Boletín del 27/01/2013

14° Domingo de Lucas

Memoria Traslado del cuerpo de San Juan Crisóstomo

Icono-griego

Venid a reuniros con los discípulos en el monte
de Galilea para que veáis a Cristo, diciendo con fe:                 
He recibido el poder de lo que está arriba y lo que esta abajo.
Aprendamos como enseña a bautizar a todas las naciones
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
prometiéndonos permanecer con nosotros hasta el fin del mundo.
                                                                                                                  Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audio1Cuando la piedra fue sellada por los judíos
y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador, concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti:
Oh Dador de Vida, Gloria a tu Resurrección, oh Cristo,
gloria a tu Reino, gloria a tu plan de salvación,
oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

Tono 4

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen,
oh Cristo Dios, las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste.
Conserva a tus fieles en la paz y auxilia a los que amas porque
Tú eres el único Amante de la humanidad.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (7: 26-8:2)

Hermanos: Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores,  encumbrado por encima de los cielos, que no tiene necesidad  de ofrecer sacrificios cada día como aquellos sumos  sacerdotes, primero por sus pecados propios, luego por los del  pueblo: esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a  sí mismo. Es que la Ley instituye como sumos sacerdotes a  hombres frágiles; pero la palabra del juramento —posterior a  la Ley— instituye al Hijo perfecto para siempre.

Este es el punto capital de cuanto venimos diciendo: tenemos  un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de  la Majestad en los cielos, ministro del santuario y del  Tabernáculo verdadero, erigido por el Señor, no por un  hombre.

Evangelio según San Lucas (18: 35-43)

En aquel tiempo, al acercarse  Jesús a Jericó, estaba un  ciego sentado junto al camino  pidiendo limosna, al oír que pasaba  gente, preguntó qué era aquello. Le  informaron que pasaba Jesús el  Nazareno, y empezó a gritar  diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten  compasión de mí!» Los que iban  delante lo increpaban para que se  callara, pero él gritaba mucho más:  «¡Hijo de David, ten compasión de  mí!» Jesús se detuvo, y mandó que lo  trajeran y, cuando se hubo acercado,  le preguntó: «¿Qué quieres que te  haga?» Él dijo: «¡Que vea, Señor!»  Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha  salvado.» Y al instante recobró la  vista, y lo seguía glorificando a Dios.  Y todo el pueblo, al verlo, alabó a  Dios.

Mensaje Pastoral

¡Señor, ten piedad!

El ciego «empezó a gritar diciendo: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”»

bartimeoEl grito es una fuerte reacción natural que surge de la necesidad, la incapacidad y el dolor. Aún es más fuerte la expresión «ten piedad» que goza de un lugar muy privilegiado en la tradición cristiana y la repetimos frecuentemente durante los Servicios litúrgicos, tres, doce o cuarenta veces. No se trata de una repetición hueca, sino de un tocar insistente, de una espera confiada y de una encomienda constante de nuestra vida –con sus aflicciones y alegrías– en las manos de Cristo nuestro Dios.

Sería propio mencionar el gran vigor que esta expresión tiene en el idioma árabe: irjam, verbo derivado de rájem que significa «matriz». En este sentido, «piedad» es lo que la madre le da de vida al embrión. Entonces, el «apiadarse» no es un estado de solidaridad que le pedimos a Dios que tenga por nosotros, sino una acción vivificadora. No es que pidamos a Dios tenga mera compasión o lástima por nuestras miserias, sino que actúe en nosotros y nos revivifique, santificando, iluminando y divinizando nuestra vida. Ésta es la esencia del clamor.

El libro de los Salmos está lleno de la súplica: «Apiádate de mí, oh Dios». La santidad del rey David, quien los compuso, no se debe a su estado exento de pecado –ya que su vida, en ciertos momentos, había sido manchada con sangre y con actuaciones indebidas–, sino más bien a su preocupación e iniciativa para advertir sus propias transgresiones, confesarlas y exclamar con fuerza: «ten piedad de mí, oh Dios, según tu gran misericordia» (Sal 50:1). El que grita es porque tiene dolor, pero quienes no sienten dolor alguno, no necesariamente están sanos, y la anestesia sólo hace olvidar el dolor pero no cura la enfermedad. «Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.» (1Jn 1:8-9)

El pecado mayor consiste en que a menudo nos distraemos de la vigilia de nuestra vida y nos anestesiamos con la indiferencia y el olvido. Quizás fuera mejor, en todo caso, que caigamos delante de Dios, que nos postremos ante Él pidiéndole misericordia: «Señor, ten piedad».  Es entonces cuando Él, a través del cordón umbilical de nuestra confesión, nos da de su propia vida, vida verdadera, luz fulgurante que penetra nuestra oscuridad y abre los ojos de nuestro corazón. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Sobre esta piedra edificare mi Iglesia

Dijo el Señor a Simón Pedro: “Tú eres Pedro (Petros) y sobre esta piedra (petra), edificaré mi Iglesia.” El apóstol acababa de confesar al Señor: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” y es esta fe confesada por el apóstol la que constituye el fundamento de la Iglesia. La piedra angular de la edificación  no es otra sino Cristo: “..nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo” (1ª.Cor 3,11). Sobre esa piedra: la fe en Cristo, se edificaron también los propios  pilares de la iglesia: Pedro y Pablo y todo el cuerpo apostólico.

Hacia el año 427, escribe el Doctor de la Iglesia de Occidente San Agustino a este respecto: “No le dijo, en efecto, tú eres piedra (petra) sino “Tu eres Pedro” (Petrus). Así pues, la piedra, (petra) era Cristo, confesado por Simón, como lo confiesa toda la Iglesia, el cual recibió el nombre de Pedro (Petrus)”.

Vida de Santos

Traslado del cuerpo de San Juan Crisóstomo

27 de enero

crisostomo_1Este incomparable maestro recibió después de su muerte el nombre de Crisóstomo o Boca de Oro, en recuerdo de sus maravillosos dones de oratoria. Pero su piedad y su indomable valor son títulos todavía más gloriosos que hacen de él uno de los más grandes pastores de la Iglesia. Las reliquias del santo pasaron 30 años en una iglesia de Capadocia, de un pueblo llamado Komana, donde el Gran maestro y santo había pasado tantas pruebas en el exilio. En el año 438, el 27 de enero son exhumación y trasladadas las reliquias de San Juan Crisóstomo a Constantinopla. El emperador Teodosio II y su hermana Santa Pulquería acompañaron la procesión junto al Patriarca Proclos, quien había sido su discípulo, pidiendo perdón por el pecado de sus antecesores, que tan ciegamente habían perseguido al siervo de Dios. El cuerpo del santo fue depositado en la iglesia de los Apóstoles. En nuestra Santa Iglesia Ortodoxa, San Juan Crisóstomo es uno de los tres Santos Patriarcas y Doctores Universales; los otros dos son San Basilio y San Gregorio Nazianceno.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «Nunca he deseado una cosa que fuese útil para mí si ello entraña algún perjuicio para mi hermano, porque espero que la ganancia de mi hermano es para mi aumento de fruto».
  • Decían del abad Hor: «Nunca ha mentido, jamás hizo ningún juramento, nunca maldijo a nadie, jamás habló a nadie si no era necesario».
  • Dijo el abad Pastor: «En el Evangelio está escrito: “El que no tenga espada que venda su manto y compre una” (Lc. 22,36). Esto significa: “El que tenga paz que la deje y se prepare para la lucha”». Se refería a la lucha contra el diablo.

Boletín del 20/01/2013

12° Domingo de Lucas

Memoria de San Eutimio Magno

San_Eutimio_el_Grande_276x395

Cuando el Señor pregunto a Pedro por tres veces:
“¿me amas?”, lo constituyo pastor de sus ovejas:
y este, al ver al otro discípulo que amaba Cristo,
siguiéndole, pregunto al Señor, diciendo:
y ¿Qué de este? Y el contesto:
Si yo quiero que este esté hasta mi llegada,
¿Qué a ti, querido Pedro?
                                                                      Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 8

audio1Descendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.
Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo
 

Condaquio de la Presentación

Tono 4

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen,
oh Cristo Dios, las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste.
Conserva a tus fieles en la paz y
auxilia a los que amas porque Tú eres el único Amante de la humanidad.

Lecturas Bíblicas

Segunda Carta del Apóstol  San Pablo a los Corintios (4:6-15)

Hermanos: Dios que mandó que de las tinieblas brillase la luz, ha brillado en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios, en la faz de Jesucristo.

Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que lasobreabundancia de la fuerza sea atribuida a Dios y no anosotros: atribulados en todo, mas no angustiados; perplejos,mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados;derribados, mas no aniquilados; llevamos siempre en el cuerpoel morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús semanifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, estamossiempre entregados a la muerte por amor a Jesús, a fin de quetambién la vida de Jesús se manifieste en nuestra carnemortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, mas enustedes la vida.

Pero teniendo aquel espíritu de fe conforme a lo que estáescrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos, y poreso hablamos, sabiendo que Quien resucitó al Señor Jesús,también nos resucitará por medio de Jesús y nos presentarájuntamente con ustedes. Pues todo esto es para bien deustedes, a fin de que la Gracia que ha abundado, por elagradecimiento de muchos, redunde en gloria de Dios.

Evangelio según San Lucas (17: 12-19)

En aquel tiempo, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les dijo: «Vayan y muéstrense a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro entierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quién volviera a dar gloria a Dios sino éste extranjero?» Y le dijo:«Levántate y anda; tu fe te ha salvado.»

Mensaje Pastoral

Grande es su Misericordia

Jesús, camina hacia Jerusalén, pasa entre Samaria y Galilea… Recordemos que para los judíos, Samaria es un lugar impuro, tierra de 23Curaciones18leprososmenospreciados, de no elegidos; y justamente es ahí a donde el Señor decide llegar: poniéndose al alcance de los rechazados, de los paganos, de nosotros. Bajó del cielo para estar al alcance de todo hombre, para que todos pudieran relacionarse con Él. Y así como decide pasar por aquella frontera de pueblos en discordia, también decide entrar en nuestras vidas y hacer su morada en nosotros para salvarnos, decide entrar en el hogar del enfermo, para sanarlo, consolarlo y darle esperanza. Allí, en esos caminos, es donde nos encuentra… ¡Es Él quien propicia el encuentro! ¡Cuán grande es Su misericordia!

Y justo ahí, en ese encuentro, aquellos diez hombres enfermos alzaron la voz: “¡Apiádate de nosotros!”. Tal vez resulte difícil entender lo que estas palabras significan y el profundo dolor impregnado en ellas. Quizá nos representen sólo el recuerdo de una exclamación litúrgica: “Señor, ten piedad”. Sin embargo ¡Cuánto sufrimiento y tristeza encierran, cuando se desprenden de las entrañas de un alma atribulada! ¡Cuánta angustia desbordan, cuando un corazón quebrantado pide al Señor un poco de piedad por su miseria e iniquidad! Y, al mismo tiempo, ¡Cuánta esperanza se contiene en ellas!

