Mensaje de Navidad del Patriarca Juan X de Antioquía y Todo el Oriente
Nos ha buscado el Salvador, Oriente de lo Alto; quienes andábamos sin luz, en sombra de la oscuridad, hemos hallado la Verdad, pues de la Virgen hoy ha nacido nuestro Dios. Exapostelario
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la filiación adoptiva. Y por cuanto son hijos, Dios ha enviado a sus corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Cuando nació Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.» Oyéndolo el rey Herodes, se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un Caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, les envió a Belén diciéndoles: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron por otro camino a su país.
La Natividad del Señor es una de las fiestas más importantes dela Iglesia, por lo que se le prepara con el ayuno durante cuarenta días, y desde hace casi un mes se empieza a cantar el Condaquio navideño que dice: «Hoy la Virgen viene a dar a luz […] al sempiterno verbo.»
¿Por qué el «Hoy» de este himno si, cuando lo cantábamos, ni siquiera estábamos en el día del 25?
La fiesta de Navidad es mucho más que un recuerdo de un acontecimiento que tuvo lugar desde hace más de 2000 años –como si se festejara el descubrimiento de América o la independencia de México–, es decir, es más que un día célebre del calendario humano. Es el Día desde el cual miramos a toda la historia; y si bien pertenece al pasado, se extiende a lo largo del presente: «Dios está con y entre nosotros».
Todo lo anterior añoraba este día de «Hoy»; pues, la historia del Antiguo Testamento es el desarrollo de un diálogo entre la intervención de Dios en su creación, y la reacción del hombre ante dicha intervención. Dios hablaba a través de sus profetas, milagros y maravillas preparando la creación para tal día; y la Virgen es el fruto de toda esta preparación; como dice san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4:4). Es el momento desde el cual vivimos, los cristianos, no en la era d.C. (después de Cristo) sino la era «en Cristo.»
Dios ha encarnado, a saber, «se hizo carne y puso su morada entre nosotros» (Jn 1:14); Aquél a quien los antiguos buscaban con inquietud, se nos ha revelado realizando la Profecía de Isaías: «¡He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán de nombre Emmanuel que significa “Dios con nosotros”!»
Dios está con nosotros: ¡qué vergüenza, si seguimos buscándolo entre las ruinas de Egipto o los tesoros del Faraón!
¡Dios está entre nosotros, y nosotros andamos consultando filosofías e ideologías para saber si existe!
¡Dios está entre nosotros, y henos aquí actuando como si la vida estuviera en el poder y en el dominio, mientras la tierra se agitó y el sol ocultó su luz al ver al Señor en su gloria!
«Hoyla Virgen Vienea dar a luz […] al sempiterno Verbo»: confesamos que todos los tesoros, filosofías, ideologías y poderes ya son inútiles si no nos hacen prosternarnos ante Él, con los magos, con los pastores y los Ángeles que festejaban aquel día.
Que nuestros ojos lo vean, que nuestros oídos escuchen sus palabras; tanto con nosotros está al grado que lo comemos y lo asimilamos a fin de que, conforme a las palabras de san Pablo, en Él vivamos y nos movamos y existamos (Hch 17:28). Sólo así será nuestra vida «Noche Buena», Pero si el Bondadoso es ausentado de nuestras fiestas, la bondad será exclusiva del nombre nada más.
Que el Señor nos haga dignos de la alegría verdadera de su Nacimiento. Amén.
El decir que José “No la conoció (a María) hasta que dio a luz a su hijo”, no indica que la conoció después del parto. La palabra hasta, en sí, señala lo que sucedió durante todo el tiempo anterior al parto, pero no dice nada respecto al posterior. Es como cuando uno dice: “Estuve en la casa en la mañana”, pues esto no quiere decir que en la tarde estuvo fuera. Leamos este ejemplo del libro de Génesis: en la historia del diluvio, Noé despidió un cuervo para examinar si la tierra había secado; el relato dice: “El cuervo no volvió hasta que se secó la tierra” (Gén. 8: 7). Pero sabiendo que el cuervo nunca regresó, entendemos que la palabra hasta procuraba mostrar el abandono del cuervo antes de que la tierra se secase, sin importar lo acaecido después. Lo mismo sucede con san Mateo cuando dice que José “No la conoció hasta que dio a luz a su hijo”, pues lo que le importaba es enfatizar el nacimiento virginal, o sea, que lo concebido en la Virgen es del Espíritu Santo, sin decir nada de lo que después pasó o no con María y José.
Quizás alguien se pregunta: “¿Por qué san Mateo no atestiguó la virginidad de María también después del parto?”
El centro de atención del Evangelista era el Mesía, en quien se han realizado las profecías del Antiguo Testamento; su narración sobre el Nacimiento no busca describir la devoción de la Iglesia hacia la Virgen María, sino el acontecimiento salvífico de la Encarnación. Pero la Iglesia, desde sus primicias, ha sostenido que María permaneció Virgen antes, durante y después del parto, como parte de la auténtica devoción hacia la Madre de Dios. No es ni razonable ni recto pensar en que las entrañas que Dios ha consagrado con su presencia fueron dispuestos a otra preocupación; ella se quedó siempre al lado de su hijo “guardando todo en su corazón.” Permaneció siempre Virgen, “Betulah”, palabra hebrea que significa “morada de Dios”, de Dios y nada más de Él.
Alégrate, Belén, y prepárate, oh Éfrata, porque la Virgen viene a la cueva para dar a luz a Dios inefablemente. ¡Qué temible misterio es! Abraham, Isaac y Jacob, los patriarcas y todos los profetas, los hombres con los ángeles festejan con júbilo este Nacimiento divino. Exapostelario
Hermanos: Por la fe, Abraham peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Y, ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.
David engendró, de la que fue mujer de Urías a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequias, Ezequias engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de juntarse ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Mientras estaba pensando en esto, he aquí que el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa “Dios con nosotros”. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz a su hijo y le puso por nombre Jesús.
«Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.»
Fue el mandato del Ángel a José el comprometido de María. El nombre Jesús significa en hebreo «Dios salva». También el Ángel que se presentó a los pastores, como nos cuenta el Evangelio según san Lucas, les anunció que «les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador». En nuestras oraciones, no cesamos de exclamar: «¡Sálvanos, oh Hijo de Dios!» «Por las intercesiones de la Madre de Dios, oh Salvador, ¡sálvanos!»; y concluimos todos nuestros rezos con la frase «¡Por las oraciones de nuestros padres, oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos!» Término que ocupa un lugar preponderante en nuestro culto y que muchas veces lo repetimos con inercia automática: ¿a qué se refiere la “Salvación”? ¿Que nos salve de qué?
Los judíos esperaban un Mesías que les salvara del yugo de los romanos y que les diera la liberación política y restaurara el reino de David. Por eso les decepcionó el aspecto de Jesús el Nazareno, manso y humilde desde el pesebre. Esperaban —como muchos se limitan a hacer— tan solo una salvación de los peligros y males que pudieran cercar su existencia: enemigos, enfermedades, accidentes, Etc. A éstos Cristo no les satisface como salvador, y ante cualquier malestar se quejan y hasta blasfeman.
Otros piensan que la salvación es un estado que tiene que ver con la vida venidera, de tal modo que en esta vida sufrimos y aguantamos a fin de conseguir la salvación en la eternidad. Eso contradice a lo que el Señor anunció a Zaqueo, la persona de pequeña estatura que le recibió: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19:10). Entonces no se trata de algo futuro sino de una gracia que se recibe hoy y aquí.
San Pablo describe la salvación de esta manera: «[…] ustedes que se han despojado del hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la imagen de su Creador» (Col 3:9-10). Entonces no se trata ni de protección externa ni de paz futura sino de una restauración presente de mi naturaleza corrupta —el hombre viejo con sus defectos y vicios: ira, envidia, distracción, egoísmo, soberbia, concupiscencia— hacia el hombre nuevo, Jesucristo. Este cambio procurado, llámese salvación, conversión o curación es la Gracia a la que el cristiano tiene acceso en la Iglesia: confesión, lectura espiritual, vigilia, oración, vida comunitaria y acercamiento al santo Cáliz. Por eso, los santos Padres frecuentemente se refieren a la Iglesia como hospital salvífico: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal» (Lc 5:31).
¡Cree y serás salvado!, una frase que suele malinterpretarse como si la salvación fuera una acción estática condicionada con cierta confesión dogmática. En realidad, esta comprensión es muy lejana al concepto bíblico. La salvación es un proceso permanente, una renovación constante en el Señor; como una línea gráfica de ondas variadas pero finalmente ascendente sinfín ante la vista de Dios. Cuando esta renovación-salvación empieza a tocar el corazón de nuestra vida, los peligros por más severos que sean se muestran a final de cuentas como tentaciones beneficiosas que nos acercan al cuidado paterno de Dios, y la promesa de la paz futura vuelve una certeza y anticipación consoladoras.
La celebración navideña —luces, ropa nueva, árbol, obra benéfica y, sobre todo, participación litúrgica y sacramental intensificada— precisamente nos debe colocar alegremente en la memoria de esta renovación que nos ha sido dada con la Encarnación de Verbo que «habitó entre nosotros», y fortalecer nuestra «buena voluntad» con respecto a la iniciativa divina que los ángeles anunciaron una vez y para siempre: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz (salvación) a los hombres de buena voluntad!» Amén.
El icono nos describe, con colores, la reunión del cielo y la tierra al festejar “la llegada de la plenitud de los tiempos”.
