Santa Xenia era la hija única del famoso senador de Roma, Eusebio. Siendo todavía muy joven, ella decidió quedarse virgen y para evitar el matrimonio partió rumbo a Alejandría, junto con dos esclavas. Una vez allí, convenció a sus acompañantes de llamarla Xenia, lo que en griego significa “peregrina,” para que sea más difícil encontrarla.

Cuando se encontró con el abad del convento del apóstol Andrés, quien estaba en la ciudad Mileto (en Caria) ella le pidió que la llevase junto con sus acompañantes a la ciudad de Milass. Allí ella compró un terreno y construyó una Iglesia consagrada a San Esteban y organizo un monasterio de mujeres. En poco tiempo, por su vida ejemplar, el obispo de Milass la elevó a la dignidad de diaconisa. Verdaderamente ella llevaba la vida de un ángel. Amaba a todos, prestaba ayuda a todos, lo que estaba a su alcance. Era la benefactora de los pobres, la consoladora para los doloridos y la preceptora para los pecadores. Por su profunda humildad, ella se consideraba a sí misma como la peor de todas y la más pecadora de todos. Santa Xenia salvó a muchas almas. Falleció en la segunda mitad del siglo V. Durante su fallecimiento ocurrieron milagrosos signos.

Tropario tono 4, del común de Santas Justas

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Xena, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

Santo Mártir Babilas

 

El santo mártir Babilas de Sicilia y sus dos discípulos Timoteo y Agapio vivieron durante el siglo III en las afueras de Roma. San Babilonio nació en la ciudad de Reupolium en el seno de una familia rica, y fue criado por sus padres en la fe cristiana.

Siendo aún joven abandonó el mundo, yéndose en secreto de la casa de sus padres a una montaña, donde pasaba todo su tiempo en ayuno, oración y silencio. Sus dos discípulos, Timoteo y Agapio, trabajaron con él. Huyendo de la persecución de los paganos, fue con sus discípulos a la isla de Sicilia, donde convirtieron a muchos incrédulos a Cristo.

El gobernador de la isla, enojado por la actividad misionera de San Babilas, ordenó que él y sus discípulos fueran arrestados, y también los hizo torturar. Los santos soportaron pacientemente sus sufrimientos, y los tres murieron a espada. Sus cuerpos fueron arrojados al fuego, pero las llamas no dañaron a los guerreros de Cristo. Fueron enterrados en la isla de Sicilia por los cristianos locales.

Tropario tono 4, del común de mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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