Santa Mártir Agripina.

La Santa Mártir Agripina, era romana de nacimiento. Ella no quiso contraer matrimonio y dedicó totalmente su vida a Dios. Durante la época de persecución contra los cristianos bajo el emperador Valeriano (253-259), la santa compareció ante el tribunal y confesó valientemente su fe en Cristo, por lo que fue entregada a la tortura.

Golpearon a la santa virgen con palos tan brutalmente que le rompieron los huesos. Después encadenaron a santa Agripina, pero un ángel la liberó de sus ataduras.

La santa confesora murió a causa de las torturas que soportó. Los cristianos Bassa, Paula y Agatónico tomaron en secreto el cuerpo de la santa mártir y lo transportaron a Sicilia, donde se obraron muchos milagros junto a su tumba. En el siglo XI las reliquias de la santa mártir Agripina fueron trasladadas a Constantinopla.

Tropario tono 4, del común de Santas Vírgenes

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Agripina, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Domingo de Todos los Santos de la Iglesia de Antioquía/ Hieromártir Eusebio, obispo de Samosata

El segundo domingo después de Pentecostés, cada Iglesia Ortodoxa local conmemora a todos los santos, conocidos y desconocidos, que brillaron en su territorio y jurisdicción. Por consiguiente, la Iglesia Ortodoxa de Antioquía recuerda en este día a todos los hombres y mujeres que como frutos de santidad han brotado de su seno y han iluminado a la Iglesia entera.

Ya el Libro de los Hechos de los Apóstoles, atestigua la presencia de la comunidad cristiana: “En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos” (Hch 11:26). Y desde aquella hora, la tierra e Iglesia Antioquena ha dado al mundo abundantes frutos de santidad: los santos Pedro y Pablo a quienes reconocemos como fundadores de esta Sede Apostólica, san Ananías quien bautizó en Damasco a san Pablo, san Lucas Evangelista, San Ignacio el Portador de Dios, san Juan Crisóstomo (arzobispo de Constantinopla), San Jorge el Gran Mártir, Santa Bárbara, Santa Tecla, San Juan Damasceno, san Andrés de Creta, san Simeón el Estilita, san Melecio, los santos Efrén e Isaac los Sirios, san Cosme el Himnógrafo, san Romano el Melodista, san José Damasceno, San Rafael de Brooklyn, entre muchos otros.

Son santos de todos los tiempos que son vistos como el cumplimiento de la promesa de Dios de redimir a la humanidad caída. Su ejemplo nos anima a «despojarnos de todo peso del pecado que nos asedia» y a «correr con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Hebreos 12:1).

Además, por supuesto de los pocos santos mencionados, también honramos a aquellos santos que, aunque no han sido reconocidos oficialmente por la Iglesia, Dios sí conoce y a quienes rogamos se acuerden de nosotros ante el Señor.

Tropario, tono 4

Honremos, oh fieles, a todos los Santos Antioquenos: los Apóstoles, los Jerarcas, los Justos junto con los Mártires; siguiendo su ejemplo y contemplando su vida llena de milagros; y vivamos en paz, para alcanzar la morada en el Paraíso

Condaquio tono 8 

Oh Sembrador de la creación, * el universo te ofrece, como primicias de la naturaleza, * a los mártires, portadores de Dios, * por cuyas súplicas y las de la Madre de Dios * conserva a tu Iglesia en profunda paz, * oh Señor todo misericordia.

Hieromártir Eusebio de Samosata.

 

No se sabe nada sobre el origen y la primera parte de la vida de san Eusebio. La historia le menciona por primera vez hacia el año 361, cuando ya era obispo de Samosata y como tal asistió al sínodo convocado en Antioquía para elegir al sucesor del obispo Eudoxio. Precisamente por los esfuerzos del obispo Eusebio, la elección recayó sobre san Melecio, antiguo obispo de Sebaste y un hombre muy venerado por su piedad y sabiduría. Gran parte de los electores eran arrianos y tenían la esperanza de que, si votaban en favor de Melecio, éste favorecería sus doctrinas, por lo menos tácitamente. Pero los arrianos quedaron decepcionados. En el primer discurso que pronunció el nuevo obispo de Antioquía, en presencia del emperador Constancio, que también era arriano, reafirmó la doctrina Ortodoxa de la Encarnación, tal como había sido expuesta en el Credo de Nicea. A raíz de aquel sermón, los arrianos, enfurecidos, buscaron la manera de deshacerse del obispo y el emperador Constancio envió a uno de sus funcionarios a entrevistar a san Eusebio para pedirle que entregase las actas sinodales de la elección que habían sido confiadas a su cuidado. San Eusebio respondió que no las entregaría sin el previo consentimiento y autorización de todos y cada uno de los signatarios. Se le amenazó con mandar que le cortaran la mano derecha si persistía en su actitud, y entonces el santo extendió sus dos manos y dijo que estaba dispuesto a perderlas, antes que faltar a la confianza que se había depositado en él. El emperador quedó muy impresionado por el valor del obispo y ya no insistió.