El ángel se inclina hacia los pastores, gente humilde y marginada, anunciándoles el suceso, mientras los magos se dirigen hacia el Rey representando la participación de los páganos que no se habían preparado por ninguna historia profética, mientras los judíos si.
Se acercan al niño nacido un buey y un asno que, participando en esta celebración universal, nos recuerdan la profecía de Isaías: “conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.” (Is.1:3).
Un hombre vestido de lana está platicando con José; ha de ser el tentador (Satanás) tratando de alentar las dudas de José sobre este inefable parto: “¿Qué es este suceso, oh María, el cual veo en ti? … En lugar de honor me has traído vergüenza; en lugar de alegría, tristeza; …”. Mas Dios, quien no permite tentaciones que sobrepasen nuestros esfuerzos, iluminó al justo José, enseñándole la pureza de la Virgen.
He aquí que la Madre de Dios está acostada en la entrada de la gruta, rodeada con un nimbo que parece grano de trigo, ¡cómo no, ella es la madre de la Vida! La Virgen “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lu.2:19). También, está mirando a cada uno de nosotros invitándole a que, por su parte, dé a luz a Cristo.
En medio del esplendor de este festejo sobresales, oh Señor, con tu divina quietud, y tu pesebre nos parece como un sepulcro: el primero lleva a la Vida para que del segundo nos brote la vida.
“nos prosternamos ante tu Nacimiento, oh Cristo, muéstranos tu divina Epifanía”
En estos días navideños nos topamos con frecuencia con esta figura que trae cierta alegría a nuestros hogares y una sonrisa agradable en el rostro de los niños y, ¿por qué no?, en los corazones de los adultos cuya vida se fatiga por la dureza de la vida real. ¿Hemos de aceptar esta imaginación o no? ¿Enfrentamos a nuestros niños con la realidad o no? ¿Es cierto que es un invento de Coca Cola? La respuesta a estas interrogaciones no cambiará nada de la realidad: Santaclos cada año injerta mucha alegría y energía en la vida contemporánea.
Si bien no me serviría de nada hablar de la veracidad del personaje de Santaclos, el recuerdo de su prototipo –persona auténtica y verás– ayudará a purificar esta figura del mundanismo que la reviste: San Nicolás Obispo de Mira en Licia.
Es uno de los Santos más grandes de la Iglesia, desde Oriente hasta Occidente. Todas las Iglesias: Ortodoxa, Catolico Romana, Siriaca, Maronita, Copta, Armenia conmemoran a este gran Santo el día 6 de diciembre; es el Santo patrono y protector –en un país y otro– de los alumnos, de los niños bien portados, de los marineros, de los pescadores, de los vinateros, de los comerciantes, de los peregrinos, en fin: Es un gran Santo de la Iglesia universal.
El Tropario nos plantea tres virtudes del Santo que trazan la vida de cristiano en sus tres dimensiones: “La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia”. La fe describe la relación con Dios; la mansedumbre describe el trato con el prójimo; y la abstinencia describe el comportamiento del hombre consigo mismo.
“Regla de Fe”. La fe cristiano no acepta cualquier sincretismo. San Nicolás defendió la recta fe y participó en el Primer Concilio Ecuménico y condenó la herejía de Arrio. Su mansedumbre y bondad no significaban relajamiento en la fe entregada “una vez y para siempre”. El cristiano en su relación con Dios tiene reglas, que son las Santas Escritura, las enseñanzas de los Santos padres y la prédica y la práctica de la Iglesia. La fe minimizada a las caricias del intelecto y sentimientos personales es ajena a la recta y sobria fe de san Nicolás. La fe cristiana no puede ser en alguien o algo más que en Jesucristo como “Autor y Consumador de nuestra fe” (Heb 12:2).
“Icono de mansedumbre”. Ésta es la expresión del amor, la manifestación externa de la fe. El cristiano expresa su fe, sobre todo, mediante el modo de convivir con el prójimo: “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a Quien no ve” (1Jn 4:20). De esta manera la mansedumbre abrió la vida de Nicolás hacia el prójimo: hacia las jovencitas cuyo padre no podía pagar la dota, hacia los huérfanos y viudas, hacia los tres oficiales condenados injustamente. La mansedumbre es el aspecto auténtico y vencedor del cristiano: “¡Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra.”
“Maestro de abstinencia”. Es una palabra ruda y ajena a lo que nuestra era plantea. “Abstinencia”, “continencia”, “castidad” son antónimos de “consumismo”, “distracción”, “libertinaje”. No se trata de una cualidad que pertenece a los monjes y clérigos sino a todo cristiano. En griego la palabra equivalente ενγράτεια significa “control de sí”, tener una autoridad sobre las rebeliones interiores. En árabe la palabra es “Iffa” y es desarrollo de un término que significa “salud”. Entonces la abstinencia no es una actitud negativa que rechaza el consumismo del mundo, sino un ejercicio positivo que inculca al hombre un control y dominio sobre sí y lo conduce en una vida saludable para el cuerpo y, sobre todo, para el alma. Si bien nos consta que el consumismo que el mundo ofrece generosamente nos está llevando a una incapacidad y mediocridad fétidas, la vida de san Nicolás y de los santos en cada era nos muestra la abstinencia positiva –ayuno, moderación, oración, prosternación, perdón, esfuerzo contra las pasiones, esfuerzo a favor del cambio y la conversión– como un camino hacia la salud.
Fe, mansedumbre y control de sí son las tres virtudes de san Nicolás que vale la pena contemplemos estando a las puertas de Navidad. Y regresando a Santaclos como caricatura –en el sentido serio y positivo de la palabra– de san Nicolás, podemos contemplar en su sonrisa la mansedumbre del Obispo de Mira, en su bastón la fe recta y en su cíngulo la ceñidura de la abstinencia. Y sí queremos dar figuras a nuestro niños, digámosles que Santaclos es amable y manso con todos los niños del mundo sin discriminación ninguna; que su fe y amor a Dios está por encima de todo y que no acepta celebremos la fiesta, siendo el festejado “Dios con nosotros” ausente de nuestras vidas; y que Santaclos se desvela para dar descanso a los menesterosos, ayuna para dar bocadillo al necesitado, tiene agujeras bajo los ojos para trazar una sonrisa en el rostro de los niños, pero todo ello lo hace cada día más fuerte y más saludable. Es entonces cuando vuelve de veras un símbolo por Navidad.
Santaclos no es un escape de nuestra realidad: san Nicolás es nuestro guía hacia una realidad más real basada en la fe, la mansedumbre y el dominio de Sí. Cuyas intercesiones sean por nosotros. Amén.
Cristo ha Resucitado. Nadie puede dudarlo porque se ha aparecido a María,
después se dejó ver por los que iban a pescar,
y se manifestó a los once discípulos sentados a quienes envió a bautizar,
y subió al cielo de donde descendió, probando sus enseñanzas con muchos milagros.
Exapostelario
Hermanos: Cuando aparezca Cristo, vida suya, entonces también ustedes aparecerán gloriosos con Él.
Por tanto, mortifiquen sus miembros terrenales: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es idolatría, cosas que atraen la cólera de Dios sobre los hijos de la desobediencia, y que también ustedes practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Mas ahora, desechen también ustedes todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de su boca.
No se mientan unos a otros, ustedes que se han despojado del hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circuncisión e incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.
Dijo el Señor esta parábola: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: “Vengan, que ya está todo preparado.” Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.” Y otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego me dispenses.” Otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir.” Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, a los ciegos y cojos.” Dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitios.” Dijo el Señor al siervo: “Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa. Porque les digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.”»
La comida, además de su función de satisfacer la necesidad del cuerpo, es un gesto de generosidad y de amor, de gratitud y alegría por la presencia del invitado o por el regreso de alguien que estaba de viaje (el hijo pródigo). Los paganos ofrecían banquetes místicos en señal de agradecimiento y respeto a sus dioses. Los judíos celebraban la cena pascual en la que confirmaban su Alianza con Dios recordando todo lo que había hecho con sus padres para salvarlos.
Tomando en cuenta todos estos sentidos, uno de los que acompañaban a Jesús exclamó: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de los cielos!» Y Jesús le respondió con la parábola que hemos escuchado el día de hoy.
El Reino de los cielos es como una cena. Los invitados de privilegio se disculparon. Otros marginados y miserables entraron, también unos extranjeros fueron introducidos en la alegría del banquete.
Al contemplar la parábola, es probable que vengan a nuestra mente dos interrogaciones:
¿Por qué el anfitrión de la parábola no aceptó las excusas de los primeros invitados si son lógicas? Quizás la postura de Jesús nos sorprenda y escandalice, porque la mayoría de las veces nosotros tenemos pretextos parecidos: que el negocio, que la familia, que el campo, etc. Por ventura, ¿Cristo no quiere que trabajemos, o le satisface que descuidemos nuestros matrimonios y familias?
Y la segunda pregunta es que, ¿acaso el ser pobre o marginado es suficiente para convertirse en el dichoso que «puede comer en el Reino de los cielos»?
La respuesta a ambas preguntas, nos la proporciona la misma naturaleza de la comida. El hombre no se alimenta cuando le da tiempo, o cuando su familia u ocupaciones le permiten, sino que en medio de todas estas responsabilidades, el comer es una acción automática, una necesidad indispensable. El que tiene hambre es el que conoce la prioridad del alimento. «Mi alma ha tenido sed de Ti. ¡Cuántas veces también mi carne!», exclama el rey David a su Dios (Sal 62:1).