A los leprosos les bastó alzar la voz y la misericordia de Nuestro Señor les alcanzó. Nadie que haya acudido a Él, humilde y mansamente, ha sido defraudado. Los limpios de corazón verán a Dios

Hasta aquí encontramos en el Evangelio un solo hecho bendito y glorioso: la infinita misericordia de Dios y la obra de Nuestro Señor Jesucristo a favor de los leprosos, los rechazados, de nosotros… Ellos clamaron, Él los acogió; ellos pidieron piedad, el Señor les dio su misericordia: ellos ansiaban ser acogidos, el Señor los amó tiernamente.

¿Y, nosotros, los enfermos y desvalidos, qué hemos hecho después de haber sido sanados? Solo uno volvió a dar gracias aunque eran diez los que habían suplicado la compasión del Señor. Diez fueron los curados y bendecidos por la acción divina y solo uno reconoció quien era Aquel que lo había curado. Nueve, probablemente aturdidos y eufóricos, por la gracia recibida rápidamente se olvidaron de la lastimosa situación en que poco antes se encontraban y absortos solo en su propio bienestar repentino, se olvidaron por completo del Señor y su misericordia.

El Señor no sólo espera que atendamos su palabra y nos sirvamos de su gracia, sino que espera que reconozcamos el deseo íntimo de Su corazón. Él no nos manda que seamos agradecidos, pero si le agrada que volvamos a Él con gratitud reconociendo su infinita misericordia y amor por nosotros. Volver al Señor y postrarse ante Él, como el samaritano, no es obligación, es un acto de amor, de entrega, de fe.

“Tu fe te ha salvado.” Le dice al único que agradecido vuelve a Él reconociéndole como Señor, al único que se atreve a establecer una relación con Él. “La fe nos pertenece en tanto la vivimos” (Metropolita Filarete). Es la fe la que desencadena en nosotros los hechos de Dios.

Ser sanados, ser objetos de la Misericordia Divina es sólo la mitad del camino. La otra mitad es la vivencia de nuestra fe en Cristo Jesús

Nuestra Fe y Tradición

La Confesión

confessionEn el orden espiritual no sólo existen males sino también remedios. El dolor, el arrepentimiento por la falta cometida, sustentan la absolución. Asimismo debe haber una búsqueda por parte del Confesor sobre las causas, sobre todo en los pecados reiterados, para así poder guiar al fiel, a fin de que no vuelva a caer. La confesión no se debe transformar en un interrogatorio. Se recomienda adoptar a un padre espiritual y volver siempre a él, estableciendo una relación paterno-filial, basada en el respeto y en el amor. La confesión se realiza siempre en un clima distendido y en una relación personal cara a cara. Este Sacramento puede ser celebrado solamente por el Obispo y por los Presbíteros autorizados.

Vida de Santos

Eutimio el Grande

20 de enero

El nacimiento de este santo el año 377, fue el fruto de las oraciones de sus padres, Pablo y Dionisia, y de laSEutimio-elGrande intercesión del mártir Polyeucto. El padre de Eutimio era un rico ciudadano de Melitene de Armenia. Ahí se inició Eutimio en las ciencias sagradas, bajo la dirección del obispo, quien le ordenó sacerdote y le encargó la supervisión de los monasterios. Eutimio visitaba con frecuencia el monasterio de San Polyeucto, y pasaba noches enteras orando en el monte vecino. Asimismo, se retiraba a orar todos los años, desde la octava de la Epifanía hasta el fin de la Cuaresma. Como su deseo de soledad no se satisfacía con esto, Eutimio abandonó secretamente su ciudad natal, a los veintinueve años de edad. Después de orar en los santos lugares de Jerusalén, se refugió en una celda, a diez kilómetros de la ciudad, cerca de la “laura” de Farán. Tejiendo canastas, ganaba lo suficiente para vivir y aun repartía algunas limosnas entre los pobres. Cinco años más tarde, se retiró con un tal Teoctisto a una cueva situada a unos quince kilómetros de su celda anterior, en el camino a Jericó. Ahí empezó a reunir algunos discípulos hacia el año 411. Confiando a Teoctisto el cuidado de la comunidad, el santo volvió a retirarse a una remota ermita. Sólo los sábados y domingos recibía a quienes iban en busca de consejo. Eutimio exhortaba a sus monjes a no comer nunca más de lo necesario para satisfacer el hambre, y les prohibía toda especie de singularidad en el ayuno y otras austeridades, porque tales cosas favorecen la vanidad y desarrollan la voluntad propia. Siguiendo el ejemplo de su maestro, todos los monjes se retiraban a la soledad desde la Epifanía hasta el Domingo de Ramos, fecha en que se reunían en el monasterio para celebrar los oficios de la Semana Santa. Eutimio recomendaba el silencio y el trabajo manual, con suerte sus monjes ganaban para comer, y un poco más para ayudar a los pobres.

Con la señal de la cruz y una corta oración, San Autimio curó de una parálisis de medio cuerpo a un joven árabe. El padre de

éste, que había recurrido en vano a las famosas artes físicas y mágicas de los persas, se convirtió al cristianismo. Esto desató una oleada de conversiones entre los árabes, debido a esto el patriarca de Jerusalén, Juvenal, consagró obispo a Eutimio para que atendiese a las necesidades espirituales de los convertidos. El santo estuvo presente en el Concilio de Efeso, en 431. Juvenal construyó a San Aufimio una “laura” en el camino de Jerusalén a Jericó. No por ello abandonó el santo su regla de estricta soledad, sino que gobernó a sus monjes por medio de vicarios a quienes daba sus instrucciones los domingos. La humildad y caridad de Eutimio le permitía ganar los corazones de cuantos se le acercaban. Su don de lágrimas parece haber sido todavía más notable que el del gran Arsenio. San Cirilo de Escitópolis relata muchos de los milagros obrados por el santo con sólo hacer la señal de la cruz. En un periodo de sequía, Eutimio exhortó al pueblo a la penitencia para apartar esa plaga, las multitudes acudían en procesión a su celda llevando cruces, cantando el “Kirie eleison,” y suplicándole que ofreciere a Dios sus oraciones por ellos. Eutimio respondía: “Yo soy un pecador. ¿Cómo queréis que me presente ante Dios, que está airado por nuestras culpas? Postrémonos todos juntos en su presencia, y Él nos escuchará.” La multitud obedeció, y el santo, dirigiéndose a su capilla, se postró también en oración. El cielo se oscureció repentinamente, la lluvia cayó en abundancia, y las cosechas fueron notablemente buenas.

Cuando la emperatriz Eudoxia, viuda de Teodosio II, consultó a San Simeón el Estilista sobre las penas que afligían a su familia, dicho santo remitió a la hereje a San Eutimio. Este no recibía a ninguna mujer en su “laura.” La emperatriz se construyó un refugio a cierta distancia y le rogó que fuese a verla ahí. San Autimio le aconsejó renunciar a la herejía de Eutiques y suscribir el credo del Concilio de Calcedonia. Eudoxia siguió el consejo, como si fuera la voz de Dios, y volcó su fe a la ortodoxia. Gran parte del pueblo siguió su ejemplo. El año 459, la emperatriz pidió de nuevo al santo que fuese a verla a su refugio, pues tenía el plan de dotar la “laura” con rentas suficientes para su manutención. Eutimio le mandó decir que no pensara en la dotación y que se preparara a morir. La emperatriz admiró el desinterés de Eutimio, volvió a Jerusalén, y murió poco después. Uno de los últimos discípulos de San Eutimio fue el joven San Sabas, a quien el primero amó tiernamente. El 13 de enero del año 473, Martirio y Elías, a quienes el santo había predicho que llegarían a ser patriarcas de Jerusalén, fueron con algunos otros a acompañar a Eutemio a su retiro cuaresmal; pero éste les dijo que iba a quedarse con ellos toda la semana, hasta el sábado siguiente, dándoles a entender que su muerte estaba próxima. Tres días después, ordenó que se observase una vigilia general, la víspera de la fiesta de San Antonio, y en tal ocasión hizo a sus hijos espirituales una exhortación a la humildad y la caridad. Nombró a Elías por sucesor suyo y predijo a Domiciano, uno de sus discípulos predilectos, que le seguiría al sepulcro a los ocho días de su muerte como sucedió en efecto. Eutimio murió el sábado 20 de enero, a los noventa y cinco años, después de haber pasado sesenta y ocho en el desierto. Cirilo cuenta que apareció varias veces después de su muerte, y habla de los milagros obrados por su intersección, de uno de los cuales él mismo fue testigo ocular. El nombre de San Eutimio aparece en la preparación de la misa bizantina.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • El abad Pambo preguntó al abad Antonio: «¿Qué debo hacer?». El anciano contestó:«No confíes en tu justicia; no te lamentes del pasado y domina tu lengua y tu gula.
  • Dijo Antonio al Abba Poemén: “Este es el gran quehacer del hombre: reconocer su pecado en presencia de Dios y esperar la tentación hasta el último respiro.”
  • Otro día dijo: “Quien no ha sufrido la tentación no puede entrar en el Reino de los Cielos. En efecto, dijo, suprime las tentaciones y nadie se salvará.”

Felicitación

Saydna2Clero y pueblo de la Arquidiócesis enviamos a su Eminencia, nuestro Padre, el señor Arzobispo Antonio, los saludos más calurosos con motivo de su onomástico y cumpleaños este 17 de enero, rogando a Dios que nos lo conserve por muchos años en salud, paz y oración predicando rectamente la Palabra de la Verdad; por la intercesión de su patrono San Antonio el Grande. También felicitamos a la hermandad monástica de San Antonio el Grande en Jilotepec, México, y a la comunidad de San Antonio Abad en Caracas, Venezuela, y al Rev. Padre Antonio Martinez y a todos los que llevan el nombre de San Antonio de nuestra feligresía amada en el Señor.   ¡Por muchos años!, en salud, fe y paz!

Cumpleaños y onomástico de Su Eminencia

Este 17 de enero del 2013 nuestro querido Padre y Metropolita Antonio Chedraoui festejó su cumpleaños número 81.El festejo inició con la celebración de la Divina Liturgia en la Catedral de San Pedro y San Pablo en la cual conmemoró a su Santo Patrono San Antonio el Grande y concelebraron con él: Su Eminencia Reverendísima Sergio Abad Arzobispo de Chile, Su Excelencia Obispo Ignacio Samaan Obispo Auxiliar de nuestra Arquidiócesis y Su Gracia Arzobispo Alejo de la Iglesia Ortodoxa en América (O.C.A.).

 En la homilía, Sayedna Antonio habló del ejemplo que nos da San Antonio el Grande con su vida y sus enseñanzas, y recordó la importancia de la solidaridad con los más necesitados, también agradeció la asistencia del Sr. Cardenal Norberto Rivera a la Divina Liturgia e invitó a rezar por la paz de México y de Siria.

En el banquete se reunieron más de 3000 invitados, resaltamos entre ellos la presencia de gobernadores de varios estados entre ellos, el Licenciado Eruviel Ávila, Gobernador del Estado de México, además de Secretarios, Diputados, Senadores y Presidentes municipales. Su Eminencia mostró su fuerza de convocatoria basada en su personalidad amorosa y en su sinceridad.

Sayedna Antonio en su discurso durante el banquete llamó a políticos y responsables de los gobiernos federal y locales a unir esfuerzos para alcanzar la paz y la tranquilidad en el país.

La tarde transcurrió en un ambiente de fiesta y armonía y todos los concurrentes pudieron disfrutar de una comida magnífica con platillos de las cocinas mexicana y árabe.

