San Patapio nació en Egipto y desde muy niño tenía “Espíritu de amor y templanza”. Este espíritu, quedo más en evidencia cuando creció.
Después de repartir toda su herencia entre los pobres, se retiró al desierto abandonado todo. Allí pasaba su tiempo rezando y estudiando. A cada persona cansada que pasaba por su morada le ofrecía hospitalidad y descanso para poder luego continuar su camino, pero también aprovechaba la ocasión para encaminar algunas almas con consejos espirituales importantes, para la salvación de las mismas.
Así la fama de Patapio se extendió rápidamente y muchos iban en busca de él, para poder escuchar de su boca las enseñanzas del Evangelio; luego de un tiempo el Santo se trasladó a Constantinopla queriendo pasar desapercibido. Patapio encontró en Blajernes un lugar muy tranquilo donde se quedó, pero luego de un tiempo, por su vida santa y humilde, también fue muy conocido aquí.
Este gran ermitaño murió mientras oraba a Dios y sanaba a los enfermos.
Tropario tono 8, del común de santas y santos Justos
En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justo Patapio, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.