No son los pretextos los que apartan a los privilegiados del Banquete del Reino, sino la tibieza en su relación con Dios. Y jamás la miseria, en sí misma, introducirá a los menesterosos en «el gozo de su Señor», si no se genera en su alma «sed del Dios viviente» (Sal 41: 3).
Estando en las puertas de Navidad, la Iglesia lee esta parábola. Cristo, el nacido de la Virgen es Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros» (Mt 2:23). Entonces el Banquete del Reino celestial está puesto ya; el anhelo hacia Dios o la tibieza en buscarlo determinarán si las circunstancias de la vida son pretextos de nuestra ausencia o motivos para, en medio de ellas, alimentarnos de su Presencia. Amén.
Estaba profetizado en el antiguo testamento, que Cristo, el Mesías, sería engendrado del linaje del rey David, y que nacería de una virgen. (2Sam.7:12-13), (Isaías7:14).
Uno de los objetivos del evangelista san Mateo en su evangelio, era demostrar que en Cristo se han realizado las profecías mesiánicas. Por eso principia su evangelio con la genealogía de Cristo, que empieza con Abraham, pasa por el rey David y termina con José el desposado de la Virgen María. Después de exponer la genealogía, san Mateo continúa diciendo, que todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta. Y en todo su evangelio el autor sagrado recurre a las profecías, demostrando que Jesús es el Mesías esperado.
San Mateo, también, recuerda a los lectores de su Evangelio, que en la genealogía de Cristo había pecadores (Rajab, Tamar, y David que engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón). Como si san Mateo estuviera diciendo a los cristianos de origen judío: No se enorgullezcan de que Cristo ha encarnado de su linaje, pues no lo hizo por ser un linaje de justos, sino para señalar a qué ha venido: “a llamar, no a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”
20 de diciembre
San Ignacio Deífero tiene una significación especial para nosotros porque el tenía un estrecho contacto con los apóstoles. Ellos le transmitían directamente la fe cristiana y el fue testigo del desarrollo de las primeras comunidades cristianas. En sus siete cartas el reproduce para nosotros la época de los apóstoles.
San Ignacio nació en Siria en los últimos años de la vida del Salvador. La leyenda cuenta que el fue el niño a quien el Señor alzo en sus brazos y dijo: “Os aseguro que si no os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos” (Mt.18:3). Lo llaman Deífero (“hombre que lleva a Dios”) porque amaba tanto al Señor como si lo llevaba en su corazón. El fue discípulo del apóstol y evangelista Juan El Teólogo. De la misiva del San Ignacio a los pobladores de Esmirna, se ve que el fue muy allegado al apóstol Pedro y lo acompañaba en algunos de sus viajes apostólicos. Poco antes de la destrucción de Jerusalén en el año 72, falleció Evodio, uno de los primeros discípulos de Cristo y como su sucesor en la cátedra de Antioquía (capital de Siria) fue nombrado San Ignacio.
San Ignacio condujo a la Iglesia de Antioquía durante 40 años. (Años 67-107) En una visión especial le fue concedido de ver la Misa Celestial y escuchar el canto de los ángeles. De acuerdo al mundo de los ángeles el introdujo en los oficios religiosos antífonas, dos coros que se alternan como llamándose entre si. Este canto desde Siria se divulgó rápidamente en la Iglesia en sus comienzos.
En el año 107, durante la expedición contra los armenios, el emperador Trajano pasaba por Antioquía. Le comunicaron que San Ignacio profesa la fe cristiana, enseñaba desdeñar la riqueza, era célibe y no ofrecía ofrendas a los dioses romanos. El emperador llamó al Santo y exigió que el deje de hablar de Cristo. El anciano se negó y lo enviaron a Roma encadenado. En Roma lo echaron a los leones en el Coliseo, para la diversión del pueblo. Durante el viaje a Roma el escribió siete misivas, que se conservan hasta nuestros días. En sus misivas San Ignacio pide que los cristianos no traten de salvarlo de la muerte: “No queráis amarme fuera de tiempo. Dejadme ser pasto de las fieras, por los que me es dado alcanzar al Señor. Soy trigo de Dios y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo.” Escuchando sobre el coraje del Santo, Trajano terminó las persecuciones contra los cristianos. Sus reliquias fueron trasladadas a Antioquía y más tarde las llevaron a Roma y sepultaron en la Iglesia de San Clemente, papá de Roma.
El pasado jueves 5 de Diciembre del 2013 Su Eminencia Antonio Chedraoui arribó a la ciudad de Mérida Yucatán acompañado por el Rev. Archimandrita Fadi Rabbat.
Por la noche del jueves Su Eminencia acudió a una cena en la casa del Sr. Gabriel Abboud en donde participaron varios Cenadores y Médicos y el Lic. Pablo Gamboa Miner . El día viernes 6 Sayedna Antonio acudió a una comida con el Cónsul Honorario de Líbano en Mérida el Sr. Roberto Abraham, y por la noche se llevó a cavo la tradicional posada en la Iglesia de la Dormición de la Virgen en “Santa Gertrudis Copó”.
La Posada inició con un mensaje de Su Eminencia Antonio, instando a vivir plenamente la democracia en México. Ante un selecto grupo de invitados, encabezados por el Gobernador del Estado, Lic. Rolando Zapata Bello y su esposa Sarita Blancarte de Zapata, la comunidad de Mérida celebro su convivencia anual en la que se entregaron reconocimientos a: José Alfonso Martín Méndez; Mónica Mendosa Bierge; Elizabeth Cámara Aguilar y a los esposos Chafic Xacur Elías y Houda Nicolás de Xacur, como benefactores .
También fueron recipiendarios el Ing. Pedro Espadas Cervantes y el Arquitecto Ricardo Combaluzier Medina, quienes donaron un terreno y el proyecto del futuro Centro Comunitario, mismo que llevará el nombre del Arzobispo “Antonio Chedraoui Tannous” sito en el desarrollo habitacional “San Marcos” al Sur de la Ciudad.
Por último, Chedraoui le otorgó al gobernador Zapata Bello, un reconocimiento por su labor humanitaria en bien de la comunidad yucateca. Durante su discurso, el Arzobispo expuso que “no es posible seguir permitiendo las marchas y plantones que se vienen sucediendo en la capital del país, por el enorme perjuicio que le ocasionan a los ciudadanos y comerciantes, también dijo que existen grupos extremistas que han querido acabar con la feligresía cristiana y causar caos mediante atentados y actos barbáricos como los que se dieron en el pasado en el Africa que culminó con la muerte del entonces presidente Lumumba.
En su intervención el Gobernador expresó su satisfacción de tener en la entidad a un hombre con la valía pública del Arzobispo Chedraoui, a quien recibía con orgullo en este tradicional festejo anual.
El sábado 7 de Diciembre en el “Salón Valladolid del Hotel Fiesta Americana” se realizó una rueda de prensa con Su Eminencia Antonio. Presentamos un resumen de la rueda de prensa:
Queremos paz para el pueblo mexicano y merecemos la paz
Señala el Arzobispo Antonio Chedraoui Tannous
De lo que pasa por el narcotráfico y la delincuencia organizada, yo creo que nosotros tenemos parte de culpa, y también los que les dan los armamentos tienen toda la culpa. Estados Unidos dice que están en contra del narcotráfico, en contra de la violencia, pero les vende armas, y armas sofisticadas. Por eso nosotros condenamos cualquier tipo de violencia, venga de donde venga. Queremos paz para el pueblo mexicano, y yo creo que merecemos la paz.
Eso dijo ayer el Arzobispo de la Iglesia Católica Ortodoxa de México, Venezuela, Guatemala y el Caribe, Antonio Chedraoui Tannous, en rueda de prensa en la que hizo un llamado a la unidad de todos los mexicanos señalando que “en la Iglesia Católica Ortodoxa gracias a Dios nos va muy bien, todos creemos en México y trabajamos para México, y siempre rezamos por la unión de todos. En cada oración que se hace, siempre rezamos por la unión de todos. Por eso creo que ahora es el momento en que México nos llama para unirnos para enfrentar estos días difíciles que pasamos. Hoy el cristiano necesita una evangelización. Eso que estamos viendo hoy: narcotráfico, crimen organizado, merece que cada uno de nosotros dé algo de su tiempo para hablar y evangelizar. Si regresamos a la base del Evangelio jamás podremos tener lo que tenemos ahora.
Acompañado del Cónsul Honorario del Líbano en Yucatán, Roberto Abraham Mafud, así como de Fadi Rabat, colaborador cercano de la Iglesia Ortodoxa, y del titular de la Iglesia Católica Ortodoxa de Mérida, Cosme Andrade Sánchez, el arzobispo visitante hizo asimismo una defensa de los derechos de las personas al libre tránsito por la Ciudad de México y de los derechos de los comerciantes:
-Nosotros estamos en contra de la violencia. No debe haber violencia. De cualquier tipo. Hablamos de democracia, vamos a seguir la democracia. Pero cerrar calles no es democracia. Levantarse a perjudicar a los comerciantes, a los ciudadanos, que quieren llegar a su trabajo y a sus casas, eso no es democracia. La democracia es respetar el derecho ajeno, como dijo Benito Juárez. Cuando intervino la policía agarraron a muchos en las protestas del magisterio que ni siquiera tenían que ver nada con el magisterio. Unos eran electricistas, otros no se qué. Se paran a manifestarse, a hacer lo que hicieron y lo que vimos, pero perjudicaron más a la ciudadanía que lo que creían que van a conseguir. No se bajaron de sus comunidades para conseguir cosas. Bajaron para destruir. Y si nos acordamos el primero de diciembre del año pasado, no eran ni estudiantes universitarios, ni eran gente culta que quiere exigir algo.
