Este glorioso santo era egipcio de nacimiento y comandante en jefe del ejército del emperador Constantino el Grande. Cuando la victoriosa cruz, rodeada de estrellas, apareció al Emperador, Artemio también la vio, y viniendo a la fe en Cristo el Señor, fue bautizado. Más tarde, en tiempos del emperador Constancio, hijo de Constantino, fue enviado a Grecia para llevar las reliquias de san Andrés y san Lucas desde Patra y Tebas, respectivamente, hasta Constantinopla. Artemio llevó a cabo esta misión con gozo. Después de esto, fue nombrado gobernador y representante imperial en Egipto, permaneciendo en este puesto por la duración del reino de Constancio y por algún tiempo bajo Julián el Apóstata. Cuando este Emperador renegado declaró la guerra contra los persas, se detuvo por un tiempo en Antioquía, y llamó a Artemio y a su ejército para que se unieran con él allí; Artemio acudió. Entonces, el Emperador entregó a la tortura a dos sacerdotes cristianos, Eugenio y Macario. Viendo esto, san Artemio se alarmó profundamente, y yendo ante el Emperador le dijo: «¿Por qué torturas tan inhumanamente a estos hombres inocentes y dedicados, y por qué los presionas a rechazar la fe ortodoxa?» También profetizó al Emperador que su final estaba cerca. El furioso Emperador envió a los dos sacerdotes al exilio en Arabia, donde murieron pronto; y despojando a Artemio de su rango militar, ordenó que fuese azotado y golpeado. Todo herido y cubierto de sangre, Artemio fue arrojado en prisión, donde el Señor Jesucristo mismo se le apareció, sanándole y consolándole. Después de esto, el Emperador ordenó que fuese puesto sobre una roca plana, y que otra roca fuese colocada sobre él, aplastando así su cuerpo como una tabla. Finalmente fue decapitado en el 362 d. C. Entonces el emperador Julián salió a combatir a los persas y murió de una manera deshonrosa, tal como san Artemio había predicho.

Tropario tono 4, del común de Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

 

San Gerásimo el Nuevo Asceta de Cefalonia

San Gerásimo, nació en el pueblo de Trikkala, en el Peloponeso. De joven se hizo monje en la isla de Zante. En la Montaña Sagrada se convirtió en monje esquemático y estudió con los ascetas del Monte Athos. Recibió la bendición de los ancianos y fue a Jerusalén para adorar en la Tumba del Salvador. Después de visitar muchos lugares sagrados en Jerusalén, el Monte Sinaí, Antioquía, Damasco, Alejandría y Egipto, regresó a Jerusalén, donde se convirtió en farolero en el Sepulcro del Señor.

El monje fue ordenado diácono y luego sacerdote por el Patriarca de Jerusalén, Germano (1534-1579). San Gerásimo mantuvo la disciplina de un asceta. Para estar solo, se retiró al Jordán, donde pasó cuarenta días sin descanso. Recibida la bendición del Patriarca para una vida de silencio, se retiró a la soledad de Zante, alimentándose sólo de vegetación.

Después de cinco años, se sintió inspirado a ir a la isla de Cefalonia, donde vivió en una cueva. Restauró una iglesia en Omala y fundó un monasterio de mujeres, donde vivió en constante trabajo y vigilia durante treinta años. Rezaba de rodillas y tendido en el suelo. Por su exaltada vida recibió un don milagroso: la capacidad de curar a los enfermos y expulsar a los espíritus inmundos.

A los 71 años de edad, el venerable Gerásimo sabía que pronto moriría. Dio su bendición a las monjas y se durmió pacíficamente en el Señor el 15 de agosto de 1579. Dos años después, su tumba fue abierta y sus santas reliquias fueron encontradas fragantes e incorruptas con un poder curativo.

Como la festividad de la Dormición se celebra el 15 de agosto, el 16 de agosto se conmemora a San Gerásimo. La festividad de hoy conmemora el descubrimiento de sus reliquias en 1581.

Tropario Tono 1

Venid, oh fieles, alabemos al divino Gerásimo, * protector de los ortodoxos, ángel en cuerpo, * milagroso revestido de Dios; * porque dignamente recibió de Dios * la gracia inagotable de la curación * para sanar a los enfermos y a los poseídos, * así que derrama salud a todos los que lo veneramos.

 

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Santoral Santoral ()

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