Durante algún tiempo más, después de aquel incidente, san Eusebio tomó parte en los concilios y conferencias de los arrianos y semi arrianos, a fin de sostener la verdad y con la esperanza de obtener la unidad; pero, a partir del Concilio de Antioquía, en 363, san Eusebio dejó de aparecer en las reuniones, porque comprendió que su actitud escandalizaba a los ortodoxos. Nueve años después, urgentemente solicitada su presencia por el anciano Gregorio de Nazianzo, fue a Capadocia para ejercer su influencia y su experiencia en favor de san Basilio, en la elección para ocupar la sede vacante de Cesárea. Tan notables fueron los servicios que prestó en aquella ocasión, que el joven Gregorio (el Teólogo), en una carta escrita por aquel entonces, se refiere a Eusebio como “columna de la verdad, luz del mundo, instrumento de los favores de Dios hacia su pueblo, apoyo y gloria de toda la ortodoxia.” Entre san Basilio y san Eusebio se estableció una sincera amistad que, más tarde, se mantuvo a través de las cartas.

Al estallar la persecución de Valente, san Eusebio, no contento con proteger a sus propios fieles de la herejía, hizo, de incógnito, varias expediciones a Siria y Palestina para fortalecer la fe de los fieles, para ordenar sacerdotes y para ayudar a los obispos ortodoxos a nombrar verdaderos y meritorios pastores que ocuparan las sedes que quedaban vacantes. Su celo extraordinario despertó la animosidad de los arrianos y, en 374, el emperador Valente promulgó la orden que lo condenaba al destierro en Tracia. Cuando el oficial encargado de hacer cumplir el decreto se presentó ante Eusebio, el obispo le rogó que procediera con discreción, porque si el pueblo veía que le arrestaban, se lanzaría sobre los captores para matarlos. Por consiguiente, aquella noche, después de rezar el oficio como de costumbre, salió tranquilamente de su casa cuando todos dormían y, en compañía de uno de sus servidores, partió hacia el Eufrates y se embarcó. A la mañana siguiente, cuando las gentes se dieron cuenta de que había partido, se emprendió su búsqueda; algunos de sus fieles le dieron alcance y le suplicaron, con lágrimas en los ojos, que no los abandonara. Él también lloró ante las muestras de afecto de aquellas gentes, pero les explicó que era necesario obedecer las órdenes del emperador y los exhortó a confiar en Dios para que todo llegara a arreglarse satisfactoriamente. La grey del obispo Eusebio demostró su fidelidad y, mientras duró el exilio, se negó a tener cualquier trato con los dos prelados arrianos que ocupaban la sede.

A la muerte de Valente, en 378, terminó la persecución, y san Eusebio regresó a su sede y a su rebaño. Su celo y su piedad no habían sufrido menoscabo por los sufrimientos del destierro. Gracias a sus esfuerzos, se restableció en toda su diócesis la unidad Ortodoxa, y las sedes vecinas fueron ocupadas con prelados ortodoxos. San Eusebio se hallaba de visita en la ciudad de Dolikha, para instalar ahí un obispo, cuando una mujer arriana, oculta en la azotea de una casa, le arrojó una pesada piedra sobre la cabeza. El golpe que recibió fue fatal, puesto que, a consecuencias del mismo murió algunos días más tarde, tras de obtener la promesa de sus amigos de que no perseguirían ni castigarían a su atacante.

Tropario tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eusebio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Mártir Juliano de Tarso en Cilicia

El Santo Mártir Julián o Juliano de Tarso nació en Diocesarea, en la provincia de Cilicia. Era hijo de un senador pagano, pero su madre era cristiana. Después de la muerte de su padre, se mudaron a Tarso, donde fue bautizado y criado en la piedad cristiana.

Cuando Juliano cumplió dieciocho años, el emperador Diocleciano (284-305) comenzó a perseguir a los cristianos, emitiendo un decreto según el cual todos debían ofrecer sacrificios a los ídolos. Si se negaban, serían torturados. Entre los detenidos se encontraba san Julián. Lo llevaron ante el eparca Marciano para ser juzgado y durante mucho tiempo lo instaron a renunciar a Cristo. Ni los tormentos, ni las amenazas, ni las promesas de regalos u honores pudieron convencer al devoto joven de sacrificar a los ídolos y negar a Cristo, por lo que el santo confesor se mantuvo firme en su fe.