Si no respetamos las instituciones no vamos a tener Patria. No se trata de que cada quien cante en su modo, que diga lo que quiera. En la elección presidencial hubo una diferencia de más de 6 millones de votos. No es nada más hablar de la democracia, es de practicarla. En todos los países del mundo sale uno, el otro que pierde lo felicita. Aquí, hacen manifestaciones. Es en lo que no estamos de acuerdo.
Creer en la paz
-¿Qué se necesita para lograr la paz? –le preguntaron.
-Creer en la paz. Creer también en el derecho ajeno. Cuando yo salgo y tomo las calles, hay gente que quiere llegar a trabajar, hay comerciantes que quieren abrir su negocio, porque van a pagar rentas. Yo nunca he creído que al pisotear los derechos del otro se pueda decir: Estoy defendiendo mis derechos. En cada elección cierran las calles. Hace 7 años cerraron la avenida Reforma con casas de campaña, y qué se hacía: Yo pasé y vi con mis propios ojos: Estaban jugando dominó. Esa no es una manifestación.
-¿Cuál es el motivo de su visita a Yucatán?
-Cada año hago esta visita a Yucatán. Se hace una posada hermosa, una convivencia entre amigos. Y qué mejor en esta vida que debemos seguir, ser alegre, no siempre triste.
En esta parte, el dirigente religioso señaló:
-La verdad lo que hubo el año pasado en diciembre, nos da vergüenza: cómo fueron asaltadas las tiendas. El destrozo que se hizo. Por eso mejor recurrimos a la convivencia y vivimos como hermanos. Lo que duele a uno duele al otro. No es la primera vez que uno gana y otro pierde. Durante toda la historia uno gana y uno pierde. No pueden ganar todos. El ganador es el presidente.
El fanatismo es del diablo
-Arzobispo, ¿cómo ve la espiritualidad del pueblo mexicano?
-El mexicano es en sí creyente. Yo hace poco en febrero pasado estaba con el Cardenal Norberto Rivera Carrera y con el Nuncio Apostólico. Y les dije. Esta vez debe de ser el Papa de América Latina. Porque la fe cristiana está en América, no está en Europa. En Europa desgraciadamente cada día está disminuyendo la fe cristiana. Está el ateismo, que está yendo muy lejos. Está también ahora el Islam, que está invadiendo a Europa. Y ojalá que invada el Islam bueno, pacífico, no el Islam que estamos viendo en el Medio Oriente, que no saben nada del Islam ni son musulmanes. Porque no hay una religión del mundo que enseñe la violencia. El ser humano se va a la violencia, pero la religión no enseña la violencia. Por eso siempre digo: la religiosidad es de Dios, mientras el fanatismo es del diablo. La religiosidad está llena de amor. El fanatismo está lleno de odio, y ninguna religión enseña el odio.
Antonio Chedraoui se refirió ampliamente al problema del Medio Oriente, donde hay una persecución religiosa contra los cristianos:
-Hoy, en especial los del Medio Oriente, están preocupados y el cristianismo entero está preocupado. Desgraciadamente el Occidente quiere vaciar al Medio Oriente de los cristianos. Eso empezó desde 1973. En 1958 hubo una guerra; sin embargo, no influyó tanto para sacar cristianos, pero en el 75 fue una guerra fuerte, y había mucho apoyo del exterior a unas partes: fanáticos musulmanes, terroristas. Por eso empezaron los cristianos a salir de esos países. Primero querían empezar en el Líbano. Vieron que no es posible. Luego van a Irak, donde de 4 millones de cristianos hoy queda medio millón, y los otros se dispersaron en todo el mundo. Y ese medio millón no tiene la capacidad económica para salirse. Siria aceptó un millón de cristianos, cuando hubo lo de Irak. Después empezó lo de los países árabes. En Túnez hubo barbaridades. Después, en Egipto fueron quemadas o dinamitadas más de 150 iglesias.
Después dijeron: la primavera árabe, y fue la muerte árabe. Hemos perdido en Siria y en todo el Oriente sacerdotes que fueron asesinados como se matan las ovejas. El lunes pasado apenas fueron secuestradas 12 monjas y 3 huérfanas. Tenemos 2 arzobispos de los que no sabemos nada desde hace 8 meses. Ahora apenas enseñaron a las monjas diciendo que están bien, pero bajo presión no pueden decir la verdad.
Enfrentar el peligro
-Por eso hoy todos los cristianos tenemos que hacer esfuerzos para enfrentar al peligro que nos amenaza a todos. Dejamos, como dije ayer en presencia del Arzobispo Emilio Carlos Berlie, dejamos las diferencias doctrinales a los especialistas, pero vamos a vivir juntos, vamos a acercarnos el uno al otro, porque el peligro es para todos. No van a decir este es católico romano, lo dejamos. También en Siria se murieron muchos católicos romanos, sacerdotes muertos a cuchillazos. Olvidamos las discusiones bizantinas. No vamos a estar como los bizantinos cuando cayó Constantinopla, buscando cuál es el sexo de los ángeles, si masculino o femenino. Ya hay que olvidarnos de esas cosas. Hoy vivimos un siglo lleno de culpas. Apenas nos salvamos del comunismo, y del ateismo, nos llegó ahora el fanatismo que es el mismo peligro para todos. Y hay fuerzas occidentales y árabes que están fomentando con dinero y con armas a estos señores bandidos, terroristas, matones. Lo cierto es que hay que despertar.
-¿Qué hace la iglesia ortodoxa en el caso de los sacerdotes pederastas?
-Los condenamos con toda la fuerza de la ley. Y esos es mejor para ellos que dejen el hábito y vayan a hacer otra cosa. Es un crimen que están cometiendo en contra de inocentes que no saben nada de la vida. Por eso yo los condeno enérgicamente. Si yo tuviera algún sacerdote de esa calaña, de inmediato lo corto, ni lo pienso, y le quito el hábito.
Cristo dijo: Si no regresan a ser como niños, no pueden ingresar al reino de los cielos. Y un sacerdote que comete estos actos, viene a acabar con esa pureza infantil, ese es un criminal, y no debe tener hábito.
-¿Cómo es su relación con el Papa?
-La Iglesia Ortodoxa siempre ha tenido encuentros con los Papas, con los anteriores y el actual. El primero que abrió muchos canales de comunicación fue Juan XXIII. Él rompió el hielo que estaba entre las dos iglesias. Él se abrió. Por eso vino el Papa Paulo VI y siguió en ese camino. Y ningún Papa hoy puede cambiar ese camino o desviarse. Se encontró en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla y ahí se dio el primer abrazo.
Después vino Juan Pablo II, que es un hombre que sacudió al mundo y estuvo rezando por el acercamiento y por la unión de las iglesias.
Pero nosotros como Oriente también estamos en eso. Por eso el Papa Paulo VI dijo: Sin el Oriente no se entiende el cristianismo. Cristo nació en Belén, enseñó en Jerusalén, por eso el Oriente fue el sol que iluminó a todo el mundo.
-¿Cómo prepararnos para vivir la Navidad?
-Primero tenemos que limpiar nuestros corazones y nuestras almas. Pero en el oriente damos más importancia a la pascua que a la Navidad. Nosotros festejamos la Navidad, pero le llaman la fiesta chica, mientras la resurrección es la fiesta grande. Jesús conoció con su resurrección algo que el mundo no había conocido antes. Él levantó muertos y venció a la muerte. Por eso en el oriente cuando es pascua, van a ver que los sufrimientos de Cristo se viven, y la resurrección se vive, porque ahí se verificó lo que dijo Cristo: El hijo del hombre va a ser enterrado, pero resucitará a los tres días. El hombre se conoce cuando se muere, no cuando nace.
-¿Qué piensa de la situación económica de México?
-Yo la verdad no soy economista. Veo alguna molestia de los sectores, pero después de la lluvia viene el agua, pero hay que dar chance para ver dónde vamos a llegar. Y después de ver el resultado, podemos alabar o criticar.
Putin, el hombre
número 1
-¿Cómo le fue en su visita a Rusia?
-Yo estuve en el mes de julio en Rusia. Fui jefe de la delegación de nuestra iglesia y un domingo, junto con otros líderes de iglesias, fuimos invitados a cenar por el presidente Putin. En mi opinión, estoy totalmente de acuerdo en que hoy Putin es el hombre número uno, y es el único presidente cristiano practicante que defiende el cristianismo.
Cuando le di el abrazo, porque a todos nos saludó con un abrazo, le dije: Por favor, señor presidente, no se olvide de los cristianos en Siria y en todo medio oriente.
Y él me respondió en inglés, con el tono, con la firmeza de un soldado, de un militar, firme en sus creencias:
-Never.
Y hoy, en verdad lo vemos como el único hombre que está para defender al cristianismo. Cuando celebramos misa, la misa rusa es muy larga, y estaba el presidente Putin, con los presidentes de Bielorrusia y de Serbia, durante tres horas parados, teniendo una vela en la mano, parado y rezando y participando. No como esos que quieren que ya se acabe para salirse. Y eso nos da orgullo, que él está levantando la voz del primer hombre del mundo de hoy, defendiendo el cristianismo y los principios del cristianismo. Si no fuera por él, hoy no tendríamos ningún cristiano en el Medio Oriente.
