El Ayuno de los Apóstoles
Después de la alegría y el regocijo de los cincuenta días que hay de Pascua a Pentecostés, los Apóstoles se prepararon para salir de Jerusalén con el objetivo de anunciar el mensaje del Evangelio de nuestro Salvador. Según la Tradición de nuestra Iglesia, como parte de su preparación, comenzaron un ayuno para pedir a Dios que les concediera fuerzas para emprender la tarea misionera.
Este ayuno viene anunciado en los Evangelios por el mismo Señor pues cuando los fariseos criticaban a los Apóstoles por no ayunar. Él les dijo que no ayunan los amigos del Novio mientras éste se encuentra entre ellos y que cuando Él se apartara entonces ayunarían. En estas palabras Cristo se refiere a Su crucifixión en el sentido próximo y en un sentido más amplio a su gloriosa Ascensión al cielo en la cual deja a los Apóstoles la misión de anunciar el Evangelio que ha de hacerse con ayuno y oración para que el fruto sea abundante. Esta tradición del ayuno viene atestiguada también en la Tradición en las homilías que recitara el Papa León I ya en el año 461.
El período del ayuno de los Apóstoles varía por la fecha de la Pascua y las fiestas que se derivan de la misma. Comienza siempre el lunes posterior al domingo de Todos los Santos y culmina con la celebración de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo el 29 de junio.
¡Bendito Ayuno para todos!
San Ticon, obispo de Amato
San Ticón, nació en la ciudad de Amato en la isla de Chipre. Sus padres criaron a su hijo en la piedad cristiana y le enseñaron a leer libros sagrados. Se dice que el don de hacer milagros le fue concedido desde muy joven.
Aceptaron al joven piadoso en el clero de la iglesia y lo convirtieron en lector. Más tarde, el obispo de Amato, lo ordenó diácono. Después de la muerte del obispo Mnemonio, San Ticón por acuerdo general fue elegido obispo de Amato. San Epifanio, obispo de Chipre (12 de mayo), presidió el servicio.
San Ticón trabajó con celo para erradicar los restos del paganismo en Chipre; destruyó un templo pagano y difundió la fe cristiana. El santo obispo fue generoso, sus puertas estaban abiertas a todos, escuchaba y atendía con amor el pedido de cada persona que acudía a él. Sin temer amenazas ni torturas, confesó firme y valientemente su fe ante los paganos.
En el servicio a San Ticón se afirma que él previó el momento de su muerte, que ocurrió en el año 425.
Tropario tono 1, del común de Santos Ascetas
Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has realizado milagros, Ticón, padre teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas los malestares de las almas, * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, * ha brindado curación a todos!