Boletín de la Epifanía
La Epifanía del Señor
Himnos de la Liturgia
Tropario de La Divina Epifanía
Tono 1
Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán se manifestó la adoración a la Trinidad: pues, la voz del Padre dio testimonio de ti nombrándote su “Hijo amado”; y el Espíritu, en forma de paloma, confirmó la certeza de la palabra. ! Tú, que te has revelado e iluminado al mundo, oh Cristo Dios, gloria a Ti!Condaquio de la Divina Epifanía
Tono 4
Te has revelado hoy al universo, y tu luz, oh Cristo Dios, ha fulgurado sobre nosotros que te alabamos con comprensión: ¡Te has manifestado, oh Luz inaccesible!Lecturas Bíblicas
Carta del Apóstol San Pablo a Tito (2:11-14 y 3:4-7)
Hijo mío, Tito: Se ha manifestado la Gracia salvadora de Dios a todos los hombres, que nos educa en que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos con castidad, justicia y piedad en el siglo presente, aguardando la dichosa esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo; el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, celoso de obras buenas.
Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador; para que, justificados por su Gracia, viniéramos a ser herederos, conforme a la esperanza, de la vida eterna.
Evangelio según San Mateo ( 3:13-17)
En aquel tiempo, vino Jesús de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?» Jesús le respondió: «Deja ahora; pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio el Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.»
Mensaje Pastoral
El Bautismo de Jesús y el nuestro
La Epifanía, fiesta del Bautismo del Señor por las manos de Juan el Bautista en el Río Jordán, es una de las celebraciones más antiguas y más importantes de la Iglesia. Basta resaltar que, mientras únicamente san Mateo y san Lucas describieron detalles del Nacimiento de Jesús, los cuatro Evangelios relatan el acontecimiento del Bautismo.
En realidad, el nombre de Epifanía o Teofanía (Divina Manifestación) se debe a las dos siguientes razones:
Primero, la manifestación de Dios, Trino y Uno, al hombre: el Hijo es bautizado, el Padre anuncia el nacimiento eterno del «Hijo amado», y el Espíritu Santo en forma de paloma lo confirma con su Presencia (Tropario de la fiesta).
Segundo, la manifestación del hombre ante Dios: Cristo es «el Hijo del hombre»; su obediencia, humildad y amor forman el icono del Hombre en quien Dios Padre «se complace». Cuando Jesús llegó donde Juan y le pidió que le bautizara, en un principio Juan resistió: «Soy yo el que necesita ser bautizado por Ti.» Pero Jesús le insistió: «Conviene que así cumplamos toda justicia». Con ello no se refería a que su justicia antes del Bautismo era mengua sino a que en éste se mostraría la justicia perfecta, no en el sentido legal de la palabra, más bien, en su sentido bíblico: la justicia de Dios es su amor y misericordia, y la justicia del hombre es su santidad. Entonces el bautismo de Cristo lo anuncia como el cumplimiento y la perfección de la justicia procurada: la santidad.
Tomando en cuenta lo anterior, comprendemos qué es nuestro Bautismo: es la participación de la vida del Hijo, recibir en nuestro ser al Espíritu a través del Santo Crisma, Quien exclama en nosotros: «Abbá, oh Padre» (Gal 4:6), confirmando nuestra vocación de ser «hijos amados en quienes Dios se complace».
Pero, la mayoría de las veces, ensuciamos la túnica bautismal con el olvido, negligencia y tibieza. Sin embargo, los Padres dela Iglesia–considerando que el Bautismo es único e irrepetible– hablan alegóricamente del «bautismo de las lágrimas»: la penitencia como un modo de vivir constante, que devuelve al alma su dignidad y a la túnica su brillo original.
El recuerdo del Bautismo de Señor, la bendición del agua, la unción y la aspersión de las casas y pertenencias con ella nos estimulan a la penitencia, sin la cual todo se hubiera tornado un ritual insignificante o, más aún, una acción de estilo mágico.