¿De qué nos sirve el santo sepulcro, la iglesia de la resurrección, si no hay cristianos? Por eso el patriarca de Moscú y de toda Rusia, cuando vino en una visita a Líbano y Siria, dijo: De hoy en adelante jamás permitiremos que nuestras iglesias se vuelvan museos. Fue muy firme, porque también tiene el apoyo del gobierno encabezado por el señor Putin.
Fuente: Roberto López Méndez
Finalmente el domingo 8 Su Eminencia Celebró la Divina Liturgia en la Iglesia de la Dormición en Santa Gertrudis Copó donde en su homilía recordó el pasaje cuando una mujer enferma desde 18 años atrás fue curada por Jesús, luego de la negativa del jefe de la sinagoga a hacerlo porque era día sábado.
La hipocresía es un mal que golpea con fuerza a nuestra fe y lo que queremos es que se vaya, que nos deje libres y que podamos pensar con libertad y sin temor a nada, dijo. Señaló que en el mundo de hoy prevalece la crítica a los demás, la censura y otros males similares, porque el mundo se ha olvidado de Jesús y sus enseñanzas. Se ha olvidado lo celestial y la gente sólo busca lo terrestre, dejando de lado la búsqueda interior. Vemos que Cristo libera a la mujer de su enfermedad que llevaba desde 18 años atrás e hizo lo mejor que se pudo y creo que con ello podemos decir que ojalá que la sociedad se cure y escuche la voz de Jesús.
Llamó también a dejar de ser presumidos, como lo fue el fariseo, porque dijo que los cristianos deben ser luchadores, y seguir la misión del Señor, haciendo el bien. Cuando hacemos el bien debemos sentirnos satisfechos porque hicimos la voluntad de Dios y hoy el mundo entero necesita bondad, cariño, el amor de uno al otro. Siempre criticamos pero debemos preguntarnos qué podemos ofrecer, expresó y dijo que las personas deben dejar de ser negativas porque Cristo en todo el evangelio, desde Mateo a Juan, nunca usó la palabra “no”, siempre fue positivo y lo que debe prevalecer, insistió, es el amor al prójimo. Espero que también en esta sociedad seamos positivos y no negativos y que así encontremos el camino real del Señor, concluyó.
Finalmente se despidió de los miembros de la comunidad de Mérida lleno agradecido por su calidez y hospitalidad, regresando a la ciudad de México la misma tarde del domingo.
Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida,
se alegraron porque vieron a un joven sentado en el sepulcro que les dijo.
Cristo Resucitó, decis a los Apóstoles y a Pedro.
Corran al monte de Galilea donde se les aparecerá a vosotros,
oh amados, tal como antes lo había dicho.
Exapostelario
Hermanos: Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de la armadura de Dios para poder resistir a las asechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de las tinieblas de este siglo, contra los espíritus del mal que están en las alturas. Por eso, tomad la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, después de haber vencido todo, manteneros firmes.
¡En pie!, pues: ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la coraza de la justicia, calzados los pies con la destreza del Evangelio la paz, abrazandoo, sobre todo, el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; vengan, pues, esos días a curarse y no en día de sábado.» Le respondió el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatan del pesebre todos ustedes en sábado a su buey o su asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?» Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
Cristo cura a una mujer en «sábado» y se enfrenta a la dureza de los fariseos que le reclaman haber trabajado en el día del descanso. Una vez más rompe las reglas sabáticas, para curar a una mujer encorvada y, a la vez, la mentalidad enfermiza que desconoce la voluntad de Dios y malinterpreta el mandamiento divino: «Santifica el día del Shabat (descanso).»
La importancia del «Sábado» en el Antiguo Testamento debe su origen al recuadro de la creación definido en el libro de Génesis. Dios creó el mundo entero en seis días y, viendo que «todo era muy bueno», bendijo el día séptimo y lo consagró como el día del reposo, día en el cual Dios descansó, no de, sino en su buena obra.
A partir de esta comprensión, podremos acceder a la esencia del mandamiento «santifica el día del Sábado» y asimilar su sentido verdadero y profundo: no es un día para que descanse yo, sino principalmente que Dios descanse en mí como su buena creatura, es decir, santa. En la Divina Liturgia, la oración del Trisagio, que el sacerdote recita en voz baja, invoca al Señor: «Oh Dios Santo, que descansas en los santos…»
En nuestro «Shabat», que es el domingo (el día del Señor como lo significa la palabra en latín), nos dedicamos a todo lo santo, preparando el alma cual un tálamo adornado con virtudes: oración, caridad, mansedumbre, penitencia, serenidad, a fin de que sea digna de recibir al Señor de todo.
Cuando hablamos de la consagración de este día, no pretendemos contraponerlo a los demás días de la semana como no santos o inmundos; más bien el domingo será la fuente y el motor de santificación para todo el Cronos (el tiempo), ya que nuestra vocación es encomendar «nuestra vida entera a Cristo Dios», como entona el diácono en todas las letanías. Es una realidad tangible el hecho de que nuestro modo de vivir, intereses, ocupaciones y responsabilidades cotidianas, a menudo, nos hacen olvidar la meta principal; así que el domingo viene a recordarnos y a recalcar en nosotros la verdad que es ayer, hoy y para siempre: «Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que lo habitan.» (Sal 24:1).
Desafortunadamente este icono sublime del día del descanso es muy ajeno al weekend que las sociedades «cristianas» conocen y practican. Sin embargo, la vida sincera de quienes «tienen oídos» no cesa de ser «voz que clama en el desierto: ¡preparad los caminos del Señor!»
Es el día del descanso: suspendamos las obras que impidan repose en nosotros el Señor. Es el día octavo, el objeto de toda la semana, de toda la vida, en el que el alma no quiere suspender, ni un instante, el clamor de san Juan el Teólogo: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22:20). Amén.
Las velas encendidas en el templo y frente a los iconos son una tradición auténtica y una expresión sencilla y transparente de la devoción cristiana. Pero encender una vela, como los demás gestos litúrgicos, tiende a menudo a volverse un hábito que, haciéndolo por costumbre u obligación, produce el descuido de lo que debe encenderse de virtudes y devociones en nuestro interior.
Tomando lo anterior en consideración, exponemos algunas frases de San Juan de Crontestad (un sacerdote ruso [1845-1920] que el pueblo ruso recuerda con gran fervor y que fue canonizado en 1992) a fin de animar nuestra conciencia:
«Las velas encendidas sobre el altar son el signo de la Luz de la Santísima Trinidad, pues Dios no mora sino en la Luz, y hacia Él, la oscuridad no se acerca ya que es como fuego que devora todo pecado o maldad.
Una vela encendida ante el icono de Cristo lo anuncia como la Luz del mundo, que ilumina a todo hombre que viene a Él.
Una vela encendida ante el icono de la Virgen la anuncia como la Madre de la Luz.
Una vela encendida ante el icono de un Santo lo anuncia como candil adornado, y puesto como faro alto, ilumina a todos los que están en la casa. Encendemos las velas como símbolos del ardor de nuestro celo hacia su santidad y amor, como señales de veneración, como alabanza silenciosa y como agradecimiento por la intercesión que nos brindan ante el tribunal divino.
Cuando enciendo una vela, pido a Dios que me otorgue un corazón que arda con el fuego del santo celo y del amor puro, que queme los deseos y pecados que están dentro de mí.»
9 de diciembre
De la madre de la Santísima Virgen María no hay referencias algunas en los Evangelios ni en los restantes escritos del Nuevo Testamento. Lo que conocemos es por lo que se escribió en los Evangelios apócrifos. Según estas narración, que coincide con la tradición de la Santa Iglesia, el sacerdote Matthan residente de Belén, tuvo tres hijas: Maria, Sobi y Ana.
Maria luego de casarse en Belén, dio a luz a Elizabet, madre de Juan el Bautista.
Ana se caso con Joaquín de Galilea, que luego de muchos años tuvieron a la Santísima Virgen María
La tradición nos relata que los padres la consagraron al servicio del templo de Jerusalén, a la edad de tres años, ellos después de pocos años murieron.
Santa Ana era honrada desde la antigüedad, esto lo concluimos por escritos de varios Padres de la Iglesia y también de himnos eclesiásticos antiguos en honor a la madre de la Virgen Maria. También existen referencias del año 550 que emperador Justiniano consagro un templo en Constantinopla en su nombre. Pidamos entonces las intersecciones de Santa Ana para la salvación de nuestras almas.
El pasado Domingo 1 de Diciembre del 2013 Su Eminencia Antonio Celebró la Divina Liturgia y el Trisagio Funeral por el Sr. Emilio Haddad quien falleció el pasado 12 de Noviembre del presente año. Durante la homilía Su Eminencia dirigió unas palabras para los familiares de Don Emilio despues de haber hecho una reflexión sobre el Evangelio. Después de la celebración se celebró la Posada de la Catedral de San Pedro y San Pablo en la cual participaron muchísimos miembros de la Comunidad Ortodoxa Antioquena.
Agradecemos de parte de Su Eminencia Antonio a todos los que nos acompañaron en el festejo y la Divina Liturgia celebrados.
Venid a reuniros con los Discípulos en el Monte de Galilea para que veáis a Cristo, diciendo con fe. He recibido el poder de lo que está arriba y lo que está abajo. Aprendamos como enseña a bautizar a todas las naciones en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, prometiéndonos permanecer con nosotros hasta el fin del mundo.