Durante todo un año condujeron al mártir por las ciudades de Cilicia, sometiéndolo por todas partes a interrogatorios y torturas, tras lo cual lo encarcelaron. La madre de San Juliano siguió a su hijo y oró para que el Señor lo fortaleciera. En la ciudad de Egea, suplicó al eparca que le permitiera visitar la prisión, aparentemente para persuadir a su hijo de que ofreciera sacrificios a los ídolos. Cuando lo vio, hizo todo lo contrario. Pasó tres días en prisión con san Juliano, exhortándolo a permanecer fuerte hasta el final.

Una vez más, san Juliano fue llevado ante el eparca. Pensando que su madre había persuadido a su hijo a obedecer el decreto imperial, Marciano trató de convencerla de que ofreciera sacrificios, pero ella continuó confesando a Jesucristo y denunció audazmente el politeísmo. Marciano ordenó entonces que le cortaran los pies, ya que había seguido a su hijo desde Tarso.

Luego metieron a san Juliano en un saco lleno de arena y serpientes venenosas y lo arrojaron al mar. El cuerpo del mártir fue llevado por las olas hasta las costas de Alejandría. Allí su cuerpo fue enterrado por cierto cristiano piadoso. La muerte de san Juliano se produjo hacia el año 305. Posteriormente, sus reliquias fueron trasladadas a Antioquía.

La gente piados, reza a san Juliano para que proteja los jardines y campos de los reptiles, las serpientes y los insectos dañinos.

Tropario tono 4 del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Hieromártir Metodio, obispo de Pátara/San Nicolás Cabasilas.

El Hieromártir Metodio, obispo de Patara (Licia en Asia Menor), se distinguió por su genuina humildad monástica. Con calma y apacibilidad instruyó a su rebaño, pero defendió firmemente la pureza de la ortodoxia y luchó enérgicamente contra las herejías, especialmente la extendida herejía de los origenistas.

Dejó tras de sí un rico legado literario: obras en defensa del cristianismo contra el paganismo, explicaciones de los dogmas ortodoxos contra la herejía de Orígenes, discursos morales y explicaciones de la Sagrada Escritura.

San Metodio fue arrestado por los paganos, confesó firmemente ante ellos su fe en Cristo y fue condenado a muerte por decapitación en el año 312.

Tropario tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Metodio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

 

San Nicolás Cabasilas

 

San Nicolás Cabasilas nació en Salónica en 1322 y era sobrino de Neilos Cabasilas, quien era el arzobispo de Salónica. Recibió una excelente educación, tanto en Salónica como en Constantinopla, estudiando retórica, teología, filosofía, etc. Durante un tiempo sirvió como asesor del emperador Juan VI Cantacuzeno (reinó entre 1347 y 1354), quien le encomendó varias misiones importantes. en esta época de guerra civil (1341-1347) y luchas religiosas.

En el último año de su vida, el Emperador abdicó y fue tonsurado como monje con el nombre de Joasaph. Permaneció en el renombrado Monasterio de Manganon hasta su muerte.

San Nicolás parece haberse convertido en monje en Manganon al mismo tiempo, y es posible que fuera ordenado hieromonje.

Fue discípulo de san Gregorio del Sinaí (8 de agosto) y partidario de san Gregorio Palamás (14 de noviembre), defensores del hesicasmo (quietud), que implica la oración incesante del corazón, que puede conducir a una visión de la Luz Increada del Tabor. San Nicolás participó en las controversias hesicastas de su época, que terminaron cuando el Concilio de 1351 proclamó como ortodoxas las enseñanzas de san Gregorio Palamas.

La fama de San Nicolás se basa principalmente en sus dos libros: Explicación de la Divina Liturgia y Sobre la vida en Cristo, que describe los Santos Misterios, la gracia divina y la perfección de la Iglesia. en las virtudes divinas.

San Nicolás expone en sus escritos la enseñanza hesicástica (y patrística) de que la vida en Cristo, que comienza en esta vida, se perfecciona en el Reino. La santificación viene sólo de Cristo, pero la santidad se logra cuando nuestra voluntad está en armonía con la voluntad de Cristo.

La fecha del bendito reposo de San Nicolás es incierta, pero probablemente ocurrió antes de 1391. Fue glorificado como santo el 19 de julio de 1983.

Tropario, tono 4

Divino maestro, intérprete perspicaz * del credo de fe y de todas las santas virtudes, oh justo Nicolás, * has brillado en el mundo, * en palabra y obra; * toda Tesalónica * se gloría en tu gloria * y con ansia celebra * tu solemne memoria.