Al inicio de este año rociamos nuestro mundo con el agua bendita, y con ella abrimos nuestra vida a la acción dela Gracia de Dios que, conforme a las palabras de san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta, «nos educa en que vivamos con castidad, justicia y piedad en el siglo presente» (Tit 2:12). Amén.
Nuestra Fe y Tradición
La bendición del agua. (Agiasma)
Agiasma en griego significa “cosa sagrada.” Así llaman el agua, bendecida según la ceremonia especial. La bendición del agua puede ser menor y grande; la menor se practica durante el año varias veces, la grande — sólo en la fiesta de Teofanía.
¿Y por qué reza la gente en los días de la bendición de agua? Porque el agua se consagró con la fuerza, y con la acción, y con la llegada de Espíritu Santo. Para que se haga el don de bendición, de liberación de los pecados, de curación del alma y del cuerpo y que esta agua reciba la bendición del río Jordán. Esta agua espantará todas las tentaciones de los enemigos visibles e invisibles. Porque nos llevará a la vida eterna. Para que también nosotros, tomando el agua, seamos partícipes de la bendición y revelación de Espíritu Santo. Grande es la oración, grande también es lo que se consagra. El bautismo de Jesucristo consagró la misma esencia del agua.
El agua bendita debe ser tomada en ayunas, por la mañana, pero en el caso de una especial necesidad de la ayuda divina, se puede tomar a cualquier hora del día o de la noche. Se debe conservar en un lugar separado, mejor junto a los iconos de la casa, mas nunca en la refrigeradora. Observando un trato digno y respetuoso, el agua bendita queda fresca y de gusto agradable durante mucho tiempo. Se puede retocarse con ella, agregarla en pocas cantidades a la comida, esparcirla en la habitación. Personas que se encuentran bajo penitencia y no pueden recibir la Eucaristía, toman agua bendita como consolación espiritual.
Es una pena que el milagro de la magna bendición se presenta sólo una vez por año y tan pocas veces podemos escuchar los troparios conmovedores: “La voz del Señor…” etc.
Vida de Santos
El glorioso profeta y precursor: Juan Bautista
7 de enero
“Juan” en Hebreo significa “la ternura de Dios”. Él era familiar del Señor. Desde que fue concebido en el vientre de su Madre Elizabet reconoció al Señor cuando la Virgen María recién embarazada por el Espíritu Santo visitó a su prima.
Juan vivió en el desierto abstrayéndose del mundo y enseñando a la gente la conversión “porque ha llegado el reino de los cielos” (Mt.3:2). Al ver su estricta conducta toda la gente se acercaba a él aunque fuesen reprendidos por su hipocresía.
Y cuando le preguntaron al Bautista que si él era el Mesías, contestó con toda claridad y humildad: “No soy el Cristo… yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor” (Jn.1: 20-24). Así, En el Bautista se realizó lo dicho por el Señor a través del profeta Malaquías: “he aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí” (Mal.3:1), eso es lo que da al profeta Juan el título de “Precursor”, pues, él precedió a Cristo para prepararle el camino por el arrepentimiento, arrepentimiento verdadero y profundo.
Juan reprendía a los fariseos y saduceos quienes enseñaban sin obras congruentes y los exhortaba a dar “frutos dignos de conversión” (Mt.3:8), porque la conversión no es un mero remordimiento sino un cambio en el corazón que se traduce en obras. Antes de que el pecador obtenga su absolución tiene que cambiar su postura, conducta y visión sobre las cosas.
El glorioso profeta sigue siendo el precursor de Cristo en la vida de los fieles de generación en generación; pues él es el ejemplo de la abstinencia, castidad y de la vida del arrepentimiento. Él es el patrón de los monjes. No deja de preparar la venida del Señor en nuestros corazones exclamando: “preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.” (Mt 3:3).
Frases sobre Bíblicas
- He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (Jn 1: 29)
- Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. (Mt 3: 15)
- Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. (Lc 3: 4)