 Felicitamos muy cálidamente a Sayedna Antonio

¡Por muchos Años oh Señor, Por muchos Años!

El Universal

Boletín del 13/01/2013

Domingo posterior a Epifanía

theophany-icon

Los hijos de Zebedeo, Pedro, Natanael, Tomás
y otros dos, se encontraban pescando en el lago de Tiberiades,
a la orden de Cristo, arrojaron sus redes al lado derecho
pescando en abundancia. Cuando Pedro reconoció a Cristo,
se acercó a Él nadando, esta fue la tercera aparición del Señor
al enseñarles el pan y el pescado Sobre las brazas.
                                                                                                       Exapostelario

Himnos de la liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 7

audio1Destruiste la muerte con tu cruz
y abriste al ladrón el Paraíso;
a las Mirróforas los lamentos trocaste
y a tus Apóstoles ordenaste predicar que resucitaste,
oh Cristo Dios, otorgando al mundo la gran misericordia.

Tropario de La Divina Epifanía

 Tono 1

audio1Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán
se manifestó la adoración a la Trinidad:
pues, la voz del Padre dio testimonio de ti
nombrándote su “Hijo amado”;
y el Espíritu, en forma de paloma,
confirmó la certeza de la palabra.
! Tú, que te has revelado e iluminado al mundo,
oh Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio de la Divina Epifanía

Tono 4

audio1Te has revelado hoy al universo,
y tu luz, oh Cristo Dios, ha fulgurado
sobre nosotros que te alabamos con comprensión:
¡Te has manifestado, oh Luz inaccesible!

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios  (4:7-13)

Hermanos: A cada uno de nosotros le ha sido concedida la Gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres. ¿Qué quiere decir «subió» sino que había bajado primero a las partes más bajas de la tierra? Éste que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. Él mismo dio a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para perfeccionar a los santos en orden a las funciones del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Evangelio según San Mateo (4: 12-17)

En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliese el oráculo del profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte, una luz les ha amanecido. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos se ha acercado.»

Mensaje Pastoral

Epifanía: la divina manifestación

El día 6 de enero, la Iglesia celebra el Bautismo de nuestro Señor Jesucristo en el Río Jordán por las manos de Juan el Bautista. A estateofania fiesta se le llama Epifanía o Teofanía, palabra griega que significa la Divina Manifestación.Es la manifestación de Dios, Trino y Uno, ante los hombres como lo ilustra el Tropario: «Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán se manifestó la adoración a la Trinidad; pues la voz del Padre dio testimonio de Ti nombrándote su “Hijo amado”; y el Espíritu, en forma de paloma, confirmó la certeza de la palabra […]»

El hombre habría sido incapaz de conocer a Dios si Él mismo no se le hubiera revelado. Pero Dios, por su infinito amor, aceptó ser como nosotros para que «el Igual atrajera a su igual» (Acatisto, Estrofa XVIII). En el cristianismo, el conocimiento de Dios nos ha sido otorgado por Gracia, por Revelación.

Hasta el siglo IV, el Nacimiento de Cristo y su Bautismo se celebraban juntos en este mismo día (tradición que sigue vigente en la IglesiaArmenia). En la Navidad se ha realizado la Presenciade Dios entre los hombres, y en el Bautismo, dicha Presencia fue anunciada y manifiesta ante toda la creación. La adherencia entre las dos celebraciones nos confirma en la fe ortodoxa que refuta rotundamente la desviación de algunos que hablan de que Jesús recibió la Divinidad en el Bautismo. Pues Cristo, desde el seno virginal, es el Hijo, la segunda Persona de la Trinidad, perfecto Dios y perfecto Hombre; eso es lo que el Arcángel anunció a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y será llamado Hijo de Dios.» (Lc 1:35). Entonces, si la Navidad presenta el Nacimiento de Cristo dela Virgen en el cuerpo, el Bautismo anuncia su Nacimiento sempiterno del Padre.

Los cantos y el icono de la Fiesta ilustran la alegría universal: Los ángeles están sorprendidos, y los cielos inclinados, porque donde esté el Señor, allá el cielo estará; Juan coloca su mano sobre la cabeza de Cristo con temor y devoción como si estuviera diciendo: «¿Cómo bautizarle a Quien, de la nada, hizo la creación entera?»; Cristo, sumergido en las aguas del Jordán, pisotea «las cabezas de las hidras anidadas en ellas». Mientras el mar, después de la caída, se volvió símbolo de la corrupción y lugar dominado por los poderes de la oscuridad, Cristo lo bendice devolviendo a la naturaleza su función original: morada de la presencia de Dios. Desnudo en el agua está el Nuevo Adán, en Quien el Padre se complace; es el Hijo amado no nada más en referencia a que el Padre lo ama, sino que Él también ama al Padre «hasta la muerte, y muerte de cruz»  (Flp 2:8)

Según este Prototipo, nosotros también hemos sido sumergidos en el agua bautismal, muriendo al pecado,  luego arrancados de ella para participar de la vida del nuevo Adán que ama a Dios y bendice todo lo que encuentra devolviéndole su primer destino: lugar de la Presencia del Señor.

Nuestra Fe y Tradición

El Bautismo de los niños

163734_126086424120320_1096746_nLa tradición del Bautismo de los niños tiene su origen en la Iglesia primitiva. Según  Hechos de los Apóstoles, los que creían en “el camino” eran bautizados con todos “los de su casa” sin excluir a los niños. (Véase Hechos 10:47-48, 16:15, 16:31-33, 18:8, 1Cor1:16.)

San Ireneo, obispo de Lyón (200-230) dice en uno de sus escritos: «Vino (Cristo) en persona a salvar a todos, es decir, a todos los que por Él nacen de lo alto para Dios: recién nacidos, niños, muchachos, jóvenes y adultos.» El hecho de que san Ireneo mencione, tan espontáneamente, a los niños y recién nacidos entre los bautizados, muestra que esta tradición era una práctica auténtica e “instintiva” en la conciencia de la Iglesia.

La Iglesia no impone el entendimiento como una condición para recibir el Bautismo, sino al contrario: se requiere de la divina Gracia, otorgada por el Bautismo, para comprender o, más bien, para asimilar las verdades de la fe. Ciertamente es por el Bautismo que adquirimos la bienaventurada pureza sin la cual, según el Señor, «nadie puede entrar en el Reino de los cielos» (Mt 18:3).

Eso no significa dejar al niño bautizado sin atención. Pues la Iglesia, al bautizarlo, le da la posibilidad de crecer en la “estatura espiritual”, siendo encargados sus padres y padrino de guiarlo y alimentarlo hacia la vida en Cristo.

Vida de Santos

San Antonio el Grande (Abad)

17 de enero

Ya pasaron cerca de 70 años desde que San Antonio empezó a vivir en el desierto. Contra su voluntad, un pensamiento arrogante empezó a turbarlo. Pensaba que él era el más antiguo ermitaño que vivía en el desierto. Él pedía a Dios poder alejar este pensamiento y tuvo una revelación que un ermitaño se había instalado en el desierto antes que él y estaba sirviendo a Dios. A la mañana siguiente, bien temprano se levantó Antonio y salió en busca de este desconocido ermitaño. Caminó durante todo el día sin encontrar a nadie,548233_409357255772394_147820824_n salvo algunos animales que viven en el desierto. Delante de él se extendía la grandeza infinita del desierto, pero él no perdía las esperanzas. A la mañana siguiente, bien temprano, él siguió su camino. De repente vio a una loba que corría hacia un arroyo. San Antonio se acercó al arroyo y vio una cueva al costado del mismo. Mientras él se acercaba, la puerta de la cueva se cerró. Mediodía pasó San Antonio frente a la puerta suplicando al anciano que le muestre su rostro. Finalmente la puerta se abrió y salió un anciano canoso. Este anciano era San Pablo de Tebaida. Él vivía en el desierto cerca de 90 años. Después de un saludo fraternal, Pablo le preguntó a Antonio cómo estaba la humanidad. ¿Quién estaba gobernando? ¿Si todavía existían los idólatras? El fin de las persecuciones y el triunfo del Cristianismo en el imperio romano fueron las noticias muy gratas para Pablo. En cambio, la aparición del arrianismo fue una noticia amarga. Mientras que ellos conversaban, llegó un cuervo y dejó un pan. “¡Qué generoso y misericordioso es el Señor!” Exclamó Pablo: “durante muchos años Él me manda la mitad de un pan y hoy, gracias a tu visita, Él me mandó un pan entero.” A la mañana siguiente Pablo confesó a Antonio que muy pronto él se irá de este mundo. Por eso pidió a Antonio traerle la túnica del obispo Atanasio (el famoso luchador contra el arrianismo) para cubrir con ella sus restos. Antonio se apuró a cumplir el deseo de este Santo anciano. Él regresó a su desierto muy emocionado y cuando los hermanos — monjes le preguntaban, la única contestación era: “soy un pecador y yo me consideraba un monje! “¡Yo vi a Elías, yo vi a Juan, yo vi a Pablo en el paraíso!” Cuando él estaba llegando al lugar donde habitaba San Pablo, el vio como este estaba ascendiendo al cielo entre muchos ángeles, profetas y apóstoles.

“¿Pablo, por qué no me esperaste?” Gritó Antonio. “¡Tan tarde te conocí y tan temprano te vas!” Sin embargo, al entrar a la cueva él encontró a Pablo arrodillado, rezando. Antonio también se arrodilló y comenzó a rezar. Recién después de varias horas de rezar se dio cuenta que Pablo no se movía porque estaba muerto. Entonces Antonio lavó piadosamente el cuerpo y lo envolvió en la túnica de San Atanasio. De repente aparecieron dos leones y excavaron con sus garras una tumba bastante profunda, donde Antonio sepultó al Santo ermitaño.

San Antonio falleció a una edad muy avanzada (106 años en el año 356) y por sus esfuerzos espirituales mereció llamarse El Grande.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «El que lleva con paciencia los desprecios, las injurias y las injusticias, puede salvarse».
  • Un anciano decía: «Prefiero ser enseñado que enseñar». Y añadió: «No enseñes antes de tiempo; si no tendrás toda tu vida una inteligencia disminuida».
  • Dijo el abad Pastor: «El hombre, lo mismo que aspira y expele el aliento, debe respirar continuamente la humildad y el temor de Dios».

Felicitación

Saydna2Clero y pueblo de la Arquidiócesis enviamos a su Eminencia, nuestro Padre, el señor Arzobispo Antonio, los saludos más calurosos con motivo de su onomástico y cumpleaños este 17 de enero, rogando a Dios que nos lo conserve por muchos años en salud, paz y oración predicando rectamente la Palabra de la Verdad; por la intercesión de su patrono San Antonio el Grande. También felicitamos a la hermandad monástica de San Antonio el Grande en Jilotepec, México, y a la comunidad de San Antonio Abad en Caracas, Venezuela, y al Rev. Padre Antonio Martinez y a todos los que llevan el nombre de San Antonio de nuestra feligresía amada en el Señor.

 ¡Por muchos años!, en salud, fe y paz!