Santo Apóstol Judas el Hermano del Señor/San Paisios el Grande

El santo apóstol Judas, uno de los doce apóstoles de Cristo, desciende del rey David, y era (según algunas tradiciones) hijo del justo José con su primera esposa.

Judas llegó a creer en Cristo Salvador como el Mesías esperado, lo siguió y fue elegido como uno de los doce Apóstoles.

Consciente de su pecado, el apóstol Judas se consideró indigno de ser llamado hermano del Señor, y en su Epístola se llama simplemente hermano de Santiago.

El santo apóstol Judas también tuvo otros nombres: el evangelista Mateo lo llama “Lebeo, cuyo sobrenombre era Tadeo” (Mt. 10,3). El santo evangelista Marcos también lo llama Tadeo (Marcos 3:18), y en los Hechos de los Santos Apóstoles se le llama Barsabas (Hechos 15:22). Esto era costumbre en aquella época.

Después de la Ascensión del Señor Jesucristo, san Judas viajó predicando el Evangelio. Propagó la fe en Cristo primero en Judea, Galilea, Samaria e Idumea, y luego en tierras de Arabia, Siria y Mesopotamia. Finalmente, se dirigió a la ciudad de Edesa. Aquí terminó la obra que no completó su predecesor, san Tadeo, Apóstol de los Setenta (21 de agosto). Existe la tradición de que San Judas fue a Persia, donde escribió su epístola católica en griego.

La Epístola de san Judas habla de la Santísima Trinidad, de la Encarnación del Señor Jesucristo, de los ángeles buenos y malos y del terrible Juicio Final. El Apóstol insta a los creyentes a protegerse de la impureza carnal, a ser diligentes en la oración, la fe y el amor, a convertir a los perdidos al camino de la salvación y a protegerse de las enseñanzas de los herejes.

El Santo Apóstol Judas murió mártir alrededor del año 80 cerca del monte Ararat en Armenia, donde fue crucificado y atravesado por flechas.

Tropario, tono 1

De Cristo familiar, mártir firme valiente, * pisaste el extravío y la fe conservaste. * Sabiendo tu mérito, celebramos, oh Judas, hoy, * tu memoria santa, y así recibimos* el perdón de los pecados, gratamente, * por tus santas súplicas.

San Paisio el Grande

 

San Paisio el Grande vivió en Egipto. Sus padres, cristianos, repartieron generosas limosnas a todos los necesitados.

Después de la muerte de su marido, su madre, por sugerencia de un ángel, entregó a su pequeño hijo Paisio al clero de la iglesia.

El joven Paisio amaba la vida monástica y pasaba su tiempo en uno de los sketes egipcios. Renunciando a su propia voluntad, vivió bajo la guía espiritual de san Pambo (18 de julio), terminando todas las tareas que le fueron asignadas. El anciano dijo que un nuevo monje en particular necesita preservar la vista para proteger sus sentidos de la tentación. Paisio, siguiendo las instrucciones, estuvo tres años con la mirada baja. El santo asceta leía libros espirituales y era conocido por su ayuno y oración. Al principio no comió nada durante una semana, luego dos semanas. A veces, después de participar de los Santos Misterios de Cristo, sobrevivía sin comer durante setenta días.

San Paisio se adentró en el desierto de Nitria en busca de soledad. Allí vivió en una cueva excavada por sus propias manos. Al santo se le concedió una visión maravillosa: el Señor Jesucristo le reveló que a través de sus trabajos el desierto de Nitria sería habitado por ascetas. Con el tiempo, varios monjes y laicos se reunieron en torno a san Paisio y se estableció un monasterio. La regla más importante de san Paisio era que nadie haría nada por su propia voluntad, sino que cumpliría en todo la voluntad de sus mayores.

Como tanta gente perturbaba su tranquilidad, el santo se retiró a otra cueva más alejada. Se distinguió por su gran humildad y realizó actos ascéticos de ayuno y oración, pero los ocultó a los demás en la medida de lo posible. Cuando los monjes preguntaron cuál es la virtud más elevada de todas, el santo respondió: “Las que se practican en secreto y de las que nadie sabe”.

San Paisio murió en el siglo V a una edad muy avanzada y fue enterrado por los monjes. Después de algún tiempo, sus reliquias fueron trasladadas por san Isidoro de Pelusio (4 de febrero) a su propio monasterio y colocadas junto a las reliquias de su amigo san Pablo, con quien san Paisio estuvo particularmente cercano durante su vida.

Tropario, tono 4

Honor de los monjes, varón piadoso espiritual, * un ángel con cuerpo, digno ciudadano del Cielo, el justo Paísio, * goza con nosotros, hoy, * su memoria y brinda * gracia a los agobiados, * por sus intercesiones. * Por ello, atentos y prestos, * con fe lo honramos.