Exapostelario
Hermanos: Os ruego yo, preso en el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándonos unos a otros en el amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
A cada uno de nosotros le ha sido con-cedida la Gracia a la medida del don de Cristo.
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna, al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno, y empezó a gritar diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante lo increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo, y mandó que lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» Él dijo: «¡Que vea, Señor!» Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
El ciego «empezó a gritar diciendo: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”»
El grito es una fuerte reacción natural que surge de la necesidad, la incapacidad y el dolor. Aún es más fuerte la expresión «ten piedad» que goza de un lugar muy privilegiado en la tradición cristiana y la repetimos frecuentemente durante los Servicios litúrgicos, tres, doce o cuarenta veces. No se trata de una repetición hueca, sino de un tocar insistente, de una espera confiada y de una encomienda constante de nuestra vida –con sus aflicciones y alegrías– en las manos de Cristo nuestro Dios.
Sería propio mencionar el gran vigor que esta expresión tiene en el idioma árabe: irjam, verbo derivado de rájem que significa «matriz». En este sentido, «piedad» es lo que la madre le da de vida al embrión. Entonces, el «apiadarse» no es un estado de solidaridad que le pedimos a Dios que tenga por nosotros, sino una acción vivificadora. No es que pidamos a Dios tenga mera compasión o lástima por nuestras miserias, sino que actúe en nosotros y nos revivifique, santificando, iluminando y divinizando nuestra vida. Ésta es la esencia del clamor.
El libro de los Salmos está lleno de la súplica: «Apiádate de mí, oh Dios». La santidad del rey David, quien los compuso, no se debe a su estado exento de pecado –ya que su vida, en ciertos momentos, había sido manchada con sangre y con actuaciones indebidas–, sino más bien a su preocupación e iniciativa para advertir sus propias transgresiones, confesarlas y exclamar con fuerza: «ten piedad de mí, oh Dios, según tu gran misericordia» (Sal 50:1). El que grita es porque tiene dolor, pero quienes no sienten dolor alguno, no necesariamente están sanos, y la anestesia sólo hace olvidar el dolor pero no cura la enfermedad. «Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.» (1Jn 1:8-9)
El pecado mayor consiste en que a menudo nos distraemos de la vigilia de nuestra vida y nos anestesiamos con la indeferencia y el olvido. Quizás fuera mejor, en todo caso, que caigamos delante de Dios, que nos postremos ante Él pidiéndole misericordia: «Señor, ten piedad». Es entonces cuando Él, a través del cordón umbilical de nuestra confesión, nos da de su propia vida, vida verdadera, luz fulgurante que penetra nuestra oscuridad y abre los ojos de nuestro corazón. Amén.
“Rey celestial, Consolador, Espíritu de verdad, que estás en todo lugar llenándolo todo, tesoro de bienes y dador de vida, ven a habitar en nosotros purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno nuestras almas.”
Con esta oración la Iglesia inicia todos los servicios: vísperas, completas, maitines… también el sacerdote antes de iniciar la Divina Liturgia la recita pidiendo el auxilio divino. Nunca se comienza una acción importante, tanto en la Iglesia como en el mundo, sin pronunciarla; es la oración que introduce toda oración, pues toda auténtica oración se despliega gracias al soplo del Espíritu como dice san Pablo: “Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.” (Rom. 8, 26)
4 de Diciembre
Nació en Damasco, hacia el año 675, hijo de padres ricos y piadosos, de la familia Mansur. Fue un gran filósofo honrado por el califa con la dignidad de consejero.
Cuando el emperador León el Isaurian (reinó 717- 741) comenzó su guerra contra los santos iconos, Juan escribió epístolas que defendían su veneración.
Estando San Juan bajo la jurisdicción del Califa, sus enemigos falsificaron una carta haciéndola aparecer como si la hubiese escrito Juan, dicha carta decía que la guardia de la ciudad era débil, e invitaba a Leo a atacar Damasco. Al enterarse el Califa, en su furia castigó la supuesta traición cortándole la mano derecha a San Juan.
El Santo obtuvo permiso del califa para tener su mano cortada, esa noche rezó con fervor a la Santísima Madre de Dios antes de su icono. Ella se le apareció en sueños y le curó la mano, cuando Juan despertó, se encontró que estaba curado. Este milagro convenció al califa de su inocencia, y restauró a Juan en su cargo de consejero.
Luchó valientemente contra los iconoclastas León Isauro y su hijo Constantino Coprónimo a través de sus escritos.
Fue el primero en escribir una refutación del Islam. El tiempo que había pasado como consejero en los tribunales de los musulmanes de Damasco le dio la oportunidad de aprender sus enseñanzas de primera mano, y escribió en contra de sus errores con una sólida comprensión de su esencia.
En sus escritos expone la fe ortodoxa con exactitud y orden. Fue ordenado presbítero por el Patriarca de Jerusalén. Después de haber vivido ochenta y cuatro años, descansó en paz en el año 760.
Además de sus escritos teológicos, adornó la Iglesia con la métrica e himnos en prosa, y compuso muchos de los prosomia, que se utilizan como modelos para las melodías del canto litúrgico de la Iglesia; compuso también muchos de los himnos sagrados para las fiestas del Señor y la Madre de Dios. La vida de San Juan de Damasco fue escrito por Juan, Patriarca de Jerusalén.
Cuando el Señor pregunto a Pedro por tres veces: “¿me amas?”, lo constituyo pastor de sus ovejas: y este, al ver al otro discípulo que amaba Cristo, siguiéndole, pregunto al Señor, diciendo: y ¿Qué de este? Y el contesto: Si yo quiero que este esté hasta mi llegada, ¿Qué a ti, querido Pedro? Exapostelario
Hermanos: Cristo es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en Sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en Sí mismo muerte a la enemistad. Vino a anunciarles la paz: a los que estaban lejos y a los que estaban cerca. Pues por Él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu.
Así pues, ustedes ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en Quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en Quien también ustedes están siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu.
En aquel tiempo, uno de los principales preguntó a Jesús: «Maestro bondadoso, ¿qué he de hacer para heredar vida eterna?» Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas “bondadoso”? Nadie es bondadoso sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» Él dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Oyendo esto Jesús le dijo: «Aún te falta una cosa: Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» Al oír esto se puso muy triste, porque era muy rico. Viéndolo Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Los que lo oyeron dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.»
En la lectura evangélica de hoy, un joven vino a donde Jesús buscando «la vida eterna». Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza fue para este joven –como lo es para muchos– un tropiezo en el camino. Luego dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados –al igual que nosotros–, dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Y en otra ocasión, los discípulos le reclamaron: «Dura es esta doctrina, ¿quién puede escucharla?» (Jn 6:60).
Cuando el joven le respondió a Jesús: «Todo eso (los diez mandamientos) lo he guardado desde mi juventud», Jesús no lo justificó, como hubiera hecho cualquier maestro de la Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» –nos informa exclusivamente el Evangelista Marcos (Mc 10:21)–, y «al que ama el Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo material le impedía seguir la vocación.
Dice el Señor, por la boca del profeta Jeremías: «¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?» (Jr 23:29). También dice: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división.» (Lc 12:49-51). El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su propio nombre.
La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste a tal grado que llega a considerarlo como el «salvador»; y sin darse cuenta, la abundancia de riquezas lo va empujando hacia la idolatría, de donde caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos –estemos donde estemos– nos topamos con pobreza. Entonces compartamos con los que necesitan de nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema la adhesión al dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis hermanos.
Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero recordemos que la bondad y la salvación cristianas requieren de fatigas, esfuerzo, sacrificio y dominio de sí, porque la palabra de Dios es «como fuego, como un martillo que golpea la peña.»
Hay dos formas o modos del ayuno:
El ayuno total: eso es una abstinencia total de comer y de beber por un tiempo determinado. Desde el inicio del cristianismo, este ayuno ha sido practicado como un estado de preparación o de espera; un estado espiritual que enfoca toda la atención en “el que viene”. Por lo que encontramos este ayuno total en la tradición litúrgica de la Iglesia, en la preparación final de una fiesta grande o antes de un acontecimiento espiritual importante y, sobre todo, es aplicado en el ayuno eucarístico, que precede la comunión formando una densificación espiritual en el Don que recibiremos, en “el que viene”, aquél por quien valdría la pena que el hombre dejase todos los demás dones. A este ayuno la primera Iglesia le llamó Vigilia, un término militar que implica estar en alerta: La iglesia permanece en vigilia en espera a su Novio; lo espera con alegría y serenidad.
El ayuno ascético: que consiste en la abstinencia de ciertos alimentos y en disminuir, en general, el consumo alimental. Aquí, el objetivo es librar al hombre de la esclavitud de la carne. Él, sólo con la lucha constante y paciente, descubre que “no sólo por el pan vive el hombre” y recupera la primacía del Espíritu. Este ayuno, necesariamente y por su naturaleza, implica una lucha larga y constante, y el factor tiempo es esencial, porque desarraigar la enfermedad general del hombre y curarlo requiere de tiempo y esfuerzo. El arte del ayuno ascético ha sido purificado y madurado dentro de la tradición monástica y luego fue aceptado por la Iglesia entera. Es la aplicación de las palabras del Señor, de que los espíritus malignos no serán vencidos sino “con oración y ayuno”. La Iglesia ha consignado para el ascético ayuno cuatro temporadas: Antes de Pascua, Antes de Navidad, antes de la fiesta de los santos Apóstoles, y antes de la Dormición de la Madre de Dios.