Boletín de la Epifanía

La Epifanía del Señor 

Himnos de la Liturgia 

Tropario de La Divina Epifanía

 Tono 1

Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán se manifestó la adoración a la Trinidad:
pues, la voz del Padre dio testimonio de ti nombrándote su “Hijo amado”;
y el Espíritu, en forma de paloma, confirmó la certeza de la palabra.
! Tú, que te has revelado e iluminado al mundo, oh Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio de la Divina Epifanía

Tono 4

Te has revelado hoy al universo, y tu luz, oh Cristo Dios,
ha fulgurado sobre nosotros que te alabamos con comprensión:
¡Te has manifestado, oh Luz inaccesible!
 

Lecturas Bíblicas  

Carta del Apóstol San Pablo a Tito  (2:11-14 y 3:4-7)

Hijo mío, Tito: Se ha manifestado la Gracia salvadora de Dios a todos los hombres, que nos educa en que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos  con castidad, justicia y piedad en el siglo presente,  aguardando la dichosa esperanza y la manifestación de la  gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo; el cual se  entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y  purificar para sí un pueblo que fuese suyo, celoso de obras  buenas.

Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador; para que, justificados por su Gracia, viniéramos a ser herederos, conforme a la esperanza, de la vida eterna.

Evangelio según San Mateo ( 3:13-17)

En aquel tiempo, vino Jesús de  Galilea al Jordán donde Juan,  para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo:  «Soy yo el que necesita ser  bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?» Jesús le respondió: «Deja ahora;  pues conviene que así cumplamos  toda justicia.» Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del  agua; y en esto se abrieron los cielos  y vio el Espíritu de Dios que bajaba  en forma de paloma y venía sobre él.  Y una voz que salía de los cielos  decía: «Éste es mi Hijo amado, en  quien me complazco.»

Mensaje Pastoral 

El Bautismo de Jesús y el nuestro

La Epifanía, fiesta del Bautismo del Señor por las manos de Juan el Bautista en el Río Jordán, es una de las celebraciones más antiguas y más importantes de la Iglesia. Basta resaltar que, mientras únicamente san Mateo y san Lucas describieron detalles del Nacimiento de Jesús, los cuatro Evangelios relatan el acontecimiento del Bautismo.

En realidad, el nombre de Epifanía o Teofanía (Divina Manifestación) se debe a las dos siguientes razones:

Primero, la manifestación de Dios, Trino y Uno, al hombre: el Hijo es bautizado, el Padre anuncia el nacimiento eterno del «Hijo amado», y el Espíritu Santo en forma de paloma lo confirma con su Presencia (Tropario de la fiesta).

Segundo, la manifestación del hombre ante Dios: Cristo es «el Hijo del hombre»; su obediencia, humildad y amor forman el icono del Hombre en quien Dios Padre «se complace». Cuando Jesús llegó donde Juan y le pidió que le bautizara, en un principio Juan resistió: «Soy yo el que necesita ser bautizado por Ti.» Pero Jesús le insistió: «Conviene que así cumplamos toda justicia». Con ello no se refería a que su justicia antes del Bautismo era mengua sino a que en éste se mostraría la justicia perfecta, no en el sentido legal de la palabra, más bien, en su sentido bíblico: la justicia de Dios es su amor y misericordia, y la justicia del hombre es su santidad. Entonces el bautismo de Cristo lo anuncia como el cumplimiento y la perfección de la justicia procurada: la santidad.

Tomando en cuenta lo anterior, comprendemos qué es nuestro Bautismo: es la participación de la vida del Hijo, recibir en nuestro ser al Espíritu a través del Santo Crisma, Quien exclama en nosotros: «Abbá, oh Padre»  (Gal 4:6), confirmando nuestra vocación de ser «hijos amados en quienes Dios se complace».

Pero, la mayoría de las veces, ensuciamos la túnica bautismal con el olvido, negligencia y tibieza. Sin embargo, los Padres dela Iglesia–considerando que el Bautismo es único e irrepetible– hablan alegóricamente del «bautismo de las lágrimas»: la penitencia como un modo de vivir constante, que devuelve al alma su dignidad y a la túnica su brillo original.

El recuerdo del Bautismo de Señor, la bendición del agua, la unción y la aspersión de las casas y pertenencias con ella nos estimulan a la penitencia, sin la cual todo se hubiera tornado un ritual insignificante o, más aún, una acción de estilo mágico.

Al inicio de este año rociamos nuestro mundo con el agua bendita, y con ella abrimos nuestra vida a la acción dela Gracia de Dios que, conforme a las palabras de san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta, «nos educa en que vivamos con castidad,  justicia  y  piedad  en  el  siglo  presente» (Tit 2:12). Amén.

Nuestra Fe y Tradición

La bendición del agua. (Agiasma)

Agiasma en griego significa “cosa sagrada.” Así llaman el agua, bendecida según la ceremonia especial. La bendición del agua puede ser menor y grande; la menor se practica durante el año varias veces, la grande — sólo en la fiesta de Teofanía.

¿Y por qué reza la gente en los días de la bendición de agua? Porque el agua se consagró con la fuerza, y con la acción, y con la llegada de Espíritu Santo. Para que se haga el don de bendición, de liberación de los pecados, de curación del alma y del cuerpo y que esta agua reciba la bendición del río Jordán. Esta agua espantará todas las tentaciones de los enemigos visibles e invisibles. Porque nos llevará a la vida eterna. Para que también nosotros, tomando el agua, seamos partícipes de la bendición y revelación de Espíritu Santo. Grande es la oración, grande también es lo que se consagra. El bautismo de Jesucristo consagró la misma esencia del agua.

El agua bendita debe ser tomada en ayunas, por la mañana, pero en el caso de una especial necesidad de la ayuda divina, se puede tomar a cualquier hora del día o de la noche. Se debe conservar en un lugar separado, mejor junto a los iconos de la casa, mas nunca en la refrigeradora. Observando un trato digno y respetuoso, el agua bendita queda fresca y de gusto agradable durante mucho tiempo. Se puede retocarse con ella, agregarla en pocas cantidades a la comida, esparcirla en la habitación. Personas que se encuentran bajo penitencia y no pueden recibir la Eucaristía, toman agua bendita como consolación espiritual.

Es una pena que el milagro de la magna bendición se presenta sólo una vez por año y tan pocas veces podemos escuchar los troparios conmovedores: “La voz del Señor…” etc.

Vida de Santos 

El glorioso profeta y precursor: Juan Bautista

7 de enero

“Juan” en Hebreo significa “la ternura de Dios”. Él era familiar del Señor. Desde que fue concebido en el vientre de su Madre Elizabet reconoció al Señor cuando la Virgen María recién embarazada por el Espíritu Santo visitó a su prima.

Juan vivió en el desierto abstrayéndose del mundo y enseñando a la gente la conversión “porque ha llegado el reino de los cielos” (Mt.3:2). Al ver su estricta conducta toda la gente se acercaba a él aunque fuesen reprendidos por su hipocresía.

Y cuando le preguntaron al Bautista que si él era el Mesías, contestó con toda claridad y humildad: “No soy el Cristo… yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor” (Jn.1: 20-24). Así, En el Bautista se realizó lo dicho por el Señor a través del profeta Malaquías: “he aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí” (Mal.3:1), eso es lo que da al profeta Juan el título de “Precursor”, pues, él precedió a Cristo para prepararle el camino por el arrepentimiento, arrepentimiento verdadero y profundo.

Juan reprendía a los fariseos y saduceos quienes enseñaban sin obras congruentes y los exhortaba a  dar “frutos dignos de conversión” (Mt.3:8), porque la conversión no es un mero remordimiento sino un cambio en el corazón que se traduce en obras. Antes de que el pecador obtenga su absolución tiene que cambiar su postura, conducta y visión sobre las cosas.

El glorioso profeta sigue siendo el precursor de Cristo en la vida de los fieles de generación en generación; pues él es el ejemplo de la abstinencia, castidad y de la vida del arrepentimiento. Él es el patrón de los monjes. No deja de preparar la venida del Señor en nuestros corazones exclamando: “preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.” (Mt 3:3).

Frases sobre Bíblicas

  • He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (Jn 1: 29)
  • Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. (Mt 3: 15)
  • Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. (Lc 3: 4)

Ordenación Sacerdotal en San Pedro y San Pablo

El pasado 25 de Diciembre en la conmemoración de la fiesta de la Navidad, con la gracia de Dios y por medio de la imposición de manos su Eminencia Antonio Chedraoui le confirió al  Diácono Elías Carrillo el orden del Sagrado Sacerdocio.

Durante la homilía de Navidad su Eminencia Antonio les otorgó el grado de Confesor o Padre Espiritual al R.P. Elías Carrillo y al R.P. Efrén Nóguez del Monasterio de San Antonio el Grande. Después felicitó al R.P. Elías por su ordenación y transmitió un mensaje de Navidad mandando la felicitación a todas las familias.

Felicitamos al Padre Elías y a su familia, deseándole que tenga un ministerio lleno de frutos bendiciones. Axios!

Boletín del 01/01/2013

Fiesta de la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo 

Memoria de San Basilio Magno

¡Feliz Año Nuevo!

 Como Niño de ocho días, el Creador de los siglos,
Quien es la plenitud de la Ley,
es circuncidado como hombre
y envuelto en pañales; Y se alimenta con leche,
Quien administra todas las cosas con Su Poder Ilimitado,
porque Él es Dios y en un instante inició a todas.
                                                                                Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte, y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario de la Circuncisión de nuestro Señor Jesucristo

Tono 1

“Oh Señor todo piedad, Tú, que eres Dios en esencia,
tomaste imagen humana sin mutación;
cumpliste con la Ley y aceptaste voluntariamente
la Circuncisión en el cuerpo para quitar la oscuridad de la Ley
y aniquilar el velo de las pasiones.  ¡Gloria a tu bondad! 
¡Gloria a tu compasión!  ¡Gloria a tu incomprensible condescendencia, oh Verbo!”

Tropario de San Basilio

Tono 1

“En toda la tierra en donde fueron aceptadas tus palabras,
surgió tu melodía, oh Padre Justo, con ellas legislaste
y aclaraste la naturaleza de las criaturas como algo digno de Dios;
y enseñaste la moral a los hombres.  Oh Basilio,
portador del sacerdocio real
intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas”.

Condaquio de la Circuncisión de nuestro Señor Jesucristo

Tono 3

El Señor de todo, hoy, al someterse a la ley antigua,
circuncida, el Bondadoso, las transgresiones de los mortales,
otorgándole la salvación al universo, y Basilio en las alturas se alegra,
el iluminado obispo del Creador, el iniciado divino de Cristo, Basilio Magno.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses (2: 8-12)

Hermanos: Miren que nadie los esclavice mediante la filosofía y la vana falacia, fundada en la tradición de los hombres, según los elementos del mundo y no según Cristo.

Porque en Él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y ustedes en Él han sido perfeccionados, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad; en Él también fueron circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo del cuerpo de los pecados de la carne, por la circuncisión en Cristo. Sepultados con Él en el bautismo, con Él también han resucitado por la fe en la acción de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.

Evangelio según San Lucas (2: 20 -21; 40 – 52)

En aquel tiempo, los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al Niño, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

El niño crecía y se fortalecía llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre Él. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron como de costumbre a la fiesta y, al volverse ellos, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supiesen su madre y José. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y lo buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando lo vieron, quedaron sorprendidos y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? He aquí, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» Él les dijo: « ¿Por qué me buscaban? ¿No saben que debo estar en lo de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron las palabras que les dijo. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos; y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Mensaje Pastoral

¡Próspero Año Nuevo!