Mártir Leoncio y compañeros

El santo mártir Leoncio y sus compañeros Hipacio, y Teódulo, durante el imperio de Vespasiano (año 70-79) padecieron en la ciudad de Trípoli, en Fenicia. San Leoncio era griego de nacimiento, y militar de alto grado del ejercito romano, inteligente y listo por naturaleza, conocedor de sabiduría literaria, virtuoso, compasivo con los pobres, y hospitalario. Denunciaron al gobernador que Leoncio, pedía a la gente que no veneren ni ofrezcan sacrificios a los dioses paganos. El gobernante mando al Tribuno Hipacio con una escuadrilla de soldados para que detengan a Leoncio. Hipacio por el camino se enfermó y se encontró ante la muerte. Entonces se le apareció un ángel y le dijo “Si quieres sanarte, ruega tres veces al cielo junto con tus soldados “¡Dios, al que venera Leoncio, ayúdame!” Todos así lo hicieron, y el tribuno se sanó. En la ciudad, Hipacio y el soldado Teódulo, encontraron una persona que los invitó a su casa. Este era el mismo Leoncio; él, los educó en la fe cristiana, y los bautizó. Más tarde el gobernador se presentó en la ciudad. Al enterarse de lo sucedido, entregó al martirio a Leoncio, a Hipacio y a Teódulo. A los santos Hipacio y Teódulo les cortaron la cabeza; san Leoncio falleció mientras lo apaleaban. Los cristianos dieron santa sepultura a los mártires cerca del puerto de Trípoli.

Tropario tono 4, del común de Santo Mártir

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santos Mártires Manuel, Sabel e Ismael de Persia

Los Santos Mártires Manuel, Sabel e Ismael, hermanos de nacimiento, descendían de una ilustre familia persa. Su padre era pagano, pero su madre era cristiana, quien bautizó a los niños y los crio con una fe firme en Cristo Salvador.

Cuando llegaron a la edad adulta, los hermanos ingresaron al servicio militar. En representación del rey persa Alamundar, fueron sus emisarios para concluir un tratado de paz con el emperador Juliano el Apóstata (361-363). Julián los recibió con los debidos honores y les mostró su favor. Sin embargo, cuando los hermanos se negaron a participar en un sacrificio pagano, Julián se enojó. Anuló el tratado y encarceló a los embajadores de un país extranjero como delincuentes comunes.

Durante el interrogatorio, les dijo que si despreciaban a los “dioses” que él adoraba, sería imposible alcanzar paz o acuerdo entre las dos partes. Los santos hermanos respondieron que fueron enviados como emisarios de su Rey para asuntos de estado, y no para discutir sobre “dioses”. Al ver su firmeza de fe, el Emperador ordenó torturar a los hermanos.

Las manos y los pies de los Santos Mártires fueron clavados en los árboles. Más tarde, les clavaron púas de hierro en la cabeza y les clavaron astillas afiladas debajo de las uñas de las manos y los pies. Durante sus tormentos, los santos glorificaron a Dios y oraron como si no sintieran las torturas.

Finalmente, los Santos Mártires fueron decapitados y Julián ordenó quemar sus cuerpos. De repente, hubo un terremoto. El suelo se abrió y los cuerpos de los santos desaparecieron en el abismo. Después de que los cristianos oraron fervientemente durante dos días, la tierra entregó los cuerpos de los santos hermanos, de los cuales emanaba una dulce fragancia. Muchos de los paganos que habían presenciado el milagro creyeron en Cristo y fueron bautizados. Esto fue en el año 362.

Los cristianos enterraron con reverencia los cuerpos de los Santos Mártires Manuel, Sabel e Ismael. Desde entonces las reliquias de los Portadores de la Santa Pasión han sido glorificadas con milagros.

La conmemoración solemne de estos santos es muy antigua. En 395, treinta y tres años después de su muerte, el emperador Teodosio el Grande construyó una iglesia en honor de los Santos Mártires en Constantinopla, y el Hieromonje Germanos (12 de mayo), que más tarde se convirtió en Patriarca de Constantinopla, compuso un Canon en honor de los santos hermanos.

Tropario tono 4 del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Comienza el Ayuno de los Apóstoles/ San Ticón, obispo de Amato en Chipre

El Ayuno de los Apóstoles

Después de la alegría y el regocijo de los cincuenta días que hay de Pascua a Pentecostés, los Apóstoles se prepararon para salir de Jerusalén con el objetivo de anunciar el mensaje del Evangelio de nuestro Salvador. Según la Tradición de nuestra Iglesia, como parte de su preparación, comenzaron un ayuno para pedir a Dios que les concediera fuerzas para emprender la tarea misionera.