Durante este ayuno, vivimos constantemente cierta hambre que conserva la memoria de Dios en nosotros y clava nuestro pensamiento en Él. Quien lo ha practicado, conoce que éste no nos debilita, más bien, nos vuelve alertas, complacientes, resplandecientes, puros y alegres. En él, el hombre recibe la comida como verdadera dádiva de Dios, y enfoca su pensar en el mundo interior que inexplicablemente se le vuelve, a su vez, un modo de alimentarse
25 de noviembre
Santa Catalina nació en Alejandría en la segunda mitad del tercer siglo. Descendía de una familia de abolengo y se distinguía por su inteligencia, erudición y belleza. Muchos ricos y nobles pretendientes pedían su mano. La madre y los parientes trataban de convencerla para que se case, pero Catalina no se decidía y decía a sus allegados: “Si quieren que me case entonces encuéntrenme alguien quien me igualare en la hermosura y erudición.”
Dios hizo que Catalina conozca a un anacoreta, hombre inteligente y de vida ejemplar. Examinando con Catalina los méritos de sus pretendientes el anacoreta dijo: “Yo conozco al Novio que es superior en todo a ti. No hay nadie igual.” Después él le dio el icono de la Santísima Virgen, prometiendo que Ella ayudaría a Catalina a ver al Singular Novio”. Durante la próxima noche, adormecida Catalina vio a la Theotokos rodeada de ángeles parada delante de ella con el Niño que resplandecía como el Sol. Fueron vanos los esfuerzos de Catalina para ver Su rostro. El se daba vuelta. “No desprecies a Tu creación — pedía la Madre de Dios a Su Hijo — dile lo que tiene que hacer para ver Tu imagen brillante, Tu Rostro.” “Que ella regrese y pregunte al anacoreta” — contestó el Niño.
Este singular sueño asombró a la joven. Ni bien amaneció, ella fue a ver al anacoreta. Se arrodillo a sus pies pidiendo consejo. El anacoreta le explico detalladamente sobre la verdadera fe, sobre el paraíso y la vida en el paraíso de los justos y sobre la perdición de los pecadores. La sabia joven comprendió la superioridad de la fe cristiana sobre la pagana. Creyó en Jesucristo como el Hijo de Dios y se bautizó. Y entonces la luz divina entró en ella y la llenó con una gran alegría.
Cuando Catalina regreso a su casa con su alma renovada, ella rezó durante mucho tiempo agradeciendo a Dios por la Gracia otorgada. Durante la oración se quedó dormida y vio nuevamente a la Madre de Dios. Ahora el Niño Divino la miraba con benevolencia. La Santísima Virgen tomó la mano derecha de la joven y el Niño le puso un maravilloso anillo, diciendo: “No tengas otro novio terrenal” Catalina comprendió que a partir de este momento ella estaba comprometida con el Cristo y se despertó con mayor alegría en su corazón. A partir de este sueño ella cambió completamente. Se hizo humilde, benévola y amable. Empezó a rezar a Dios frecuentemente pidiendo Su Guía y la ayuda. Única meta que la entusiasmaba: era vivir para Cristo.
Poco tiempo después vino a Alejandría Maximiano (años 286-305) codirigente del emperador Diocleciano. El envió mensajeros a las ciudades de Egipto para invitar al pueblo a la fiesta en honor a los dioses paganos. Catalina estaba muy triste porque el emperador, en vez de ayudar a instruir al pueblo, extendía la superstición pagana. Cuando llegó el día de la fiesta ella fue al templo pagano, donde estaban reunidos los sacerdotes paganos, la nobleza y el pueblo y dijo sin miedo al emperador: “¡Emperador, no te da vergüenza orar a los repugnantes ídolos! Conozca al verdadero Dios eterno e infinito. Con Él los reyes reinan y esta el universo. El bajó a la tierra y se hizo hombre para nuestra salvación.”
Maximiano se enojo con Catalina por la falta de respeto hacia la dignidad imperial y ordenó encarcelarla. Después, él ordenó a la gente erudita convencer a Catalina de la autenticidad de la religión pagana. Durante varios días ellos exponían diferentes argumentos en pro de la religión pagana, pero Catalina los vencía con su lógica y sus razonamientos, les demostraba que no tenían razón. Sin embargo, al sufrir la derrota sobre el campo intelectual, Maximiano no dejó su intención de convencer a Catalina. La llamó y trato de seducirla con regalos, promesas de favores y gloria. Pero Catalina no se dejó seducir.
Maximiano tuvo que ausentarse de la ciudad por un corto período. Al otro día Maximiano llamó a Catalina por última vez y le ofreció ser su esposa, prometiendo todos los bienes materiales. Pero Santa Catalina no quiso saber nada. Viendo la inutilidad de todos sus esfuerzos el emperador ordenó matarla y un guerrero la decapitó en el año 304.
Más tarde las Santas Reliquias de la mega mártir Catalina fueron llevadas al monte Sinaí y allí están en el monasterio que lleva su nombre.
(a Su Eminencia Antonio Chedraoui)
Seremos después nosotros, Nosotros los que no vacilaremos. Pero hoy, en los primeros pasos, Maestro, Guía, hunde el cortante filo De tu cincel, transforma y renueva El alma joven, tú que, por tus años Y la dura misión de tu vida, Sabes dar forma al bronce De un impulso y al mármol de una idea. Sacude mi espíritu si sientes que flaquea –Jamás una palabra que lastime–, Dale rumbo fijo cuando pierda su alma, Sin descansar un solo instante, de la fe recta. Quiero ser un destello consciente de ti Y brillar, después, por cuenta propia. Pero hoy, profundizar quiero El cisma entre el nuevo y el viejo horizonte. Acojo y guardo el tesoro De tu humilde consejo: «No turbar el silencio de la vida: Ésa es la ley». |
Busca en todas las cosas un alma y un sentido oculto, No vayas ciego por la apariencia vana. Mejor es seguir el rastro de la verdad arcana, Escudriña el ojo Y el oído. Siempre atento. Ama todo lo grácil de la vida, la calma De una flor que se mece, la oración humilde Y esperanzada de una tarde en una apacible iglesia, Ama el olor, el paisaje. Al final de todo, No fueron en vano tus palabras: Ellas comprendieron el error Y abrieron el alma Pues la vida le mostró Que ella alejaba Al padre con sus actos. Éste respondía: «Imposible, la he amado Y no puedo ser juez implacable en su contra». Si sus crímenes gritan: Castiga, Mis llagas abiertas murmuran: Perdona. |
William A. Zúñiga Rivas.
Jueves 14 de noviembre de 2013.
William es un joven guatemalteco que, al igual que Manuel, recibió la oportunidad, el apoyo y el cariño de Sayedna Antonio para estudiar en México durante varios años. Él, Manuel y Cristofer, son hijos del Hogar Rafael Ayau (fruto hermoso de Madre Inés y de las monjas del Monasterio de la Santa Trinidad) y estuvieron presentes la noche del jueves en el Aeropuerto La Aurora en Guatemala, así como una comitiva de queridos y destacados miembros de nuestra comunidad ortodoxa para recibir, después de una larga y ansiosa espera en tierras chapinas, a nuestro Padre y Metropolita Antonio.
Podrán ustedes imaginar la emoción cuando, a las puertas de la terminal, fuimos a recibir la bendición de nuestro amado Sayedna. Los que lo conocían, quisieron hacerle patente su respeto, agradecimiento y amor; los que nunca lo habían visto, querían conocer al hombre cuyo nombre es conocido por los medios y que ha guiado con mano sabia a la Iglesia; los curiosos, se llevaron un poco de lo que es para nosotros Sayedna. Su presencia ha creado una gran expectativa por las múltiples bendiciones que lo acompañan a su paso como siervo de Dios.
Viernes 15 de noviembre de 2013.
En la mañana del viernes, las campanas de la Iglesia Ortodoxa de la Santa Transfiguración, en el corazón mismo de la Ciudad de Guatemala, sonaron con gran alegría y emoción para recibir a Su Eminencia. Madre Inés Ayau, Igumeni del Monasterio Ortodoxo de la Santa Trinidad, fue la primera persona en recibirlo a nombre de todos. A la entrada del Templo, el Padre Antonio, párroco de la iglesia, tuvo la dicha de esperarlo con el Evangelio y rendirle los honores a su investidura y jerarquía. Pudimos cantar el Tropario a su patrono San Antonio, el hermoso y solemne Tiper Majo, la Doxología y el Policronion a Su Eminencia. Además, recibimos su muy ansiada bendición.
Posteriormente, el Metropolita Antonio visitó y platicó con William, Manuel y Cristofer, jóvenes que forman parte de la Residencia Ortodoxa de Estudiantes Universitarios. En este lugar, ellos (gracias al patrocinio decidido de las Madres del Monasterio) contarán con el apoyo para continuar sus estudios en la Universidad.
Después, se trasladó al espacio donde trabajan los jóvenes artistas del Colectivo La Isla. Ahí pudo constatar la labor artística que ellos realizan a través de la escultura y la pintura en diversas exposiciones. Agradecieron, en esta oportunidad, el apoyo desinteresado de Madre Inés.