Al inicio de cada año, nos encontramos para felicitarnos unos a otros diciendo: «¡Próspero año nuevo!», y muchas veces pasa el año sin sentir novedad alguna, pues se parece en todo a los anteriores: tuvimos momentos tanto de alegría como de tristeza;  de hambre,  y comimos; había algunos ricos y otros pobres; unos murieron y otros nacieron. Y sacamos la conclusión de que «nada nuevo hay bajo el sol» (Ecl 1:9).

Entre tanto, leemos lo que san Pablo escribe a los corintios: «Todas las cosas son hechas nuevas» (2Cor 5:17). El Señor mismo nos dice en el Libro del Apocalipsis: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21:5). ¿En que consiste esta novedad?

Un día preguntaron a un monje acerca de cómo se protegía a sí mismo del fracaso. Él contestó que cada día, al levantarse, se decía: «Éste es mi primer día de monje.»

Pues, la novedad no surge del ambiente exterior, ya que «nada nuevo hay bajo el sol», sino de nuestra visión hacia el mundo que nos rodea. En Cristo «todo es nuevo» porque los sentidos y las preguntas cambian:

Sobre la felicidad: ¿cómo descanso?, se cambia por ¿para quién y con qué fin me canso?

Sobre el dinero: ¿cómo lo aumento en la bolsa?, a ¿en qué lo estoy gastando?

Frente a la muerte: ¿cómo alejo a este desconocido?, a ¿cómo me he preparado para enfrentar a este vencido?

Preguntarme de tal manera no es sino el arrepentimiento, «el bautismo de las lágrimas» que me devuelve, como le hacía al mencionado monje, a mi primer día de ser cristiano, a mi bautismo donde, revestido de Cristo, me he vuelto «la nueva creación.»

Nuestra Fe y Tradición

“Ortodoxia”

La palabra “Ortodoxia” es de origen griego, formada de “orthós” y “doxa”, es decir, doctrina correcta, credo verdadero, universal, enseñanza que se sitúa en continuidad directa e ininterrumpida con la Tradición apostólica, por medio de la teología patrística y neo-patrística, y que constituye la fe común de las iglesias indivisas del primer milenio. La Ortodoxia se identifica con la misma tradición apostólica, así como fue confirmada, interpretada y desarrollada por el consenso de la Iglesia Universal. De hecho, la didascalia (apostolorum) – es decir, la norma de la fe apostólica – fue el criterio de base de la Ortodoxia.

Por esto, cualquier ruptura de continuidad con la Tradición apostólica ha sido considerada una corrupción o abandono de la Ortodoxia, que puede tomar forma, sea de una herejía, sea de una “confesión” separada.

La Santa y correcta Fe de la Iglesia de Cristo (Ortodoxia) se ha mantenido intacta, a lo largo de los siglos, a través de los dictados de las Santas Escrituras y de la Santa Tradición apostólica; a través de las decisiones de los cinco Sínodos Apostólicos; a través de lo que enseñan los cánones de los siete Sínodos Ecuménicos y de los sínodos locales , porque, en palabras de San Juan Crisóstomo, “El timón de la Iglesia de Cristo son los divinos cánones”

Vida de Santos

San Basilio Magno

1 de enero

San Basilio, El Grande, arzobispo de Cesárea en Capadocia. fue bautizado y fue asignado al clero como lector. durante mucho tiempo fue a vivir con los ermitaños en Siria. La vida en el desierto le agradaba a Basilio. Con él estaba su amigo de la infancia San Gregorio (El Teólogo).

El arzobispo de Cesárea Eusebio lo ordenó como presbítero.

Tras la muerte de Eusebio, San Basilio fue ascendido a la cátedra de Cesarea. como arzobispo tuvo una tensa y dura lucha con los arrianos y decía san Basilio al emperador: “No tengo miedo al destierro porque toda la tierra es del Señor; es imposible quitar los bienes a quien no tiene nada; la muerte es para mi un bien porque me unirá con Cristo por Quien vivo y trabajo.”

Él fue fundador de alguno famosos conventos para los monjes y también creó las reglas de vida y de comportamiento de los monjes.

San Basilio se preocupaba por la uniformidad y el orden de los santos oficios, por eso explicó el orden de la Liturgia apostólica, la que se conoce como la Liturgia de San Basilio. Esta Liturgia se realiza todos lo domingos durante la Gran Cuaresma y en algunos otros días.

También él compuso numerosas oraciones de uso en la iglesia. Las más conocidas son las que se leen de rodillas en el día de Pentecostés.

Para la Iglesia tienen mucha importancia los escritos de San Basilio, especialmente “El Hexamerón” (sobre los 6 días de la creación del Mundo) en los cuales él se manifiesta no solo como un gran teólogo sino también como el científico en el dominio de las ciencias naturales. También llegaron a nosotros: 13 homilías sobre los salmos, 25 homilías para distintas ocasiones, 5 libros contra los arrianos y “Los Ascéticos” sobre la Divinidad del Espíritu Santo.

La dura labor y dolores del alma agotaron sus fuerzas y él terminó su vida a los 50 años. El 1 de enero del año 379. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

Sentencias de lo Padres del Desierto

  • Dijo un anciano: «Esto es lo que Dios examina en el hombre: el pensamiento, la palabra y la obra».
  • Dijo también: «El hombre necesita esto: temer el juicio de Dios, odiar el pecado, amar la virtud y orar continuamente a Dios»
  • Decía el abad Evagrio: «Si estás desanimado, ora. Ora con temor y temblor, con ardor, sobriedad y vigilancia. Así es preciso orar,  especialmente a causa de nuestros enemigos invisibles, que son malos y se aplican a todo mal, pues sobre todo en este punto de la oración  se esfuerzan en ponernos dificultades»

Boletín de Navidad

El Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo

Nos ha buscado el Salvador, Oriente de lo Alto;
quienes andábamos sin luz, en sombra de la oscuridad,
hemos hallado la Verdad, pues de la Virgen hoy ha nacido nuestro Dios.         
                                                                                                                       Exapostelario

Himnos de la liturgia

 Tropario de Navidad

 Tono 4

Tu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios,
iluminó al mundo con la luz de la sabiduría,
pues los que adoraban a los astros,
por la estrella aprendieron a adorarte, 
oh Sol de Justicia, y a conocerte,  Oriente de lo alto.  ¡Señor, gloria a Ti! 

Condaquio de Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen da a luz al inefable verbo; 
y la tierra ofrece al inasequible la gruta; 
los ángeles con los pastores lo glorifican; 
los magos con la luz del astro se encaminan. 
Pues, por nosotros ha nacido el nuevo Niño, el eterno Dios.

Lecturas Bíblicas

 Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas ( 4:4-7)

Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la filiación adoptiva. Y por cuanto son hijos, Dios ha enviado a sus corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

 Lectura del Santo Evangelio según (2:1-12)

Cuando nació Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.» Oyéndolo el rey Herodes, se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un Caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, les envió a Belén diciéndoles: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron por otro camino a su país.

Mensaje Pastoral 

Dios está con nosotros

 La Natividad del Señor es una de las fiestas más importantes dela Iglesia, por lo que se le prepara con el ayuno durante cuarenta días, y desde hace casi un mes se empieza a cantar el Condaquio navideño que dice: «Hoy la Virgen viene a dar a luz […] al sempiterno verbo.»

¿Por qué el «Hoy» de este himno si, cuando lo cantábamos, ni siquiera estábamos en el día del 25?

La fiesta de Navidad es mucho más que un recuerdo de un acontecimiento que tuvo lugar desde hace más de 2000 años –como si se festejara el descubrimiento de América o la independencia de México–, es decir, es más que un día célebre del calendario humano. Es el Día desde el cual miramos a toda la historia; y si bien pertenece al pasado, se extiende a lo largo del presente: «Dios está con y entre nosotros».

Todo lo anterior añoraba este día de «Hoy»; pues, la historia del Antiguo Testamento es el desarrollo de un diálogo entre la intervención de Dios en su creación, y la reacción del hombre ante dicha intervención. Dios hablaba a través de sus profetas, milagros y maravillas preparando la creación para tal día; y la Virgen es el fruto de toda esta preparación; como dice san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4:4). Es el momento desde el cual vivimos, los cristianos, no en la era d.C. (después de Cristo) sino la era «en Cristo.»

Dios ha encarnado, a saber, «se hizo carne y puso su morada entre nosotros» (Jn 1:14); Aquél a quien los antiguos buscaban con inquietud, se nos ha revelado realizando la Profecía de Isaías: «¡He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán de nombre Emmanuel que significa “Dios con nosotros”!»

Dios está con nosotros: ¡qué vergüenza, si seguimos buscándolo entre las ruinas de Egipto o los tesoros del Faraón!

¡Dios está entre nosotros, y nosotros andamos consultando filosofías e ideologías para saber si existe!

¡Dios está entre nosotros, y henos aquí actuando como si la vida estuviera en el poder y en el dominio, mientras la tierra se agitó y el sol ocultó su luz al ver al Señor en su gloria!

«Hoyla Virgen Vienea dar a luz […] al sempiterno Verbo»: confesamos que todos los tesoros, filosofías, ideologías y poderes ya son inútiles si no nos hacen prosternarnos ante Él, con los magos, con los pastores y los Ángeles que festejaban aquel día.

Que nuestros ojos lo vean, que nuestros oídos escuchen sus palabras; tanto con nosotros está al grado que lo comemos y lo asimilamos a fin de que, conforme a las palabras de san Pablo, en Él vivamos y nos movamos y existamos (Hch 17:28). Sólo así será nuestra vida «Noche Buena», Pero si el Bondadoso es ausentado de nuestras fiestas, la bondad será exclusiva del nombre nada más.

Que el Señor nos haga dignos de la alegría verdadera de su Nacimiento. Amén.

Nuevo Patriarca de Antioquia y Todo Oriente

Su Beatitud Juan X

Biografía 

Su Eminencia el Metropolita Juan Yazigi nació en 1955 en la ciudad de Latakia, Siria. Vivió y estudió en las escuelas de la ciudad, y se graduó de la Universidad de Teshreen con una Licenciatura en Ingeniería Civil. Durante sus estudios, jugó un papel importante con los jóvenes líderes y enseñarles música bizantina. Como joven en la Iglesia, su labor fue fructífera, ya que condujo a la creación de una escuela de música bizantina y muchos programas para jóvenes espirituales. Por la bendición de Dios, su trabajo condujo a un gran avivamiento espiritual entre su generación.

En 1978, Su Eminencia se graduó del Instituto de Teología San Juan de Damasco de la Universidad de Balamand, con una Licenciatura en Teología. En 1983 él ganó con Alto Honor su doctorado en Liturgia en la Universidad de Tesalónica, Grecia. El título de su tesis publicada en griego es: “El Servicio del Santo Bautismo: un estudio histórico, teológico y litúrgico”. En 1981, junto con sus estudios de doctorado, Su Eminencia obtuvo con éxito un diploma en Música Bizantina emitido por el Conservatorio Superior de Música Bizantina de Salónica, Grecia.

Su Eminencia el Metropolita Juan Mansour de Lattakia ordenó a Juan Yazigi diácono en 1979 y presbítero en 1983, sirviendo en la Arquidiócesis de Lattakia.

