Santo Tomás fue un comandante militar; hombre fuerte y valiente que participó en muchas batallas, trayendo victorias a sus compatriotas por las cuales obtuvo gloria y estima, pero siempre lucho con todo su corazón hacia Dios. Tomás abandono el mundo y sus honores y tomo adoptó la vida monástica.

Con gran humildad visitó a ancianos monjes pidiéndoles ayuda y dirección en la vida espiritual y después de varios años, recibió la bendición para retirarse a la vida solitaria en el desierto.

Santo Tomás fue dirigido místicamente por el Profeta Elías con una columna de fuego en la noche al Monte Maleón (al este del Monte Athos) donde se instaló y donde vivió en completo aislamiento. Luchó con los enemigos invisibles con el mismo valor con el que luchó con los enemigos visibles en sus tiempos como militar.

La vida y las buenas obras de Santo Tomas no pudieron ser ocultadas en sus alrededores. Las personas comenzaron a llegar a donde el santo buscando la guía espiritual y hasta los enfermos acudían por su ayuda, ya que Santo Tomas recibió del Señor la gracia de obrar sanaciones, las que continuaron aun después de su muerte, pues son muchos los que acuden a su intercesión para ser sanados de pasiones y enfermedades.

Tropario, tono 8 del común de Santos Justos

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh padre Tomás, pues tomando la cruz seguiste a Cristo; y practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, que es efímera, y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

 

Santa Ciriaca la Gan Mártir

San Ciriaca, era hija de padres cristianos, Doroteo y Eusebia. Se le dio su nombre porque nació el domingo, el día del Señor (en griego, Kyriake). Ella dio su testimonio en Nicomedia durante el reinado de Diocleciano, en el año 300. Después de muchos tormentos amargos, fue condenada a sufrir decapitación, pero se le otorgó tiempo para rezar primero, hizo su oración y entregó su alma santa en paz.

Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti». * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Ciriaca, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

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