Luego, Sayedna Antonio recorrió las instalaciones que albergarán el Centro de Estudios Mayas Yuri Knórosov (CEMYK). La Dra. Galina Ershova, directora del mismo, le dio la bienvenida y le mostró el libro publicado por ella Epigrafía Maya. En él, se explica el trabajo del Mtro. Knórosov (inspiración del instituto) y sus alumnos al descifrar la escritura maya, así como las nociones para leer este sistema creado por tan importante cultura.
Al concluir su estancia en el CEMYK, nuestro arzobispo se trasladó al Salón de Sesiones de la Universidad Rafael Ayau (URA) para reunirse con los miembros del Senado y Decanos de la institución: en esta Reunión, la Dra. Ana Margarita Paz le presentó el proyecto de la URA, universidad que será En Línea, Abierta y A Distancia; es decir, el alumno utilizará el Internet en donde encontrará todos sus cursos, llevará su propio horario y calendario y podrá estudiar desde donde se encuentre. Permitirá a cualquier persona acceder a una Educación Superior con excelencia académica. Su Eminencia quedó muy entusiasmado y felicitó a todos los miembros de la institución.
Intervinieron después, el Dr. Fredy Abed y el Ing. Manuel Ayau para hablar sobre lo que será el Hospital de la Misericordia que atenderá a personas de escasos recursos y será patrocinado por jóvenes profesionistas guatemaltecos y una universidad de los Estados Unidos. Sayedna alabó la iniciativa, hizo diversas sugerencias (acompañadas de aspectos anecdóticos de su vida) y ofreció su invaluable apoyo para llevar adelante el proyecto.
Al final, se le brindó a Su Eminencia y a todos los participantes unos sabrosos entremeses árabes; en esta oportunidad, también conoció a unos recién crismados jóvenes con muchas ganas de trabajar para la Iglesia.
Posteriormente, el Metropolita Antonio se trasladó al Hotel Crown Plaza para participar en una Sesión con la Fundación del Hogar Rafael Ayau. Les aconsejó con sabiduría y les dio ánimos para continuar.
Luego, en el mismo hotel, Sayedna comió con la Junta Directiva, las Damas Ortodoxas y miembros palestinos, griegos y guatemaltecos de nuestra comunidad. Madre Inés nos honró con su presencia también. Pleno de paciencia, escuchó a todos los asistentes, resolvió dudas, inyectó energía, atendió inquietudes, apoyó iniciativas: no escatimó tiempo para estar con nosotros. Al concluir la comida, continuó con la Junta Directiva y con las Damas: ahí se habló sobre la necesidad de que estos organismos tengan cuentas bancarias propias manejadas con independencia y, especialmente, de que la comunidad compre un terreno propio para construir una iglesia en un lugar seguro y de fácil accesibilidad para todos. Se comprometió a donar US$10,000 dólares cuando tengamos la propiedad y ofreció venir para la bendición de la primera piedra. Aunque fue una Reunión muy extensa, Sayedna quiso permanecer con nosotros y dejar resueltos varios pendientes.
Ese inolvidable día concluyó con una cena ofrecida por nuestra Iglesia en honor de nuestro Padre y Metropolita Antonio: el Padre Antonio y la Lic. Roxana Kawas, presidenta de la Junta Directiva, fueron los encargados de dar las palabras de bienvenida a tan distinguido invitado. Al hacer uso de la palabra, Su Eminencia nos llenó con palabras sabias, con anécdotas edificantes, con frases cargadas de consuelo, ánimo y unidad para luchar por nuestra Parroquia. Habló enérgicamente en defensa de los cristianos y contra el fanatismo y las actitudes anticristianas; también reafirmó los acuerdos manifestados en la Reunión previa con la Junta Directiva. Al concluir el evento, el arzobispo accedió a tomarse fotos y dar la bendición a cada asistente.
Sábado 16 de noviembre de 2013.
La mañana del sábado escuchó el repiquetear de las campanas del Monasterio Ortodoxo de la Santa Trinidad en Amatitlán para recibir al Metropolita Antonio. Madre Inés y las Madres del Monasterio recibieron al jerarca; nuevamente, a la entrada de la iglesia del Monasterio, el Padre Antonio, esperó con el Evangelio y le rindió los honores a su investidura. Presentes también estaban los niños y jóvenes de la nueva Residencia Ortodoxa San Miguel del Lago, así como el rector del Seminario Ortodoxo de Teología de St. Vladimir en Nueva York, el Rev. Padre Chad Hatfield.
Terminando la ceremonia, Sayedna procedió a recorrer las instalaciones de la Residencia y quedó maravillado de la dimensión de la obra. Paso a paso, Su Eminencia observó los talleres, la carpintería, los salones de clase, las habitaciones para los niños e invitados, la enfermería, un laboratorio de micología de Madre Ivonne, la cocina y el inmenso comedor. Fue evidente su satisfacción y felicitó a las Madres por su labor tan fructífera.
Después, el Metropolita Antonio visitó la casa que ocupa el Centro de Estudios Mayas Yuri Knórosov (CEMYK), a orillas del Lago Amatitlán: fue recibido por su directora, la Dra. Galina Ershova. En un ambiente de tranquilidad, Sayedna pudo descansar un poco de todo el ajetreo del viaje y conversó de manera relajada con los asistentes.
Posteriormente, tuvimos un delicioso almuerzo ofrecida por las Madres en honor a nuestro arzobispo en las instalaciones de la Residencia Ortodoxa San Miguel del Lago. Presentes también estaban la Sra. Olga García de Ayau y queridos miembros de la familia Ayau, así como el embajador de Rusia en Nicaragua y miembros del CEMYK, entre otros invitados.
Al concluir, Su Eminencia regresó a su hotel y, en la tarde, nos honró con su presencia en la Iglesia Ortodoxa de la Santa Transfiguración para acompañarnos en la Vigilia previa a la celebración de la Divina Liturgia al día siguiente. Durante la celebración (en la cual, estuvo presente el Rev. Padre Justin Foster de la Iglesia de la Protección de la Santa Virgen María en Royalton, Illinois), escuchamos hermosos cantos bizantinos interpretados por Sayedna, acompañado de la Sra. Noha Makarian, la directora del Coro (cuya formación musical fue en la Universidad del Balamand) y los jóvenes de la Residencia Ortodoxa de Estudiantes Universitarios.
Finalmente, el Sr. Mazen Aranki (querido miembro de nuestra comunidad y que transportó al arzobispo durante su estancia en Guatemala) ofreció una cena en su casa para todos los asistentes, en honor de tan distinguido visitante. La familia Aranki fue magnífica anfitriona y todos estuvimos muy felices de estar cerca de Sayedna Antonio.
Domingo 17 de noviembre de 2013.
Una gran expectativa surgió con el arribo al Monasterio Ortodoxo de la Santa Trinidad de nuestro Padre y Metropolita Antonio. Las campanas del Monasterio sonaron para recibirlo. Después comenzó la Divina Liturgia Episcopal. Para nuestra gran alegría, estuvo presente también nuestro Vicario para Centroamérica, el Rev. Padre Jorge Faraj, párroco en Honduras; así como los Rev. Padres Chad Hatfield, Justin Foster y el sacerdote de la Iglesia del Espíritu Santo en Cincinnati, Ohio, Rev. Padre Steven Kostoff. En el marco de esta maravillosa celebración, Sayedna otorgó a la Madre Inés Ayau la Cruz de San Jorge, la más alta condecoración de nuestra arquidiócesis, por el inmenso trabajo realizado por ella y por las Madres del Monasterio. Todos los presentes se congratularon por este hecho. También Su Eminencia hizo un reconocimiento a Rusia (cuyo embajador estuvo presente en el acto) por defender a los cristianos en Medio Oriente de manera firme. Nos inyectó también ánimos para trabajar en la construcción de una nueva iglesia y en la difusión de la fe: realmente fuimos bendecidos con sus palabras.
Al concluir la Divina Liturgia, en procesión nos dirigimos a las instalaciones de la Residencia Ortodoxa San Miguel del Lago. El Metropolita Antonio comenzó la bendición del inmenso comedor y, después, nos dividimos en varios grupos: el primer piso de la residencia fue bendecido por P. Kostoff; el segundo piso por P. Chad; los Talleres por P. Jorge (acompañado por las jóvenes de la carpintería); y el Colegio y patio central por P. Antonio. Madre María estuvo con el Padre Antonio, Madre Ivonne con el Padre Chad y
Madre Inés con Sayedna en el comedor. Después, comenzó la comida por tan feliz acontecimiento y se otorgaron reconocimientos a los innumerables benefactores de tan magna obra. Cada uno de los invitados recibió una pequeña placa alusiva al evento y un pequeño libro conmemorativo.
Luego, en el Patio Central se llevó a cabo la obra de teatro preparada por CEMYK/Ruskii Mir: Iván el soldado y la Tsarevna, cuento Ruso. Los niños y jóvenes de la Residencia sorprendieron por su brillante actuación.
Finalmente, Su Eminencia se retiró, concluyendo una jornada tan plena de bendiciones.
Lunes 18 de noviembre de 2013.
Con mucha tristeza, el día lunes una pequeña comitiva encabezada por Madre Inés y destacados miembros de nuestra comunidad despedimos a nuestro Padre y Metropolita Antonio, deseando que tenga un magnífico viaje de regreso. Pedimos a Dios que Sayedna Antonio no tarde mucho en volver a visitar a sus hijos en Guatemala.
Reseña realizada por el Rev. P. Antonio Javier Martínez
Ver Programa de la Visita a Guatemala