Desde 1981, fue profesor de los cursos de Liturgia del Instituto de Teología San Juan de Damasco del Balamand. Durante los períodos de 1988-1991 y 2001-2005 se desempeñó como Decano del Instituto de Teología.

Además, fue nombrado abad del monasterio del St. George Al Humayrah patriarcal, Siria, en el período de 1993 – 2005 cuando Su Eminencia fundó una comunidad monástica y una escuela de estudios eclesiásticos. Su Eminencia también se convirtió en el abad del Monasterio patriarcal Nuestra Señora del Balamand , en el Líbano, en los años 2001-2005. En la actualidad, S.E.R. Monseñor Juan es el padre espiritual del Convento de Nuestra Señora de Blemmana en Tartus, Siria.

En 1995, el Santo Sínodo de Antioquía lo eligió como el obispo de Pyrgou, un área llamada en árabe Wadi An-Nasara o Al-Hosn. Se desempeñó las parroquias hasta el 2008, cuando fue elegido metropolitano de Europa occidental y central.

Además de su cuidado pastoral en las parroquias, Su Eminencia ha participado en numerosas actividades en todo el mundo en los ámbitos ecuménicos, entre cristianos y ortodoxos especialmente. Monseñor Juan participó en numerosas conferencias internacionales, en particular en Grecia, Italia, Suiza, Chipre, Estados Unidos de América, Rusia y el Reino Unido.

Su Eminencia es el autor de varios libros sobre teología, educación, música y liturgia. Ha publicado una serie de estudios litúrgicos. Editó los libros litúrgicos de la Iglesia Ortodoxa en árabe, y más concretamente los libros litúrgicos de los arzobispos, sacerdotes, diáconos. Además, tradujo y escribió muchos artículos, y dio muchas conferencias en diferentes universidades, parroquias e institutos.

Mensaje Navideño de S.B. el Patriarca Juan X

Por  Misericordia de Dios

Juan Décimo

Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía y todo Oriente

 a

Mis hermanos los pastores de la Santa Iglesia Antioquena Y a mis hijos en todos los extremos de esta Sede Apostólica

Estas fiestas salvíficas llegan a nosotros en medio de acontecimientos que le ha tocado vivir a nuestra Iglesia Antioquena. En primer lugar, la pérdida de nuestro Padre el Patriarca Ignacio IV quien fue nuestro pastor con esmero y fidelidad por varias décadas. Su memoria permanecerá en nuestras mentes y corazones constantemente y será eterna junto a Dios a quien sirvió toda su vida. Además, nuestra Iglesia sufre de condiciones trágicas que experimenta nuestro pueblo como consecuencia de la violencia y el desorden que impera en la región.

La Gracia del Espíritu Santo quiso los hermanos del Santo Sínodo me elijan como sucesor de este pontificado mayor, aunque no me sienta digno del mismo, pero mi confianza en Dios y en ustedes, hermanos e hijos de mi Iglesia, me fortalece y me hace ver con esperanza el auxilio divino que me permitirá superar las adversidades y avanzar hacia un futuro mejor.

En medio de estos acontecimientos, ustedes han dejado en mi corazón la certeza de haber vivido este período como el pueblo de Dios Viviente y lo han demostrado con tres actitudes: con su sentimiento cuando expresaron sus condolencias por mi antecesor, con la oración, el ayuno y la esperanza durante el período anterior a la elección y, finalmente, con la alegría, el gozo y la paz que se manifestaron después de la elección. Todo esto me lleva a estar agradecido y orgulloso de ustedes y a mantener la ferviente esperanza en el cuerpo indiviso de nuestra Iglesia.

Y he aquí que el Niño viene a nosotros en un pesebre para morir por nosotros y para recordarnos que Él está con nosotros, que nos habla y que confía en nosotros para transmitir el mensaje de paz y amor que Él divulgó a cada uno de nosotros y a todo el mundo. Viene a nosotros humildemente, llamando a la puerta de nuestros corazones con cuidado como si quisiera nacer ahí. La Navidad no es sólo la conmemoración del nacimiento de Jesús en un pesebre de la Virgen Madre de Dios, sino que está llamado a ser la fiesta de su nacimiento en nosotros que sucederá si nos esforzamos por llegar a la pureza de la Virgen María. El nacimiento de Jesús en nosotros debe hacernos renovar nuestro compromiso con sus enseñanzas y nuestro esfuerzo por ser Su Iglesia sin mancha y sin debilidad, sino pura y resplandeciente con su Santo Espíritu. Así seremos conscientes de que la Iglesia de Cristo es nuestra madre y que los pastores y la feligresía están llamados a ser sus apóstoles invitando a sus hermanos en el mundo a la reconciliación y a la no violencia para que prevalezca la paz.

El mundo no se convencerá si no siente el amor en abundancia de los seguidores de Jesús y su servicio. La Iglesia es nuestra madre. Cada uno de ustedes es importante y su lugar es único en ella. Ustedes tienen el derecho de reclamar a sus pastores por una buena pastoral; y el pastor, en todos los niveles de su ministerio, debe salir al encuentro de los fieles, escuchar sus problemas y esforzarse por ayudarles y por responder a sus preguntas existenciales.

Ustedes, quienes obedecen a la palabra de Dios y se esfuerzan insistentemente por identificarse con ella, también tienen el derecho a opinar y a proporcionar soluciones a los asuntos de la Iglesia, puesto que todos los hijos, junto al Señor de la familia, velan por el futuro de la familia.

Esta Navidad llega a nosotros cuando muchos de los hijos de nuestra Iglesia están desplazados, lejos de sus hogares y están sufriendo mucho. Tenemos el deber de hermanos de acogerlos y acompañarlos no solo con dinero y la asistencia material necesaria, sino también sirviéndolos con ternura y caridad.

Esta Navidad llega a nosotros cuando nuestro pueblo enfrenta muchos cambios y desafíos en un mundo que se vale cada vez menos de los conceptos tradicionales haciendo de la violencia y el deseo por el consumo y la posesión una nueva ley de vida.  Los gastos excesivos que acompañan a esta fiesta, la fiesta del pobre de Belén, deben ser una advertencia a fin de concientizarnos de que hemos sometido nuestras vidas a leyes semejantes. Y así como nos hemos acostumbrado a ofrecer mutualmente regalos como los Reyes Magos lo hicieron con el Señor Jesús, expresemos también nuestro amor por el Niño Dios que viene a nosotros –tal como Él nos convoca- dando de comer al hambriento, visitando al enfermo, dando hospedaje al desamparado y ofreciendo todo lo que esté a nuestro alcance.

Esta navidad llega a nosotros cuando muchos en nuestros países se cuestionan su avenir. Hermanos, el Niño del pesebre nos dice: No teman porque yo estoy con ustedes. No teman porque ustedes son hermanos llamados a la colaboración y a la asistencia mutua. No teman porque son el pueblo de estas tierras en las que Dios quiso desde antaño que se multipliquen. No teman porque aquí tienen muchos hermanos que viven según el amor y la buena convivencia.

No teman ni se ofusquen sino que reciban a todos con aprecio, alegría y confianza plena en su Dios que es el Dios del amor y quien es, Él mismo, amor. Sean instrumentos de la reconciliación y del diálogo profundo.

Celebramos esta Navidad con nuestros hermanos cristianos. Por ello rezamos para que Dios nos permita profundizar el diálogo con todos ellos y para que lleguemos a la unión que Dios espera y sin la cual no creerá el mundo que Jesús fue enviado por el Padre.

Celebremos también con nuestros hermanos musulmanes quienes reverencian a Cristo Señor, y confiesan su nacimiento virginal de María Virgen tal como Dios lo dispuso. Por lo tanto, los hacemos partícipes de nuestra fiesta si sabemos dialogar con ellos en el diálogo de la vida, la convivencia y el acuerdo sobre los conceptos que nos unen en nuestra religión y nuestro mundo. Hermanos,  postrémonos ante el Niño del pesebre que quiso habitar entre nosotros.

No me resta más que dirigirme a nuestros hijos que fijan sus miradas en nosotros desde todo el mundo, a nuestros hijos en el Golfo Árabe, en Europa, en Australia y en las Américas. Ustedes están en mi corazón desde que los conocí en mis viajes y los encontré en mi obra pastoral. Ustedes son realmente una expresión verdadera de la apostolicidad de Antioquia hoy en los países en los que viven. Su amor por Antioquía y su manera de vivir la fe me compromete hoy más que ayer a mancomunarnos en el servicio de la Iglesia y ofrecer un testimonio vivo de nuestra unidad y amor. Así seremos testigos del Señor en el mundo y nuestra Iglesia Antioquena será fiel a su historia que resplandece con la luz de sus mártires y santos. No hay otro camino para nosotros que la santidad que todo lo hace posible.

Les envío mi bendición apostólica afirmando que llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y pido a Dios que me haga su siervo fiel para ustedes y que trabajemos juntos para la gloria de Dios en el hombre que amó  y en la Iglesia que lleva su Nombre en este mundo.

Emitido en la sede patriarcal de Damasco Con fecha 20 de diciembre de 2012

Navideñas

Nacimiento Virginal

El decir que José “No la conoció (a María) hasta que dio a luz a su hijo”, no indica que la conoció después del parto. La palabra hasta, en sí, señala lo que sucedió durante todo el tiempo anterior al parto, pero no dice nada respecto al posterior. Es como cuando uno dice: “Estuve en la casa en la mañana”, pues esto no quiere decir que en la tarde estuvo fuera. Leamos este ejemplo del libro de Génesis: en la historia del diluvio, Noé despidió un cuervo para examinar si la tierra había secado; el relato dice: “El cuervo no volvió hasta que se secó la tierra” (Gén. 8: 7). Pero sabiendo que el cuervo nunca regresó, entendemos que la palabra hasta procuraba mostrar el abandono del cuervo antes de que la tierra se secase, sin importar lo acaecido después. Lo mismo sucede con san Mateo cuando dice que José “No la conoció hasta que dio a luz a su hijo”, pues lo que le importaba es enfatizar el nacimiento virginal, o sea, que lo concebido en la Virgen es del Espíritu Santo, sin decir nada de lo que después pasó o no con María y José.

Quizás alguien se pregunta: “¿Por qué san Mateo no atestiguó la virginidad de María también después del parto?”

El centro de atención del Evangelista era el Mesía, en quien se han realizado las profecías del Antiguo Testamento; su narración sobre el Nacimiento no busca describir la devoción de la Iglesia hacia la Virgen María, sino el acontecimiento salvífico de la Encarnación. Pero la Iglesia, desde sus primicias, ha sostenido que María permaneció Virgen antes, durante y después del parto, como parte de la auténtica devoción hacia la Madre de Dios. No es ni razonable ni recto pensar en que las entrañas que Dios ha consagrado con su presencia fueron dispuestos a otra preocupación; ella se quedó siempre al lado de su hijo “guardando todo en su corazón.” Permaneció siempre Virgen, “Betulah”, palabra hebrea que significa “morada de Dios”, de Dios y nada más de Él.