Este ayuno viene anunciado en los Evangelios por el mismo Señor pues cuando los fariseos criticaban a los Apóstoles por no ayunar. Él les dijo que no ayunan los amigos del Novio mientras éste se encuentra entre ellos y que cuando Él se apartara entonces ayunarían. En estas palabras Cristo se refiere a Su crucifixión en el sentido próximo y en un sentido más amplio a su gloriosa Ascensión al cielo en la cual deja a los Apóstoles la misión de anunciar el Evangelio que ha de hacerse con ayuno y oración para que el fruto sea abundante. Esta tradición del ayuno viene atestiguada también en la Tradición en las homilías que recitara el Papa León I ya en el año 461.

El período del ayuno de los Apóstoles varía por la fecha de la Pascua y las fiestas que se derivan de la misma. Comienza siempre el lunes posterior al domingo de Todos los Santos y culmina con la celebración de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo el 29 de junio.

¡Bendito Ayuno para todos!

 

San Ticon, obispo de Amato

 

San Ticón, nació en la ciudad de Amato en la isla de Chipre. Sus padres criaron a su hijo en la piedad cristiana y le enseñaron a leer libros sagrados. Se dice que el don de hacer milagros le fue concedido desde muy joven.

Aceptaron al joven piadoso en el clero de la iglesia y lo convirtieron en lector. Más tarde, el obispo de Amato, lo ordenó diácono. Después de la muerte del obispo Mnemonio, San Ticón por acuerdo general fue elegido obispo de Amato. San Epifanio, obispo de Chipre (12 de mayo), presidió el servicio.

San Ticón trabajó con celo para erradicar los restos del paganismo en Chipre; destruyó un templo pagano y difundió la fe cristiana. El santo obispo fue generoso, sus puertas estaban abiertas a todos, escuchaba y atendía con amor el pedido de cada persona que acudía a él. Sin temer amenazas ni torturas, confesó firme y valientemente su fe ante los paganos.

En el servicio a San Ticón se afirma que él previó el momento de su muerte, que ocurrió en el año 425.

Tropario tono 1, del común de Santos Ascetas

Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has realizado milagros, Ticón, padre teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas los malestares de las almas, * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, * ha brindado curación a todos!

Domingo de Todos los Santos/ Santo Profeta Amós/San Jerónimo de Estridón/San Agustín de Hipona.

El domingo siguiente a Pentecostés está dedicado a Todos los Santos, tanto a los que conocemos como a los que solo Dios conoce. Ha habido santos en todos los tiempos, provenientes de todos los rincones de la tierra. Fueron apóstoles, mártires, profetas, jerarcas, monjes y justos, pero todos fueron perfeccionados por el mismo Espíritu Santo.

La venida del Espíritu Santo nos permite superar nuestra condición caída y alcanzar la santidad, cumpliendo así el mandato de Dios: «Sed santos, porque yo soy santo» (Levítico 11:44; 1 Pedro 1:16, etc.). Por lo tanto, es apropiado conmemorar a Todos los Santos el primer domingo después de Pentecostés.

Esta fiesta pudo haber tenido su origen en una época temprana, quizás como una celebración de todos los mártires, y luego se amplió para incluir a todos los hombres y mujeres que dieron testimonio de Cristo con sus vidas virtuosas, incluso si no derramaron su sangre por Él. De hecho, la himnología de la festividad de Todos los Santos también enumera seis categorías: “Alégrense, asamblea de los Apóstoles, Profetas del Señor, fieles coros de los Mártires, divinos Jerarcas, Padres Monásticos y los Justos…”

La fiesta de Todos los Santos alcanzó gran relevancia en el siglo IX, durante el reinado del emperador bizantino León VI el Sabio (886-911). Su esposa, la santa emperatriz Teófana (16 de diciembre), Fue una gran benefactora de los pobres y generosa con los monasterios. Fue una verdadera madre para sus súbditos, cuidando de viudas y huérfanos y consolando a los afligidos. Incluso antes de la muerte de Santa Teófana, su esposo comenzó a construir una iglesia con la intención de dedicarla a su memoria, pero ella se lo prohibió. Fue este emperador quien decretó que el domingo después de Pentecostés se dedicara a Todos los Santos. Confiando que su esposa era una de las justas, sabía que ella también sería honrada cada vez que se celebrara esta fiesta en honor deTodos los Santos.

Tropario, tono 4

Oh Cristo Dios, * tu Iglesia, adornada con la sangre de tus mártires de todo el mundo, * como si fuera con fino lino y púrpura, * por ellos, te ruega diciendo: * «Envía tu piedad sobre tu pueblo, * concede al mundo la paz, * y a nuestras almas la gran misericordia».

