.

La disputa sobre el arrianismo se había convertido en un problema grave, que amenazaba con dañar la paz y la unidad de la iglesia y del imperio por lo que Alejandro reafirmó la excomunión de Arrio y la condena de los seguidores de Melecio, que, por supuesto, enfureció a los arrianos de Alejandría aún más. Arrio se quejó formalmente ante el emperador en su tratamiento por Alejandro. En respuesta, Constantino llamó a Arrio para defender su caso ante un concilio ecuménico de la iglesia, que se celebrará en Nicea , en Bitinia, el 14 de junio 325. Pero sabemos que el resultado no le fue favorable, pues en este primer gran concilio, la fe ortodoxa defendida por el patriarca Alejandro fue confirmada, mientras que Arrio, sus doctrinas y seguidores fueron condenados definitivamente.

Cinco meses después de regresar a Alejandría desde Nicea, descansó en el Señor, dejando como su sucesor a quien había sido su diácono, teólogo y consejero san Atanasio (2 de mayo)

Tropario, tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Alejandro, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Miércoles Despedida de la Pascua; Eutiques, obispo de Melitina (mártir). San Andrés que aparentó locura por Cristo.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

El miércoles de la sexta semana, celebramos la despedida de la Fiesta de Pascua

Mientras que la mayoría de las Fiestas se despiden el octavo día, la Pascua, la Fiesta de las Fiestas, se despide el trigésimo noveno. El cuadragésimo día es la Fiesta de la Ascensión del Señor, que marca el fin de su presencia física en la tierra. Sin embargo, Él no nos abandona. Ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin de los tiempos (Mt 20,28). Como cantamos en el condaquio de la Ascensión: «…ascendiste con gloria, oh Cristo nuestro Dios, pero sin alejarte, ya que permaneciste inseparable de los que te aman, a quienes exclamaste: «Con vosotros estoy: nadie estará en vuestra contra.»».

Hay un pensamiento similar expresado en el Tropario de la Dormición: «… en la dormición no descuidaste (abandonaste) el mundo, oh Madre de Dioss».

Los servicios de hoy se celebran igual que en el mismo día de Pascua. Las lecturas diarias de la Sagrada Escritura, por supuesto, varían. Tras la despedida en la liturgia, ya no se cantan los himnos pascuales. La oración «Oh Rey Celestial» no se reza ni se canta hasta Pentecostés. El santo epitafio se retira del altar y se coloca en su lugar correspondiente. Aunque hoy es miércoles, se permite el pescado, el vino y el aceite.

Tropario Tono 5

Cristo resucitó de entre los muertos * pisoteando la muerte con su muerte, * y otorgando la vida * a los que yacían en los sepulcros.

Condaquio  Tono 8 

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!

Hieromártir Eutiques

 

Se ha perdido casi toda información acerca del Mártir Eutiques, excepto que se presentó ante los tiranos, se burló de los ídolos, sufrió muchos tormentos indecibles y finalmente fue ahogado en el mar en el siglo V.

Tropario Tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eutiques obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Andrés el que aparentó locura (justo).

 

Andrés era eslavo de nacimiento. De joven fue esclavizado y fue comprado por Teognosto, un hombre rico de Constantinopla, durante el reinado del emperador León el Sabio (hijo del emperador Basilio el Macedonio). Andrés era bello de cuerpo y alma. Teognosto le tomó cariño y le permitió ser libre.

Andrés oraba fervientemente a Dios y asistía con amor a los oficios de la Iglesia. Obedeciendo a una revelación celestial, adoptó la ascesis de la locura en Cristo, es decir aparentar públicamente ser loco renunciando así a la estima o cualquier posición entre la gente.

Una vez, cuando iba al pozo a por agua, se arrancó la ropa y la cortó con un cuchillo, fingiendo locura. Entristecido por esto, su antiguo amo Teognosto lo encadenó y lo condujo a la Iglesia de Santa Anastasia la Liberadora de los Venenos, para que se hicieran oraciones por él. Pero Andrés no mejoraba, y su amo lo liberó por enfermo mental. Andrés fingía la locura durante el día, pero oraba a Dios durante toda la noche. Vivió sin techo. Incluso pasaba las noches a la intemperie, caminando medio desnudo con una sola prenda hecha jirones, y solo comía un poco de pan, cuando los hombres de bien se lo daban. Compartía todo lo que recibía con los mendigos, y se burlaba de ellos para que no le agradecieran nada, pues quería que su recompensa solo procediera de Dios. Así pues, la grandísima gracia de Dios entró en él y fue capaz de discernir los secretos de los hombres, percibir ángeles y demonios, exorcizar a los demonios de los hombres, y corregir a los hombres de sus pecados. Andrés tuvo una maravillosa visión del paraíso y de los poderes celestiales. También vio a Cristo el Señor sentado en su trono de gloria; y con su discípulo Epifanio, vio a la Santísima Theotokos, en la Iglesia de las Blanquernas, cómo cubría a los cristianos con su velo protector. Esta aparición se celebra en la fiesta de la Protección de la Theotokos. Después de una vida de incomparable dureza en la ascesis, san Andrés entró en el descanso de la gloria de su Señor en el año 911.

Tropario, tono 4

Fingiste actitud de demente por Cristo el Señor; *mostraste, realmente, la insensatez del sagaz, * Andrés sapientísimo; * y cruzaste la lucha, * pese a muchos murmullos; * Cristo te dio, entonces, por morada el cielo. * A Él suplícale por quienes te honran.

Hieromártir Eladio; San Juan el Ruso

De San Eladio poco se sabe salvo que fue un obispo que se negó a sacrificar a los ídolos, y que durante su martirio nuestro Señor Jesucristo se le apareció y lo curó de sus heridas, tras lo cual fue arrojado al fuego y fue preservado ileso, sufrió más tormentos y finalmente fue asesinado a golpes de puño

Tropario Tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eladio obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Juan el Ruso (confesor)

 

El Santo Nuevo Confesor Juan, originario de Rusia, fue capturado durante la campaña rusa contra los turcos en 1711 y posteriormente vendido como esclavo en Asia Menor. En esta condición luchó por servir a Dios con piedad incluso mientras servía a su amo terrenal en todo lo necesario.

Permaneció firme en la fe cristiana frente a las muchas tentaciones que los musulmanes le proporcionaron para atraerlo a su error, y se le concedió la gracia de obrar milagros mediante sus oraciones. Descansó en paz en 1730. Sus reliquias permanecen incorruptas y se encuentran en Evia en Grecia.

Tropario, tono 4

El que de la tierra a sus moradas te llamó, * conserva incorrupto tu cuerpo, Juan Justo, pese a la muerte. * Guiado al cautiverio * en las tierras de Asia, * ganas, por recompensa, * cual amigo, a Cristo. * Entonces, suplícale * que salve nuestras almas.

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