Frases de la sobre la Natividad

  • Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. (Mt 1:21)
  • …os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo;  11 porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. (Lc 2:10-11)
  • Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace.  (Lc 2:14)

 

Boletín del 23/12/2012

Domingo anterior a Navidad

Alégrate, Belén, y prepárate, oh Éfrata,
porque la Virgen viene a la cueva
para dar a luz a Dios inefablemente.
¡Qué temible misterio es! Abraham, Isaac y Jacob,
los patriarcas y todos los profetas,
los hombres con los ángeles festejan
con júbilo este Nacimiento divino.
                                                                     Exapostelario

Himnos de la Liturgia 

Tropario de la  Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ánge
l el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron
y se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Tropario Previo a Navidad

Tono 4

¡Belén, prepárate que ya, ha sido abierto el Edén!
¡Que te dispongas, Éfrata: porque la vida floreció de la Virgen en la gruta! 
Su vientre se mostró paraíso espiritual, 
en él se plantó el madero celestial,  del cual comemos y vivimos, 
jamás como Adán moriremos. 
¡Cristo ha nacido y ha restaurado  la imagen antes caída!

Condaquio de la Pre-Navidad

 Tono 3

Hoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo. Alégrate
, oh universo, al escucharlo; alaba, con las potestades
y pastores, a Quien por voluntad se revela, al nuevo Niño, al eterno Dios.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11:9-10 y 32-40)

Hermanos: Por la fe, Abraham peregrinó por la Tierra  Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas,  lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de la misma  promesa. Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos,  cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Y, ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de  hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los  profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia,  alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones;  apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la  espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes  en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres  recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados,  rehusando la liberación por conseguir una resurrección  mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y  prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a  espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de  cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de  los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y  montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos,  aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios  tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no  llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Evangelio según San Mateo (1: 1-25)

Libro de la generación de  Jesucristo, hijo de David, hijo  de Abraham: Abraham  engendró a Isaac,   Isaac engendró a  Jacob, Jacob engendró a Judá y a  sus hermanos, Judá engendró de  Tamar a Fares y a Zara, Fares  engendró a Esrom, Esrom engendró  a Aram, Aram engendró a Aminadab,  Aminadab engendró a Naassón,  Naassón engendró a Salmón,  Salmón engendró de Rajab a Booz,  Booz engendró de Rut a Obed, Obed  engendró a Jesé, Jesé engendró al  rey David.

David engendró, de la  que fue mujer de Urías a Salomón,  Salomón engendró a Roboam,  Roboam engendró a Abiá, Abiá  engendró a Asaf, Asaf engendró a  Josafat, Josafat engendró a Joram,  Joram engendró a Ozías, Ozías  engendró a Joatam, Joatam  engendró a Acaz, Acaz engendró a  Ezequias, Ezequias engendró a  Manasés, Manasés engendró a  Amón, Amón engendró a Josías,  Josías engendró a Jeconías y a sus  hermanos cuando la deportación a  Babilonia.

Después de la  deportación a Babilonia, Jeconías  engendró a Salatiel, Salatiel  engendró a Zorobabel, Zorobabel  engendró a Abiud, Abiud engendró a  Eliakim, Eliakim engendró a Azor,  Azor engendró a Sadoq, Sadoq  engendró a Aquim, Aquim engendró  a Eliud, Eliud engendró a Eleazar,  Eleazar engendró a Matán, Matán  engendró a Jacob y Jacob engendró  a José, el esposo de María, de la que  nació Jesús, llamado Cristo.

Así que  el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce  generaciones; desde David hasta la  deportación a Babilonia, catorce  generaciones; desde la deportación a  Babilonia hasta Cristo, catorce  generaciones.

La generación de Jesucristo fue de  esta manera: Su madre, María,  estaba desposada con José y, antes  de juntarse ellos, se encontró encinta  por obra del Espíritu Santo. Su  marido José, como era justo y no  quería ponerla en evidencia, resolvió  repudiarla en secreto. Mientras  estaba pensando en esto, he aquí  que el Ángel del Señor se le apareció  en sueños y le dijo: «José, hijo de  David, no temas tomar contigo a  María tu mujer, porque lo engendrado  en ella es del Espíritu Santo. Dará a  luz un hijo, y tú le pondrás por  nombre Jesús, porque Él salvará a su  pueblo de sus pecados.» Todo esto  sucedió para que se cumpliese el  oráculo del Señor por medio del  profeta: He aquí que la Virgen  concebirá y dará a luz un hijo, y le  pondrán por nombre Emmanuel, que  traducido significa “Dios con  nosotros”. Despertado José del  sueño, hizo como el Ángel del Señor  le había mandado, y tomó consigo a  su mujer. Y no la conocía hasta que  ella dio a luz a su hijo y le puso por  nombre Jesús.

Mensaje Pastoral

¡Nos ha buscado el Salvador!

«Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.»

Fue el mandato del Ángel a José el comprometido de María. El nombre Jesús significa en hebreo «Dios salva». También el Ángel que se presentó a los pastores, como nos cuenta el Evangelio según san Lucas, les anunció que «les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador». En nuestras oraciones, no cesamos de exclamar: «¡Sálvanos, oh Hijo de Dios!» «Por las intercesiones de la Madre de Dios, oh Salvador, ¡sálvanos!»; y concluimos todos nuestros rezos con la frase «¡Por las oraciones de nuestros padres, oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos!» Término que ocupa un lugar preponderante en nuestro culto y que muchas veces lo repetimos con inercia automática: ¿a qué se refiere la “Salvación”? ¿Que nos salve de qué?

Los judíos esperaban un Mesías que les salvara del yugo de los romanos y que les diera la liberación política y restaurara el reino de David. Por eso les decepcionó el aspecto de Jesús el Nazareno, manso y humilde desde el pesebre. Esperaban —como muchos se limitan a hacer— tan solo una salvación de los peligros y males que pudieran cercar su existencia: enemigos, enfermedades, accidentes, Etc. A éstos Cristo no les satisface como salvador, y ante cualquier malestar se quejan y hasta blasfeman.

Otros piensan que la salvación es un estado que tiene que ver con la vida venidera, de tal modo que en esta vida sufrimos y aguantamos a fin de conseguir la salvación en la eternidad. Eso contradice a lo que el Señor anunció a Zaqueo, la persona de pequeña estatura que le recibió: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19:10). Entonces no se trata de algo futuro sino de una gracia que se recibe hoy y aquí.

San Pablo describe la salvación de esta manera: «[…] ustedes que se han despojado del hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la imagen de su Creador» (Col 3:9-10). Entonces no se trata ni de protección externa ni de paz futura sino de una restauración presente de mi naturaleza corrupta —el hombre viejo con sus defectos y vicios: ira, envidia, distracción, egoísmo, soberbia, concupiscencia— hacia el hombre nuevo, Jesucristo. Este cambio procurado, llámese salvación, conversión o curación es la Gracia a la que el cristiano tiene acceso en la Iglesia: confesión, lectura espiritual, vigilia, oración, vida comunitaria y acercamiento al santo Cáliz. Por eso, los santos Padres frecuentemente se refieren a la Iglesia como hospital salvífico: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal» (Lc 5:31).

¡Cree y serás salvado!, una frase que suele malinterpretarse como si la salvación fuera una acción estática condicionada con cierta confesión dogmática. En realidad, esta comprensión es muy lejana al concepto bíblico. La salvación es un proceso permanente, una renovación constante en el Señor; como una línea gráfica de ondas variadas pero finalmente ascendente sinfín ante la vista de Dios. Cuando esta renovación-salvación empieza a tocar el corazón de nuestra vida, los peligros por más severos que sean se muestran a final de cuentas como tentaciones beneficiosas que nos acercan al cuidado paterno de Dios, y la promesa de la paz futura vuelve una certeza y anticipación consoladoras.

La celebración navideña —luces, ropa nueva, árbol, obra benéfica y, sobre todo, participación litúrgica y sacramental intensificada— precisamente nos debe colocar alegremente en la memoria de esta renovación que nos ha sido dada con la Encarnación de Verbo que «habitó entre nosotros», y fortalecer nuestra «buena voluntad» con respecto a la iniciativa divina que los ángeles anunciaron una vez y para siempre: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz (salvación) a los hombres de buena voluntad!» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

El Icono de la Natividad

El icono nos describe, con colores, la reunión del cielo y la tierra al festejar “la llegada de la plenitud de los tiempos”.

El ángel se inclina hacia los pastores, gente humilde y marginada,  anunciándoles el suceso, mientras los magos se dirigen hacia el Rey representando la participación de los páganos que no se habían preparado por ninguna historia profética, mientras los judíos si.

Se acercan al niño nacido un buey y un asno que, participando en esta celebración universal, nos recuerdan la profecía de Isaías: “conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.” (Is.1:3).

Un hombre vestido de lana está platicando con José; ha de ser el tentador (Satanás) tratando de alentar las dudas de José sobre este inefable parto: “¿Qué es este suceso, oh María, el cual veo en ti? … En lugar de honor me has traído vergüenza; en lugar de alegría, tristeza; …”. Mas Dios, quien no permite tentaciones que sobrepasen nuestros esfuerzos, iluminó al justo José, enseñándole la pureza de la Virgen.

He aquí que la Madre de Dios está acostada en la entrada de la gruta, rodeada con un nimbo que parece grano de trigo, ¡cómo no, ella es la madre de la Vida! La Virgen “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lu.2:19). También, está mirando a cada uno de nosotros invitándole a que, por su parte, dé a luz a Cristo.

En medio del esplendor de este festejo sobresales, oh Señor, con tu divina quietud, y tu pesebre nos parece como un sepulcro: el primero lleva a la Vida para que del segundo nos brote la vida.

“nos prosternamos ante tu Nacimiento, oh Cristo, muéstranos tu divina Epifanía”

Vida de Santos

Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo

Homilía de la Navidad de San Juan Crisóstomo

¡Me sorprende un nuevo y maravilloso misterio!

Mis oídos resuenan ante el himno de los pastores, que no entonan una melodía suave sino un himno celestial ensordecedor.

¡Los ángeles cantan!

¡Los Arcángeles unen sus voces en armonía!

¡Los Querubines entonan sus alabanzas llenas de gozo!

¡Los Serafines exaltan Su gloria!

Todos se unen para alabar en esta santa festividad, sorprendiéndose ante el mismo Dios aquí… en la tierra y el hombre en el cielo. Aquel que está arriba, por nuestra salvación reposa aquí abajo; y nosotros, que estábamos abajo somos exaltados por la divina misericordia.

Hoy Belén se asemeja a los cielos, escuchando desde las estrellas el canto de las voces angélicas y, en lugar del sol, presencia la aparición del Sol de la Justicia. No pregunten como es esto, porque donde Dios desea, el orden de la naturaleza es cambiado. Porque Él quiso, tuvo el poder para descender. Él salvó. Todo se movió en obediencia a Dios.

Hoy, Aquel que es, nace. Y Aquel que es, se convierte en lo que no era. Porque cuando era Dios, se hizo hombre sin dejar de ser Dios…

Y así los reyes llegaron, viendo al Rey celestial que vino a la tierra, sin traer ángeles, ni arcángeles, ni tronos, ni dominaciones, ni poderes, ni principados, sino iniciando un nuevo y solitario camino desde un seno virginal. Y sin embargo no olvidó a sus ángeles, no los privó de su cuidado, porque por su encarnación no ha dejado de ser Dios.