Condaquio tono 8 

Oh Sembrador de la creación, * el universo te ofrece, como primicias de la naturaleza, * a los mártires, portadores de Dios, * por cuyas súplicas y las de la Madre de Dios * conserva a tu Iglesia en profunda paz, * oh Señor todo misericordia.

Santo Profeta Amós

 

El profeta Amós era de la ciudad de Tecué, en la tierra de Zabulón. Era un hombre con poca instrucción, pastor de cabras y ovejas, como testifica de sí mismo (Amós 7:14-15). Comenzó a profetizar dos años antes del terremoto, que algunos dicen que tuvo lugar en el año veinticinco del reinado de Ozías, rey de Judá, alrededor del año 785 a.C. (Amós 1:1). Sin embargo, más tarde Amasías, el falso sacerdote de Betel, provocó su muerte. Su libro de profecía, dividido en nueve capítulos, ocupa el tercer lugar entre los Profetas Menores. Este Amós es diferente del padre del profeta Isaías, que también se llamaba Amós. Su nombre significa “portador de cargas”.

Tropario tono 2, del común de Santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Amós, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

San Jerónimo de Estridón

San Jerónimo de Estridón nació en el seno de una familia cristiana en la ciudad de Estridón situada en la frontera entre Dalmacia y Panonia. Su nombre completo es Eusebio Jerónimo Sofronio. Sus padres lo enviaron a Roma, donde estudió ciencias seculares. Al comienzo de su vida en la capital, el joven quedó cautivado por las vanidades mundanas y cayó en la tentación. Al final de su estancia en Roma, Jerónimo decidió cambiar de vida y vivir en bondad y pureza. Cuando el joven tenía unos 20 años, aceptó el santo bautismo. Después de esto visitó la Galia (Francia). Entonces decidió dedicarse totalmente a Dios y hacerse monje.

Hacia el año 372 regresó a su ciudad natal, pero sus padres ya habían partido de esta vida. Sobre él recayó la responsabilidad de criar a sus hermanas menores y a su hermano Paulino. Estas preocupaciones le obligaron a dejar de lado sus planes de ingresar en un monasterio, al menos por un tiempo.

Habiendo hecho arreglos para el cuidado de sus hermanos, viajó al Este con varios de sus amigos. En 374 decidió habitar en el desierto de Calcis, al sureste de Antioquía. Allí permaneció durante unos cinco años, compaginando el trabajo sobre las Sagradas Escrituras con austeras acciones ascéticas.

San Jerónimo visitó Constantinopla y se encontró con los santos jerarcas Gregorio el Teólogo y Gregorio de Nisa. En el año 381 partió hacia Roma, en donde continuó sus estudios. El Papa san Dámaso I (366-384), que también dedicó gran parte de su tiempo al estudio de la Sagrada Escritura, nombró a Jerónimo su secretario.

Pero debido a que el santo denunció la moral de la sociedad cristiana contemporánea, todo un grupo de quienes tenían malicia hacia el santo se acercaron para difundir calumnias contra él. Junto con su hermano Paulino y sus amigos, San Jerónimo visitó Tierra Santa, y también los monjes del monasterio del desierto de Nitria. En el año 386 se instaló en una cueva de Belén, cerca de la cueva donde nació Cristo, y allí comenzó una vida de austero ascetismo.

Este fue el período de florecimiento de su actividad creativa. Atendiendo a los estudios de su época, San Jerónimo dejó a la Iglesia un rico legado escrito: colecciones de obras dogmático-polémicas, obras moral-ascéticas, comentarios a la Escritura y obras históricas. Pero la más importante de sus obras fue una nueva traducción de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento al latín. Esta traducción latina se llama “Vulgata” y pasó a ser de uso general en toda la Iglesia occidental.

Terminó su vida en la cueva de Belén hacia el año 420.

Tropario, tono 1

La sapiencia honraste, oh dichoso Jerónimo, * y te honró, por su parte, * con celestes dádivas; * te volviste, pues, un astro lúcido, * viviendo en tierra vida angélica. * Celebramos, por lo tanto, tu gran mención, * y anunciamos con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, nos ha brindado gracia y misericordia!

San Agustín, obispo de Hipona

 

San Agustín nació en la ciudad de Tagaste, en el norte de África. Fue criado por su madre, santa Mónica (4 de mayo), y recibió su educación en Cartago. En calidad de profesor de retórica, Agustín llegó a Milán, Italia, donde san Ambrosio (7 de diciembre) era obispo.

Bajo la dirección de san Ambrosio, Agustín estudió las Sagradas Escrituras. La Palabra de Dios produjo en su alma una crisis radical; aceptó el santo bautismo, entregó todas sus riquezas a los pobres y fue tonsurado como monje.