Y, miren: los reyes han llegado, para servir al Jefe de los ejércitos celestiales; las mujeres vienen a adorarlo, pues ha nacido de una mujer, para que cambie las penas del alumbramiento en gozo; las vírgenes, al hijo de la Virgen…

Los niños vienen a adorarlo pues se hizo niño, porque de la boca de los niños perfeccionará la alabanza; los niños, al niño que levantó mártires por la matanza de Herodes;

Los hombres a Aquel que se hace hombre para curar las miserias de sus siervos.

Los pastores, al Buen Pastor que da la vida por sus ovejas; los sacerdotes, a Aquel que se hace Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

Los siervos, a Aquel que tomó la forma de siervo, para bendecir nuestro servicio con la recompensa de la libertad (Fil 2:7);

Los pescadores, al Pescador de la humanidad;

Los publicanos, a Aquel quien estando entre ellos los nombró evangelistas;

Las mujeres pecadoras a Aquel que entregó sus pies a las lágrimas de la mujer arrepentida, y para que pueda abrazarlos también yo; todos los pecadores han venido, para poder ver al Cordero de Dios que carga con los pecados del mundo.

Por eso todos se regocijan, y yo también deseo regocijarme. Deseo participar de esta danza y de este coro, para celebrar esta fiesta. Pero tomo mi lugar, no tocando el arpa ni llevando una antorcha, sino abrazando la cuna de Cristo.

¡Porque ésta es mi esperanza!

¡Ésta es mi vida!

¡Ésta es mi salvación!

¡Éste es mi canto, mi arpa! Y trayéndola en mis brazos, vengo ante ustedes habiendo recibido el poder y el don de la palabra, y con los ángeles y los pastores canto:

¡Gloria a Dios en las alturas, paz en la tierra y entre los hombres buena voluntad!

Frases Bíblicas

  • Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. (Miq 5:2)
  • El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. (Is 9: 2)
  • Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas  y en sombra de muerte,  para guiar nuestros pasos  por el camino de la paz. (Lc 1, 78-79)

 

Boletín 16/12/2012

11° Domingo de San Lucas

Oh Salvador, cuando resucitaste del sepulcro,
te manifestaste como hombre al ponerte
en medio de tus discípulos comiendo con ellos y
enseñándoles el bautismo del arrepentimiento:
y luego subiste a tu Padre Celestial,
prometiendo enviarles el Consolador,
Oh Dios todo divinidad, Dios encarnado Gloria a ti.
                                                                                             Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

Que se alegren los celestiales,
y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte.
y Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Condaquio de la Pre-Navidad

 Tono 3

Hoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo.
Alégrate, oh universo, al escucharlo;
alaba, con las potestades y pastores,
a Quien por voluntad se revela,
al nuevo Niño, al eterno Dios.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses (3: 4-11)

Hermanos: Cuando aparezca Cristo, vida suya, entonces  también ustedes aparecerán gloriosos con Él.

Por tanto, mortifiquen sus miembros terrenales: fornicación,  impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es idolatría,  cosas que atraen la cólera de Dios sobre los hijos de la  desobediencia, y que también ustedes practicaron en otro  tiempo, cuando vivían en ellas. Mas ahora, desechen también  ustedes todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras  groseras, lejos de su boca.

No se mientan unos a otros, ustedes que se han despojado del  hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre  nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la  imagen de su Creador, donde no hay griego y judío,  circuncisión e incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo, libre,  sino que Cristo es todo y en todos.

Evangelio según San Lucas (14: 16-24)

Dijo el Señor esta parábola: «Un  hombre dio una gran cena y   convidó a muchos; a la hora de  la cena envió a su siervo a decir a los  invitados: “Vengan, que ya está todo  preparado.” Pero todos a una  empezaron a excusarse. El primero  le dijo: “He comprado un campo y  tengo que ir a verlo; te ruego me  dispenses.” Y otro dijo: “He comprado  cinco yuntas de bueyes y voy a  probarlos; te ruego me dispenses.”  Otro dijo: “Me he casado, y por eso  no puedo ir.” Regresó el siervo y se  lo contó a su señor. Entonces, airado  el dueño de la casa, dijo a su siervo:  “Sal en seguida a las plazas y calles  de la ciudad, y haz entrar aquí a los  pobres y lisiados, a los ciegos y  cojos.” Dijo el siervo: “Señor, se ha  hecho lo que mandaste, y todavía  hay sitios.” Dijo el Señor al siervo:  “Sal a los caminos y cercas, y obliga  a entrar hasta que se llene mi casa.  Porque les digo que ninguno de  aquellos invitados probará mi cena.”»

Mensaje Pastoral

¡Sed o tibieza! ¡Excusas o motivos!

La comida, además de su función de satisfacer la necesidad del cuerpo, es un gesto de generosidad y de amor, de gratitud y alegría por la presencia del invitado o por el regreso de alguien que estaba de viaje (el hijo pródigo). Los paganos ofrecían banquetes místicos en señal de agradecimiento y respeto a sus dioses. Los judíos celebraban la cena pascual en la que confirmaban su Alianza con Dios recordando todo lo que había hecho con sus padres para salvarlos.

Tomando en cuenta todos estos sentidos, uno de los que acompañaban a Jesús exclamó: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de los cielos!» Y Jesús le respondió con la parábola que hemos escuchado el día de hoy.

El Reino de los cielos es como una cena. Los invitados de privilegio se disculparon. Otros marginados y miserables entraron, también unos extranjeros fueron introducidos en la alegría del banquete.

Al contemplar la parábola, es probable que vengan a nuestra mente dos interrogaciones:

¿Por qué el anfitrión de la parábola no aceptó las excusas de los primeros invitados si son lógicas? Quizás la postura de Jesús nos sorprenda y escandalice, porque la mayoría de las veces nosotros tenemos pretextos parecidos: que el negocio, que la familia, que el campo, etc. Por ventura, ¿Cristo no quiere que trabajemos, o le satisface que descuidemos nuestros matrimonios y familias?

Y la segunda pregunta es que, ¿acaso el ser pobre o marginado es suficiente para convertirse en el dichoso que «puede comer en el Reino de los cielos»?

La respuesta a ambas preguntas, nos la proporciona la misma naturaleza de la comida. El hombre no se alimenta cuando le da tiempo, o cuando su familia u ocupaciones le permiten, sino que en medio de todas estas responsabilidades, el comer es una acción automática, una necesidad indispensable. El que tiene hambre es el que conoce la prioridad del alimento. «Mi alma ha tenido sed de Ti. ¡Cuántas veces también mi carne!», exclama el rey David a su Dios (Sal 62:1).

No son los pretextos los que apartan a los privilegiados del Banquete del Reino, sino la tibieza en su relación con Dios. Y jamás la miseria, en sí misma, introducirá a los menesterosos en «el gozo de su Señor», si no se genera en su alma «sed del Dios viviente» (Sal 41: 3).

Estando en las puertas de Navidad, la Iglesia lee esta parábola. Cristo, el nacido de la Virgen es Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros» (Mt 2:23). Entonces el Banquete del Reino celestial está puesto ya; el anhelo hacia Dios o la tibieza en buscarlo determinarán si las circunstancias de la vida son pretextos de nuestra ausencia o motivos para, en medio de ellas, alimentarnos de su Presencia. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Jesús Hijo de David

Estaba profetizado en el antiguo testamento, que  Cristo, el Mesías, sería engendrado del linaje del rey David, y que nacería de una virgen. (2Sam.7:12-13), (Isaías7:14).

Uno de los objetivos del evangelista san Mateo en su evangelio, era demostrar que en Cristo se han realizado las profecías mesiánicas. Por eso principia su evangelio con la genealogía de Cristo, que empieza con Abraham, pasa por el rey David y termina con José el desposado de la Virgen María. Después de exponer la genealogía, san Mateo continúa diciendo, que todo esto aconteció para que se cumpliese  lo  dicho  por  el  Señor  por medio del profeta. Y en todo su evangelio el autor sagrado recurre a las profecías, demostrando que Jesús es el Mesías esperado.

San Mateo, también, recuerda a los lectores de su Evangelio, que en la genealogía de Cristo había pecadores (Rajab, Tamar, y David que engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón). Como si san Mateo estuviera diciendo a los cristianos de origen judío: No se enorgullezcan de que Cristo ha encarnado de su linaje, pues no lo hizo por ser un linaje de justos, sino para señalar a qué ha venido: “a llamar, no a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”

Vida de Santos

San Ignacio de Antioquía

20 de diciembre

San Ignacio Deífero tiene una significación especial para nosotros porque el tenía un estrecho contacto con los apóstoles. Ellos le transmitían directamente la fe cristiana y el fue testigo del desarrollo de las primeras comunidades cristianas. En sus siete cartas el reproduce para nosotros la época de los apóstoles.

 San Ignacio nació en Siria en los últimos años de la vida del Salvador. La leyenda cuenta que el fue el niño a quien el Señor alzo en sus brazos y dijo: “Os aseguro que si no os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos” (Mt.18:3). Lo llaman Deífero (“hombre que lleva a Dios”) porque amaba tanto al Señor como si lo llevaba en su corazón. El fue discípulo del apóstol y evangelista Juan El Teólogo. De la misiva del San Ignacio a los pobladores de Esmirna, se ve que el fue muy allegado al apóstol Pedro y lo acompañaba en algunos de sus viajes apostólicos. Poco antes de la destrucción de Jerusalén en el año 72, falleció Evodio, uno de los primeros discípulos de Cristo y como su sucesor en la cátedra de Antioquía (capital de Siria) fue nombrado San Ignacio.

San Ignacio condujo a la Iglesia de Antioquía durante 40 años. (Años 67-107) En una visión especial le fue concedido de ver la Misa Celestial y escuchar el canto de los ángeles. De acuerdo al mundo de los ángeles el introdujo en los oficios religiosos antífonas, dos coros que se alternan como llamándose entre si. Este canto desde Siria se divulgó rápidamente en la Iglesia en sus comienzos.

En el año 107, durante la expedición contra los armenios, el emperador Trajano pasaba por Antioquía. Le comunicaron que San Ignacio profesa la fe cristiana, enseñaba desdeñar la riqueza, era célibe y no ofrecía ofrendas a los dioses romanos. El emperador llamó al Santo y exigió que el deje de hablar de Cristo. El anciano se negó y lo enviaron a Roma encadenado. En Roma lo echaron a los leones en el Coliseo, para la diversión del pueblo. Durante el viaje a Roma el escribió siete misivas, que se conservan hasta nuestros días. En sus misivas San Ignacio pide que los cristianos no traten de salvarlo de la muerte: “No queráis amarme fuera de tiempo. Dejadme ser pasto de las fieras, por los que me es dado alcanzar al Señor. Soy trigo de Dios y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo.” Escuchando sobre el coraje del Santo, Trajano terminó las persecuciones contra los cristianos. Sus reliquias fueron trasladadas a Antioquía y más tarde las llevaron a Roma y sepultaron en la Iglesia de San Clemente, papá de Roma.

Proverbios Bíblicos

  • El que no usa el castigo odia a su hijo, el que lo ama lo corrige a tiempo. (Prov 13:24)
  • Corrige a tu hijo mientras hay esperanza, pero no te enfurezcas hasta matarlo. (Prov 19: 18)
  • Enseña al niño el camino en que debe andar, y aún cuando sea viejo no se apartará de él. (Prov 22:6)

 

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