En el año 391 Valeriano, obispo de Hipona, ordenó sacerdote a san Agustín, y en el 395 lo nombró obispo vicario de la sede de Hipona. Tras la muerte del obispo Valeriano, san Agustín ocupó su lugar.

Durante sus 35 años como obispo, san Agustín escribió numerosas obras dedicadas a combatir las herejías donatistas, maniqueas y pelagianas.

De sus obras las más conocidas son: La ciudad de Dios (De civitate Dei), Las Confesiones, 17 libros contra los pelagianos y Manual del conocimiento cristiano (El Enchiridion). San Agustín se preocupaba por encima de todo de que sus escritos fueran inteligentes y edificantes.

Murió el 28 de agosto del año 430.

Tropario tono 4

Alabemos al gran Agustín, / divino Jerarca de la Iglesia de Cristo y sabio guía; / renombrado teólogo de la ciudad de las alturas, / amante de la oración y columna del arrepentimiento; / “Intercede ante el Señor, para que tenga misericordia de nuestras almas”

Santo Profeta Eliseo/San Metodio el Confesor, patriarca de Constantinopla

El profeta Eliseo, hijo de Safat, era del pueblo de Abel-me-oul y había sido labrador. En el año 908 a.C., por orden de Dios, el profeta Elías lo ungió para ejercer el ministerio en su lugar. Esto sucedió mientras Eliseo estaba arando su tierra, teniendo doce bueyes bajo el yugo. Inmediatamente Eliseo mató los bueyes y los cocinó, utilizando el arado de madera y los demás instrumentos de labranza como leña; Luego dio los bueyes para alimento del pueblo. Despidiéndose de sus padres, siguió a Elías y le sirvió hasta que éste fue llevado al cielo (ver 20 de julio). Cuando Eliseo recibió doblemente el manto de su maestro y la gracia de su espíritu profético, demostró de quién era discípulo a través de los milagros que obró y de todo lo que de él se cuenta en el Libro Segundo de los Reyes. Partió lleno de días y fue sepultado en Samaria, alrededor del año 839 a.C. Pero incluso después de su muerte Dios lo glorificó; porque después de pasar un año, cuando algunos israelitas llevaban un hombre muerto para enterrarlo y de repente vieron un grupo de moabitas, arrojaron el hombre muerto sobre la tumba del Profeta. Tan pronto como el muerto tocó los huesos del Profeta, este volvió a la vida y se puso de pie (II Reyes 13:20-21). Al mencionar esto, Jesús, el Hijo de Sirac, dice: “Hizo maravillas en su vida, y en su muerte sus obras fueron maravillosas” (Ecl. 48:14). Es por tales maravillas que los fieles sienten reverencia por las reliquias de los santos (ver también 16 de enero).

Su nombre significa “Dios es salvador”.

Tropario tono 4

Oh ángel con cuerpo, cimiento de los profetas, * segundo precursor de la venida de Cristo, * oh Elías glorioso, * de lo alto enviaste * a Eliseo la gracia * para que expulsara las enfermedades * y purificara a los leprosos: * brinda la curación a los que te honramos.

San Metodio Patriarca de Constantinopla

 

En cuanto a san Metodio, nació de padres ricos en Siracusa de Sicilia a finales del siglo VIII. Siendo presbítero, fue enviado como embajador a Roma en 815 u 816 en nombre del patriarca Nicéforo de Constantinopla, que había sido exiliado por León el Armenio (ver 2 de junio). Tras la muerte de León, regresó a Constantinopla; pero como era gran defensor de la veneración de los santos iconos, el emperador Miguel el Tartamudo lo exilió inmediatamente a una fortaleza cerca de Bitinia. Cuando Miguel murió, fue liberado por un corto tiempo; pero luego, a causa de su confesión de la fe ortodoxa, fue encarcelado nuevamente por el emperador Teófilo en un sepulcro oscuro y maloliente. Como esto no era suficiente para la inhumanidad del Emperador, ordenó que dos ladrones fueran encerrados con Metodio, y cuando uno de ellos murió, no permitió que se llevaran el cadáver. Mientras el Santo estaba encarcelado allí, cierto pescador pobre atendía sus necesidades.

Finalmente, cuando la Iglesia recibió su libertad bajo santa Teodora Emperatriz, la santa lo impulsó al trono patriarcal de Constantinopla en 842. Junto con la santa emperatriz, san Metodio restauró los santos iconos a su debido honor; esto se conmemora el domingo de la ortodoxia. Gobernó la Iglesia de Constantinopla durante cuatro años y reposó en 846.

Tropario tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Metodio, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas.

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